THE OLD OAK. Gran Bretaña-Francia-Bélgica, 2023. Un film de Ken Loach. 113 minutos
THE OLD OAK. Gran Bretaña-Francia-Bélgica, 2023. Un film de Ken Loach. 113 minutos
SUR LA TERRE COMME LE CIEL / ON EARTH AS IN HEAVEN. Canadá, 2023. Un film de Nathalie Saint-Pierre. 118 minutos
Por Jorge Gutman
THE OLD OAK. Gran Bretaña-Francia-Bélgica, 2023. Un film de Ken Loach. 113 minutos
En lo que parece que será su despedida con el cine, el gran maestro Ken Loach de 87 años de edad, doblemente laureado con la Palma de Oro en el Festival de Cannes en 2006 y 2016, concluye su admirable carrera de extraordinario cineasta con The Old Oak. Sin ser la mejor de sus 27 películas realizadas, su indiscutible nivel de calidad constituye un documento que gravita hondamente abordando el tema de la inmigración en Gran Bretaña.
Como es habitual, Loach se vale de su habitual y excelente guionista Paul Laverty para su relato ambientado en 2016 en el norte de Inglaterra, cercano a Durham, donde la ciudad no ha podido recobrar su impulso desde que en 1984 se produjo la huelga de mineros y el cierre de las minas.
En su comienzo llega un ómnibus con refugiados provenientes de Siria aspirando a un nivel de vida mejor que lo que acontece en el caótico país del Medio Oriente. Una de las recién llegadas junto con su hermano y madre es la joven Yara (Ebla Mari), quien apasionada por la fotografía capta una vistas del lugar con su máquina de fotos; su gesto motiva a que un pendenciero se la arrebate para entregársela posteriormente en dañada condición; es ahí donde interviene Tommy Joe “TJ” Ballantyne (Dave Turner), el dueño de la taberna local, quien con muy buena voluntad recompone la cámara de Yara. A partir de allí se inicia un vínculo afectivo entre ambos; en el que este hombre de mediana edad divorciado y desmoralizado con un hijo adulto completamente alejado de él, se siente motivado en ayudar a Yara y su familia quienes temen por la suerte del padre que ha quedado en Siria prisionero y sojuzgado bajo el temible régimen de Assad.
Entretanto los parroquianos que asisten a la taberna como centro de reunión social, no ocultan la hostilidad que sienten hacia los recién llegados; así le solicitan a TJ que les permita habilitar la clausurada sala del local para efectuar una reunión de protesta, a la que él se niega porque cree que es necesario ayudar a esa gente. Es así que con la colaboración de Yara como denodada activista comunitaria y de una mujer local (Claire Rodgerson) que se involucra en proteger a los inmigrantes, TJ acondiciona esa sala a fin de suministrar comida gratuita tanto a los refugiados como asimismo a aquellas personas del lugar que se encuentran en precarias condiciones económicas. Claro está que su conducta enfurece a algunos de los clientes del pub, proliferando epítetos racistas como es el caso del irascible Vic (Chris McGlade) así como acontece con Charlie (Trevor Fox) que ha sido gran amigo de TJ.
Es así que la taberna configura el eje central de la historia que Loach y Laverty desean ilustrar. Por un lado están los parroquianos demostrando su manifiesta oposición a los recién llegados inmigrantes y del lado contrario se encuentra TJ dispuesto en brindarles su apoyo, arriesgando en perder algunos de los cllientes del local. Esa actitud también queda reflejada en el comportamiento contradictorio de la población anfitriona que en última instancia la mayoría demostrará su empatía y solidaridad hacia los inmigrantes.
Más allá de su tema principal, el relato provee algunas escenas muy emotivas. Así resulta conmovedora la actitud de Yara y su madre llegando al hogar de TJ con un plato típico de comida siria, a fin de aliviarle la gran pena que sufre por la muerte de su querida perrita Marra. Otro significativo momento es cuando TJ lleva a Yara a la catedral de Durham y ella se conmueve observando el lugar al mismo tiempo que siente pena dado que jamás volverá a contemplar los imponentes templos de Palmira en Siria construidos por los romanos y que han sido destruidos por los yihadistas. Igualmente emociona la secuencia en la que los lugareños acuden con ramos de flores para expresar sus condolencias a Yara y su familia al confirmarse que su padre murió en la prisión de Siria.
Dentro del marco de un film coral donde gran parte del sólido reparto está integrado por actores no profesionales, palabras de elogio merece la actuación de Dave Turner sumergido por completo en la psicología de TJ así como igualmente es ponderable la autenticidad brindada por Ebla Mari en su debut cinematográfico aportando ternura como la joven siria que mantiene un platónico vínculo con TJ.
Mediante el microcosmo cultural descripto, Loach deja como legado un loable drama social en apoyo de los inmigrantes refugiados y de las clases desfavorecidas de su país, así como una severa crítica hacia la xenofobia, discriminación y racismo que invaden al mundo..
CIVIL WAR. Estados Unidos, 2024. Un film escrito y dirigido por Alex Garland. 109 minutos.
El realizador y guionista de Alex Garland transporta al espectador en un drama distópico centrando su atención en Estados Unidos, un país sumergido en plena guerra civil. Al hacerlo, el realizador apela a una violencia tan descarnada como pocas veces se ha mostrado en la historia del cine.
El relato comienza con el presidente americano (Nick Offerman) ensayando su discurso que dirigirá al país, donde destaca la gran victoria del gobierno federal lograda frente a los insurrectos estados de California, Texas y a punto de hacerlo Florida, que han decidido separarse del país. De inmediato la acción se desplaza a New York donde la devota fotógrafa periodista Lee (Kirsten Dunst) capta con su cámara la tremenda lucha desplegada en las calles por la policía contra cientos de manifestantes; es allí donde también se encuentra la joven Jessie (Cailee Spaeny) quien como aspirante a fotógrafa reportera trata de imitar a Lee a quien mucho admira por la pasión volcada en su profesión. Habiendo posteriormente eludido el tumulto, Lee acompañada del sagaz reportero Joel (Wagner Moura) y de Sammy (Stephen McKinley Henderson), un veterano periodista de The New York Times, deciden trasladarse en coche a Washington D.C. a fin de entrevistar al presidente para obtener su opinión acerca de lo que acontece en el país; en ese viaje Jessie consigue que la acepten como integrante del grupo en cumplimiento de la misión perseguida.
A partir de allí comienza un largo recorrido atravesando Pensilvania, West Virginia, Virginia y Charlottesville, donde los viajeros enfrentan numerosos peligros frente al horror generado por militares bien armados disparando bárbaramente a quienes encuentran en la ruta. Así se visualizan personas colgadas con sus rostros ensangrentados, centenares de cuerpos abatidos y matanzas despiadadas. Una vez llegado a destino, el grupo observa a la ciudad de Washington envuelta en llamas; con todo el horror alcanza su máxima expresión cuando los visitantes penetran en la Casa Blanca encontrándola completamente descabellada, con militares infiltrados matando a más no poder y con cadáveres desparramados en los suelos de quienes han sido asesinados.
La historia concebida por Garland resulta absolutamente irrealista y desprovista de contenido político, dado que no hay indicios que permitan suponer si las víctimas o victimarios son demócratas, republicanos o independientes, así como tampoco se explicitan las causas de la fracturada América.
Mediante este ficticio relato no es difícil vislumbrar la intención del realizador en querer mostrar hasta donde puede llegar el país frente a la actual polarización del pueblo americano; sin embargo, la forma de su exposición resulta muy discutible porque con escasa sutileza recurre a desmesurados excesos de violencia sin que se llegue a saber quiénes son los enemigos de la nación.
Una vez más el cine refleja la dedicación de apasionados periodistas que arriesgan su vida en los campos de guerra con el propósito de testimoniar lo que ocurre. Pero aquí no se sabe cuál es la audiencia o a cuáles medios de difusión reportan los cronistas de esta historia.
Con una débil caracterización de los personajes y una narración poco atractiva, los valores del film residen fundamentalmente en las muy buenas actuaciones de Dunst, Moura, Spaeny y McKinley Henderson, así como en los aspectos técnicos que incluyen el excelente diseño de producción de Caty Maxey y la lograda fotografía de Rob Hardy.
SUR LA TERRE COMME LE CIEL / ON EARTH AS IN HEAVEN. Canadá, 2023. Un film de Nathalie Saint-Pierre. 118 minutos
Con una solapada crítica al abuso de la fe religiosa, la directora Nathalie Saint-Pierre ofrece con Sur la Terre comme le Ciel un atractivo film que despierta interés por la forma en que está relatado y por su temática de la cual resulta difícil permanecer indiferente.
La historia que previamente había escrito Marika Lhoumaeu está basada en la experiencia vivida en su propia familia y al haberse Saint-Pierre interesado por ella, colaboró en el guión cuya riqueza reside en la excelente descripción de sus personajes.
La acción transcurre en la actualidad y en su comienzo se desarrolla en la provincia de Quebec, en la zona rural de Maniwaki, Es allí donde la adolescente Clara Gagnon (Lou Thompson) junto a su hermana mayor Sarah (Philomène Bilodeau) pertenecen a un culto fundamentalista cristiano, en el que sus padres también son miembros integrantes. De tal modo estas hermanas que bien se quieren están completamente aisladas del mundo exterior al estar estrictamente controladas por el exacerbado fanatismo de dicha secta.
El conflicto surge cuando súbitamente Sarah desaparece del hogar dejando desamparada a Clara. Aunque su familia se opone, ella está decidida a localizarla; mediante una tarjeta postal que encontró de su hermana, la misma le brinda una pista que la conduce a Montreal. Allí, la única persona que conoce es su tía Louise (Édith Cochrane), hermana de su madre Josiane (Edith Dandenault), quien la recibe temporariamente en su hogar. Esta pariente de vida mundana pero dueña de sus actos y adicta a la bebida, revelará a su sobrina cuáles han sido las razones que la han alejado de la familia.
En su obsesión de ubicar a Sarah, en la gran metrópoli Clara comienza a descubrir que existe otra forma de vida que aunque lejos de ser completamente ideal le permite abrir los ojos a través de la música, la lectura de libros, así como manejar por primera vez una bicicleta recorriendo la ciudad; igualmente tiene la oportunidad de trabar relación con otros personas como es el caso de Sam (Dominic Dagenais), un singular joven cuyo tiempo libre transcurre tocando un viejo piano apostado en un parque de la ciudad.
Entre varios de los diálogos que se establecen entre tía y sobrina resaltan aquéllos en que el agnosticismo de Louise contrasta con la creencia en Dios por parte de Clara. Lo concreto es que más allá de la filosofía inherente a la creación del mundo, Clara queda convencida cómo su vivencia anterior apartada del mundo moderno le había desprovisto del derecho natural de ser una persona que por sí mismo fuera la dueña de determinar su comportamiento a fin de forjar su propia identidad.
La magnífica actuación de Thompson permite que resulte sencillo empatizar con lo que acontece con su personaje a través de la metamorfosis experimentada a lo largo del relato. Igualmente se distingue Cochrane como la alocada tía capaz de abrir los ojos a su sobrina. Además de los ya mencionados intérpretes, el satisfactorio elenco incluye entre otros a Jean Drolet, Jérémie Verrette, Antoine Archambault, Alexandrine Agostini, Lucas Bilodeau y Kaleb Eary.
Con una eficaz dirección, un, magnífico guión y solventes actuaciones, la audiencia tiene la oportunidad de apreciar este muy buen drama de autoconocimiento.
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