Hablemos de Cine
Hablemos de Cine
Por Jorge Gutman
Después del valioso y triste documental ofrecido por Joshua Oppenheimer hace tres años con The Act of Killing (cuyo comentario crítico fue publicado en la edición del 2 de agosto de 2013), el director aborda el mismo tema en The Look of Silence pero en lugar de tener como protagonistas a los perpetradores del régimen de terror que tuvo lugar en Indonesia a partir de 1966 con la asunción del poder del general Suharto, aquí los protagonistas lo constituyen los parientes de las víctimas del atroz genocidio. De este modo el realizador ha intentado, y notablemente logrado, analizar y explorar cómo la sociedad en su conjunto ha podido vivir en una atmósfera de miedo y silencio durante el último medio siglo.
Ciertamente, el siglo pasado fue testigo de flagrantes crímenes contra la humanidad, entre ellos el más horrendo ha sido el del Holocausto de la Segunda Guerra; sin embargo, sus victimarios –salvo los que han logrado huir- posteriormente tuvieron o recibieron el castigo merecido y por supuesto nadie podría imaginar un escenario donde los nazis siguiesen conservando el poder. En el caso de Indonesia, la situación es totalmente diferente por cuanto los asesinos que perpetraron el régimen de terror gozan de total impunidad y para peor muchos de ellos aún siguen dominando los destinos del país.
Para este film, Oppenheimer se concentró en una familia de sobrevivientes tomando como referencia a Adi, un optometrista de 44 años de edad que aún no había nacido cuando en 1966 los escuadrones paramilitares mataron a su hermano Ramli, dejando en completo estado de angustia y consternación a sus empobrecidos padres.
Colaborando con el realizador, Adi se propone identificar a los asesinos de su hermano para determinar cómo murió, como así también conocer de qué forma ellos justifican los crímenes cometidos. Así, en un momento de gran tensión él llega a confrontar a algunos de sus ejecutores pidiéndoles que acepten la responsabilidad de sus acciones. Sin duda, el optometrista adoptó un gesto decididamente audaz teniendo en cuenta la peligrosidad y riesgo que estaba asumiendo al enfrentarlos; sin embargo, ocultando sus emociones evita emplear un tono agresivo o belicoso para en cambio valerse de suficiente paciencia y recato frente a lo que estaba escuchando, donde logró en cierto modo la empatía de sus bestiales interlocutores.
Al propio tiempo indigna saber que en la escuela a la que asiste el hijo de Adi, se alecciona a los alumnos al ser enseñados que las víctimas eliminadas lo fueron por haber sido consideradas comunistas y que esas ejecuciones han servido para preservar la democracia.
Fundamentalmente, esta película en forma visceral y nada complaciente considera cuál es el legado de la masacre que afecta al pueblo indonesio en medio de una atmósfera de temor donde se impone la mirada del silencio.
Además de sus valores cinematográficos, tanto Oppenheimer como los miembros del equipo de filmación –cuyos nombres permanecen anónimos-, han logrado un documento excepcional que constituye un recordatorio sobre la verdad de los hechos del reciente pasado así como una severa advertencia para que acontecimientos como éstos no vuelvan a repetirse en el futuro. De este modo queda un importante testimonio para que a través del mismo el mundo se imponga de esta desgracia donde sus perpetradores constituyen el lado siniestro de la naturaleza humana.
Conclusión: Como lo fuera The Act of Killing, The Look of Silence constituye para el espectador una experiencia psicológicamente catártica. He aquí, un documento que por su contenido –aunque cruel y doloroso- así como por su impecable realización es altamente recomendable.
MR. HOLMES. Estados Unidos, 2015. Un film de Bill Condon
El escritor escocés Arthur Conan Doyle (1859-1930), quien también fue poeta y médico, estaba muy lejos de imaginar que sus historias sobre el personaje Sherlock Holmes habría de convertirlo en el detective de ficción más famoso del mundo. Las fascinantes hazañas de este sabueso, donde la mayoría de las mismas fueron narradas por su gran amigo John Watson, fueron trasladadas al cine en variadas oportunidades y ahora es el director Bill Condon quien decidió abordarlo aunque en este caso lo hace durante sus últimos años de vida. Para personificarlo convocó a Ian Mc Kellen, con quien ya tuvo oportunidad de trabajar en el muy buen film Gods and Monsters (1998); una vez más esta colaboración ha resultado ampliamente fructuosa.
Basado en el guión de Jeffrey Hatcher, quien a su vez tomó como referencia la novela de Mitch Cullin A Slight Trick of the Mind, presenta a Holmes (McKellen) de 93 años en 1947 quien acaba de retornar de Japón en un viaje que tuvo como propósito obtener una planta medicinal para contrarrestar la senilidad así como preservar su capacidad intelectual. En su casa ubicada en una zona rural de Sussex, al sur de Inglaterra, vive acompañado de la señora Munro (Laura Linney), una viuda gobernanta que lo atiende, y su hijo Roger (Milo Parker) de 14 años quien aprecia al anciano viéndolo dedicado a su labor de apicultor.
Con muy buena ilación, el relato considera dos historias paralelas que surgen de los recuerdos de este personaje cuya memoria se encuentra en considerable estado de falibilidad. El episodio más cercano lo constituye el viaje que acaba de realizar a Hiroshima donde se produce el encuentro con un botanista (Hiroyuki Senada) quien le ayuda a buscar la medicina deseada; esa visita permite al mismo tiempo que el anciano contemple lo que ha quedado de la ciudad diezmada por el bombardeo atómico de agosto de 1945.
La otra historia surge de los apuntes de Holmes y se vincula con la experiencia atravesada 30 años atrás cuando a instancias de Thomas Kelmot (Patrick Kennedy), un muy preocupado marido, recibe instrucciones de vigilar los pasos de su deprimida esposa Ann (Hattie Morahan) de quien teme que haya caído bajo los influjos de una espiritualista (Frances de la Tour) que le ofrece clases de música de un extraño instrumento. Este caso, cuyo clima se asemeja al que Hitchcock consideró en Vértigo (1958), nunca llegó a ser resuelto por el sagaz detective lo que motivó a que decidiera dejar la profesión.
Más allá de los recuerdos, el film se centra en un hombre que es conciente de su mortalidad y que viendo que el final se le va aproximando trata de conservar su lucidez mental. En tal sentido, los recuerdos del pasado que acuden a su mente pueden o no ser totalmente verídicos pero lo que el relato trasluce es la voluntad y persistencia de quien fuera el cerebral investigador para no dejarse vencer como así también para preservar su identidad personal.
Más que el desarrollo de una sustancial trama, lo que en este film predomina es la descripción psicológica de un famoso personaje en el crepúsculo de su existencia. ¿Quién mejor que McKellen para compenetrarse en la personalidad de Holmes? Con su acostumbrada solvencia profesional, el actor maravilla representando a un hombre anciano, un tanto irascible y cascarrabias, con emociones reprimidas, que trata de darle un sentido a lo que le resta por vivir, dedicando su energía a la crianza de abejas. No menos importante es cómo logra adoptar diferentes rasgos caracterológicos de su personaje según la edad que representa en las distintas épocas –presente y pasado- en que transcurre la acción.
Aunque la brillante caracterización de McKellen sea el elemento que más trasciende en la valoración del film, Condon ha cuidado que los restantes personajes también lleguen a interesar. En ese aspecto, cabe remarcar la interacción que se produce entre Holmes y Roger; convirtiéndose en su mentor, el anciano crea un sólido lazo de amistad y ternura con el adolescente que lo admira y desea seguir sus pasos; es aquí donde el joven Parker constituye toda una revelación por la frescura y espontaneidad que brinda a su rol.
Cordon ha logrado un film estéticamente bello donde se aprecia la excelente fotografía de excelente nivel de Tobías Schliessler así como también se destaca el montaje de Virginia Katz logrando una buena superposición de los diferentes tiempos e historias anexas.
Conclusión: Confirmando la gran afinidad existente entre Condon y McKellen, el público asiste a un conmovedor film sobre la etapa final de la vida del más célebre detective de ficción que el mundo ha conocido.
THE NEW RIJKSMUSEUM. Holanda, 2014. Un film de Oeke Hoogendijk
El Rijksmuseum de Holanda es el Museo Nacional del país, considerado como uno de los más importantes del mundo en materia de arte y artesanía; como dato relevante basta indicar que alberga más de un millón de piezas en la que se incluye la más renombrada colección de pinturas del denominado Siglo de Oro holandés.
Habiendo abierto sus puertas en 1800, el edificio de esta institución cultural fue objeto de varios desplazamientos hasta que finalmente en 1885 fue trasladado a su actual ubicación en la Plaza de los Museos de Ámsterdam. Después de más de un siglo, en 2003 el Museo cerró temporalmente sus puertas a fin de someterse a importantes trabajos de restauración y renovación a cargo de los arquitectos españoles Antonio Cruz y Antonio Ortíz.
En base a lo que precede, este documental de Oeke Hoogendijk tiene como objeto referirse al complicadísimo proceso experimentado durante la reconstrucción del edificio. Lo que en principio debía durar pocos años, a la larga se convirtió en una odisea que concluyó casi una década después.
Además de dificultades burocráticas y presupuestarias que dilataron las obras, uno de los principales inconvenientes tuvo lugar por la objeción de los ciclistas; aquí es necesario aclarar que el edificio se encuentra atravesado por un corredor donde peatones y ciclistas tienen libre circulación. De allí que cuando la propuesta inicial del rediseño afectaba este pasadizo impidiendo el acceso de los ciclistas, ese hecho produjo grandes protestas por parte de los afectados. Además del episodio mencionado, al cual el documentalista dedica más tiempo de lo realmente necesario, el film contempla algunos comentarios por parte de arquitectos, diseñadores, conservador del museo y en especial de los directores generales del establecimiento. Uno de los momentos más trascendentes surge cuando el entonces director general del museo Ronald de Leeuv, exacerbado por las complicaciones surgidas para llevar adelante el proyecto que fue interrumpido por cierto tiempo, presenta su renuncia y es reemplazado por el nuevo director Wilm Pijbes.
Como no hay mal que dure 100 años, el museo fue finalmente reabierto en abril de 2013 luciendo impecable. Ahora bien, uno se pregunta hasta qué punto el film trasciende para el público corriente al no exhibir las valiosísimas obras que contiene esta gran institución cultural. Tal como está presentado, este documental aunque bien realizado solo podrá interesar a una audiencia que le fascine conocer los entretelones –incluyendo las controversias suscitadas- del Rijksmuseum durante el largo período de demolición y restauración. Para apreciar la extraordinaria riqueza de las piezas albergadas en el nuevo edificio será necesario visitarlo personalmente viajando a la capital de Holanda.
Lectura de Fotos
1. Adi enfrentando a uno de los responsables del genocidio de Indonesia en THE LOOK OF SILENCE
2. Ian Mc Kellen en MR. HOLMES
3. Una escena del documental THE NEW RIJKSMUSEUM
Comments (0)