Ermeto Tuesta, el cartógrafo indígena que traza mapas para defender la Amazonia
Ermeto Tuesta, el cartógrafo indígena que traza mapas para defender la Amazonia

Habitantes de la Amazonia peruana revisan los mapas de Ermeto Tuesta. Foto ERMETO TUESTA
– Durante casi tres décadas, este peruano ha dibujado planos de la selva que ahora permiten a las comunidades titular y defender su territorio
En Perú, las comunidades indígenas ocupan casi un tercio del territorio nacional. En la Amazonia, su presencia es todavía más fuerte: cerca de 2.800 comunidades nativas habitan un espacio vasto, con fronteras difusas y codiciados recursos. Desde la colonia, la cartografía oficial ha omitido los territorios de los pueblos indígenas, tratándolos como tierras baldías disponibles para explotación. Sin reconocimiento legal, sus territorios fueron vistos como zonas libres para la expansión de industrias extractivas y ocupaciones informales. La titulación es la única manera de que el Estado formalice la propiedad que les corresponde y los proteja ante las presiones externas. Sin esto, cualquier grupo puede entrar con motosierras y maquinaria pesada.
“Una comunidad sin título es una puerta abierta”, dice Juan Carlos Ruiz Montoya, abogado del Instituto de Defensa Legal especializado en derechos indígenas. En Perú, 922 comunidades indígenas (34% del total), carecen de documentos que certifiquen la propiedad de sus tierras. Sin ellos, el Estado entrega derechos sobre sus tierras a petroleras, mineras, madereras y colonos. “Cuando no están tituladas, las comunidades no tienen seguridad jurídica. Un día despiertan y su territorio ha sido concesionado”.

Vista de la amazonía peruana. Foto ERMETO TUESTA
El proceso para obtener un título es lento y burocrático. La mayoría de los mapas que usa el Estado están desactualizados o incompletos. Muchas veces, los límites de las comunidades fueron trazados desde oficinas en Lima, sin pisar la selva, sin entender que los ríos cambian de curso y que los bosques esconden caminos ancestrales. Ahí es donde entra Ermeto Tuesta.
Hijo de una madre indígena awajún y un padre loretano, Tuesta creció en la frontera entre Perú y Ecuador, donde confluyen los ríos Cenepa y Marañón. Desde joven, aprendió a orientarse en la selva con una facilidad que impresionaba a los mayores. A los ocho años, su abuelo lo llevó por primera vez a cazar con cerbatana y escopeta, enseñándole a leer el bosque como si fuera un mapa. Su trabajo en la georreferenciación de comunidades indígenas comenzó en los años noventa, cuando Richard Smith, entonces director de Oxfam en Sudamérica, lo conoció. Años después, Smith fundó el Instituto del Bien Común (IBC), donde Tuesta se dedicó durante dos décadas a georreferenciar comunidades de manera sistemática, consolidándose como uno de los mayores expertos en el país. “Sabía que podía confiar en él. Nos pasábamos horas estudiando mapas y programando coordenadas en la computadora”, recuerda Smith, quien desde el principio creyó en el poder de los mapas para darle voz y derechos a las comunidades amazónicas. “El Estado ignoraba estos territorios, pero nosotros podíamos hacerlos visibles”.
El trabajo de campo de Tuesta ha sido minucioso y lento: lleno de mil y una aventuras que le han permitido conocer las profundidades del mundo indígena de la Amazonia peruana. Ha navegado ríos durante días, cruzado fronteras invisibles en avionetas y caminado por senderos abiertos con machete. En uno de sus viajes, en el río Napo, una tormenta repentina lo obligó a acampar en la orilla con su equipo. Pasaron la noche en la selva, rodeados de sonidos desconocidos y la incertidumbre de no saber si estaban en territorio seguro. “La selva no avisa”, dice Tuesta. “Puedes planear la ruta perfecta, pero siempre habrá algo que te obligue a cambiarla”. Esa flexibilidad y su instinto para moverse en la Amazonia han sido claves para completar su trabajo.
Tuesta pasó casi tres décadas dedicando su vida a dibujar una serie de planos de territorios indígenas. Foto ERMETO TUESTA
Durante casi tres décadas, trazó líneas, registró coordenadas y determinó los polígonos que definían las fronteras de cerca de cientos de comunidades indígenas. En este tiempo, ha logrado que el Estado reconozca territorios que antes eran solo manchas verdes en un mapa. Su trabajo ha servido para que comunidades como Antiguo Kanam puedan defenderse legalmente de las presiones extractivas. “Sin Ermeto, nos habría costado años lograr nuestra titulación”, dice Oscar Chingkun, líder del territorio. “Con los mapas que hizo, demostramos que esta es nuestra tierra”.
Sin embargo, el reconocimiento del área no garantiza su protección, y las presiones sobre las comunidades tituladas son constantes. En la última década, el 40% de los lotes petroleros en la Amazonia se han traslapado con territorios indígenas y más de 120.000 hectáreas han sido deforestadas por actividades ilegales dentro de tierras tituladas. Rocío Silva Santiesteban, periodista y defensora de derechos humanos, lo explica con crudeza: “El papel no basta. Sin control, sin presencia del Estado, las comunidades quedan atrapadas entre las empresas extractivas y las economías ilegales”.
La falta de infraestructura y servicios en las comunidades las hace vulnerables. La educación en la Amazonia es deficiente, con escuelas que apenas cuentan con maestros o materiales. Las oportunidades económicas son escasas. “Si tienes cinco hijos que alimentar y la única opción es la minería ilegal, ¿qué haces?”, se pregunta el abogado Ruiz Montoya. La pobreza se convierte en una trampa que debilita la resistencia.

Ermeto Tuesta navegando el río Amazonas en la quebrada de Caballococha (Perú), en una imagen archivo de cortesía
Tuesta lo ha visto de cerca. Ha regresado a comunidades tituladas años después para descubrir que sus bosques han sido talados y que nuevos invasores llegaron. “A veces me pregunto para qué hicimos todo esto”, admite. “Pero cuando una comunidad logra defender su territorio, cuando usa sus mapas para frenar a una petrolera o evitar una concesión, sé que valió la pena”.
Recientemente, tras más de dos décadas en el IBC, Tuesta ha emprendido un nuevo rumbo como oficial del Proyecto Iniciativa de Tierras Indígenas en la organización Indian Law Resource Center (ILRC). Desde allí, continúa su labor de monitoreo de proyectos de titulación en diversos países de Centro y Sudamérica, aportando conocimientos técnicos y formando líderes en defensa territorial.
Uno de sus mayores logros ha sido la oficialización de sus mapas por parte del Estado peruano. Gracias a su trabajo, las coordenadas y demarcaciones que registró durante años y miles de kilómetros recorridos, han sido incorporadas a los documentos oficiales. Así, lo que comenzó como un esfuerzo independiente terminó moldeando la cartografía nacional y definiendo los límites de cientos de comunidades. Su trabajo es ahora parte del andamiaje legal que permite a los pueblos indígenas reclamar.
El trabajo del cartógrafo ha permitido que las comunidades logren titular y defender su territorio. Foto ERMETO TUESTA
Nada de ello, sin embargo, ha sido fácil. Trabajar en la defensa del territorio implica un alto riesgo. Desde 2014, más de 40 defensores ambientales han sido asesinados en Perú, la mitad de ellos en la Amazonia. La violencia, la criminalización y el despojo son amenazas constantes para quienes intentan proteger sus tierras y bosques.
Pero la historia de Tuesta refleja una lucha que bien merece el riesgo: la de los pueblos indígenas que, a pesar del abandono estatal, han logrado preservar sus territorios. Durante siglos, las comunidades indígenas han cuidado la Amazonia. No como una consigna, sino porque su vida depende de ello. Protegen ríos, bosques y animales con un conocimiento transmitido de generación en generación. Pero sin derechos asegurados, sin acceso a educación o salud, su existencia se vuelve una lucha diaria. No es romanticismo, es supervivencia.
Ante este panorama, el Estado Peruano tiene una deuda que saldar. Y si bien la titulación del territorio es un paso fundamental, debe ir acompañada de políticas públicas que fortalezcan la autonomía y el bienestar de las comunidades.
Muchas veces, Tuesta está sin señal telefónica ni internet, fuera de la urbe. Se le puede imaginar abriendo trochas con su machete y el torso desnudo, espantando insectos voladores que le nublan la vista, pero nunca la visión. Una mirada que va más allá del presente y que continúa luchando por defender territorios de sus hermanos nativos. Quizá ahora, sin saberlo, esté dibujando otro mapa que, en unos años, se convertirá en una nueva línea en los registros oficiales. Mientras el mundo avanza sin mirar la selva, él sigue allí, impertérrito, trazando fronteras invisibles que, algún día, podrían marcar la diferencia entre la memoria y el olvido.
Poblador indígena kakataibo, en la amazonía peruana. Foto IBC
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