Los “espías silenciosos”: los árboles amazónicos que pueden monitorear la minería ilegal de oro
Los “espías silenciosos”: los árboles amazónicos que pueden monitorear la minería ilegal de oro
– Un nuevo estudio sugiere que los anillos de la especie ‘Ficus insipda’ pueden detectar las emisiones de mercurio, un metal pesado y tóxico que se suele utilizar en la extracción de minerales a pequeña escala en Perú
En la región amazónica de Madre de Dios, en el sureste de Perú, se esconde una de las industrias de minería ilegal y de extracción artesanal más grandes del mundo, en la que se calcula que hay entre 100.000 y 200.000 trabajadores informales. El sonido de las dragas y los cráteres de barro repletos de agua turbia empañan el paisaje natural en una Amazonia que no solo sufre la deforestación, sino donde el oro lleva siendo explotado durante siglos. En todos los yacimientos clandestinos se utiliza el mercurio, que se emplea para separar el mineral de la tierra húmeda y que deja tras de sí un desastre de salud y ambiental. El elemento químico suele ser ingerido por los peces al diseminarse fácilmente en los ríos, pero también se acumula en la vegetación y se libera a la atmosfera en forma de gas. Cuando penetra en las profundidades del subsuelo alcanza su forma más tóxica y se transforma en metilmercurio.
La producción del codiciado metal es la principal fuente de emisiones de este elemento en el mundo, pero es difícil de rastrear porque es invisible al ojo humano. Un nuevo estudio ha logrado demostrar el potencial de una especie de árbol tropical, el Ficus insipida que se distribuye desde México a algunos países de Sudamérica, como un verdadero sensor natural de esta actividad destructiva que se adentra en lo más profundo de la gran selva tropical. Jacqueline Gerson, profesora adjunta de ingeniería biológica en la Universidad de Cornell (Estados Unidos), junto a un equipo internacional de científicos descubrieron que este árbol produce anillos de crecimiento estacional que capturan datos sobre el clima, la disponibilidad de agua y si hubo sequías o no en el pasado.

Muestreo de núcleos de árboles. Foto Fernanda Machicao
Aunque los expertos extrajeron los núcleos de tres variedades de árboles —entre ellos, castaña de Brasil (Bertholletia excelsa) y tornillos (Cedrelinga catenaeformis)— detectaron que solo Ficus insipida produce estas estructuras concéntricas que se forman en el tronco a medida que los árboles crecen. A este árbol se le conoce como amate en Mesoamérica; chibecha, en Colombia; e higuerón y ojé en Perú. Cada uno de sus anillos simboliza un año de vida, por lo que son una verdadera cápsula del tiempo que refleja el entorno del árbol durante toda su existencia, permitiendo a los investigadores detectar cambios estacionales y posibles impactos ambientales de la actividad minera. Investigaciones anteriores se han centrado en cómo el mercurio afecta a los ecosistemas acuáticos, pero estudio buscaba comprender la contaminación en tierra.
Así, los investigadores compararon las concentraciones de mercurio promedio entre las localidades de Boca Colorado, Laberinto y Los Amigos (donde hay un bosque protegido), que se ubican a menos de cinco kilómetros de sectores mineros donde se queman amalgamas. Y también en Boca Manu y Chilive, pueblos que están a 50 y 100 kilómetros, respectivamente, de lugares donde se practicó esta actividad clandestina casi ininterrumpidamente entre los años 1941 y 2019.
El estudio publicado en la revista Frontiers in Environmental Science identificó que las concentraciones de mercurio en la especie fueron mayores en los núcleos de los árboles cercanos a la actividad minera a lo largo del intervalo estudiado. Este patrón fue particularmente evidente durante la estación seca, debido a las condiciones meteorológicas favorables. En Boca Colorado, las concentraciones de mercurio en los anillos de los árboles fueron más altas después del año 2000.
En ese periodo, la presencia de mercurio aumentó cerca de las localidades donde se quemaban amalgamas de mercurio y oro. Una expansión que se espera que continúe a medida que los precios del oro se mantengan altos. Los científicos admiten en el análisis que desconocen la distancia exacta a los pueblos mineros, debido a la naturaleza ilegal de estas operaciones. David M. Lapola, investigador del Laboratorio de Ciencias del Sistema Terrestre de la Universidad Estatal de Campinas (Brasil) reconoce que, aunque el estudio demuestra que es viable utilizar al menos un tipo de árbol tropical para ello, no está seguro de que esto funcione con “todos los tipos de árboles”.
“Considerando la amplia variedad de especies presentes en un bosque tropical, es probable que empleen diversas técnicas para metabolizar el mercurio absorbido”, indica a EL PAÍS. Para Lapola sería interesante saber cómo afecta la distancia desde el lugar de la actividad minera “a la cantidad de mercurio presente en la madera”, agrega.
Los espías silenciosos
Los árboles proporcionan una red de monitoreo “mucho más amplia y barata”, sostienen los autores del informe, que archiva información durante períodos de tiempo más largos que pueden llegar a ser décadas. “Todos los árboles eran de la misma especie, provenían de los mismos sitios y estaban expuestos a la misma concentración atmosférica”, explica Gerson en un comunicado.

La minería contamina el medio ambiente y perjudica la salud humana. Foto Tatiana Manidis
La investigadora sostiene que estos árboles son capaces crear un registro de la concentración de mercurio en sus troncos. El mercurio liberado a la atmósfera puede ser absorbido por las hojas y posteriormente oxidado. Luego se transporta a través del floema (un conducto de la raíz) hasta el tallo leñoso del árbol, donde se almacena con el tiempo. El proceso exacto que ocurre al interior de los árboles todavía no se comprende completamente. “El uso de madera de bolo podría facilitar las iniciativas de monitoreo regional”, auguró Jacqueline Gerson. Esta región también presenta los flujos anuales de mercurio más elevados estudiados en el planeta.
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