¿Fue el gran bardo un gran “chanta”?
¿Fue el gran bardo un gran “chanta”?
Bueno, eso sería lo que se desprendería si uno fuera a creer la tesis central del film “Anonymous” (“Anónimo”), dirigido por Roland Emmerich, recientemente estrenado en Norteamérica y que intenta revivir una polémica que surgió a fines del siglo 19 que luego en el 20 tuvo algunos seguidores, la cual pone en duda que el máximo exponente de las letras en lengua inglesa—William Shakespeare—realmente haya sido el autor de las obras por las que hoy es aun famoso.
Valga aclarar, a propósito del título que uso en esta nota (y por si alguien se preparaba a objetar) que no estoy simplemente españolizando el adjetivo inglés “bard”. Bardo, en verdad de origen celta donde era el título dado a un poeta, término que luego fue también latinizado, se refiere hoy en día a un poeta sea lírico o épico. Poco común, pero el término existe. Shakespeare, además de sus numerosas obras dramáticas se habría destacado por su producción poética, de ahí que se le adjudique tal título.
Naturalmente no Shakespeare, si uno ha de dar crédito al film que ya comentaba, el cual sostiene la tesis que el verdadero autor de todas las obras habría sido un noble, Edward de Vere, Conde de Oxford. Dado que en ese tiempo ser un autor de obras teatrales era considerado como un oficio indigno de un miembro de la nobleza, de Vere habría contactado a Ben Jonson, un dramaturgo de cierta notoriedad en ese momento, famoso por sus obras “Volpone” y ”El alquimista”, para que él asumiera la autoría de las obras a cambio de un pago por su silencio. Según el film, Shakespeare habría visto la ocasión de aparecer como el autor de una de las obras que había sido presentada como de autor anónimo en un simple acto de oportunismo el cual habría prolongado de la manera más inescrupulosa por el resto de sus días. Por cierto no la mejor imagen que se pueda presentar de la mayor figura de las letras inglesas.
Emmerich, que anteriormente había dirigido películas de desastres, creo que aquí se le anduvo pasando la mano o quizás quiso poner un poco del tremendismo de sus anteriores obras en este intento de retratar la época isabelina de Inglaterra. El Shakespeare que el film nos presenta es básicamente un semi-analfabeto, de maneras vulgares, ignorante en muchas materias y hasta involucrado en un asesinato… Un verdadero “chanta” como dirían en el Río de la Plata. Un villano peor que el presentado en algunas de sus obras. Definitivamente demasiado como para ser creíble. Además todo esto en base a evidencias muy tenues.
Algunas de esas evidencias son recordadas en el film mismo y otras se han vuelto a sacar a la luz en la polémica que el estreno ha creado. Se dice que es extraño que ningún manuscrito original de puño y letra de Shakespeare haya sido encontrado. ¿Extraño? Vamos, vamos, estamos hablando de hace cinco siglos tiempo más que suficiente para que documentos escritos sobre material básicamente efímero como el papel de la época se haya desintegrado, eso si es que alguien se hubiera tomado la molestia de guardarlo. Ni siquiera muchos de los artistas contemporáneos se toman la molestia de guardar esos papeles. Tampoco en ese tiempo había el concepto de fama artística que hoy existe. Las obras eran efectivamente exitosas en ese momento, de eso hay registro histórico, pero sus contemporáneos—incluyendo al propio Shakespeare y su círculo de amistades o familiares—no tenían por qué creer que esos escritos iban a tener tal trascendencia. Recuérdese que el teatro era visto básicamente como una fuente de entretenimiento popular (algo así como la televisión de hoy) y no como una expresión de alta cultura, mucho menos se pensaba que sus creaciones fueran a tener una vigencia más allá del tiempo en que se representaban.
Otra supuesta evidencia habla de que no habría registro de que Shakespeare hubiera asistido a la escuela, pero una vez, después de todos estos siglos ¿es acaso razonable esperar que una escuela de una localidad rural como era Stratford en ese tiempo, guardara las inscripciones de sus alumnos? ¿Cuántos inmigrantes tienen problemas con encontrar certificados de estudios en sus países de origen no hace ya cinco siglos, sino a veces poco más de cinco años? Y créanme, en cuanto a organización y orden institucional, la Inglaterra del siglo 16 no debe haber sido mejor que cualquiera de los países tercermundistas de hoy. Quienes han rebatido este argumento además añaden que por antecedentes familiares—el padre de Shakespeare había tenido un cargo político en su pueblo—su hijo tenía derecho a escuela y no hay razón para que su padre no hubiera ejercido ese derecho, especialmente si consta que otros miembros de su familia lo hicieron.
No hay registro eso sí de que Shakespeare haya asistido a la universidad, pero eso nadie lo ha sostenido. Como mucha gente en el campo de las letras y las artes, su formación bien pudo haber sido autodidacta. En ese tiempo el acceso a los estudios universitarios era más restringido, por lo demás sería un tanto elitista, por decir lo menos, sostener que para ser un gran creador artístico haya que haber ido a la universidad.
La película por otra parte, si bien re-crea el ambiente físico de la época de modo impecable, por otro lado contradice unas cuantas nociones históricas bien establecidas o al menos no refutadas de manera sólida, la reina Isabel I por ejemplo, conocida como la “reina virgen” en este film aparece no sólo teniendo varios hijos bastardos sino además como amante del propio Conde de Oxford en su juventud, pese a la diferencia de edad entre ambos. De Vere por lo demás murió antes que se estrenaran muchas de las obras de Shakespeare, el film intenta contrarrestar ese argumento por el expediente de dejar esas obras supuestamente ya escritas, en manos de Jonson. El autor del guión también incurre en otro error histórico cuando en un momento a propósito de “Romeo y Julieta” se habla de una “tragedia romántica”, sin embargo el término “romanticismo” no se vino a acuñar sino hasta la segunda mitad del siglo 18.
En buenas cuentas, “Anonymous” ha agitado una vieja polémica, retomando una duda que ha sido compartida por algunos notables—aunque no especialistas en historia literaria—como Mark Twain, Sigmund Freud, Orson Welles y otros (y formulada de un modo mejor documentado en el film del australiano Michael Rubbo, “Much Ado About Something” de 2001, donde plantea que la obras de Shakespeare las habría escrito otro contemporáneo de él, Christopher Marlowe). Al final sin embargo la tesis de “Anonymous” no llega a convencerme, para qué darle más vueltas al asunto, a veces tenemos problemas para dilucidar aspectos misteriosos de gente que ha vivido recientemente, el hecho que haya tales misterios en alguien que vivió hace cinco siglos por cierto estimula la imaginación de quienes quieren creer en teorías conspirativas. En esto parece que Shakespeare es víctima de las reencarnaciones de sus propios villanos.