PREMIOS FRONTERAS DEL CONOCIMIENTO
PREMIOS FRONTERAS DEL CONOCIMIENTO
GALARDONADOS 2011
Esta contribución les permitió “el descubrimiento, en 1995, de un planeta gigante que orbita alrededor de otra estrella, hallazgo que ha dado lugar a una revolución en la astronomía. En la actualidad se conocen ya más de quinientos exoplanetas e incluso se han realizado las primeras mediciones de algunas de sus atmósferas”, prosigue el jurado.
Hoy pocos dudan de que el descubrimiento de Mayor y Queloz ha ampliado las fronteras del conocimiento. Cuando empezaron a buscar planetas en torno a estrellas de tipo solar muy pocos astrofísicos creían que fuera posible detectar un objeto pequeño y oscuro situado muy cerca de otro –la estrella- enorme y brillante. Los premiados idearon y desarrollaron una técnica llamada de velocidad radial, basada en el efecto Doppler, para detectarlos indirectamente. Consiste en medir en la luz de la estrella la huella de los cambios causados en su movimiento por la atracción gravitatoria entre planeta y estrella.
Gracias a este método se han descubiertos la mayoría de los planetas extrasolares hoy catalogados. Además, Mayor y Queloz han participado directamente en la construcción del HARPS, el instrumento más exitoso en la aplicación de esta técnica –“la máquina líder mundial para el descubrimiento de planetas“, señala el acta. Los galardonados se han implicado también en el desarrollo de otras técnicas, como el método del tránsito, que detecta el planeta por el levísimo oscurecimiento que su paso provoca en la luz de la estrella y que ha conducido a la primera detección de un planeta extrasolar rocoso.
“Estoy enormemente agradecido y honrado”, ha dicho Mayor, que al conocer la noticia se encontraba en el famoso radiotelescopio gigante de Arecibo, en Puerto Rico, participando en un Workshop. Queloz, su doctorando cuando detectaron por primera vez la señal de un planeta orbitando en torno a la estrella 51 Pegasi, volvía a Ginebra desde París cuando recibió la llamada del jurado. “Me siento muy orgulloso, lo interpreto como un reconocimiento al trabajo que Michel y yo llevamos haciendo desde hace casi veinte años, y que ha cambiado enormemente la astrofísica”, ha declarado.
Un descubrimiento ‘demasiado’ rápido
Ambos recuerdan como una época muy intensa la del anuncio de su hallazgo. Queloz lo explica así: “Entonces muy pocos se dedicaban a buscar planetas, el nuestro era un proyecto muy peculiar; habíamos construido un instrumento extremadamente preciso, y creíamos que pasarían años antes de tener una señal. ¡Pero la señal llegó muy pronto! Sin embargo era muy extraña, no encajaba con ningún planeta de los que conocíamos en el Sistema Solar. Al principio pensé que me había equivocado. Pero Michel tiene una mente abierta a lo inesperado, eso tuvo una gran importancia”.
Aún así, Mayor decidió que esperarían a que la estrella fuera observable de nuevo, un año más tarde, según él mismo cuenta: “En julio de 1995 repetimos las observaciones y ahí estaba la señal, nada había cambiado, teníamos un planeta”, afirma.
Sus dudas iniciales provenían sobre todo del tipo de planeta detectado: de masa similar a la de Júpiter pero, al contrario que éste y que los demás planetas gigantes gaseosos del Sistema Solar, muy próximo a la estrella. 51 Pegasi b –así se lo bautizó– tarda sólo cuatro días en dar una vuelta completa alrededor de su estrella. La inmensa mayoría de los planetas detectados desde entonces son de este tipo, pero en ese momento “fue una gran sorpresa, no sabíamos qué era”, recuerda Mayor.
Una vez confirmadas las medidas enviaron su trabajo a la revista Nature. Dos de los tres astrofísicos que lo revisaron recomendaron su publicación. El artículo debía salir el 23 de noviembre de 1995, pero en octubre Mayor y Queloz comunicaron el resultado en un congreso especializado en Florencia: la noticia saltó a los medios, y desde entonces los planetas extrasolares no han abandonado los titulares. “La atención de los medios fue del todo inesperada para nosotros”, dijo Mayor. “Sólo entonces nos dimos cuenta de la importancia que tiene este trabajo para el público”.
Para Mayor, “el principal reto ahora es tratar de entender la física de la formación de estos planetas”. Pero, más a largo plazo, “lo que realmente queremos, el auténtico gran desafío, es entender si la vida es un fenómeno común en el universo. No sé cuándo podremos detectar si un planeta alberga vida, porque exige medidas muy difíciles que seguramente sólo se podrán hacer desde el espacio, pero sabemos que la vida deja una impronta en la atmósfera de los planetas. Estoy seguro de que las agencias espaciales considerarán este objetivo una prioridad”.
Michel Mayor nació en Lausanne (Suiza) en 1942. Licenciado en Física por la universidad de su ciudad natal, se especializó en Astrofísica en la Universidad de Ginebra en 1966. Nunca más abandonaría esta institución, donde se doctoró en 1971 y luego sería investigador, profesor, catedrático y catedrático emérito, cargo que ocupa en la actualidad. Entre 1998 y 2004 fue director del Observatorio de Ginebra. La impronta de Michel Mayor se cifra en más de 700 publicaciones científicas, reflejo de una actividad investigadora que le ha valido siete doctorados honoris causa y una veintena de distinciones, entre las que figuran la Medalla Albert Einstein (2004), Caballero de la Legión de Honor francesa (2004) o el Premio Shaw de Astronomía (2005).
También de nacionalidad suiza, Didier Queloz (1966) ha forjado su carrera en la Universidad de Ginebra. Físico de formación, se doctoró en Astrofísica con Michel Mayor en 1995: su trabajo como doctorando fue precisamente el que le conduciría al hallazgo del primer exoplaneta. Entre 1997 y 1999 fue Distinguished visiting scientist en el Jet Propulsion Lab (California, EE UU) y en 2000 volvió la Universidad de Ginebra, donde es catedrático desde 2008.
Jurado internacional
El jurado de esta categoría está presidido por Theodor Hänsch, premio Nobel de Física 2005, catedrático de Física en la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich y director del Departamento de Espectroscopía Láser en el Instituto Max Planck de Óptica Cuántica (Garching, Alemania), y cuenta como secretario con Avelino Corma, profesor de investigación en el Instituto de Tecnología Química (CSIC–Universitat de València). También formaron parte del jurado Douglas Abraham, catedrático de Física Estadística en el Rudolf Peierls Centre for Theoretical Physics de la Universidad de Oxford (Reino Unido); Ignacio Cirac, director de la División Teórica del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica (Garching, Alemania) y premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en su primera edición; Hongkun Park, catedrático de Química y Biología Química y de Física en la Universidad de Harvard (EE UU); Martin Quack, profesor de Física-Química en la Escuela Politécnica Federal (ETH) de Zúrich (Suiza), y Sandip Tiwari, Cátedra Charles N. Mellowes de Ingeniería en la Universidad de Cornell (EE UU).
Alexander Varshavsky
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Biomedicina ha sido concedido en su cuarta edición al bioquímico estadounidense de origen ruso Alexander Varshavsky por descubrir los mecanismos implicados en la degradación de proteínas, así como su importancia fundamental en los sistemas biológicos.
Varshavsky, que en la actualidad trabaja en el Instituto Tecnológico de California (Caltech), demostró que un tipo de proteínas llamadas ubiquitinas funcionan como etiquetas uniéndose a las proteínas que deben ser destruidas. “Este sistema es esencial en las funciones celulares habituales, desde el control de la transcripción genética, la síntesis de proteínas y la reparación del ADN; a la división celular y la respuesta al estrés”, señala el acta del jurado.
Las investigaciones de Varshavsky (Moscú, 1946) han abierto todo un nuevo campo en la Biomedicina, ya que hay una amplia variedad de enfermedades en que este mecanismo de degradación de las proteínas es defectuoso.
Implicaciones en la comprensión del cáncer y de las enfermedades inmunológicas y neurodegerenativas
El trabajo de Varshavsky tiene implicaciones en la comprensión del cáncer y de las enfermedades del sistema inmune y neurodegenerativas, “incluyendo la enfermedad de Parkinson”, cita el acta. “Es probable que los fármacos que actúan sobre el sistema de degradación de proteínas regulado por las ubiquitinas tengan una repercusión amplia en la medicina”.
Mientras unas proteínas se mantienen estables durante días, otras duran apenas unas horas. El proceso de degradación de las proteínas, por tanto, es esencial para la vida de la célula, y ha sido el trabajo de Alexander Varshavsky el que ha permitido entender cómo se produce.
En la década de los 80, el premiado descubrió que las ubiquitinas se acoplan a las proteínas que deben ser destruidas mediante un tipo de enzimas –las llamadas ubiquitin-ligasas– una familia numerosa de moléculas con gran especificidad, lo que hace posible que el mecanismo sea selectivo para diferentes proteínas.
Varshavsky ha explicado, tras conocer la concesión del premio, la trascendencia de su trabajo: “Me siento un privilegiado por haber contribuido al nacimiento de este campo, y por haber participado en su desarrollo posterior. El área creció rápidamente en los noventa, hasta convertirse en un campo amplio y variado”, señala Varshavsky.
“Uno de los aspectos más sorprendentes de las ubiquitinas es que se resisten a envejecer como área de investigación. Tras tres décadas en continua expansión siguen emergiendo nuevas preguntas, nuevos problemas y nuevos descubrimientos fundamentales”. De hecho una de las contribuciones más recientes del premiado fue la publicación en 2010 de un artículo en el que describía un nuevo mecanismo involucrado en la degradación de las proteínas, la acetilación del extremo N-terminal de las proteínas.
La búsqueda de terapias y nuevos fármacos basados en las ubiquitinas es hoy una de las áreas con más actividad en el campo de la biomedicina. “Hay una ingente investigación médica en marcha, tanto en compañías farmacéuticas como en universidades, para diseñar pequeñas moléculas que bien inhiban o amplifiquen muchos aspectos funcionales de las ubiquitinas”, dice Varshavsky. Es decir, la investigación traslacional a partir del trabajo de Varshavsky trata bien de activar o desactivar el mecanismo de degradación en función de la enfermedad que pretende tratarse.
La candidatura de Alexander Varshavsky ha sido presentada por el Premio Nobel de Química 2006 Roger Kornberg, de la Facultad de Medicina de Stanford (EE UU); Ulrich Hartl, del Instituto Max Planck de Bioquímica (Alemania); y Elliot Meyerowitz, del Instituto Tecnológico de California (EE UU).
Una temprana pasión por la ciencia
Alexander Varshavsky nació en 1946 en Moscú. Hijo de un físico-químico y de una médico, creció en un entorno dedicado a la ciencia. “Mi interés inicial por la ciencia, que después se convertiría en una pasión, fue resultado de la unión de lo innato y lo adquirido”, ha declarado.
En la adolescencia, y a través de reuniones en su casa, comienza a relacionarse con el ambiente científico de Moscú. Gracias a sus excelentes notas, consigue entrar en la prestigiosa Universidad Estatal de Moscú en 1964. Quiere estudiar Biología, pero también Física, Matemáticas y Química. Supera con sobresaliente los cinco exámenes de entrada. Finalmente se licencia en Química.
En enero de 1968 publica en la revista rusa “Biología Molecular” un artículo teórico en el que incluía ecuaciones diferenciales que describían el comportamiento de los circuitos en los que los represores se regulaban a sí mismos. En la literatura científica en inglés, no se abordó esta cuestión hasta 1971.
De 1970 a 1977, Varshavsky entra a formar parte del Instituto de Biología Molecular moscovita. En 1973 obtiene el doctorado en Bioquímica y se dedica fundamentalmente a la estructura y organización de los cromosomas, entonces un misterio. Alguno de sus hallazgos se publican en la URSS, pero también en Occidente. Recibe invitaciones para dar conferencias en el extranjero, todas denegadas, con la única excepción de dos países comunistas: Bulgaria y la República Democrática de Alemania. Sin embargo, la invitación, en 1976, del biólogo estructural Aaron Klug para una conferencia en Londres cambia su destino. Con la venia del director del IMB, Vladimir Engelhardt, vuela en febrero de 1977 de Moscú a Londres, pero regresa para no dejar en evidencia a su mentor. Por haber vuelto, se relajan los impedimentos para que vuelva a salir fuera del país, y lo consigue a finales de ese año, vía Finlandia, donde es invitado a un congreso. Escapa en un ferry desde Helsinki a Estocolmo y de allí a Fráncfort, desde donde contactó con David Baltimore del Massachussets Institute of Tecnology (MIT), que en 1975 había recibido el Premio Nobel de Medicina y le ayudó a conseguir un visado para Estados Unidos.
Ese mismo año había conseguido que un trabajo suyo realizado todavía en la Unión Soviética fuera aceptado para su publicación en la revista Cell, lo que suponía toda una rareza en la época. (Bakayev, V. V., Bakayeva, T. G. and Varshavsky, A. (1977) “Nucleosomes and subnucleosomes: heterogeneity and composition”. Cell 11, 619-630).
En Estados Unidos tras dar un seminario en el Departamento de Biología, recibe una oferta del MIT, donde pasará de ser profesor auxiliar (1977-1980) a profesor adjunto (1980-1986) y finalmente catedrático de Biología. En 1992 es nombrado titular de la cátedra Howard & Gwen Laurie Smits de Biología Celular en el Departamento de Biología del Instituto Tecnológico de California.
Jurado internacional
El jurado de esta categoría está presidido por Werner Arber, premio Nobel de Medicina y catedrático emérito de Microbiología Molecular en el Biozentrum de la Universidad de Basilea (Suiza), y cuenta como secretario con Robin Lovell-Badge, director de la División de Biología de las Células Madre y Genética del Desarrollo del National Institute for Medical Research (Reino Unido).
También forman parte del jurado Adriano Aguzzi, director del Departamento de Patología y del Instituto de Neuropatología del Hospital Universitario de Zúrich (Suiza); Dario Alessi, director adjunto de la Unidad de Fosforilación de Proteínas de la Universidad de Dundee; Francisco Sánchez Madrid, director del Departamento de Inmunología del Hospital Universitario La Princesa de Madrid (España); Ursula Ravens, directora del Departamento de Farmacología y Toxicología de la Universidad Tecnológica de Dresden (Alemania); Angelika Schnieke, titular de la Cátedra de Biotecnología Animal en el Departamento de Ciencias Animales de la Technische Universität Manchen (Alemania); y Bruce Whitelaw, director de la División de Biología del Desarrollo del Instituto Roslin de Edimburgo (Reino Unido).
Daniel H. Janzen
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación ha sido concedido al ecólogo y naturalista estadounidense Daniel H. Janzen “por su trabajo pionero en la ecología tropical y la conservación de los ecosistemas tropicales”.
El trabajo de Janzen (Milwaukee, 1939) ha permitido pasar de un conocimiento meramente descriptivo de los ecosistemas tropicales a la comprensión de su funcionamiento. “Daniel Janzen es el prototipo del ecólogo cabal, que aúna pericia y experiencia en historia natural con rigor científico y pensamiento innovador”, señala el acta.
“Ha aplicado sus conocimientos a la conservación de la biodiversidad, y ha dado forma a la disciplina de la ecología tropical tal y como la conocemos hoy en día”, afirma el jurado. Sus aportaciones han sido cruciales para comprender las interacciones ecológicas entre animales y plantas, al investigar desde cómo las semillas y las hojas evolucionan conjuntamente con los animales que las consumen, hasta el papel de los herbívoros como reguladores de la diversidad de ecosistemas tropicales.
La labor de Janzen también ha sido crucial para la conservación. Catedrático de Biología de la Conservación en la Universidad de Pensilvania (EE UU), Janzen ha pasado gran parte de los últimos 40 años en Costa Rica, donde ha impulsado la creación del Área de Conservación Guanacaste, una de las reservas de selva tropical más exitosas del planeta. Su visión a la hora de implicar muy directamente a población local de Guanacaste en la gestión de la reserva ha inaugurado el concepto de “desarrollo basado en la biodiversidad”: la población local ha adquirido una formación exquisita sobre su entorno y ha convertido la propia selva en su fuente de bienestar.
Una de sus ideas más celebradas, como destaca el jurado, es la de formar a la población local como ‘parataxónomos’; Janzen enseña a los habitantes de estas zonas a reconocer una gran cantidad de especies y participar en estudios de catalogación de la biodiversidad a gran escala que utilizan la técnica del código de barras genético. Ello ha permitido desarrollar iniciativas como el Instituto Nacional de la Biodiversidad en Costa Rica, para catalogar y preservar las más de 500.000 especies animales y vegetales de ese país y servir como modelo a acciones similares en otros países.
Como explica el acta, Janzen “es pionero en la ciencia de la restauración ecológica; (…) ha liderado la restauración y conservación de miles de hectáreas de paisaje antes degradado (…) y continúa liderando un programa de investigación innovador en la conservación de biodiversidad tropical mediante su integración con las culturas locales”.
“Este galardón nos permite a mí y a mi esposa [la ecóloga Winnie Hallwachs] sentir que la comunidad científica, y quienes usan la biodiversidad sin dañarla, aprecian lo que tratamos de hacer desde hace 25 años”, ha comentado Janzen tras recibir la noticia del fallo. “Dedicaremos el premio a financiar múltiples proyectos de investigación en taxonomía, ecología y desarrollo basado en la biodiversidad de otros miembros de nuestro equipo que no han logrado fondos; estos proyectos son parte integral de nuestros esfuerzos para conservar las regiones tropicales”.
El galardonado ha alertado sobre la situación de los ecosistemas tropicales, que están hoy “muy amenazados” y se enfrentan a un “proceso de destrucción acelerado”. “Los trópicos contienen gran parte de los libros biológicos del planeta que nos quedan por leer, y también una enorme porción del carbono que hemos inyectado en la atmósfera y que ha dado lugar al catastrófico cambio climático que nosotros mismos hemos provocado”.
El mayor proyecto de restauración forestal del mundo
El Área de Conservación Guanacaste (ACG) es una extensa zona de selva protegida en Costa Rica, que el propio Janzen contribuyó a convertir en reserva protegida hace 25 años. Como explica el acta, “comenzando con 10.000 hectáreas de terreno degradado, esta área se amplió hasta alcanzar 130.000 hectáreas de un sistema forestal restaurado y funcional”. El ACG es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y el modelo de trabajo de referencia de todo el sistema de parques nacionales costarricense.
Está reconocida internacionalmente como uno de los mejores ejemplos tropicales de “conservación a través del desarrollo de la biodiversidad”, y es, además, el mayor proyecto de restauración forestal del mundo. “El ACG es un modelo de cómo conservar un gran sistema tropical complejo y ha resultado inspirador para la biología tropical y para iniciativas de conservación en todo el mundo”.
De las orugas y sus parásitos al ‘código de barras’ de la vida
En la primera etapa de su carrera, entre los años sesenta y ochenta, Janzen se convirtió en una figura clave en el diseño y la ejecución de experimentos de campo en ecología tropical sobre todo en Costa Rica, pero también en África, Asia y Australia. “Mi investigación persigue una comprensión total de las redes tróficas de una enorme región tropical conservada”, explica. “Esto implica identificar y documentar al menos 30.000 especies de plantas, orugas y parásitos en un área tan grande como la comunidad de Madrid, y hacerlo con la población local costarricense”.
Janzen ha investigado sobre todo las numerosas especies de orugas de mariposas, las plantas que consumen y los parásitos que se alimentan de ellas, en lo que constituye uno de los trabajos más exhaustivos jamás llevados a cabo en esta área. “Descubrir qué planta come cada oruga, y qué parásito come cada oruga, y por qué, cómo y cuándo, es aprender a leer la biodiversidad”.
Y leer la biodiversidad, dice Janzen, es un requisito indispensable para aprender a conservarla. “Hoy en día la humanidad trata la biodiversidad como un analfabeto trata la literatura: ve en ella madera para combustible, papel higiénico y cajas de cartón. Yo me dedico a las orugas, a las plantas y a los parásitos porque me despiertan curiosidad y porque me han enseñado a leer”.
Además, Janzen es uno de los pioneros, y principales promotores, del uso de las técnicas genéticas de última generación basadas en secuenciación de ADN para clasificación de especies. En concreto, es uno de los promotores del proyecto internacional ‘código de barras de la vida’ –International Barcode of Life–, que aspira a identificar en los próximos años el 5% de las especies del planeta mediante marcadores genéticos. Janzen trabaja ahora en los ‘códigos de barras’ de todos los lepidópteros de Guanacaste. Son técnicas que permitirán rápidos diagnósticos del status de conservación de faunas muy diversas, al posibilitar la rápida catalogación de especies.
Jurado internacional
El jurado de esta categoría está presidido por Daniel Pauly, catedrático de Recursos Pesqueros en la Universidad de British Columbia (Canadá), y cuenta como secretario con Gary Meffe, Consulting editor de Conservation Biology y profesor adjunto en el Departamento de Ecología y Conservación de Especies Animales en la Universidad de Florida (EE UU). También forman parte del jurado Wilhelm Boland, director del Instituto Max Planck de Ecología Química (Alemania); Joanna Burger, Distinguished Professor de Biología de la Universidad Rutgers (EE UU); Pedro Jordano, profesor de investigación de la Estación Biológica de Doñana (CSIC, España) y coordinador del Plan Nacional de I+D sobre Biodiversidad; y Andrew Sugden, Editor adjunto y Director Editorial Internacional en Cambridge (Reino Unido) de la central europea de AAAS Science (Reino Unido).
Carver Mead
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Tecnologías de la Información y la Comunicación se ha concedido en su cuarta edición al ingeniero electrónico estadounidense Carver Mead, por ser “el pensador y el pionero más influyente” de la tecnología del silicio, y hacer posible “la construcción de los microchips con miles de millones de transistores que rigen el funcionamiento de los dispositivos electrónicos –ordenadores portátiles, tabletas, móviles, reproductores de DVD, entre otros muchos- hoy omnipresentes en nuestra vida diaria”, señala el acta del jurado.
Carver Mead (California, 1934), catedrático emérito Gordon y Betty Moore de Ingeniería y Ciencias Aplicadas en el Instituto Tecnológico de California (Caltech), fue el primero en predecir, a principios de los años setenta, que los chips integrarían millones de transistores, y que con ello la industria crecería de forma exponencial.
Fue un pronóstico basado en una comprensión profunda de la física de los semiconductores, que él mismo ha contribuido a hacer realidad: Mead es el creador de los dispositivos VLSI (siglas en inglés de Sistemas Integrados a Muy Gran Escala), constituidos por miles de millones de componentes.
“Sus contribuciones han sido fundamentales y de una enorme amplitud y significado”, dice el acta. “Sus aportaciones han impulsado la industria de semiconductores, y han hecho posible la creación de la gran variedad de dispositivos informáticos que permean nuestra vida cotidiana”.
“La gente no creía que fuera posible”
“En aquella época (inicio de los 70) la gente no creía que los chips pudieran hacerse muy pequeños”, ha explicado Mead tras conocer el fallo. “Fue un reto en varias etapas. Lo primero fue demostrar que físicamente era posible, y saber cómo de pequeños podían llegar a ser. Luego había que ver cómo conseguirlo. Fuimos paso a paso”.
El trabajo de Mead permitió entender porqué se da la que él mismo bautizó como ley de Moore, que indica que la potencia de los procesadores (chips) se duplica más o menos cada año y medio.
Según el acta, “Carver Mead no sólo acuñó el término ley de Moore, sino que, a través de su investigación de leyes físicas fundamentales, también desarrolló los fundamentos científicos de esta observación empírica, y se basó en ellos para predecir los límites en la miniaturización de los chips”.
Demostrando en la teoría y en la práctica que estos límites estaban todavía lejos de alcanzarse, Mead se dedicó a estimular el desarrollo exponencial del área. Su trabajo fue además clave a la hora de sistematizar el diseño de los nuevos y potentes chips, y lograr así que incluso quienes desconocían los principios físicos pudieran dedicarse a esta tarea. Mead tradujo estos principios “a reglas básicas que podía aplicar mucha más gente, aun sin conocimientos especializados en física, para diseñar chips mucho más complejos. Ya no era necesario que en cada empresa hubiera un físico teórico, bastaba un ingeniero electrónico que siguiera las pautas de Mead”, explica el arquitecto de hardware Ronald Ho, miembro del jurado.
Otro de los desarrollos de Mead ha sido el de los transistores HEMT, los amplificadores estándar más usados en los teléfonos móviles, el radar y las comunicaciones satélite de microondas.
Personaje clave en Silicon Valley
Mead ha sido uno de los principales protagonistas del desarrollo de Silicon Valley, una etapa que recuerda como “muy emocionante”. “Sabíamos ya entonces que los chips tendrían un amplio rango de aplicaciones, pero ha habido desarrollos que nadie hubiera podido predecir”, afirma el galardonado.
Mead también ha hecho aportaciones en el ámbito empresarial con importantes repercusiones en los procesos de innovación. En concreto, introdujo los métodos que permitieron separar el diseño de los chips de su manufactura; de esta forma “las compañías han podido concentrarse en la investigación y el desarrollo, sin tener que construir y mantener fábricas de chips”, indica el acta. Sin este modelo simplemente “no hubiera sido posible” el desarrollo de la industria de las tecnologías de la información.
El propio Mead ha creado una veintena de empresas y ha patentado más de ochenta inventos, entre los que figuran los sensores que hoy emplean las cámaras digitales; sistemas que han permitido el desarrollo de dispositivos táctiles –como el touch pad que en los portátiles sustituye el ratón-; o sistemas de procesamiento de señales en audífonos.
Estos últimos desarrollos son producto del gran giro dado por Mead en su carrera. Una vez consolidadas sus aportaciones al diseño y la fabricación de microchips, Mead se ha dedicado al estudio de los sistemas biológicos, con un innovador abordaje conceptual: para entender el funcionamiento del ojo o el oído, dice Mead, es muy útil reproducirlos artificialmente.
“Su aportación ha consistido en comprender los sistemas neuronales biológicos por medio de su recreación en silicio, lo que ha impulsado el campo del diseño de circuitos neuromórficos analógicos”, explica el acta. “Tomando como base este planteamiento, Mead construyó la primera retina y la primera cóclea de silicio, lo que derivó en algunos de sus éxitos empresariales”.
Un descubridor precoz de la electrónica y la trigonometría
Carver Mead nació en Bakersfield, California, el 1 de mayo de 1934. En Big Creek, en las montañas de Sierra Nevada (California), asistió a la escuela rural con otros veinte compañeros y uno o dos profesores, según el año. Recuerda bien cómo su profesor de sexto de primaria le descubrió el mundo de las matemáticas y la ciencia. “Me dio un libro de trigonometría elemental y descubrí cómo averiguar la altura de un árbol sin subirme a él”. Su padre le aficionó a la electrónica trayéndole baterías desechadas, interruptores y otros materiales de la central eléctrica en la que trabajaba.
En 1956 se graduó en Ingeniería Electrónica en el Instituto Tecnológico de California (Caltech), institución a la que dedicaría su vida académica. Tras realizar el máster (1957), obtuvo el doctorado en 1960. Allí empezó a enseñar en 1958 y desarrolló su carrera docente hasta convertirse en Gordon and Betty Moore Professor of Engineering and Applied Science. Es autor de más de 200 artículos científicos y de más de 80 patentes. Ha recibido la National Medal of Technology (la mayor distinción en innovación tecnológica que concede el Gobierno de Estados Unidos), el Lemelsol-MIT Prize, la IEEE John Von Neumann Medal y otra veintena de distinciones.
Jurado internacional
El jurado de esta categoría está presidido por Andrea Goldsmith, catedrática de Ingeniería Electrónica de la Universidad de Stanford (EE UU) y cuenta como secretario con Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Ha formado también parte del jurado Ron Ho, arquitecto de hardware de los Laboratorios Oracle (EE UU); Oussama Khatib, catedrático de Informática en el Laboratorio de Inteligencia Artificial de la Universidad de Stanford (EE UU), y Nico de Rooij, director del Instituto de Microingeniería de la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (EPFL), en Suiza.
Angus Deaton
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Economía, Finanzas y Gestión de Empresas se ha concedido en su cuarta edición al economista británico Angus Deaton, catedrático de la Universidad de Princeton (EE UU), por su fundamental contribución a la teoría del consumo y del ahorro y a la medición del bienestar económico. Deaton ha desarrollado además la metodología de referencia para medir los niveles de pobreza.
El jurado ha añadido que “su investigación aplica métodos rigurosos a los problemas importantes del mundo real. A lo largo de su carrera, su trabajo se ha caracterizado por sus esfuerzos para comprender la evidencia empírica apoyándose en estructuras teóricas claramente articuladas y en la identificación de los comportamientos subyacentes a los datos”.
Deaton (Edimburgo, 1945) pasó de aplicar la microeconometría para analizar la demanda de los consumidores a incorporar el consumo como indicador clave en la medición del bienestar y la pobreza. “Nos ha ayudado a entender mejor la relación entre consumo y renta, pero también ha evidenciado que hay elementos en esa relación que no funcionan y que hay que revisar”.
Así, frente al enfoque tradicional que considera la renta per cápita como medida de desarrollo, Deaton propone usar el consumo per cápita dentro de un esquema que gira en torno al eje salud-riqueza-bienestar y que, a juicio del jurado, “ha abierto nuevos caminos en la economía del desarrollo”.
Encuestas a domicilio para medir la pobreza
Otro de los rasgos distintivos de su trabajo es el uso de encuestas detalladas en lugar de los datos agregados de las Cuentas Nacionales. “Se ha centrado, en particular, en los estándares de vida de los pobres en los países en vías de desarrollo. Ha sido pionero en las encuestas a las familias, realizadas casa por casa en estos países como instrumento para medir mejor la pobreza y lograr una comprensión más adecuada de los factores que la determinan”.
En palabras del jurado, “se dio cuenta de que el crecimiento del PIB, el consumo o los datos sobre ventas de coches no servían para tener una visión real del bienestar de la población y que, sobre todo cuando de los hogares más pobres se trataba, eran necesarios datos más detallados sobre el consumo, la ingesta de calorías, el gasto en medicamentos o la frecuentación de los sistemas sanitarios“. Para obtenerlos es necesario recurrir a grandes encuestas a las familias con cuestionarios específicos que ofrecen más información sobre el comportamiento de los individuos en aspectos que son claves para el bienestar.
La especificidad y el detalle de estos cuestionarios permiten segmentar a la población y analizar el impacto de las medidas políticas adoptadas en función de los distintos aspectos del comportamiento económico contemplados en las encuestas.
Un elemento fundamental para medir el número de pobres es determinar una línea de pobreza, que depende del nivel de precios de los bienes disponibles para su consumo. Su trabajo sobre índices de precios para calcular líneas de pobreza ha sido también muy influyente, cuestionando los cálculos oficiales de algunos países y organismos internacionales. Por ejemplo, la aplicación de sus métodos en la investigación sobre la pobreza en la India, ha concluido que no toda la población se está beneficiando del crecimiento económico de la potencia emergente, lo que ha suscitado un intenso debate social y político.
Percepción del bienestar
En la etapa más reciente se ha interesado por factores subjetivos que influyen en la percepción del bienestar, siendo firmante, junto al premio Nobel Daniel Kahneman, de un artículo publicado en Proceedings of the National Academies of Sciences en septiembre de 2010 sobre la relación entre ingresos y sensación de bienestar emocional. Analizaron las encuestas realizadas a 450.000 estadounidenses durante 2008 y 2009 para indagar la relación entre dinero y felicidad. Entre sus conclusiones, señalaban que a partir de los 75.000 dólares anuales, tener más renta no aumentaba la felicidad.
Actualmente, su atención se centra en el análisis de las consecuencias de la crisis: “Estoy intentando medir el impacto de la crisis en diferentes países de Europa, Latinoamérica y otros, para decidir cuáles serán los siguientes pasos necesarios, pero, en mi opinión, todos debemos ser conscientes del momento que estamos atravesando y aceptar los cambios en las condiciones de vida a los que muchas familias desgraciadamente tendrán que hacer frente en muchos países del mundo. Lo más importante es adaptarse y asumir que necesitamos una gran cantidad de restricciones económicas y ajustes”.
Biografía
Angus Stewart Deaton nació en Edimburgo (Reino Unido) el 19 de octubre de 1945, apenas mes y medio después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Se doctoró en la Universidad de Cambridge en 1974 y fue catedrático de Econometría en la Universidad de Bristol entre 1976 y 1983. En 1979 se incorporó a la Universidad de Princeton como Visiting Professor, institución que en la que es catedrático y no ha abandonado desde entonces, aunque conserva la nacionalidad británica.
Es miembro del Consejo Asesor del Economista Jefe del Banco Mundial y científico investigador senior en la Gallup Organization. Sus aportaciones sobre metodología en las encuestas en hogares le han llevado a participar en organismos tan diversos como el Comité de Estadísticas Nacionales de la Academia Nacional de Ciencias (EE UU), el Panel sobre Concepto, Medida y otras Aspectos en el Desarrollo de Índices de Coste de la Vida (National Research Council, EE UU) o el Centro de Investigación en Ciencias Sociales del Consejo Científico Nacional de China.
Autor de más de 160 publicaciones, es miembro de la British Academy, de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias, y de la Econometric Society; de hecho, cuando en 1978 esta sociedad creó la Medalla Frisch, Angus Deaton fue el primer galardonado, precisamente por un análisis de la demanda de los consumidores en el Reino Unido en los 70 primeros años del siglo XX.
Presidente de la Asociación Americana de Economía en 2009 y doctor honoris causa por la Universidad de Roma, el University College London y la Universidad de St. Andrews (Reino Unido), ha sido, sucesivamente director asociado, codirector y director de la revista Econometrica (editada por la Econometric Society y referencia mundial en Economía).
Además de la cátedra de la que es titular, ha impulsado otras iniciativas clave en la Universidad de Princeton: el Centro para la Salud y el Bienestar, la Oficina de Investigación sobre Población, y el Programa de Investigación sobre Estudios del Desarrollo. Forma parte del National Bureau of Economical Research, institución que reúne a 1.100 catedráticos de Economía y Empresa de Estados Unidos y que realiza informes sobre nuevos métodos estadísticos en Economía, estimaciones cuantitativas del comportamiento económico, evaluación de las políticas económicas públicas y proyección de resultados de propuestas alternativas.
Jurado internacional
El jurado está presidido por Guillermo Calvo, titular de la cátedra de Economía y de Relaciones Internacionales de la Universidad de Columbia (EE UU), y cuenta como secretario con Peyton Young, titular de la cátedra James Meade de Economía de la Universidad de Oxford (Reino Unido). También forman parte del mismo François Bourguignon, director de Estudios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales-EHESS (Francia); Antonio Ciccone, titular de la cátedra ICREA de Economía en la Universidad Pompeu Fabra (España); José Manuel González-Páramo, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (Alemania); Andreu Mass-Collell, titular de la cátedra de Economía de la Universidad Pompeu Fabra (España) y Fabrizio Zilibotti, titular de la cátedra de Macroeconomía y Política Económica de la Universidad de Zúrich (Suíza).
Salvatore Sciarrino
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Música Contemporánea se ha concedido al compositor italiano Salvatore Sciarrino (Palermo, 1947) por renovar las posibilidades de la música vocal e instrumental y por la singularidad de sus materiales sonoros.
El fallo del jurado ha valorado que Sciarrino “ha desarrollado una sintaxis nueva y única” y que “en el corazón de sus creaciones encuentra un modo de combinar síntesis extrema con riqueza de detalles. Destaca por su uso de la microtonalidad y su reelaboración consciente de ideas y materiales de culturas y épocas pasadas”.
Buena prueba de ello son sus “elaboraciones”, como las denomina Sciarrino, de obras de autores del pasado como La terribile e spaventosa storia del Principe di Venosa e della bella Maria sobre música de Gesualdo, la reelaboración para flauta sola de la Tocata y fuga en Re menor de Bach para órgano, o de obras de Scarlatti, Mozart, Mendelssohn o Ravel, pero también de contemporáneos como los Beatles. En estas elaboraciones Sciarrino filtra y reconstruye obras creadas en base a cánones de siglos pasados y las transforma, en ocasiones hasta llevarlas a un surrealismo sonoro con un significado estético radicalmente distinto de las fuentes.
Jürg Stenzl, profesor de la Universidad de Salzburgo y presidente del jurado, ha subrayado que Sciarrino no se caracteriza tanto por crear nuevos sonidos como por desarrollar una sintaxis que los cohesiona. Y ha añadido que su obra se distingue “más por enriquecer la música contemporánea con detalles que por los sonidos grandilocuentes. Su impacto está teniendo efecto en la música que se hace ahora mismo, pero también en la que vendrá en este siglo”.
Al conocer el fallo, el ganador ha comentado que “conocía los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento y siempre me ha llamado la atención positivamente el hecho de que integraran a la música contemporánea en una familia con otras categorías dedicadas a distintas ramas de la ciencia”.
El compositor considera que “la distancia entre la música clásica, tradicional y contemporánea, no es tanta. Personalmente, pienso que es fundamental conocer los orígenes de nuestra identidad, que encontramos en la tradición”.
Conexión entre música y literatura
Su estilo compositivo se basa en una técnica refinada y en una poesía sonora que le hacen destacar como un autor original con una personalidad distintiva. “En mi obra existe una conexión entre la música y la literatura dado que para mí son el mismo lenguaje. La literatura es el aire que respiramos los artistas. Yo mismo escribo teatro y textos que me sirven de inspiración para componer”.
El lenguaje utilizado en sus obras pone al límite el virtuosismo instrumental, mediante una serie de técnicas instrumentales no convencionales y en las que narra el contexto de la obra que interpreta en cada momento. Sciarrino ha sido etiquetado por David Metzer, profesor de Musicología en la Universidad de Yale, como “un calígrafo magistral del silencio” y él mismo ha escrito que “el sonido tiene una relación íntima con el silencio, y la conciencia de tal conexión es algo nuevo”. Sciarrino ha explorado en sus obras diferentes formas de modelar la relación entre silencio y expresión, con personajes apasionados que fracturan el silencio con gritos y estallidos, no tanto abrazando el silencio como reaccionando frente a él.
Autodidacta y precoz
Nacido en Palermo (Italia) en 1947, Salvatore Sciarrino se sintió atraído en su juventud por las artes visuales, pero muy pronto comenzó a experimentar con la música: a los doce años compuso su primera obra y a los quince estrenó su primer concierto. Aunque recibió clases de Antonio Titone y Turi Belfiore y en 1969 se mudó a Roma para participar en el curso de música electrónica que Franco Evangelisti impartía en la Academia de Santa Cecilia, la formación de Sciarrino es básicamente autodidacta.
Entre 1974 y 1996 ejerció la enseñanza en los conservatorios de Milán, Florencia y Perugia, e impartió numerosas clases magistrales y cursos internacionales. A partir de 1982 decidió concentrarse en el trabajo creativo y se instaló en Città di Castello, en la región de Umbría, donde dedica la mayor parte del tiempo a la composición, aunque ha seguido dirigiendo cursos de especialización y máster donde se han formado compositores como Francesco Filidei, Lucia Roncheti, Fabrizio de Rossi Rei y Maurizio Pisati.
Su prolífica trayectoria se ha traducido en más de 180 composiciones recogidas en 70 discos. Su catálogo es excepcionalmente amplio y variado, incluyendo desde piezas a solo hasta grandes obras sinfónicas y música teatral.
Ha compuesto para la Orquesta Sinfónica de Londres, el Teatro de la Ópera de Frankfurt, el Teatro La Fenice de Venecia o el Tokyo Suntory Hall, así como para los principales festivales de música contemporánea: Salzburgo, Nueva York, Viena, el Berliner Festspiele Musik, el Festival d’Automne (París) y Ultima (Oslo), entre otros muchos.
Entre 1978 y 1980 fue director del Teatro Comunale di Bologna. Es, además, académico de Santa Cecilia (Roma) y miembro de la Academia de Bellas Artes de Bavaria y la Academia de las Artes de Berlín.
Jurado internacional
El jurado del premio está presidido por Jürg Stenzl, profesor de la Universidad de Salzburgo (Austria). Forman también parte Siegfried Mauser, presidente de la Universidad de Música y Artes Escénicas de Múnich (Alemania), los compositores franceses Gilbert Amy y Hugues Dufourt -el primero de ellos es director de orquesta, y el segundo director de investigación en el Centro Nacional de Investigación Científica-, el compositor español Cristobal Halffter, ganador del mismo premio en la edición de hace dos años, así como los austriacos Ranko Markovic, director artístico de la Universidad-Conservatorio de Viena, Rudolf Frisius, compositor y profesor de Musicología en la Universidad de Karlsruhe, y Dieter Torkewitz, compositor y profesor de teoría musical en la Universidad de Música y Artes Interpretativas de la misma ciudad.
.Isaac Held
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cambio Climático se ha concedido al físico estadounidense de origen alemán Isaac Held por sus contribuciones, pioneras y fundamentales, a nuestra comprensión de la estructura de los sistemas de circulación atmosférica y del papel del vapor de agua –el gas de efecto invernadero más importante– en el cambio climático.
El presidente del jurado, Bjorn Stevens, ha destacado que, mientras que la tónica general de la investigación en cambio climático se ha centrado en el aumento de las temperaturas, Isaac Held (Ulm, Alemania, 1948) ha abierto nuevas vías de trabajo, al incorporar el papel esencial del agua a través del estudio tanto de su movimiento en la atmósfera, como de la influencia del vapor de agua en el efecto invernadero.
El trabajo de Held, investigador del Laboratorio de Dinámica de Fluidos Geofísicos de la Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera (NOAA) estadounidense, ha contribuido a desvelar gran parte de los procesos que determinan la existencia de las diferentes zonas climáticas del planeta, y a predecir los cambios que experimentarán como consecuencia del cambio climático. En especial, su trabajo explica por qué las zonas tropicales serán más húmedas y las subtropicales más secas, una tendencia que ya se observa con los datos disponibles.
“La cantidad de agua en la atmósfera es lo que hace que unas zonas sean más húmedas que otras. En mis trabajos he buscado analizar cómo se mueve el agua en la atmósfera, y cómo el cambio climático altera estos patrones”, ha explicado Held tras conocer el fallo.
Con el incremento de las temperaturas aumenta también la cantidad de vapor de agua en la atmósfera, y este gas, a su vez, multiplica el calentamiento. Se produce así un efecto de retroalimentación que es necesario entender para predecir el clima futuro.
Una de las regiones más estudiadas por Held es la mediterránea, en la que, según sus previsiones, la temperatura podría aumentar unos 3º C en un siglo, si no disminuyen las emisiones de CO2. Ello conllevaría una importante reducción en las lluvias (entre un 15 y un 30%). “Estamos bastante seguros de que, con cada grado de aumento, las precipitaciones disminuirán entre un 5 y un 10%”, afirma Held.
Una carrera marcada por el efecto invernadero
Isaac Held nació en el campo de refugiados alemán de Ulm. Con cuatro años emigró a Estados Unidos con su hermano, su madre -superviviente del campo de Auschwitz- y su padre, que moriría en 1956.
Como estudiante su primera elección fue la física teórica, pero era la época de las protestas contra la guerra de Vietnam, un período que Held ha descrito como “complicado para concentrarse en los estudios”. La lectura del informe de 1972 Man’s Impact on the Climate, uno de los primeros análisis científicos de los efectos del aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera, le influyó profundamente, cambiando la orientación de su carrera. Held vió ya entonces el problema del clima como “un reto realmente importante para la sociedad”.
Tras licenciarse en Física en la Universidad del Estado de Nueva York en Stony Brook, en 1976 se doctoró en Ciencias de la Atmósfera y el Océano en la Universidad de Princeton. En 1978 se incorporó al Laboratorio de Dinámica de Fluidos Geofísicos del NOAA, centro en el que sigue trabajando en la actualidad, al tiempo que enseña en la Universidad de Princeton.
Uno de sus primeros logros, en los años ochenta, fue la explicación del funcionamiento de las llamadas Células de Hadley, el fenómeno atmosférico que rige el clima en los cinturones tropicales y subtropicales del planeta. Held ha seguido posteriormente investigando cómo los cambios en la circulación del aire en estas regiones debido al cambio climático inciden en la formación de tormentas y huracanes.
Held se ha convertido además en una referencia a la hora de analizar el grado de certeza en las predicciones sobre el clima futuro, gracias a sus métodos para poner a prueba los modelos. Sus logros “han tenido una importancia fundamental en la evaluación de la solidez y las limitaciones de los complejos modelos que se emplean en la predicción del cambio climático”, señala el acta.
A lo largo de sus más de tres décadas de investigación ha publicado 130 trabajos sobre dinámica de la atmósfera y cambio climático, ampliamente reconocidos y citados. Ha contribuido de forma sustancial al IV Informe del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático), y ha formado parte del Grupo de Expertos de la Organización Meteorológica Mundial sobre Huracanes y Clima.
Jurado internacional
El jurado de esta categoría ha contado como presidente con Bjorn Stevens, director del Instituto de Meteorología Max Planck (Alemania); y como secretario con Miquel Canals, catedrático de Geología Marina en la Facultad de Geología de la Universidad de Barcelona. Han formado también parte del jurado Sergio Alonso, catedrático del Grupo de Meteorología del Departamento de Física de la Universidad de las Islas Baleares; Sandrine Bony-Lena, investigadora principal del Laboratorio de Meteorología Dinámica del Centro Nacional de Investigación Científica francés (CNRS) y la Universidad Pierre et Marie Curie (Francia); Kirsten Halsnæs, directora del Programa del Clima de la Universidad Técnica de Dinamarca; y Edward Rubin, catedrático del Departamento de Ingeniería y Políticas Públicas de la Universidad Carnegie Mellon (EE UU).
Ciro de Quadros
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cooperación al Desarrollo se ha concedido al epidemiólogo brasileño Ciro de Quadros (Rio Pardo, 1940) por liderar la eliminación de la polio y el sarampión de América y por ser uno de los científicos más importantes en la erradicación de la viruela en todo el mundo. “Estos éxitos, en especial la erradicación de uno de los enemigos más mortíferos de la humanidad, constituyen uno de los principales logros de la medicina”, según el acta del jurado.
El presidente del jurado, Pedro Alonso, ha destacado que “no es el premio a una carrera, sino a una contribución que, desde la generación del conocimiento, ha tenido un impacto enorme. De Quadros es un héroe de la salud global, uno de los verdaderamente grandes. No solo ha investigado, sino que ha liderado e inspirado -aportando conocimiento- la lucha contra las enfermedades infecciosas con éxitos comparables al descubrimiento de la penicilina”.
De Quadros se formó y comenzó su trayectoria en su Brasil natal, y desde allí se convirtió en referente, lo que le llevó a trabajar en África para la Organización Mundial de la Salud en la erradicación de la viruela, más tarde en la Organización Panamericana de la Salud, donde fue responsable de la eliminación de la polio y el sarampión en América y, desde 2003, como vicepresidente ejecutivo en el Sabine Vaccine Institute, con sede en Washington.
La erradicación de la viruela ha marcado su carrera
La experiencia en la erradicación de la viruela ha marcado su trayectoria: “Lo que se siente al contribuir a erradicar una enfermedad que ha causado millones de muertes es indescriptible. Se tiene la sensación del deber cumplido y anima a seguir trabajando para mejorar la salud global. Esa sensación me ha dado energía para seguir y, con 72 años, aquí estoy, en activo, como si tuviera 40”.
A través de su trabajo con las agencias de Naciones Unidas, los gobiernos y el mundo académico, “el doctor De Quadros ha cambiado el paradigma de la coordinación de la salud pública para el desarrollo en los países”, ha añadido el acta del jurado.
Ese cambio de paradigma se basa en responsabilizar a los gobiernos de las campañas de vacunación, convenciéndoles de que resulta más rentable vacunar porque el beneficio en términos económicos y de bienestar es mucho mayor que el coste. De Quadros pone un ejemplo: “Varios estudios demuestran que los niños vacunados tienen un rendimiento escolar mucho mayor que los no vacunados y, en conjunto, la contribución de la población vacunada a la riqueza del país es mayor”.
Además, De Quadros ha promovido la puesta en marcha de un nuevo modelo de aprovisionamiento que opera mediante centrales de compras formadas por varios países para lograr vacunas a mejor precio.
“Sus programas han demostrado que la introducción de las vacunas puede hacerse de una manera económicamente sostenible y capaz de promover la participación y el control de los países beneficiarios, en especial en los de rentas medias y bajas. Esto ha facilitado la realización de un esfuerzo sin precedentes contra enfermedades evitables mediante vacunación, como la rubeola, la tos ferina, el rotavirus, el neumococo y el virus del papiloma humano, en especial en zonas con alta morbilidad, y en comunidades desfavorecidas de Asia, África y América”, señala el acta.
En cuanto al futuro, De Quadros es contundente: “El siglo XXI será conocido como el siglo de las vacunas. A las muchas que ya tenemos hay que sumar las que se están investigando como, por ejemplo, contra el cáncer de estómago o de hígado. Hay enfermedades que consideramos crónicas o degenerativas y que empezamos a descubrir que se deben a agentes infecciosos contra los que se pueden desarrollar vacunas”.
El jurado ha subrayado también que De Quadros sigue activo en investigación y educación y que “gracias a su trabajo el mundo está más cerca de lograr el objetivo de desarrollo del milenio que persigue reducir en dos tercios las tasas de mortalidad de los niños menores de cinco años para 2015”.
Jurado internacional
El jurado de esta categoría ha estado presidido por Pedro Alonso, director de Investigación en el Instituto de Salud Global de Barcelona (España), y ha contado como secretario con Norman Loayza, Lead Economist en el Development Research Group del Banco Mundial (EE UU). También han formado parte del mismo Maricela Daniel, representante en España del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR); Vicente Larraga, director del Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC (España); José García Montalvo, catedrático de Economía en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (España) y Francisco Pérez, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y director de Investigación del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas -IVIE (España).
Biografía
Ciro de Quadros nació en Brasil, donde estudió Medicina (1966) y realizó un máster en Salud Pública (1968). Antes de acabar sus estudios comenzó a trabajar en salud pública en la Amazonía brasileña. Allí se propuso conseguir un 100% de tasa de vacunación entre la población, una meta muy ambiciosa si se considera que a finales de los años 60 en muchos lugares de Brasil esta tasa apenas llegaba al 10%.
En noviembre de 1970 se incorporó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) como epidemiólogo jefe del Programa de Erradicación de la Viruela en África, con sede en Adís Abeba (Etiopía). El último caso de viruela endémica en el mundo fue diagnosticado en Somalia el 26 de octubre de 1977.
Apenas siete meses antes, y tras dejar a la viruela virtualmente derrotada en Etiopía, De Quadros había vuelto a su continente natal para unirse a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) como asesor en Inmunización y jefe del Programa Extendido de Inmunización para las Américas.
Al llegar a la OPS, De Quadros comenzó a trabajar en planes de vacunación sistemática contra la poliomielitis y, especialmente a partir de 1981, se impuso la meta de erradicar la enfermedad de América, algo que muchos de sus colegas consideraban inviable. Comenzó por Brasil, donde consiguió implantar un programa de dos jornadas nacionales de vacunación que se realizaban en fin de semana. Cada fin de semana, alrededor de 20 millones de niños menores de cinco años recibían una dosis de la vacuna antipoliomielítica oral. Los casos de poliomielitis disminuyeron drásticamente; pasaron de un promedio de entre 100 y 200 casos por mes a menos de 20. En 1989, la enfermedad quedó eliminada de Brasil.
El éxito de la experiencia brasileña fue esencial para que el director de la OPS, Carlyle Guerra de Macedo, anunciara públicamente en 1985 el objetivo de erradicar la polio en el continente. Tanto la Asociación Rotaria Internacional como UNICEF, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional se comprometieron a donar fondos que hicieran posible la adquisición de las vacunas necesarias.
En El Salvador y Perú, los trabajadores de las campañas de vacunación temían por sus vidas debido a los conflictos que vivían sus países. De Quadros hizo un llamamiento a UNICEF, la Cruz Roja y la Iglesia Católica para que intervinieran. También se dirigió a las partes en conflicto. Negociando con el Gobierno y la guerrilla en El Salvador logró un acuerdo para establecer los días de tranquilidad. “Cada año organizamos tres días de tranquilidad y vacunamos a casi todos los niños de El Salvador”, dice De Quadros.
En Perú, las negociaciones con el movimiento guerrillero Sendero Luminoso fracasaron. Sin amilanarse, De Quadros y sus profesionales organizaron una serie de campañas para ayudar a limitar la transmisión del virus de la poliomielitis a apenas unas cuantas zonas. También comprometieron a los medios de comunicación y se hicieron ruedas de prensa para llamar la atención de todos —incluida la guerrilla— sobre la necesidad de cooperar con los esfuerzos de vacunación. En 1991, Perú notificó el último caso de poliovirus salvaje y, en 1994, una comisión internacional declaró oficialmente que la enfermedad había quedado erradicada de la Región de las Américas.
En 1994 fue nombrado director del Programa Especial de Inmunización y Vacunas de la OPS y, entre 1999 y 2002, dirigió la División de Vacunas e Inmunización de este mismo organismo.
Tras el éxito en viruela y poliomielitis, concentró sus esfuerzos en la erradicación del sarampión. En noviembre de 2002 la región anunciaba que había logrado interrumpir la transmisión de la última cepa endémica del virus del sarampión.
De Quadros es catedrático asociado adjunto en el Departamento de Salud Internacional de la Facultad de Higiene y Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins y catedrático adjunto en el Departamento de Medicina Tropical de la Facultad de Medicina de la Universidad George Washington. Ha sido catedrático asociado en la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve.
Autor de más de 80 publicaciones en revistas internacionales y de cuatro libros, y doctor honoris causa por la Universidad Federal de Ciencias Médicas, en Porto Alegre (Río Grande del Sur, Brasil), ha recibido galardones, como el World Health Day Award de la Asociación Americana de Salud Pública en 1987, y o el Public Health Hero otorgado por el Gobierno de México (2002).
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