La cultura sefardita muestra sus joyas en Glendon Hall
La cultura sefardita muestra sus joyas en Glendon Hall

Prosper Trojman entrega un cuadro dedicado al rey Mohamed VII. La monarquía es apreciada por los sefarditas por su buen trato con los judíos.
TORONTO.- La Comunidad Judeo-Marroquí de Toronto organiza hasta este jueves una exposición de arte, fotografía y antigüedades que permite a acercarse a este pueblo instalado en la zona del Magreb desde hace más de 2.000 años.
Samuel Keslassy, miembro activo de la CJMT y propietario de gran parte del material expuesto en el Glendon Gallery de la Universidad de York, explicó al Diario Popular la historia detrás de las piezas que conforman la muestra, empezando por la silla de la circuncisión. “Es el principio de la vida” afirma Keslassy, que cuenta que allí se sienta el padrino mientras se lleva a cabo el rito de circuncidar al bebé varón, siguiendo los preceptos del texto sagrado.
En una vitrina adyacente a la silla se pueden apreciar otros elementos típicos de los sefarditas, nombre con el que se conocen los judíos llegados a Marruecos tras su expulsión de España en el siglo XV, aunque la primera olas migratoria date de época de Jesucristo.
El hannukiot es un candelabro de ocho velas que simboliza el milagro ocurrido en el Templo de Jerusalén, donde una vela incandescente brilló durante ocho días seguidos, marcando el equivalente hebreo de la Navidad.
Luego está el hamsa -la mano de Miriam-, un objeto hecho de cuero o de metal que protege las viejas sinagogas. El candelabro sagrado y la mano protectora son los elementos más comunes en esta colección privada en la que también se mezclan objetos cuotidianos como teteras y azucareros de plata, instrumentos musicales, una bomba de cañón de la batalla de Mediuna y una pulsera en oro y plata de más de 130 años de historia.
La comisaria de la exposición, Claire Benezza, ha aportado varias piezas personales a la selección de antigüedades y cuadros, como el sable de su padre, un maestro de esgrima que representó a Marruecos en las Olimpiadas de 1960 en Roma.
Entre las numerosas aportaciones de Samuel Keslassy, experto en cultura hebrea, destaca un cuadro con la reproducción de los 10 mandamientos, elaborado por orfebres árabes copiando el estilo del Corán musulmán. Este es uno de los muchos ejemplos que evidencian la buena convivencia de los judíos marroquíes con sus vecinos europeos, árabes, musulmanes o cristianos.
Samuel, hermano de Simon Keslassys, el presidente de la CJMT, dice que compró el testamento plateado que ahora cuelga en Glendon Collage en una subasta en el hospital de Tánger, ciudad que concentra al mayor número de judíos marroquíes.
La muestra también expone el traje de boda berberica que lucían (y lucen) las novias la noche previa al matrimonio. Junto al colorido vestido femenino, se puede apreciar el traje del juez rabínico, en este caso el rabino Yamin Cohen, una figura que oficiaba el casamiento y que ejercía a la vez de sacerdote y de juez.
La religión es quizás el elemento que mejor define las tradiciones de los judíos-marroquíes y es también la principal fuente de inspiración para los cuadros de Prosper Trojman, un artista basado en Toronto. Además de candelabros y escenas religiosas, Trojman también pinta escenas cuotidianas como los pastores del Atlas, un grupo de hombres bebiendo té o el guerrab, el aguador que servía agua fresca en copas de cobre.
La exposición la completan las fotografías de Vincent Elkaim, que captura momentos como la noche del Mimuna, cuando las cocinas de las casas se abren a todo el mundo, la arquitectura de Marrakech, plegarias en viejas sinagogas y peregrinaciones a cementerios de culto.
Comments (0)