Una soldado estadounidense, obligada a volver a su país
Una soldado estadounidense, obligada a volver a su país
TORONTO.- Una soldado estadounidense que buscó asilo en Canadá después de decepcionarse con la guerra de Irak recibió este miércoles la orden de abandonar el país de forma inmediata.
Kimberly Rivera se resignó a cumplir la orden de deportación del gobierno canadiense y saldrá del país con su familia, pero eso no ha impedido que sus seguidores mantuvieran la esperanza de una intervención diplomática de última hora.
Los defensores de la soldado pidieron al ministro de Inmigración, Jason Kenney, que detuviera la deportación de Rivera, con el argumento de que la madre de cuatro hijos probablemente tendría que enfrentarse a un consejo de guerra y un tiempo en la cárcel a su regreso a los EE.UU.
La oficina de Kenney respondió diciendo que no cree que los EE.UU. sometan a sus soldados a un proceso. Sin embargo, Ken Marciniec, miembro del War Resisters Support Campaign, recordó que otros resistentes a la guerra de Irak que fueron deportados en el pasado tuvieron que enfrentarse a sentencias de cárcel de un año en su retorno. Aseguró que, si fuese por los canadienses, los objetores de conciencia como Rivera permanecerían en el país.
“Nadie debería ir a la cárcel en ningún país ni en ninguna parte del mundo por objeción de conciencia a la guerra”, afirmó. “Es importante que nuestro gobierno se ponga al día con la opinión de la mayoría de los canadienses sobre este tema”, puntualizó.
Rivera vive en Toronto con su familia desde que llegó a Canadá en 2007 para evitar su continuidad en el servicio militar. Reconoce que empezó a oponerse a la guerra de Irak mientras estaba estacionada allí, donde incluso dejó de llevar su rifle.
Según comentó a los periodistas el mes pasado, su mayor temor de ser deportada era estar separada de sus hijos y tener que acabar en prisión por oponerse políticamente al conflicto iraquí.
Rivera recibió su orden de deportación después de una negativa evaluación de riesgo previa a la expulsión definitiva del país. Esa evaluación dictaminó que no corría riesgo de castigo, tortura o muerte en caso de ser deportada.
En respuesta, Marciniec señaló que la evaluación del gobierno no consideró adecuadamente el impacto que tendría la deportación sobre los hijos de Rivera, dos de los cuales habían nacido en Canadá.
“Sus tres hijos mayores van a ser separados de sus amigos y de la única escuela que han conocido”, reclamó.
Los abogados de Rivera añadieron que el fallo no tuvo en cuenta la resistencia abierta que hizo la objetora a la guerra de Irak, algo por lo que otros soldados habían sido duramente sancionados.
Rivera solicitó la residencia permanente en Canadá por razones humanitarias y compasivas, pero la decisión sobre su solicitud está pendiente de resolución.
Alrededor de 19.000 personas han firmado una petición en línea en contra de la orden de deportación, a lo que hay que sumar una serie de manifestaciones organizadas este miércoles en varias ciudades canadienses llamando al gobierno a reconsiderar su postura.
El Premio Nobel de la Paz, el arzobispo Desmond Tutu, y la organización de Veteranos por la Paz también se han manifestado en contra de la deportación.
“Los partidarios canadienses de Kim Rivera siguen pidiendo al ministro de Inmigración, Jason Kenney, que conceda su solicitud de permanencia en Canadá por razones humanitarias y de compasión”, insistió Marciniec. “Estamos pidiendo a Kenney que emita una decisión”, reclamó el activista anti-guerra.
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