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  • October 18, 2012 , 11:12pm

HABLEMOS DE CINE

HABLEMOS DE CINE

Ben Affleck, protagonista y director de ARGO

Por Jorge Gutman

ARGO. Estados Unidos, 2012. Un film de Ben AffleckEl actor Ben Affleck confirma con este film que es un consumado director. Si sus primeros dos trabajos como realizador (Gone Baby Gone y The Town) causaron positiva impresión, es en ARGO donde consolida su posición como un avezado narrador. En este caso el desafío no era sencillo puesto que el drama político que aquí se cuenta es demasiado conocido y además ocurrió en el reciente pasado histórico; sin embargo, el joven cineasta le agrega una dimensión diferente convirtiendo  su film en un muy buen entretenimiento.

La historia se basa en el asalto armado que estudiantes activistas efectuaron en la embajada de Estados Unidos en Irán  el 4 de noviembre de 1979 tomando como rehenes a 52 americanos allí presentes. En los escasos minutos que mediaron desde el momento en que los militantes franjearon las puertas de la embajada hasta llegar a las oficinas administrativas, los empleados y el personal jerárquico se apresuraron a triturar e incinerar cualquier tipo de material comprometedor.  En esos caóticos instantes,  seis diplomáticos logran escapar encontrando refugio en la residencia del embajador canadiense Ken Taylor (Victor Garber) donde habrían de permanecer por espacio de casi tres meses.

Después del estupor inicial que los acontecimientos provocaron en Washington bajo la presidencia de Jimmy Carter, a medida que transcurrieron los días y las primeras semanas sin que el conflicto se solucionara, el Departamento de Estado con la colaboración de la CIA decidió que urgía emprender una operación de salvataje de los asilados en la embajada canadiense, porque de sospecharse su presencia en el lugar por parte del régimen iraní se corría el gran riesgo de que fuesen capturados y ejecutados.

Basado en situaciones fehacientemente documentadas y  en la información proveniente de archivos desclasificados por la CIA  hace pocos años,  el film ilustra una historia verídica tan increíble que supera a cualquier fantasía entreverada que se pudiera concebir. El plan de rescate en las instalaciones de la Central de Inteligencia fue urdido por  Tony Méndez (Ben Affleck), uno de sus agentes, quien propuso implementar un proyecto tan original como audaz.

La idea consistió en hacer creer al gobierno iraní que una productora canadiense estaba interesada en rodar un film de ciencia ficción en Irán y que los asilados americanos en la embajada canadiense formaban parte del equipo de filmación.  Aprobada la idea de Méndez, éste comienza a urdir toda una maquinaria publicitaria en la revista “Variety” –publicación mundialmente conocida sobre la industria del cine y el mundo del espectáculo- para hacer conocer Argo, el  ficticio film de ciencia ficción que comenzaría a rodarse en Irán.  Entre los más importantes colaboradores de la supuesta película se encuentra el productor Lester Siegel (Alan Arkin) quien se toma muy a pecho la responsabilidad de “filmar” esa fantasía de aventura, y el  maquillador John Chambers (John Goodman).

Lo que valoriza al film es la forma en que Affleck cuenta esta historia que a  pesar del telón dramático que la envuelve contiene una apreciable dosis de humor; en efecto,  en ciertos momentos el relato abunda en situaciones eficazmente amenas donde uno cree que está asistiendo a una comedia chispeante. Eso no implica que la tensión esté ausente; por el contrario, a medida que se va acercando el momento del desenlace el clima de suspenso logrado es muy efectivo, obtenido a partir de  eventos realistas y sin tener que acudir a  forzadas explosiones de violencia que son la norma para este tipo de filmes.

Otro aspecto que jerarquiza a Argo es la recreación de época: si bien la filmación tuvo lugar en Turquía en lugar de  Irán,  Affleck demostró tener un buen ojo para el cuidado de los mínimos detalles a fin de brindar una extraordinaria autenticidad a lo que se está presenciando; eso queda reforzado con un valioso material de archivo donde están presentes el presidente Carter, el ayatollah Khomeini,  los destacados periodistas de Estados Unidos Walter Cronkite, Tedd Koppel y Mike Wallace; en conjunto, todo ello configura estar contemplando un excelente documento de aquellos años.

La interpretación en líneas generales es muy buena. Si bien Affleck  brinda una composición natural aunque quizá peque por ser un tanto contenida, causa enorme placer contemplar a Arkin y  Goodman que se roban el film en cada escena en que aparecen. No menos importante es el equipo secundario de actores que aunque no conocidos ofrece una composición completamente natural de sus respectivos personajes, destacando entre los mismos a Kerry Bishe, Kyle Chandler, Rory Cochrane, Christopher Denham, Tate Donovan,  Clea DuVall, Victor Garber, Zeljko Ivanek, Scoot McNairy, Chris Messina, Michael Parks y Taylor Schilling.

Nadie hubiera previsto que el carilindo de Affleck llegaría a ser tan eficiente detrás de las cámaras. Si esta tendencia continúa, se habrá dado el  caso de una persona que sin haber llegado a impresionar mayormente como actor se convierte en un gran director de la nueva generación.

Conclusión. Sin que alcance un nivel de perfección, Ben Affleck ofrece un muy buen thriller político, expresado con inteligencia, sutileza y excelente humor. A pesar de que su desenlace no proporcione mayor sorpresa por haber sido del dominio público, la audiencia asiste a un espectáculo de calidad donde la genuina emoción se combina con dos horas de eficaz entretenimiento. Affleck demuestra cómo se puede hacer un cine de calidad que satisfaga a la gran masa de espectadores en procura de legítimo entretenimiento.

Tyler Perry en ALEX CROSS

 ALEX CROSS. Estados Unidos, 2012. Un film de Tim Grierson

Si bien Tyler Perry es un nombre que en los últimos años ha cobrado notable popularidad en su condición de  director, guionista y actor, en este film de Tim Grierson se limita a solamente a actuar y cumplir lo que le exige el  opaco guión de Marc Moss y Kerry Williamson; aunque ciertamente no desluce, tampoco puede salvar a este relato de su mediocridad.

Basado en la novela Cross de James Patterson, Perry es Alex Cross un inteligente detective policial de Detroit que trabaja junto a sus dos asociados, Thomas Cane (Edward Burns) y Monica Ashe (Rachel Nichols). El aspecto que mueve el motor del film es la presencia de un asesino serial (Matthew Fox) que aparentemente tiene como móvil el ataque a la gente más rica y de mayor influencia de la ciudad. No hay nada que distinga a este relato de innumerables otros sobre el mismo asunto. En este caso, la mínima intriga reside en saber cómo el inteligente y racional detective enfrentará al sádico monstruo quien lo atormenta con sus siniestros llamados telefónicos.  Si bien para Alex cazar al asesino se convierte en una obsesión personal, el enfrentamiento final que tiene lugar en el decadente Teatro Michigan   no depara  ninguna sorpresa ni tampoco verdadera emoción, aunque es posible que pueda satisfacer a los adictos del género.  Con excepción de  algunas contadas escenas familiares que Alex comparte con su devota esposa (Carmen Ejogo) quien está esperando al tercer hijo,  no hay mucho en el relato que infunda calidez o ternura.

Conclusión: Un film deslucido y prescindible

Adam O’ Brian personificando a Frédéric Bourdin en THE IMPOSTER

 THE IMPOSTER. Estados Unidos,2012. Un documental de Bart Layton

Hay una expresión inglesa denominada “stranger than fiction” que hace alusión a aquellas situaciones en donde la realidad resulta más extraña que cualquier ficción elaborada en base a situaciones improbables o rebuscadas. Eso puede ser aplicado al presente documental porque si se hubiera tratado de una historia de ficción el film habría sido fuertemente cuestionado por su absoluta falta de credibilidad. Aquí asistimos a un documental cuyo interés descansa precisamente por su premisa completamente irrealista y por la manera  en que el realizador Bart Layton se las ingenió para utilizar el material que tenía en sus manos  para  elaborar un  film de máximo suspenso que sin duda alguna Hitchcock se habría deleitado viéndolo.

Todo comienza a mediados de 1994  cuando Nicholas Barclay, un chico de 13 años de edad del estado de Texas súbitamente desaparece sin dejar rastro alguno.  De inmediato, la acción se traslada tres meses y medio después a Linares, una aldea del sur de España, donde las autoridades locales notifican que  el adolescente ha sido ubicado. No cometo indiscreción alguna al señalar algo que se refleja en el título del film y que de ningún modo Layton trata de disimular u ocultar. Así, el espectador inmediatamente se da cuenta que se enfrenta con un extraordinario impostor que  justifica su desaparición diciendo que había sido secuestrado  y que sus captores lo han sometido a una continuada tortura física y emocional.

El documental que está estructurado  dramatizando situaciones con actores verdaderos,  va informando al espectador que el impostor, el espectador sabe que el supuesto desaparecido  que finge ser Nicholas, es Frédéric Bourdin, un muchacho  francés de origen argelino con un pasado delictivo que ha vivido toda su vida fabulando y adoptando diversas personificaciones;  en ese mundo de fantasía él mismo llega a ser un damnificado más. Volviendo al punto de partida es necesario dejar establecido algunas características del embaucador. Es 7 años mayor que Nicholas, tiene piel oscura en tanto que Nicholas es rubio, posee ojos negros en tanto que los del adolescente desaparecido son celestes, además hay que considerar que las cejas del farsante son notoriamente más espesas y que posee una dicción que de ningún modo responde al inglés natural  hablado por el ciudadano del medio oeste americano. Cuando una de las hermanas de Nicholas llega a España para recoger al muchacho y retornarlo al seno del hogar familiar, el espectador se queda atónito al comprobar que  ella no guarda sospecha alguna y da por hecho que Frédéric es realmente Nicholas. Por si eso no fuese suficiente, cuando ambos llegan a San Antonio, los familiares lo acogen sin cuestionar ninguno de los rasgos físicos o emocionales completamente diferentes a las del desaparecido. ¿Cómo es posible que ni siquiera la madre dude sobre la identidad de su hijo  a pesar de que por instinto maternal resultaría imposible de ser engañada? La única explicación, medianamente “racional”,  es que a pesar de las objetivas y marcadas diferencias existentes entre Nicholas y su doble, la familia al haber estado tan desesperada por la ausencia del menor se aferra a la idea de que Nicholas logró salvar su vida dejando atrás las  miserias infligidas por sus  “raptores”.

La segunda parte del film hace que el público  se convierta en un investigador más, tratando de imaginar cómo la impostura podrá ser descubierta y cuáles serán los efectos de la misma. En tal sentido, Layton proporciona algunas vueltas de giro -en parte alimentadas por un investigador privado que se apasiona con el caso- donde el documental adquiere el tono de un excelente thriller.

Lo cierto es que Nicholas Barclay jamás reapareció y nada se sabe de su paradero aunque judicialmente el caso esté cerrado. Eso no implica que cada espectador pueda sustentar su propia teoría sobre lo ocurrido y especialmente sobre si realmente la familia de Barclay era tan ingenua como se supuso para creer en la impostura de Frédérick o si hubo algunos intereses para hacer creer que Nicholas reapareció.

Conclusión: Un excelente documental sobre un caso real donde la verdad de los hechos nunca quedó esclarecid

 

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