Despiden a un funcionario de prisión
Despiden a un funcionario de prisión
ONTARIO.- La prisión de mujeres de Ontario Gran Valley, envuelta en una espinosa polémica desde que en 2007 se suicidase la presa Ashley Smith, diagnosticada con un trastorno mental, vuelve ahora a ser el centro de otro escándalo.
Uno de los oficiales senior de la cárcel ha sido relegado de su puesto por ofrecer drogas a las reclusas a cambio de favores sexuales. El acusado es uno de los jefes de sección de la cárcel. Los trabajadores del centro penitenciario ya han abierto una investigación interna.
Wendy Smith, portavoz de la prisión, se limitó a confirmar los hechos este lunes por la mañana pero no quiso entrar en detalles y explicó que se tendrán más noticias a medida que la investigación avance.
“Estamos en medio del proceso y el Servicio Correccional Canadiense (CSC en sus sigla en inglés) no cree oportuno revelar detalles hasta que no acabe todo”, apuntó. Smith también informó de que la policía no se encargará de la investigación, sino que se llevará acabo por trabajadores del centro.
Desde la Unión de Oficiales de Prisión Canadiense, entidad encargada de representar a los guardias de las prisiones federales, también rechazaron hacer cualquier tipo de declaración. “Hasta que no conozcamos todos los datos y detalles no diremos nada”.
Pese al hermetismo que, de momento, rodea al caso una reclusa informó a la Asociación Canadiense de Elisabeth Fry (CAEFS), organización que vela por los derechos de los presos, que a ella le han propuesto hasta en dos ocasiones ese tipo de “intercambios”.
Esta fuente también explicó que el guardia en cuestión fue descubierto mientras mantenía relaciones sexuales con una de las internas.
“Ya he oído de tres personas diferentes que este tipo de prácticas son habituales en la cárcel”, dijo Kim Pate, directora ejecutiva de CAEFS. “Los oficiales les ofrecen a las mujeres drogas o tabaco a cambio de sexo”.
Pate considera básico que se lleve a cabo una investigación externa pues considera que los hechos se minimizarán si sólo se ocupan del caso excompañeros del acusado, tratando los escándalos sexuales como “faltas laborales o indisciplina” y no como crímenes.
“Nunca sabremos lo que ocurrió”, abundó Smith. “En el pasado ha habido casos de mayor gravedad, en los que se demostró que incluso hubo violaciones, y nunca fueron considerados como tales por los encargados de estudiar el caso”.
El problema, según explicó la directora de CAEFS, es que muchas presas no consideran abuso sexual mantener relaciones con sus guardias a cambio de regalos, pero sí lo es porque los funcionarios de prisión se valen de la enorme diferencia de poder que tienen respecto a las presas para obtener su propósito, dijo.
Además, en muchos casos, los oficiales tampoco consideran delito practicar sexo con las presas si no hay drogas de por medio, afirmó Smith.
Howard Sapers, investigador de los correccionales canadienses, ha confirmado estar revisando la información de CEFS y considerando si ordenador o no una investigación propia.
“No es la primera vez que escucho testimonios como este, si se confirman tendremos que hacer todo lo posible por castigar a los culpables y no permitir que se nos escape información”.
De esta manera la cárcel Gran Vallery se enfrenta otra polémica además de la relacionada con la muerte de Ashley Smith, que sigue sin resolverse después de dos años retrasando el juicio.
Los médicos que trataron a la adolescente, luchan ahora por librarse de la investigación judicial. Los tres doctores (dos psiquiatras y un médico general) argumentan que los objetivos de la investigación son inconstitucionales porque incluyen hechos ocurridos fuera de Ontario.
Esta polémica retrasó aún más el juicio, lo que enfureció a la familia de Ashley Smith, quienes afirman que los médicos están tratando de librarse de su responsabilidad en la muerte de Smith.
“Esto ya es demasiado para los miembros de la familia. Están abatidos.”, dijo el abogado de la familia Julian Falconer. “¡Qué triste que las cosas tengan que ocurrir así!”, lamentó.
Smith, de 19, y natural de Moncton, NB, pasó los últimos 11 meses de su vida entrando y saliendo de centros penitenciarios, en muchos de los cuales permanecía en régimen de aislamiento.
La joven murió ahogada dentro de su celda por la presión de una tira de tela, en la institución federal Grand Valley para Mujeres, en Kitchener, Ontario, en octubre de 2007, después de numerosos episodios de
autolesión.
Todo indica que fue un suicidio, lo que deja en mal lugar a los profesionales que la trataron, pues sabiendo que era una paciente con tendencias suicidas, no pusieron las medidas de prevención necesarias para evitar la tragedia.
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