Winnipeg celebra una vigilia en honor a una de las pequeñas asesinadas en Newtown
Winnipeg celebra una vigilia en honor a una de las pequeñas asesinadas en Newtown
WINNIPEG.- Una vigilia ha tenido lugar este lunes por la noche en la Universidad de Winnipeg para recordar Ana Marquez-Greene, una niña de 6 años de edad que fue una de las víctimas del tiroteo masivo que tuvo lugar el viernes pasado en una escuela primaria en Newtown, Connecticut.
Este martes por la noche, otra vigilia similar tendrá lugar en la Universidad de Manitoba.
La joven era uno de los 20 estudiantes y seis miembros del personal que murieron en la Escuela de Primaria “Sandy Hook”. La mala fortuna quiso que la pequeña se trasladase, junto al resto de su familia, desde Winnipeg, su ciudad natural, a Newtown el pasado julio.
Las autoridades determinaron más tarde que el autor de los disparos, un joven de 20 años de edad, abrió fuego dentro de la escuela para después suicidarse.
Alys-Lynne West, vecina que pasó mucho tiempo junto a la familia Marquez-Greene cuando todavía vivían en Winnipeg, describe a la niña como “una pequeña bola de fuego de energía, candor y belleza”.
“Era curiosa, inquieta, inteligente y muy cariñosa” recordó la vecina visiblemente conmovida.
Otro amigo de la familia, Steve West, se refirió a Ana como una “niña especial”.
“Era una hermosa niña que tenía un espíritu juguetón”, dijo.
Abby, la hija de Karen Schroeder, otra vecina de la familia, era muy amiga de Ana y ahora está luchando por aceptar su muerte.
Schroeder dijo que estaba de compras con su hija durante el fin de semana y que ésta señaló un juguete que simulaba ser copo de nieve y dijo: “Mira mamá, Ana”.
“El globo de nieve tenía una pequeña bailarina negra con alas de ángel y vestida con un tutú rosa. Para la fiesta de cumpleaños de mi hija, Ana llegó vestida de ballet”, dijo Schroeder, conteniendo las lágrimas.
Ella describe a Ana como una niña llena de música y que “comenzaba a bailar allí donde iba”.
Los Marquez-Greene tienen una fe profunda que les está ayudando a hacer frente a la tragedia, según cuentan familiares y conocidos. También han agradecido todo el calor y apoyo recibidos desde Winnipeg. Schroeder dijo que Ana ahora estaba “en el paraíso.”
El hermano de Ana, Isaías, de nueve años de edad, también estaba en la escuela, pero logró escapar del tiroteo.
Su padre, Jimmy Greene, es músico de jazz y trabajó durante tres años como miembro de la Facultad de Música de la Universidad de Mannitoba antes de mudarse a Connecticut.
Su madre, Nelba Marquez-Greene, había trabajado como terapeuta familiar de la Universidad de Winnipeg.
La familia ha compartido en Facebook un vídeo de Ana e Isaías mostrando a ambos hermanos cantando y tocando el piano.La familia al completo.
Newtown inicia la difícil tarea de enterrar a los más pequeños de la masacre
Newtown (EE.UU.).- Mientras trata de recuperarse de una de las peores masacres de la historia de Estados Unidos, la pequeña ciudad de Newtown comenzó este lunes la triste y difícil tarea de enterrar a los más pequeños fallecidos en el tiroteo con los funerales de Jack Pinto y Noah Pozner, ambos de seis años.
Los habitantes de Newtown volvieron a mostrar su incondicional apoyo a las familias de las víctimas reuniéndose masivamente a las afueras de la casa de funerales Honan, donde se llevaba a cabo un servicio en memoria del pequeño Pinto, un fanático del jugador de fútbol americano Víctor Cruz, de los New York Giants.
En su honor, Cruz escribió el domingo en una de sus botas “Jack Pinto, mi héroe” y en otra “R.I.P Jack Pinto”.
Para celebrar su corta vida, algunos de los que allí se reunieron este lunes se vistieron con sudaderas de ese equipo de fútbol americano, y, de nuevo a pesar de la lluvia y el frío, ofrecieron su cariño a los familiares de las víctimas con velas, osos de peluche y mensajes de apoyo.
Tras la ceremonia en esa casa de funerales, que celebrará al menos otros once velatorios en los próximos días de las víctimas de la matanza, el pequeño cuerpo de Pinto fue enterrado en el cementerio Newtown Village Cemetery.
También muchos se congregaron a las afueras de la casa de funerales Abraham L. Green and Son, en la vecina Fairfield, donde se celebraba el servicio en memoria de Pozner, quien, según su tía, podía “conseguir lo que quisiera simplemente con batir sus largas pestañas y mirarte con sus grandes ojos azules”.
El triste proceso continuará con el velatorio de James Mattioli, de seis años, que será enterrado mañana al igual que Jessica Rekos, de su misma edad, mientras que para el miércoles están previstos los de los pequeños Chase Kowalski y Catherine V. Hubbard, así como de la directora del colegio, Dawn Hochsprung, y la profesora Victoria Soto (esta última en la cercana Stratford).
Mientras tanto, las escuelas seguían este lunes cerradas por la tragedia del viernes, cuando el joven Adam Lanza, de 20 años, disparó hasta en cuatro ocasiones a su madre en la enorme casa de Newtown en la que vivían y después se dirigió al colegio Sandy Hook, donde acabó con la vida de otros seis adultos y 20 niños de 6 y 7 años.
Este martes se reanudarán las clases en los colegios de la zona, pero no en Sandy Hook, que sigue siendo una escena del crimen bajo investigación y que podría no volver a abrir sus aulas jamás, por lo que sus estudiantes serán trasladados a un centro de primaria cercano.
La tragedia ha reabierto, además, el debate en Estados Unidos sobre la seguridad en los centros de enseñanza y en concreto sobre la necesidad o no de armar a sus guardias de seguridad, un extremo sobre el que los ciudadanos de Newtown tenían opiniones encontradas.
“Hay diferencias, hay gente que no querría tener a alguien armado en el instituto, pero también es verdad que podría tranquilizar las cosas ahora”, dijo Jamie Dunkin, de 16 años y estudiante del centro de enseñanza media de Newtown, donde se celebró el domingo la vigilia con el presidente de EE.UU., Barack Obama.
Desde uno de los memoriales que se han creado en esta población para recordar a las víctimas del tiroteo, Dunkin reconoció que mañana sentirá “algo de miedo y nervios” cuando tenga que volver a clase “porque todo es posible, puede haber imitadores y hemos visto otros colegios cerrándose porque está pasando lo mismo”.
Precisamente hoy las dos escuelas de la localidad de Ridgefield, también en Connecticut, tuvieron que cerrar brevemente cuando los vecinos alertaron a la policía de la presencia de un hombre sospechoso que parecía portar un rifle en el hombro, aunque el incidente resultó ser una falsa alarma.
“No importa si es una escuela primaria, media o una universidad, (los guardias de seguridad) deberían estar siempre armados porque nunca sabes lo que puede pasar”, dijo también a Efe Vicky Alevreas, una madre de 34 años que viajó desde el neoyorquino barrio de Queens hasta Newtown para ofrecer su apoyo a los afectados por la masacre.
Mientras tanto, la policía continúa con la investigación para tratar de esclarecer qué ocurrió exactamente el pasado viernes y anunció que son dos, y no uno como se había dicho inicialmente, los adultos que resultaron heridos en el colegio Sandy Hook durante el tiroteo.
“Los investigadores hablarán con ellos cuando estén recuperados y arrojarán mucha luz sobre los hechos y las circunstancias de esta trágica investigación”, dijo en una rueda de prensa el teniente Paul Vance, de la policía estatal de Connecticut.
El gran interrogante sigue siendo todavía qué motivo llevó a Adam Lanza, un joven “brillante” pero “callado y tímido”, como le han definido a Efe sus conocidos, a cometer el pasado viernes esta terrible matanza.
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