Declara la trabajadora social que no consideró “grave” la denuncia contra la madre de Phoenix Sinclair
Declara la trabajadora social que no consideró “grave” la denuncia contra la madre de Phoenix Sinclair

Dos trabajadores del centro fueron a la casa unos días más tarde y la abandonaron sin ver a Phoenix, quien fue golpeada hasta la muerte por su madre y el novio de ésta tres meses más tarde.
WINNIPEG.- Este lunes ha sido la última oportunidad para que la trabajadora social de Manitoba, Jacki Davidson, encargada de vigilar a la pequeña Phoenix Sinclair y a su familia, demuestre que podía haber hecho algo más para impedir la muerte de la niña.
En marzo de 2005 un padre adoptivo transmitió al centro de servicios sociales en la que explicaba que la pequeña Sinclair, que entonces contaba con cuatro años de edad, estaba siendo maltratada por su madre, que la había encerrado en una habitación.
Jacki Davidson fue la asistente social que atendió a esa llamada.
Davidson dice que decidió que la llamada no era lo suficientemente grave como para justificar una visita de emergencia a la casa ese día.
En su lugar, pasó la denuncia a una unidad de intervención de crisis para que la tuvieran en “consideración”.
Dos trabajadores del centro fueron a la casa unos días más tarde y la abandonaron sin ver a Phoenix, quien fue golpeada hasta la muerte por su madre y el novio de ésta tres meses más tarde.
Además, los jueces que llevan a cabo la investigación sobre la muerte de la pequeña de cinco años Phoenix Sinclair han escuchado, de parte de una de las testigos, que meses antes de que la madre de asesinase brutalmente a su hija, ésta obligaba a la niña a que se humillase a sí misma.
“Samantha le obligaba a su hija a que le imitase y repitiese lo que ella decía. La madre decía ‘Phoenix di que eres una perra” y luego la niña lo repetía”, declaró ante el juez una amiga de Samantha Kematch este miércoles.
La testigo no puede ser identificada, como tampoco pueden serlo el resto de personas que han declarado durante el juicio así como aquellas que denunciaron los hechos a los trabajadores sociales.
La amiga de la madre dijo durante su testimonio que el trato de Kematch a Phoenix no era el correcto. Y puso como ejemplo que la madre fumaba crack delante de la niña, y que a veces la encerraba bajo candado en una de las habitaciones de la casa.
La testigo también explicó que Samantha devolvió todos los regalos de Navidad que la pequeña había recibido cuando ya los había abierto.
“Ella dijo que Phoenix era demasiado mala y no los merecía”, recordó la testigo.
La amiga también reconoció que le preocupaba el novio Kematch y recordó que la pequeña se tocaba con frecuencia los genitales y se orinaba mucho mientras dormía, lo que tomó como una señal de que McKay se podría estar abusando sexualmente de la niña.
La amiga de la madre también apuntó que llamóa a los servicios sociales a principios de 2005 pero que los trabajadores que le atendieron parecían reacios a actuar.
“La trabajadora me preguntó cuál era mi nombre y yo le dije que prefería permanecer en el anonimato. Ella dijo que a menos que le diese mi nombre, no podía tomar en serio la queja”.
La joven replicó que quería permanecer en el anonimato porque estaba asustada por la reacción que Kematch tendría si le descubría.
McKay, el novio de la madre, tiene un largo historial de violencia doméstica, incluyendo golpear a una ex novia con el grido de un lavabo del baño.
A principios de 2005, la familia se mudó a una casa en el río Fisher al norte de la ciudad. Kematch estaba cansado de lidiar con los trabajadores sociales y quiso huir, declaró su amiga.
En junio de ese año, Kematch y McKay mataron a golpes a la pequeña de 5 años de edad en el sotano de la casa. La enterraron en una fosa improvisada y fingieron que Phoenix todavía estaba viva.
La muerte no fue detectado hasta nueve meses después. Kematch y McKay fueron posteriormente condenados por asesinato en primer grado.
Los trabajadores sociales le quitaron la custodia de Phoenix a sus padres en varias ocasiones durante la corta vida de la pequeña. La última vez que los servicios sociales reclamaron a la pequeña fue en el año 2003, cuando la madre celebró una fiesta en la que participaron miembros de
pandillas urbanas sospechosos de portar armas.
Otros testigos explicaron durante el juicio que la pareja golpeaba con frecuencia a la niña, que una vez le dispararon con una escopeta de aire comprimido y que le obligaban a comer su propio vómito.
La investigación aún tiene que profundizar en por qué los trabajadores de bienestar infantil sacaron a Phoenix del lugar de acogida en el que se encontraba y se la devolvieron a su madre.
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