De adicto ADICTO
De adicto ADICTO
Esta enfermedad es de pérdidas y de fondos
Muchas gracias a todas las personas que me hacen el favor de escribir y que tengo el gusto de contarles y de atender sus dudas. Al empezar este artículo, aquí en mi despacho, son las 7 de la mañana con 23 minutos y tengo que acordarme de muchos días como hoy en los que yo me había pasado la noche bebiendo y drogándome, no dormía y llegaba a las 8 de la mañana a los restaurantes de los hoteles, los meseros, me servían jugo de naranja con vodka, a esa hora, desde muy temprano, yo seguía en la fiesta, sin darme cuenta de lo que el alcohol me estaba robando, como la pérdida de mi imagen, mi dignidad, la pérdida de mis valores, aunque a mí se me hacia una gracia tomar a escondidas a tempranas horas de la mañana, hoy sé que no es otra cosa más que el síndrome del teporocho, del drogadicto que no quiere parar y se torna irresponsable. He visto, a muchos morir de cirrosis hepática, de ataques epilépticos, morir de paros cardiacos, morir de mil formas y todo por no haber detenido su compulsión ante el alcohol.
TESTAMENTO DE UN ALCOHÓLICO
DEJO a la sociedad un carácter detestable un ejemplo funesto y una memoria odiosa…
DEJO a los autores de mis días, un dolor que no sé cómo podrán soportar en su vejez…
DEJO a mis hermanos toda la vergüenza y el sentimiento que les causé con mi manera de vivir…
DEJO a mi esposa un corazón quebrantado y una vida de dolorosa miseria…
DEJO a cada uno de mis hijos pobreza, ignorancia, embrutecimiento y el triste recuerdo que su padre murió víctima de la Embriaguez…
Alguien me dejó este mensaje en mi escritorio, no me cayó el veinte, otros compañeros me dieron el mensaje del programa de Alcohólicos Anónimos, me invitaron a sus juntas y los ignoré, incluso, tres de ellos que fueron a mi casa, tuve la desfachatez de ofrecerles de tomar y de servirles tres vasos de Vodka Tonic, yo tenía un concepto totalmente equivocado de lo que es la fraternidad, mi negación era del tamaño del estadio Azteca, no aceptaba que tenía serios problemas por mi manera de beber, que mi vida se había vuelto ingobernable y que ya estaba tocando fondos y registrando pérdidas, que la vida que le estaba dando a mi esposa y a mis hijos, era prácticamente el infierno
¿Me conoces?
Soy el príncipe de todas las alegrías. El compañero de todos los goces humanos y mundanos. El mensajero de la muerte. El rey que gobierna al mundo. Un mundo muy mío. En cuyo reinado soy el amo. Estoy presente en todas partes. En todas las ceremonias. Ninguna reunión es tal sin mi presencia. Fabrico adulterios, hago nacer en los corazones, pensamientos negros y criminales. A jóvenes y adultos los hago inmorales y los contemplo satisfecho. Soy el padre de la corrupción, de la desgracia. Enveneno la rasa y la sangre. Mancho los hogares, traigo el envilecimiento y la depravación, la locura, el crimen, el suicidio. Yo acabo con la familia. Ocasiono conflictos en todos los países. Y entre todos los hombres crímenes y desgracias. En los hogares hago nacer niños raquíticos y retardados. Yo soy causante de las enfermedades más dolorosas e incurables. Aspiro a ver al mundo en un hospital en un manicomio, en presidios. Porque yo, Nazco en todas partes. Mi patria es la tierra. Mis esclavos los hombres y mujeres. Mi casa el infierno. Yo soy el rey. Su majestad el alcohol.
La Saliva del Diablo
Hace unos años, presenté en el Teatro de la Ciudad, de Chihuahua, México, mi primer libro sobre adicciones que reúne testimonios muy crudos de adictos y adictas, muchos de ellos, los que generosamente me regalaron su historial, murieron y cuando entro a la dinámica de preguntas y respuestas, una señora, me pregunto.- ¿Ernesto, porqué el título de La Saliva del Diablo, no se te hace algo muy fuerte? Le respondí.- Mira, pregúntale a la esposa de un alcohólico, de cómo es el vivir con un hombre borracho, celoso, mandón, neurótico, déspota, lleno de defectos de carácter, pregúntale a ver si no es el mismito infierno, pregúntale a la mamá de un drogadicto, como sufre de noche cuando su hijo no aparece, la angustia y la tristeza al verlo como se desmorona, como se desintegra ante la maldita droga, el cómo se comporta, violento, neurótico, que reta a golpes a su padre y es capaz de darle patadas a su madre, pregúntale entonces, si esta enfermedad, no es prácticamente, la saliva del diablo. Por tu atención muchas gracias ernestosalandia@gmail.com Sigue mi huella en Twitter teo_luna Visita mi librería virtual crisiscreces.com Tel. 410-0158.
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