Cristina Kirchner lucha hasta el final para evitar su derrota más dura
Cristina Kirchner lucha hasta el final para evitar su derrota más dura

Cristina Fernández de Kirchner, en un acto de campaña en La Matanza, Buenos Aires, el 14 de octubre.
Si uno mira la superficie de la información argentina, la que manejan los círculos del poder, todas las encuestas relevantes publicadas y no publicadas, las percepciones de los analistas, el ambiente empresarial, sindical y político, la conclusión es clara: Cristina Fernández de Kirchner está a punto de sufrir una derrota en las elecciones legislativas del 22 de octubre, dentro de una semana, cuando compite por ser senadora por Buenos Aires, que marcará muy probablemente su declive definitivo y consolidará el poder de Mauricio Macri, que dominará así el país con una oposición muy debilitada.
La consolidación del poder del presidente es un hecho. Pero hay otra cosa en juego en estas elecciones: quién liderará la oposición. Cristina Kirchner ha vuelto con ese objetivo, ser la jefa de la oposición. Y todos los peronistas que aspiran a ese puesto, que son varios, entre ellos algunos destacados como el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, se están moviendo para que ella pierda el domingo 22 y así poder ellos aspirar a ser el candidato que se opondrá a Macri en 2019. Por eso la expresidenta necesita una victoria o al menos una derrota por la mínima para evitar que sea el propio peronismo, un movimiento creado por y para el poder que no acepta perdedores, la devore rápidamente. Ante esta posibilidad de derrota, ella ya está empezando a señalar que “la transparencia de los comicios no está garantizada”.
Pese a que se juegan tantas cosas, la campaña transcurre en sordina, sin gran entusiasmo, porque la mayor parte del poder argentino ya da por hecha la victoria. De hecho, Macri está tan crecido que está rompiendo con todos los manuales de campañas electorales. Ha anunciado abiertamente que después de los comicios habrá una fuerte subida de tarifas, esto es que a la gente le subirá la luz, el gas, el combustible, el agua. Y ni siquiera eso le ha hecho caer en las encuestas. Por si fuera poco, ha admitido que está encima de la mesa la posibilidad de una reforma laboral para bajar el costo argentino, aunque insiste en que no será ni mucho menos tan radical como la polémica reforma brasileña. Además se ha puesto en campaña contra las “mafias sindicales” y ha dejado caer que tiene una lista con 562 personas que son las que impiden el crecimiento del país con sus frenos en distintos sectores.
Macri está muy confiado porque todos los analistas señalan que la ola a su favor es imparable en este momento. Solo un dato en la última semana ha mostrado que aún se le podrían complicar las cosas: la inflación ha vuelto a repuntar, con el 1,9% mensual. Es precisamente esta inflación la que está machacando a los barrios populares donde Cristina tiene el corazón de sus votantes. La crisis económica es la última esperanza de la expresidenta para evitar la peor derrota de su larga y exitosa carrera política.

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