Detenidos por no dejar de ir al fútbol
Detenidos por no dejar de ir al fútbol
Dudaron si era creíble en una película, pero la realidad ha demostrado que se quedaron cortos. Cuando Juan José Campanella y Eduardo Sacheri escribieron el guion de El secreto de sus ojos hubo debate entre ellos. Podía parecer exagerado que un peligroso asesino buscado por la policía fuera al estadio a ver a su equipo, Racing. “Yo pensaba que era inverosímil”, recuerda Sacheri. La escena es inolvidable. La cámara baja desde las nubes hasta el estadio y el asesino es perseguido por Ricardo Darín y Guillermo Francella por las escaleras hasta ser atrapado en el campo de juego.
“Somos el grupo que más prófugos encuentra. Es difícil comprender cómo alguien con búsqueda y captura se mete a un River-Boca con 1.300 policías. Pero son así.
El argentino tiene tanta pasión que cuando quiere ir al fútbol nada lo para. Cuando los agarramos se entregan enseguida. Un policía me dijo que cuando a un barra o a este tipo de delincuentes le pedís su DNI lo desnudás”, cuenta Madero. El programa está pensado para no dejar entrar a los estadios a los 3.500 ultras que lo tienen prohibido por sus antecedentes violentos. Pero los datos se cruzan con los prófugos de la justicia y en la red caen asesinos y ladrones. Algunos intentan esquivarlo diciendo que no llevan el carné. Se les pide el número, y dan uno de un familiar. Puede ser peor. Un joven en Salta, un ultra que tenía prohibida la entrada, dio el de DNI de su tío. Pero estaba buscado por robo. Lo llamaron para que viniera a recoger a su sobrino detenido, y lo atraparon a él.
Otros tienen apoyos fuertes. Daniel Ifrán, buscado por violencia de género, amenazas y golpes a su exesposa, fue a ver a su querido Patronato de Paraná en Entre Ríos. Lo hizo acompañado de su hermano Octavio, director de la principal cárcel de la ciudad. Al comprobarse la solicitud de captura, el alto cargo quiso salvar a su hermano. Dijo que Daniel “ya había resuelto sus cuentas con la Justicia”, pero terminó detenido. Madero cuenta que empezaron los controles en las tribunas más baratas, y aparecían muchos delincuentes comunes. Ahora lo están extendiendo a las plateas y dan con alguno de guante blanco.
Pasión desbordada
Para Sacheri, un fanático del fútbol y uno de los escritores más respetados de su país, esta ola de detenciones explica muchas cosas. “Es una mezcla de una pasión desbordada, algo que no pueden controlar. Además, muestra que las instituciones no nos inspiran ni miedo, ni confianza, ni respeto. Los tipos creen que nunca los van a encontrar en una cancha”.
El fútbol es el último reducto de pertenencia de una sociedad desvertebrada por las crisis, explica Sacheri. “El conurbano de Buenos Aires ha tenido tal nivel de deterioro en los últimos 50 años que la identidad de los hombres se ha ido despojando de otros rasgos que antes eran más definidos, de clase, perfil laboral. Toda idea de progreso se ha ido diluyendo y el club es la gran reserva de identidad. ¿Vos qué sos en la vida? Sos hincha de Morón. Por eso caen de forma tan burda y van a la cancha con pedido de búsqueda”.
Sacheri está sorprendido por el enfoque positivo que dan los espectadores a esa escena de El secreto de sus ojos. “El asesino tiene una pasión por Racing pero también otra horrenda por esa mujer a la que acaba matando. La pasión cuenta con muy buena prensa, pero yo la quería reflejar como algo que puede ser muy destructivo, una cárcel”. Es ahí donde acaban estos hinchas empeñados en confirmar la escena clave de la película de Campanella.


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