La inesperada movilización masiva de la derecha dio el triunfo a Piñera en Chile
La inesperada movilización masiva de la derecha dio el triunfo a Piñera en Chile
Nadie lo había visto venir, pero la clave de la aplastante victoria de Sebastián Piñera en Chile está, según la mayoría de los analistas, en una inesperada movilización de la derecha, que superó su cota histórica en un país dominado en su etapa democrática por el centro izquierda. Piñera se llevó todo el aumento de participación, al contrario de lo que se esperaba. El presidente electo, que no tendrá mayoría en el Congreso, lanzó un discurso moderado para buscar aliados y no dar alas a la confrontación social que ya sufrió en 2011.
“Por un lado se movilizó la derecha que rechazaba las reformas de Bachelet, y que en primera vuelta no votó tanto porque pensaban que Piñera tenía la elección ganada. Pero por otro hay un voto menos ideológico que refleja mejor a esta sociedad más liberal, de consumo, menos consistente, lo que se ha llamado hijos de la modernización capitalista, que ven atractiva a Beatriz Sánchez pero votan después a Piñera. Él supo moverse hacia el centro en el final de la campaña, mientras Guillier se movía a la izquierda con Pepe Mujica”, sentencia el sociólogo y analista político Max Colodro.
Harald Beyer, director del Centro de Estudios Públicos (CEP) y exministro de Educación de Piñera, cree que el resultado demuestra que el malestar con las reformas de Bachelet que detectaban las encuestas era real, aunque en la primera vuelta el centro izquierda se ilusionó con una victoria. “Las encuestas detectaban una baja aprobación al Gobierno, especialmente en sectores medios. En este contexto las posibilidades del candidato oficialista eran muy reducidas. Hubo una mala lectura de la primera vuelta, con la idea de que un 55% reflejaba un apoyo al centroizquierda. Sin embargo, una parte relevante era un voto de castigo al Gobierno. Era difícil, por tanto, que ese voto fuese traspasado a Guillier”, asegura.
Piñera, que lanzó en la noche electoral un discurso muy moderado, que hablaba de proteger a los más débiles, de apoyar a los pueblos originarios, de no dar una marcha atrás radical a las polémicas reformas progresistas puestas en marcha por Michelle Bachelet, tiene ahora un enorme capital político y buscará una mayoría parlamentaria que no tiene con alianzas con diputados y senadores de centro izquierda. Logró por tanto una gran movilización de la derecha, pero no es previsible que haga un giro radical. Ni tiene espacio político para hacerlo ni es su estilo. Sobre todo porque teme que le pase como en 2011, cuando las protestas estudiantiles, germen del Frente Amplio, dominaron su mandato y dieron la vuelta al mundo.
“Hay una derrota moral, ideológica muy importante al centro izquierda”, resume Colodro, “pero la columna vertebral del desacuerdo profundo en Chile no se resuelve en estas elecciones. La sociedad está cruzada por un profundo desacuerdo del modelo de desarrollo. No hay consensos mínimos. Esta tensión se acabará reactivando tarde o temprano”, sentencia. Piñera logró un resultado espectacular y tendrá ahora mucha fuerza, pero la oposición al llamado milagro chileno y sus injusticias está esperando para reorganizarse.
UN TRASPASO EJEMPLAR
El sistema democrático chileno, que salió de una dictadura durísima hace menos de 30 años, dio de nuevo una muestra de su impecable funcionamiento en el fondo y en las formas, muy diferente al de otros países latinoamericanos. El recuento fue rapidísimo y transparente, en directo en televisión. En dos horas estaba casi todo acabado. Las cámaras transmitieron la amable llamada de la presidenta a su sucesor para felicitarlo y ponerse a su disposición. Ambos desayunaron juntos en casa de Piñera y los dos rivales electorales hicieron una comparecencia conjunta y se fundieron en un abrazo. Todo en un impecable espíritu democrático.


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