La madre de los Shafia admite que mintió a la Policía
La madre de los Shafia admite que mintió a la Policía
Tooba Mohammad Yahya declaró este martes ante el tribunal, en Kingston, que dijo a los agentes que había estado presente en el lugar donde ocurrieron las muertes para proteger a su hijo. La mujer está acusada, junto con su esposo y su hijo mayor, de asesinato en primer grado por las muertes de tres de sus hijas y de la otra esposa de su marido.

Tooba Mohammad Yahya, esposada, a su llegada este martes a la corte de Kingston, Ontario, donde está siendo juzgada. Foto: Lars Hagberg / CP
El Popular. Toronto.- Tooba Yahya, la mujer de origen afgano, residente en Montreal y acusada de asesinato en primer grado por la muerte de tres de sus hijas y de la primera esposa (en una unión polígama) de su marido, declaró este martes por la mañana en la corte de Kingston, Ontario, donde está siendo juzgada, que mintió a la Policía cuando dijo que había estado presente en el lugar donde ocurrieron las muertes.
Ante una sala llena de público, Yahya, de 41 años de edad, admitió que inventó la historia de que había estado en la esclusa del canal de Kingston donde fueron hallados, en junio de 2009, los cuerpos de sus hijas Zainab, de 19 años; Sahara, de 17, y Geeti, de 13, así como el de la co-esposa, Rona Amir Mohammad, de 50 años, porque temía que su hijo mayor, Hamed, acusado también de asesinato, al igual que su marido, fuese “torturado por la Policía”.
El fiscal preguntó que por qué había tenido esa impresión, si lo que los oficiales de la Policía Montada le habían dicho era que su hijo se iba a enfriar los talones (“cool his heels”, expresión que, en inglés, significa que alguien se va a ver obligado a esperar un largo tiempo) y a “beber agua helada” en la cárcel.
Yahya, que testificaba este martes ante la Corte por segundo día consecutivo, respondió que “por la forma en que [el oficial de policía] me estaba hablando, en lengua iraní, y por la forma en que le entendí yo, en mi lengua, pensé que iban a sumergirle en agua helada”.
Añadió que en ese momento creyó que si se ponía a ella misma en el lugar de los hechos su hijo no sería maltratado.
La mujer declaró a la Policía el 22 de julio de 2009 que había estado presente en el lugar de los hechos cuando el vehículo en el que viajaban las cuatro víctimas cayó al agua, y que se desmayó después de escuchar el impacto del coche, por lo que no podía recordar nada más.
Yahya dijo este martes que, más tarde, se dio cuenta de su error y que trató de explicárselo a la Policía al día siguiente: “Pensaba: ‘Tengo que decirle a la Policía que he mentido, y que lo he hecho por Hamed, y que nada bueno puede salir de todo eso’”, afirmó.
Tooba Mohammad Yahya; su marido, Mohammad Shafia, de 58 años, y el hijo mayor de ambos, Hamed Mohammad Shafia, de 20, se enfrentan a cuatro cargos de asesinato premeditado. Están acusados de haber dado muerte a tres hermanas adolescentes, hijas de Mohammad y Tooba, y a la otra esposa de Mohammad, Rona Amir.
Los cuerpos de las cuatro mujeres fueron hallados en un auto sumergido que fue encontrado en junio de 2009 en una esclusa del Canal Rideau, en Kingston.
La hija mayor de la familia mantuvo una relación con un joven paquistaní, lo que habría contravenido los deseos de sus padres, de origen afgano, y quienes, según la Fiscalía, desaprobaban el comportamiento de las adolescentes y que estas tuvieran novios.
Los acusados, residentes en Montreal, se han declarado inocentes y alegan que se trató de un accidente. La acusación mantiene que el accidente se simuló para encubrir los cuatro asesinatos, en lo que habría sido un ‘crimen de honor’.
La declaración que Yahya hizo a la Policía de que se encontraba en la esclusa del canal cuando ocurrieron los hechos se contradecía con la que la propia familia había realizado originalmente ante las autoridades, según la cual Zainab, una de las hijas, había cogido esa noche las llaves del coche en el hotel donde estaban pernoctando, y esa había sido la última vez que habían visto a las víctimas.
En su declaración de este martes, Yahya también trató de restar importancia a las escuchas telefónicas grabadas a su marido, en las que se le oye decir que iba a “cortar a las niñas con una cuchilla si alguna vez volvían a la vida”, y que esperaba que “el diablo se cagase sobre sus tumbas”.
Yahya dijo que su marido solo estaba enojado porque acababa de descubrir fotos de las chicas con sus novios, vestidas de un modo que él consideraba inapropiado, y que estaba usando una expresión común en Afganistán para manifestar rabia o enfado.
También negó tajantemente las teorías de que las muertes fueron consecuencia de un ‘crimen de honor’: “Durante los 21 años que estuve en Afganistán, nunca he visto a ningún padre o madre tan estúpido como para hacer algo así. El honor no puede restaurarse mediante un acto de violencia”, dijo.
El lunes, en el primer día de su declaración, Yahya negó todas las acusaciones, salvo la de que una vez se produjo un incidente de violencia física en el hogar, y desmintió los testimonios presentados por testigos de la defensa. Aseguró que la tolerancia era la norma en su casa y que sus hijas tenían muy pocas restricciones. También insistió en que, en contra de lo declarado por algunos testigos, su relación con Rona Amir, la primera mujer de su marido, era “muy buena”.
En este sentido Yahya negó que ambas mujeres fuesen rivales y afirmó que el matrimonio polígamo funcionaba bien.
De hecho, la mujer explicó a su abogado, David Crowe, que, tras el nacimiento en Kabul de su hija Sahar (una de las cuatro víctimas halladas en el canal), le dijo a Rona, quien no tenía hijos, que podía criarla como si fuera su propia hija.
Shafia se casó con Rona en 1979, y con Tooba en 1988.
Tooba insistió en que a lo largo de los años en los que la familia se fue alejando de Afganistán, residiendo primero en Pakistán, luego en Dubai y, finalmente, en Canadá, el matrimonio polígamo funcionó muy bien.
La testigo aseguró que, salvo ella, el resto de la familia no era especialmente religiosa. No asistían a la mezquita con regularidad y, según dijo, no existían en la casa reglas para las niñas acerca de, por ejemplo, cubrirse la cabeza con el tradicional velo musulmán, o ‘hijab’.
El juicio comenzó el pasado 20 de octubre, se suspendió durante tres semanas durante las vacaciones navideñas y se reanudó el pasado lunes. Se espera que se prolongue durante otras dos semanas más.
En el proceso se han vivido momentos muy intensos, incluyendo el visionado de vídeos grabados por la Policía durante los interrogatorios a los que fueron sometidos los acusados poco después de aparecer los cadáveres
Hasta ahora han declarado más de medio centenar de testigos, incluyendo varios presentados por la Fiscalía, que insistieron en la situación de violencia y represión en que vivían las hijas de los Shafia, incluyendo malos tratos físicos.
También testificó otro hijo de los Shafia, quien defendió a sus padres, y el propio Mohammad Shafia. El padre declaró que sus hijas eran “crueles” con él y se describió a sí mismo como un padre bondadoso y tolerante.
La autopsia realizada a las víctimas mostró que habían muerto ahogadas, pero la Fiscalía sostiene que fueron asesinadas y que luego las colocaron en uno de los dos vehículos en los que la familia (un total de 10 miembros) estaba regresando a Montreal tras unas breves vacaciones en las Cataratas del Niágara. También se ha indicado que el segundo vehículo fue utilizado para empujar el primero al Canal, lo que produjo daños en ambos automóviles y dejó pruebas cruciales.
Los tres acusados fueron detenidos tres semanas después de que apareciesen los cuerpos.