Madonna trae el revuelo y Polanski se desquita
Madonna trae el revuelo y Polanski se desquita

La cantante estadoundiense Madonna posa con la actriz británica Andrea Riseborough (izq) y la actriz australiana Abbie Cornish durante el pase gráfico de su segunda película como directora, "W.E.", que se presentó fuera de concurso en el 68 Festival Internacional de Cine de Venecia. Foto: Claudio Onorati / Efe

Madonna, acostumbrada a llamar la atención allá por donde va, no defraudó en la alfombra roja del Festival de Venecia, por donde desfiló con un llamativo traje y unas muy poco discretas gafas de sol. Foto: Claudio Onorati / Efe
Miguel Cabanillas / Alicia García de Francisco. Venecia (Italia).- Como si de uno de sus videoclips se tratara, la cantante estadounidense Madonna presentó ste jueves fuera de concurso en el 68 Festival Internacional de Cine de Venecia una muy coreografiada y musical segunda película como directora, “W.E.”, todo un canto a la liberación femenina.
La “reina del pop”, cuya vida está llena de romances y fracasos sentimentales, pone imágenes a la historia de la estadounidense Wallis Simpson, cuyo amor por Eduardo VIII le llevó a este a abdicar al trono inglés en 1936 y a quien plantea como ejemplo de búsqueda de la felicidad femenina.
Durante casi dos horas, un metraje quizá excesivamente largo para la trama, Madonna presenta la historia de Simpson en paralelo, ya en la época actual, con la de Wally Winthrop, una joven neoyorquina obsesionada con el personaje de la esposa de Eduardo VIII y quien será también reflejo de la lucha femenina al tener que superar un matrimonio en el que sufre maltrato físico y psicológico.
“Me identifico con ella (Simpson) en el sentido de que cuando las personas se convierten en famosos o iconos se reducen a un simple sonido, al que se le atribuyen unas cosas. Wallis Simpson no fue entendida. No fue entendida la elección del rey, porque a veces la gente afronta las circunstancias insólitas con miedo”, afirmó la cantante durante la rueda de prensa de presentación de la película.
“El mundo que se encontró Wallis era un mundo de belleza, pero también decadencia. Quería reflejar este mundo también en la época moderna, que se desarrollase en el mundo moderno, en un ambiente de belleza y glamour. Quería subrayar también que la belleza no tiene por qué garantizar la felicidad”, agregó.
“W.E.”, iniciales que responden a Wallis y Eduardo, pero evocan también al “nosotros” en inglés, lleva y trae al espectador de la Inglaterra de principios del siglo XX al Nueva York actual con dos historias en paralelo que hacen pensar que esta es una película muy personal dirigida por una cineasta a sus 53 años.
“No puedo dar un porcentaje. Siempre hay parte de mí en todo lo que hago. Decir que esta persona soy yo o lo que yo he vivido, no es justo. Las cosas fluyen a través de ellas mismas y lo que sale es un remanente de la experiencia personal, que a su vez bebe del entorno y de las influencias que he tenido”, apuntó Madonna.
Lo cierto es que la película, con una rica carga musical y que ofrece continuos bailes de cámara y de personajes con una coreografía propia de sus vídeos musicales, hace pensar que la historia personal de Madonna se encierra detrás de la de Wallis Simpson, esa estadounidense incomprendida que un día marchó a Inglaterra, el país adonde la cantante ha trasladado su residencia.
“En algunos momentos me he sentido una ‘outsider’. Cuando llegué a Inglaterra. Ahora ya no me siento así. Ahora me siento mucho mejor en Inglaterra y creo que (el país) me ha dado un gran apoyo en el caso de este filme”, indicó la cantante.
“W.E.”, producción británica acogida hoy con pocos aplausos por la prensa al final de su proyección y que incluye al personaje de Mohamed Al Fayed como secundario, cuenta con los actores Andrea Risenborough (Wallis Simpson), Abbie Cornish (Wally Winthrop), James D’Arcy (Eduardo VIII) y el guatemalteco Oscar Isaac.
Winthrop, personaje protagonista en la película de escenas de maltrato físico de una gran crudeza visual, luchará por conseguir sobreponerse a su desdichado matrimonio (Wallis Simpson se divorció dos veces antes de casarse con Eduardo VIII) tras conocer a un vigilante de seguridad ruso de Sotheby’s, al que da vida Isaac.
“Creo que el amor es imposible de describir o entender. Es como entender la naturaleza de Dios. Es una cosa intangible e inexplicable. Es lo que nos mueve a todos. Sin amor nada existe y no podemos hacer una historia de amor banal, puesto que ese amor no sería verdad”, afirmó Madonna.
La “reina del pop” reconoció el apoyo de Ritchie y de su también exmarido Sean Penn a su carrera como cineasta, en la que ya cuenta con el filme “Filth and Wisdom” (2008) y que, según ella, es algo que siempre había querido hacer, desde muy pequeña.
La presencia de Madonna en la Ciudad de los Canales, donde se aloja en el Hotel Bauer, ha revolucionado el Festival de Venecia, ya no solo por el ir y venir de fotógrafos en busca de la diva, sino también por el gran número de seguidores que desde primeras horas de este jueves aguardaban a la caza de un autógrafo.

Los actores John C. Reilly, Kate Winslet y Christoph Waltz posan durante la presentación de 'Carnage', el último trabajo del director Roman Polanski. Foto: Claudio Onorati / Efe
Ovación para Polanski
El Festival de cine de Venecia recibió este jueves con grandes aplausos la última película de Roman Polanski, “Carnage”, fantástica historia que se sostiene sobre los hombros de cuatro enormes actores: Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz y John C. Reilly.
Winslet, Waltz y Reilly homenajearon a Polanski, ausente del Festival, al que atribuyeron todo el mérito en el estupendo resultado de una película que funciona como un mecanismo de relojería y en el que cada frase y cada movimiento está estudiado hasta el más mínimo detalle.
“Es una historia increíblemente compleja en los detalles”, explicó Winslet en la rueda de prensa de presentación de la película, que compite en la sección oficial deVenecia.
Una historia sobre dos parejas que se enfrentan tras una pelea de sus hijos, de 11 años.
Y en la que, al desarrollarse casi en su totalidad en el salón de la casa de una de las parejas, hace que el trabajo de los actores sea aún más importante que en otros filmes.
“Los cuatro estuvimos muy implicados desde el primer día de los ensayos. Pero tuvimos la ayuda de un guión extraordinario”, indicó Winslet, que llevó la voz cantante de la rueda de prensa.
Dos semanas de ensayos les permitieron coger el tono y ritmo que Polanski quería dar a la película, algo alejado del de la pieza teatral que todos ellos conocían.
Además de conocer al milímetro el pequeño escenario en el que todo se desarrolla.
“Era una especie de confinamiento, en una habitación, pero con un montón de gente y mucho equipo, así que el uso del espacio estaba estudiado hasta el más mínimo detalle”, precisó Waltz.
Algo que sin embargo no fue un hándicap para Polanski sino todo lo contrario puesto que ese es un punto fuerte del director franco polaco. “Su precisión, su exactitud, su microscópica forma de trabajar…”, señaló el ganador de un Óscar por “Inglorious bastards”.
Todo ello llevó a los actores a conocer cada movimiento, cada posición, cada frase, como si fuera exactamente una obra de teatro.
Un proceso que les permitió darse cuenta de que tenían una forma similar de trabajar, en la que se plantean todo en cada momento, resaltó la protagonista de “The reader”, que destacó además algo que a Polanski le gustó mucho y es que los cuatro actores se ayudaron y no se mostraron competitivos en ningún momento.
Y eso se detecta en el resultado final de esta película, una coproducción de España, Francia, Alemania y Polonia, que pese a estar basado en el archiconocido texto de teatro de Yasmina Reza, adquiere una dimensión diferente en manos de Polanski y de sus cuatro protagonistas.
Apenas unos cambios: diálogos aún más ácidos e histriónicos que en la pieza teatral, ligeras variaciones de estructura y algunas escenas fuera del salón en el que todo se desarrolla para dar un poco oxígeno en la gran pantalla.
Pero, sobre todo, unos actores fantásticos, que no se creen sus personajes, sino que los viven.
Unos personajes que no son ni blancos ni negros. Como ocurre en la vida real, son honestos y falsos, educados y salvajes, dulces y abruptos.
Los cuatro protagonistas se apoyan y se sostienen en una película en la que ellos son el todo y la nada.
No hay grandes paisajes, ni momentos épicos ni música grandiosa. Son cuatro personas encerradas entre cuatro paredes físicas y algunas mentales que sacan lo peor de sí mismos.
Cuatro adultos que no saben resolver un problema en una historia pesimista pero con un rayo de luz, algo que quería introducir Polanski en la obra y que supone el principal cambio respecto al texto original, como explicó Yasmina Reza.
La obra de teatro acaba de forma totalmente diferente, en la desolación total. Pero Polanski quería algo más abierto. “Para mí fue difícil, pero he intentado responder a su universo”, señaló Reza.
Porque si algo tenían claro tanto la coguionista como los actores es que están encantados de haber participado en un proyecto con Polanski y de hacer todo lo que él quisiera.
“Si te llama Polanski para cualquier proyecto no dices no”, afirmó rotunda Winslet. Más divertido Reilly: “Cuando Roman te llama, después de levantarte del suelo, dices sí”. Y más delicado Waltz: “Quiero a Roman Polanski y le admiro”.
