‘Haywire’, ‘Extremely Loud and Incredibly Close’, ‘Beauty and the Beast’
‘Haywire’, ‘Extremely Loud and Incredibly Close’, ‘Beauty and the Beast’
Haywire
Estados Unidos, 2011
Un film de Steven Soderbergh
Después de “Contagion”, su último film juzgado hace pocos meses, el ecléctico realizador Steven Soderbergh presenta “Haywire”, un relato que a pesar de su vacuidad resulta altamente entretenido debido a una estupenda edición, irreprochable filmación y sobre todo por la presencia de Gina Carano quien es una hermosa y sexy campeona de artes marciales que tiene a su cargo todo el peso del relato.
¿De qué trata el film? El guión de Lem Dobbs es bastante complicado y además plantea situaciones inesperadas donde más vale contemplar lo que ocurre durante su desarrollo que ofrecer detalles de su trama; con todo y para orientar al lector de está crónica basta con adelantar que Carano anima a Mallory Kane, una agente encubierta que trabajando para contratistas de los servicios secretos de los Estados Unidos debe cumplir una serie de misiones non sanctas y de estratégica complejidad; sin embargo, cuando ella se da cuenta de que es perseguida y amenazada por sus propios empleadores que la quieren eliminar debe recurrir a medidas extremas para vengarse de sus enemigos.
La trama, que está ambientada en Barcelona, Dublín, San Diego y otros lugares de los Estados Unidos, se asemeja en parte a los relatos de algunas películas de Bourne mezclados con otras de James Bond, pero en todo caso Soderbergh le otorga un toque distintivo y diferente; su estilo y el buen gusto reflejado en la serie de Ocean’s Eleven, están aquí presentes empleando no abusando de los diálogos y siempre tratando de que el ritmo dinámico de los acontecimientos contribuya a gravitar favorablemente en el público.
Al introducir la novedad de las artes marciales Soderberg ofrece una suerte de ballet coreográfico donde se asiste a un artístico espectáculo de lucha en cada oportunidad en que Mallory debe atacar a golpes con sus pies y manos a sus oponentes como defensa personal. La energía y entusiasmo de Carano es realmente sorprendente y nada tiene que envidiar a los héroes de los filmes del género ofrecidos por el cine de Hong Kong.
Aunque la historia carezca de verosimilitud, en este caso no se trata de una importante objeción porque al menos el film mantiene consistencia narrativa y combina eficazmente la intriga con el suspenso, manteniendo siempre impredecible lo que ocurrirá al minuto siguiente; de esta forma, el realizador reinventa el género del espionaje ofreciendo en este caso un atrayente personaje central femenino que llega a satisfacer a espectadores de ambos sexos.
Además de la convincente y carismática composición de Carano como la mujer que sabe actuar duramente sin dejar de lado su femineidad, el film está integrado por un elenco de actores de primer nivel. Aunque la interpretación no requiere de grandes esfuerzos, tanto Channing Tatum como Michael Fassbender, Ewan Mc Gregor, Michael Douglas, Bill Paxton, Mathieu Kassovitz y Antonio Banderas responden con solvencia a los requerimientos del relato.
- Conclusión: Una deliciosa diversión con mucha adrenalina donde las piruetas atléticas de Gina Carano producen considerable placer.
Extremely Loud and Incredibly Close
Estados Unidos, 2011
Un film de Stephen Daldry
Sin haber leído la novela de Safran Foer del mismo nombre, no puedo saber si la adaptación efectuada por el guionista Eric Roth ha sido o no acertada; esa duda surge por cuanto al juzgar “Extremely Loud and Incredibly Close” no vislumbro con claridad el propósito que ha impulsado al director Stephen Daldry para relatar una historia tan rebuscada como pretenciosa y que intermitentemente manipulea al espectador tratando de complacerlo con sentimentalismos forzados.
La narración es efectuada por Oskar Schell (Thomas Horn), un niño precoz de nueve años que dice padecer del síndrome de Asperger o de cierto autismo. Por él sabemos que es hijo único de un matrimonio bien avenido y que siempre mantuvo una especial comunicación con su padre Thomas (Tom Hanks) con quien solía jugar entretenidamente. La acción se desarrolla en 2002 en Manhattan, un año después de la tragedia del 11 de septiembre del año anterior, donde en ese día fatídico Thomas se encontró atrapado en una de las torres gemelas. Sin embargo, antes de morir, alcanza a dejar 6 mensajes telefónicos en el respondedor telefónico del hogar que Oskar oye cuando ese día retorna tempranamente de la escuela.
La primera idea que envuelve al espectador es suponer que asistirá a un relato que expondrá el dolor que esa desaparición ha causado al niño y a su madre Linda (Sandra Bullock); aunque evidentemente hay algo de eso, inmediatamente surge el elemento que origina el desarrollo central del film. Eso sucede cuando hurgando en el armario de su padre, el chico encuentra un sobre donde está escrito la palabra “Black” conteniendo una llave en su interior. A partir de ese instante, su naturaleza ansiosa y obsesiva lo impulsa a tratar de ubicar la cerradura que corresponde a esa llave y el secreto de la misma. ¿Hay alguna conexión entre ese descubrimiento y la suerte corrida por su padre? Prefiero dejar esa pregunta sin responder para señalar que de allí en más, el chico se propone efectuar una búsqueda en todos los cinco municipios que conforman la ciudad de Nueva York esperando de encontrar a alguien de los innumerables residentes con apellido “Black” que pueda ser capaz de identificar esa llave y le responda a qué cerradura pertenece.
Si al principio uno queda asombrado por la disparatada propuesta que el relato ofrece, la única explicación racional que el espectador podría encontrar es que la excentricidad de Oskar se justificaría como un modo de continuar unido emocionalmente a su progenitor a través de los juegos y enigmas que conjuntamente solían mantener. El encuentro que a continuación se produce entre Oskar con un anciano inmigrante alemán (Max Von Sydow) que no habla y a quien el chico lo enlista para que lo acompañe en la búsqueda que se propuso, hace que el relato se torne más inverosímil.
A medida que la narración prosigue se vuelve más tediosa y no hay elementos que puedan gratificar al espectador. Cuando finalmente se asiste al desenlace, queda la sensación de que la intención de ubicar el relato dentro del marco del 11 de septiembre no es más que una excusa que de ningún modo tiene que ver con las consecuencias dolorosas de ese acontecimiento como tampoco uno no está seguro de qué modo el relato se habría desarrollado si el chico no hubiera sufrido del mal de Asperges.
Aunque la promoción del film se ha hecho en base a dos nombres fuertes como son los de Bullock y Hanks, estos dos actores poco tienen que hacer aquí porque sus actuaciones son meramente episódicas. La participación de Von Sydow es siempre bienvenida y nunca decepciona a pesar de que su rol está adornado de una artificial intriga; otro pequeño rol es el que corresponde a la eficiente actriz Viola Davis animando a la primera persona llamada “Black” a quien Oskar encuentra en su camino. En cuanto al niño Horn, protagonista y omnipresente en todo el relato, su actuación es estupenda aunque curiosamente la descripción de su personaje además de ser poco agradable termina irritando sin que permita el acercamiento emocional con el público.
En los aspectos técnicos, tanto la fotografía de Chris Menges como la música de Alexandre Desplat contribuyen positivamente para compensar parcialmente las debilidades de este drama.
- Conclusión: Un film falaz y frustrante que apela artificialmente a los sentimientos sin que finalmente suscite mayor interés.
Beauty and the Beast
Estados Unidos, 1991
Un film de Gary Trousdale y Kirk Wise
En su momento fue acogido como un excelente film de animación y ahora, dos décadas después, confirma que se trata de una obra artística que sin duda permanecerá como un perfecto ejemplo de las razones que cimentaron la justificada reputación de los estudios Disney. No sé si es la mejor película de dicha compañía, pero en cambio puedo asegurar que sigue manteniendo vigencia y por lo tanto su reestreno en tercera dimensión constituye una buena ocasión para que una nueva generación de espectadores pueda gozar de un espectáculo fuera de serie.
Aún cuando “La Bella y la Bestia” de Leprince de Beaumont se remonta a mucho tiempo atrás, despertando el interés del escritor y cineasta Jean Cocteau en una hermosa y poética película de 1946, esta versión adaptada por Linda Woolverton y Roger Allers adopta características distintivas al atribuirle ciertos toques feministas pero respetando la esencia del triunfo de la belleza interna del individuo sobre la externa. Belle (voz de Paige O’Hara) es una encantadora joven viviendo en un pequeño pueblo francés junto a su padre inventor (voz de Rex Everhart). Intelectual y amante de la literatura, ella se diferencia del resto de las chicas rechazando la proposición matrimonial de Gastón (voz de Richard White), el apuesto y narcisista muchacho del lugar. Cuando un día, su padre desaparece en el bosque, al buscarlo Belle se aventura en un castillo encantado encontrándose con una galería de mágicos personajes y sobre todo con Beast (voz de Robby Benson), la horrible bestia que anteriormente había sido un elegante príncipe pero que fue maldecido por una hechicera como castigo a su egoísmo y falta de piedad; el hechizo solamente desaparecerá cuando encuentre a alguien que llegue a amarlo a pesar de su apariencia. Beast que retiene a su padre promete liberarlo si Belle accede a permanecer como invitada permanente, a lo que ella termina aceptando. La convivencia diaria entre los dos hará que Belle descubra los valores humanos del monstruo y que su captor aprenda a valorar los sentimientos y la generosidad humana.
A través de un sencillo pero emotivo cuento de hadas, la película deslumbra por diferentes motivos. En principio, el libreto se destaca por la notable descripción de sus personajes; desde el principio quedan bien expresados el carácter feminista de su protagonista, la idiosincrasia excéntrica de su padre, la transformación del príncipe en monstruo y la naturaleza fanfarrona y hueca de Gastón; también cabe resaltar la importancia de la animación en el logro de otros importantes caracteres como, por ejemplo, los de la simpática tetera (voz de Angela Lansbury), el reloj (voz de David Ogden Stiers) y el candelabro (voz de Jerry Orbach). No menos importante es el contenido musical a través de la hermosa música de Alan Menken con palabras de Howard Ashman donde entre otras melodías se encuentran “Belle”, “Be Our Guest”, “Something There”, “Gaston” y la memorable canción “Beauty and the Beast”. Desde el punto de vista de la animación, y a pesar del adelanto tecnológico logrado en los últimos 20 años, el film sigue despertando admiración combinando el dibujo artesanal con la utilización de imágenes generadas por computadora al servicio de notables secuencias como la escena del baile de salón.
Lo anteriormente señalado contribuye a que visualmente el resultado sea óptimo. Pero lo que no debe dejarse de lado es que en esencia, esta romántica historia proporciona un mensaje de tolerancia, humildad y respeto al valorar los verdaderos sentimientos que se manifiestan en las personas más allá de las apariencias externas de sus rostros.
Finalmente no he podido determinar hasta qué punto la visión del film realmente queda realizada con el formato 3D; sin embargo, tengo la convicción de que los valores de este film no dependen del formato de proyección sino de su excepcional contenido y riqueza visual.
- Conclusión: Una joya de la animación para grandes y chicos capaz de ser apreciada en múltiples oportunidades.