Los consejos migratorios de “una persona bien intencionada” le pueden costar la deportación
Los consejos migratorios de “una persona bien intencionada” le pueden costar la deportación
No es inusual que a mi oficina lleguen clientes muy preocupados, con lágrimas en los ojos, a decirme que lamentablemente no escucharon el consejo de tipo migratorio que nosotros les dimos, o que les dio algún otro consultor de inmigración o un abogado, y que por no haberlo seguido al pie de la letra ahora se encuentran en graves problemas.
Para ilustrar este tipo de casos voy a compartir con ustedes dos ejemplos que he tenido en mi trabajo como Consultora de Inmigración y Refugio.
Me llamó por teléfono un señor a quien le había dado asesoría migratoria aproximadamente seis meses atrás, quien me dijo que acababa de llegar de las oficinas de Inmigración donde le habían quitado su pasaporte y le dijeron que tenía que regresar para que le hicieran un reporte en relación a su estatus como indocumentado en el país.
Este señor me dijo que cuando me vino a ver seis meses atrás, yo le expliqué que en ese momento no hiciera absolutamente nada en el tema migratorio hasta que su novia, quien es una ciudadana canadiense, pudiera obtener finalmente su divorcio y se casara con él, y que sólo entonces comenzaríamos un trámite de patrocinio, el cual incluso lo podríamos hacer desde dentro del país ya que él no tenía ningún record con las autoridades migratorias canadienses.
Pero lamentablemente este señor no siguió mi consejo. En su llamada telefónica me explicó que un amigo le había recomendado que fuera y preguntara en Inmigración qué podía hacer para poder avanzar en su caso, y que precisamente eso fue lo que hizo, obteniendo el resultado lógico: le quitaron su pasaporte, le quitaron toda su documentación, y le dieron un cita para que regresara a Inmigración a fin de iniciar el proceso de deportación.
El segundo ejemplo que traigo a colación es el de otro señor que llegó a mi oficina, un señor de origen alemán a quien se le había expirado su permiso de trabajo. El consultor que estaba asesorado a este señor había comenzado a tramitarle un nuevo permiso de trabajo y le dijo que para poder realizar cualquier trámite de tipo migratorio primero tenía que esperar a que le llegara el nuevo permiso del Departamento de Recursos Humanos. Es decir, una vez recibiera este permiso, podría sacar su nuevo permiso de trabajo y el permiso de estudio de su hija que se encontraba estudiando en Canadá.
El problema aquí fue que la hija, preocupada por la situación en la que se encontraba, fue a hablar con un consejero de la escuela en la cual estudiaba, quien le dijo que a ella le parecía que si se presentaba al Departamento de Inmigración y le explicaba a un oficial que a su papá se le había expirado su permiso de trabajo, pero que ella estaba estudiando y que necesitaba continuar y terminar sus estudios en el país, lo más probable sería que el Departamento de Inmigración le otorgaría algún permiso especial.
La muchacha fue y habló con su papá sobre la recomendación que le dio la consejera escolar, y con la mejor intención el papá de la chica se dirigió a las oficinas del Departamento de Inmigración a plantear la situación. Una vez que el oficial escuchó la problemática, lo que hizo fue bien sencillo: le dieron una cita para que regresara, con una fecha para que tanto él como su hija abandonaran el país dado que su estatus migratorio en Canadá había expirado.
Este señor vino a verme a mi oficina y básicamente quería que se hiciera un milagro en su caso, pero lamentablemente en los temas migratorios canadiense los milagros raramente existen, o prácticamente son inexistentes.
Lo que sucede en estas situaciones es que, una vez que la persona se encuentra indocumentada, y una vez que el Departamento de Inmigración tiene conocimiento de la situación de esta persona, los oficiales no tienen otra alternativa que iniciar el proceso y elaborar los reportes para que la persona salga del país, ya sea de forma voluntaria o de manera forzada.
Definitivamente son situaciones lamentables las que han vivido estas dos familias y muchas otras más, pero son también situaciones que bien podrían haberse evitado si en esos casos los clientes hubieran seguido los consejos que les dieron sus consejeros de inmigración, y no las recomendaciones que les brindaron amigos o profesionales en otras áreas que no son el área migratoria.
A mí personalmente me cuesta entender por qué ciertas personas le pagan a un experto en el tema de Inmigración, y después se dejan guiar por los consejos que les pueden dar sus amigos en la calle, o una consejera de educación en una escuela, o muchas veces también trabajadores sociales que los atienden ya sea en centros comunitarios o en las oficinas de asistencia social.
Hay que estar claros en que cada profesional tiene su especialización. La consejera educacional sabe mucho del sistema educativo, cómo éste funciona y cómo se le puede ayudar al niño; el trabajador social por supuesto sabe mucho acerca de lo que le concierne en su trabajo, pero es el especialista en Inmigración quien conoce precisamente sobre los temas migratorios, y conoce no solamente la parte legal, los reglamentos y las políticas migratorias, sino que también, sobre la base de la experiencia que posee en este tipo de trabajo, conoce las prácticas y lo que sucede o puede suceder en cada tipo de casos.
En este sentido, mi recomendación es que si usted tiene la suerte de tener a una persona que le está representando en un caso migratorio, y si esta persona es un Consultor de Inmigración o un abogado de la provincia, siga sus recomendaciones y no las que le puedan brindar sus amigos, familiares o especialistas en otras áreas. Está bien si usted va a informarse con otro Consultor de Inmigración o con otro abogado para tener una segunda opinión, pero si lo hace, insisto, siga sus recomendaciones y no los consejos generalmente bien intencionados pero mal fundamentados que cualquiera la pueda dar en la calle.
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