El laberinto de Cristiano
El laberinto de Cristiano
Antonio Torres del Cerro
Opalenica (Polonia).- El delantero portugués Cristiano Ronaldo parece atrapado en un laberinto sin salida. A medida que no da con el gol en el Europeo, su impaciencia y frustración le conducen a escoger con más frecuencia la opción equivocada.
Ni siquiera la reconfortante victoria lusa ayer ante Dinamarca (2-3) contribuyó a su tranquilidad mental. Dos flagrantes tantos fallados en la cara del portero danés Andersen y una media docena de incursiones fallidas pusieron a Ronaldo al borde del colapso.
Cuando el ariete Niklas Bendtner empató en el 80 él fue el primero en buscar el balón para ponerlo rápidamente en juego. Su gesto transmitía rabia y también cierta desesperación.
Siete minutos después Portugal marcó el definitivo 3-2 por Silvestre Varela, el goleador insospechado que había saltado del banquillo. El astro del Real Madrid no se sintió con fuerzas para felicitarle. Simplemente se desplomó en el césped.
El gesto catártico también tiene algo de “narcisista”, según algunos de sus detractores. Ése gol salvador no salió de sus botas, las mismas que marcaron la friolera de cerca de 70 tantos en una temporada al servicio del Real Madrid.
Antes del excitante tramo final del partido de ayer, Ronaldo se había cansado de gesticular. Pidió balones en mejores condiciones. “Calma, calma”, espetó a la zaga lusa cuando abusaba de lanzamientos largos.
Sus compañeros siempre le buscaron, pero fue con Nani, el extremo del Manchester United, a través del que los lusos generaron más peligro. El pase del dos a cero, obra del zaragozista Hélder Postiga, lo firmó el luso-caboverdiano.
El “siete” de la selección pasó sus peores momentos cuando marró dos ocasiones que en el Real Madrid probablemente acabarían en gol. A comienzos de la segunda parte, un contra-ataque bien dirigido por su equipo le puso en un uno contra uno que definió con desatino al cuerpo del guardameta.
Cerca del minuto 80 y con Dinamarca en el cogote, no fue capaz de sentenciar en un balón franco que le había servido Nani. Remató desviado.
Tampoco se lució en una de sus especialidades. Ejecutó dos libres sin su precisión habitual. Después, cuando escuchó los ya habituales gritos de la hinchada rival “Messi, Messi”, se aventuró en frustradas aventuras solitarias. Ronaldo contra el mundo.
Al terminar el partido, se le vio brevemente con sus compañeros. Enseguida se dirigió al vestuario, quizá divagando sobre su particular dilema con el gol.
Su amigo y compañero de club, el central Pepe, le respaldó al acabar el encuentro. También los miles de aficionados desplazados a la ciudad ucraniana Lviv corearon su nombre en varias fases del partido.
“Para mí, Cristiano es el mejor del mundo y los mejores también fallan, por eso estamos aquí los compañeros para respaldarle. Él es un ser humano y no puede llevar el peso entero de la selección a sus espaldas”, refirió Pepe.
El seleccionador, Paulo Bento, y el zaragozista Hélder Postiga apoyaron unánimemente al futbolista nacido en la isla de Madeira hace 27 años: “Hizo un buen partido”, aseguraron.
En la zona mixta, Ronaldo solo se paró para hablar con los medios portugueses. Se le notó relajado, pero sin una pizca de alegría. Su discurso, no obstante, se centró en la importancia de la victoria colectiva: “Si no marco en todo el Europeo, pero ganamos, lo firmo ahora”, declaró.
Apenas pareció perder la paciencia cuando le preguntaron sobre los gritos provocadores de los hinchas (“Messi”, “Messi”). “¿Sabe dónde estaba Messi en esta altura? Perdiendo la Copa América con su selección”, arremetió.
Ronaldo, que este miércoles cumplió su 93 partido internacional, ha marcado 32 dianas con la selección. Una cada tres partidos, una media claramente inferior a la del Real Madrid, superior a un gol.
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