HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Después de la cálida recepción crítica recibida en mayo pasado en oportunidad de su estreno internacional en el Festival de Cannes, este film de Pablo Larraín siguió acumulando elogios en otros festivales, fue nominado al Oscar de la mejor película extranjera y de hecho se convirtió en la película latinoamericana más comentada de los últimos meses. Hay dos buenas razones que justifican el hecho; por un lado su tema de indudable importancia social y, además, por su buena realización. Completando una trilogía de cine político que comenzó con Tony Manero (2008) y prosiguió con Post Mortem (2010), No es el más logrado de los tres.
Basado en dramáticos acontecimientos vividos en Chile durante la sangrienta dictadura militar que comenzó en 1973 y se prolongó hasta 1990, el nudo central del relato gira en torno del plebiscito que en 1988 tuvo lugar y cuyo resultado determinaría si el régimen del general Pinochet continuaría o no gobernando el país. Aunque es sabido que el resultado de dicha consulta fue un rotundo “NO”, el excelente guión de Pedro Peirano -basado en la pieza Referéndum de Antonio Skarmeta- permite mantener la intriga hasta el final.
Larrain entremezcla material de archivo documental con la filmación restante a través de la cámara video U-matic, muy popular en esa época. Es posible que dicho procedimiento técnico pueda producir cierta incomodidad de visión; sin embargo, esta situación está ampliamente compensada porque en términos de desarrollo dramático crea un clima de auténtica veracidad donde el espectador participa de los acontecimientos como si los estuviese viviendo personalmente.
En la ficción de los hechos, el relato presenta a René Saavedra (Gael García Bernal) un ejecutivo de publicidad que recién llegado del exilio en México trabaja ahora en una importante compañía de su especialidad preparando spots publicitarios para la televisión.
Dado que el padre de René había sido un disidente exilado, un viejo amigo suyo socialista (Luis Gnecco) lo convence para que se ocupe de diseñar una campaña tendiente al triunfo del “No”. A partir de allí, vuelca todos sus esfuerzos para elaborar una estrategia que permita llegar al teleespectador tratando de aprovechar de la mejor forma posible el espacio de 15 minutos diarios que el gobierno otorga al espectro opositor. El desafío que enfrenta este publicitario es muy grande porque por una parte es necesario adoptar una táctica que no pueda irritar al régimen evitando referencias al terror que el pueblo estaba sufriendo; por la otra es necesario un método cuyo mensaje llegue claramente al público en forma dinámica y divertida; en consecuencia y adoptando el lema de “Chile, la felicidad está en camino”, René utiliza su imaginación para crear efectivos cortos publicitarios impregnados de optimismo y sazonados con coloridos números musicales.
En la vida personal, René vive solo pero comparte a su pequeño hijo (Pascal Montero) con Verónica (Antonia Zegers), su ex mujer, una activista política de izquierda quien no cree en el compromiso en el que él está implicado. Por otra parte, el joven ejecutivo tampoco se siente muy cómodo teniendo en cuenta que su jefe (Alfredo Castro) está al frente de la campaña opuesta conducente al “Sí”, lo que agrega una complicación más a su estado emocional. A medida que los días de la votación se acercan y el “No” parece estar ganando más adeptos, la tensión dramática se va acumulando cuando René y su equipo van recibiendo peligrosas amenazas.
El film cuenta con un elenco que se desempeña con absoluta naturalidad en sus respectivos personajes; en especial cabe remarcar el desempeño de García Bernal transmitiendo con convicción la imagen de un individuo que aunque en principio le interesa ofrecer un buen servicio a sus clientes, progresivamente el rumbo de los acontecimientos motivan que la causa en la que está embarcado adquiera conciencia social en su persona.
Conclusión: Larrain ha logrado un sólido documento que a pesar de su trasfondo dramático adopta un tono de sátira política con momentos hilarantes muy bien logrados que conducen a un ambivalente final feliz.
NEW WORLD. Corea del Sur, 2013. Un film escrito y dirigido por Park Hoon Jeong
A pocas semanas de haberse conocido el thriller de espionaje de Corea del Sur The Berlin File llega una nueva producción de ese país que reúne varios aspectos que se le asemejan. New World es un film de suspenso donde el mundo de los espías es reemplazado aquí por el de los topos o informantes que deben adoptar una falsa identidad para el cumplimiento de sus funciones.
El director Park Hoon Jeong aborda un tema bastante familiar puesto que el cine de Hong Kong lo trató en !nternal Affairs (2002) y posteriormente lo consideró Martin Scorcese en The Departed (2006). En todo caso, lo importante es cómo está relatado y en tal sentido el resultado es satisfactorio.
La historia gira en torno del crimen organizado de Corea del Sur y la policía que trata de desenmascarar a sus integrantes. Cuando el padrino de la mafia más importante del país muere súbitamente, surge una sensación de sospecha e incomodidad entre sus integrantes porque no quedan muy claras las causas en que el deceso se produjo. El paso inmediato es tratar de llenar el puesto donde dos importantes subordinados del desaparecido jefe ansían reemplazarlo. Uno de ellos es Lee Joong-goo (Park Seong-woong) y el otro es Jeong Cheong (Hwang Jeong-min); este último, tiene como principal asistente a Lee Ja-seong (Lee Jeong-jae), quien además de merecerle la máxima confianza lo trata como si fuese un familiar directo. Lo que Cheong ignora es que Lee es un encubierto policía que trabajó durante 8 años bajo la atenta mirada del jefe policial Kang (Choi Min-sik). Precisamente, en este momento clave en que debe elegirse un nuevo líder, Kang trata de utilizarlo para que le suministre los máximos detalles sobre lo que acontece en la organización durante esos momentos decisivos a fin de tratar de influir en la misma para dañar las relaciones existentes entre los contendientes al codiciado puesto.
El realizador logra crear un clima de efectiva tensión a medida que los dos altos ejecutivos mafiosos tratan de moverse para que cada uno de ellos resulte elegido. Pero con todo, la nota más dramática se produce con respecto al conflicto que la doble identidad produce a Ja-seong, donde su señora –recientemente embarazada- ignora el doble juego en el que está envuelto y dónde no vislumbra el modo cómo desligarse de esta situación; algo que le queda claro es que está arriesgando su vida porque si surge la menor sospecha sobre su colaboración policial, el sindicato del crimen lo eliminará en forma inmediata. Para peor, no puede exponer su problema a persona alguna porque sabe que cualquier comentario que hiciera no haría más que agravar su seguridad personal.
Lo que diferencia este film de otros típicos del género es la excelente descripción de personajes que cobran vida a través de buenas actuaciones; además cuenta con una intriga que ofrece la emoción necesaria para que la historia no pierda interés, culminando con un imprevisible desenlace que ofrece cierto margen para la reflexión.
Conclusión: Un interesante film que aborda el conflicto de la doble personalidad, así como otros aspectos vinculados con la duplicidad, lealtad, traición y supervivencia humana.
LORE. Australia-Gran Bretaña-Alemania, 2012. Un film de Cate Shortland.
Una absorbente película ambientada en los últimos días del nazismo es lo que se aprecia en Lore. Después de haber logrado un exitoso debut con Somersault (2004), la realizadora Cate Shortland ofrece un drama de supervivencia mostrando cómo la transmisión de monstruosas ideas de padres a hijos pueden generar traumáticos sinsabores.
El guión escrito por la directora y Robin Mukherjee en base a la novela The Dark Room (2001) de Rachel Seiffert, se ubica en abril de 1945 durante los últimos días del régimen nazi cuando las fuerzas aliadas ya controlan el poder. Dentro de ese contexto observamos cómo Lore (Saskia Rosendahl) de 14 años de edad, sus cuatro hermanos menores, de los cuales uno de ellos es una criatura de escasos meses, así como su madre (Ursina Lardi) celebran el regreso del padre (Hans-Jochen Wagner) –un alto oficial de la SS- del frente de guerra alemán. Después de eliminar cualquier evidencia de documentación o fotografías comprometedoras que delaten la participación que les cupo en la causa nazi, el padre es arrestado y enviado a prisión en tanto que la traumatizada madre decide partir para entregarse a los aliados y de esta manera salvaguardar a sus hijos; antes de hacerlo, urge a Lore para que se encargue de cuidar a sus hermanitos y que se dirijan a la casa de la abuela que vive en Hamburgo, tratando de evitar cualquier contacto con los “enemigos” aliados. Prácticamente abandonados y sin dinero ni documentación alguna, comienza para estos hermanos un largo camino de 900 kilómetros que los separa desde Baviera, donde viven, hasta el lugar de destino.
De este modo, el relato adopta el carácter de un “road movie” a través de la Selva Negra alemana donde se va contemplando una Alemania que yace en ruinas en tanto que Lore y los pequeños buscan la forma de sobrevivir frente a los problemas de alimentación y la necesidad de encontrar refugio. Prontamente los chicos enfrentan el primer escollo al encontrarse con tropas americanas que le demandan identificación sin tenerla; la oportuna intervención de Thomas (Kai Malina), un joven provisto de documentación judía, los salva de ser detenidos al hacerles aparecer como sus hermanos.
La relación ambivalente que va surgiendo entre Thomas y Lore es uno de los aspectos más interesantes del relato. A pesar de la atracción que la adolescente despierta en el muchacho, él no puede ignorar la circunstancia de que Lore está imbuida de la insidiosa ideología nazi que ha sido inculcada por sus padres y que en principio ella podría odiarlo por ser judío.
A través de la muy expresiva actuación de Rosendahl, el film realiza una buena exploración del universo adolescente permitiendo que la joven actriz exprese convincentemente el proceso de madurez y la pérdida de inocencia de Lore tratando de sobrellevar el pesado legado nazi recibido de sus padres para finalmente tener que admitir una verdad que le fue ocultada durante muchos años. De algún modo, la suerte de esta adolescente es la de muchos alemanes que vivieron enceguecidos por la influencia de un régimen insano y criminal que condujo al país a un desastroso desenlace.
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