HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Esta película es en cierta forma una continuación de RED juzgada hace 3 años y podría señalarse que con Dean Parisot como director en lugar de Robert Schwentke su contenido no difiere mucho salvo que la violencia adquiere aquí mayor intensidad. Pero eso poco importa, porque nada de lo que se contempla tiene visos de realidad y por lo tanto el drama queda descartado. Como en su capítulo original, la historia carece de lógica y para poder seguirla es necesario no pensar mucho y acomodarse en el asiento siguiendo las tonteras contadas por un grupo de actores que son tan capaces de actuar en filmes serios como en proyectos de menor ambición artística.
Cabe reconocer que si como comedia caricaturesca este film no logra el mismo impacto que su predecesor, al menos sus momentos de humor la hacen tolerable atenuando de este modo las debilidades de un guión donde nada de lo que ocurre es previsible y a veces hasta se hace incomprensible. En todo caso, el propósito que animó a los responsables de esta secuela es ofrecer un divertimento donde el argumento no tiene trascendencia alguna.
Bruce Willis sigue animando a Frank, el ex agente de la CIA que quiere llevar una tranquila vida de jubilado junto con su joven pareja Sarah (Mary Louise Parker). Pero su excéntrico ex camarada y buen amigo Marvin (John Malkovich) le anticipa que hay un peligro acechando por parte de funcionarios del gobierno americano que los creen haber estado implicados con un arma de destrucción masiva perdido en la época de la guerra fría. De allí en más comienza una larga aventura para Frank, Sarah y Marvin para tratar de ubicar la bomba nuclear y escapar de implacables enemigos. Así el trío se desplaza de Estados Unidos hacia París y luego a Londres, exponiendo sus vidas en una serie de incidentes risiblemente violentos. En la galería de personajes adicionales se encuentra nuevamente la veterana Helen Mirren como Victoria, la ex agente del servicio de inteligencia británico M16, además de nuevos rostros como los de una espía rusa (Catherine Zeta-Jones), un peligrosísimo asesino a sueldo sudcoreano (Byung Hun Lee) y un extravagante científico británico (Anthony Hopkins) que juega con Dios y con el diablo.
No hay nada considerablemente relevante para destacar en el film excepto su calificado elenco que despliega considerable entusiasmo y energía; como ocurrió en el capítulo inicial, Malkovich sobresale en los roles protagónicos, y en breves intervenciones Mirren y Hopkins demuestran una vez más que son auténticos actores de raza cualesquiera sean los papeles que se les asigne.
Conclusión: Red 2 es un entretenimiento pasajero que será apreciado por quienes adopten la actitud condescendiente de dejar de lado cualquier atisbo de lógica, sin pensar en su descabellado argumento y estén dispuestos a divertirse con las sandeces y tonteras de sus irreales personajes.
LOUIS CYR: L’HOMME LE PLUS FORT AU MONDE. Canadá 2013. Un film de Daniel Roby
Un siglo antes de que Céline Dion y el Cirque du Soleil hayan llegado a adquirir prestigio internacional como expresiones artísticas de Canadá, este país y más específicamente la provincia de Quebec alcanzó notoriedad con Louis Cyr (1863-1912). Se trata de una legendaria figura que forma parte del folclor popular de los francocanadienses quien por su impresionante fuerza de Hércules fue reconocido como “el hombre más fuerte del mundo”. Al cumplirse el sesquicentenario de su nacimiento el realizador Daniel Roby le rinde un sincero tributo en una biografía escrita para la pantalla por Sylvain Guy.
Pese a que resulta difícil relatar toda una vida en poco más de dos horas de metraje, el guión, aunque no totalmente perfecto, trata de abarcar los capítulos más esenciales de este agraciado hombre, desde sus años de juventud hasta su temprana desaparición a los 49 años. Tras un breve prólogo que acontece en 1912, a través de flashbacks el relato comienza en firme en 1878 donde se contempla a la familia de Louis (Antoine Bertrand) viviendo en Lowell, Massachusetts, que como ha ocurrido con muchas otras quebequenses se ha desplazado en procura de mejores horizontes de vida. El joven musculoso trabaja en una fábrica textil con un magro salario pero que al menos ayuda a subvenir las necesidades de los suyos donde todos viven en condiciones muy humildes pero dignas. Un hecho circunstancial, la provocación del cual es objeto por parte de un grupo de inmigrantes irlandeses de la zona, motiva que levante con sus manos una enorme piedra de 233 kilos dejando asombrado a quienes lo están contemplando; a partir de allí adquiere un mayor respeto de la comunidad local así como le habrá de significar el comienzo de una vida completamente diferente a la que venía llevando.
Impulsado por su determinación de querer superarse y con cierto espíritu empresarial que lleva latente, estimulado al principio con la promesa de mejores remuneraciones por un deshonesto promotor de la zona, deja su puesto de obrero para iniciar una gira acompañado de su dulce novia Melina (Rose-Maïté Erkoreka). Al poco tiempo y después de su casamiento, funda un circo ambulante con Melina que le servirá para aumentar la fama de su fuerza extranatural así como consolidar su posición económica.
El relato ilustra otros hitos de su carrera triunfando en los Estados Unidos así como en su provincia natal, a través de números extraordinariamente sorprendentes; como ejemplo merece citarse el ejecutado en el Mechanic’s Hall de Montreal alzando una plataforma cargada de varios hombres con un peso total de 1223 kilos. A todo ello habrá que destacar el reconocimiento de sus méritos que es objeto por parte de la Asamblea de Quebec.
La principal vulnerabilidad de Louis, que lo acosa considerablemente, es su complejo de inferioridad debido a su analfabetismo que trata de ocultar a su esposa y que en determinadas ocasiones lo coloca en serios apuros; en tal sentido llama la atención que a medida que este hombre ha escalado de prestigio y posición económica no haya solucionado esa importante falencia, así como por otra parte resulta extraño que durante muchos años de matrimonio Melina permaneciera ignorante de esa situación. En todo caso, ese hecho hace que este hombre se oponga a los deseos de su única y querida hija Emiliana (Éliane Gagnon), quien demuestra poseer considerable fuerza, de seguir sus pasos; al adoptar la firma decisión de que la joven obtenga antes que nada una educación formal que él careció, provocará en ella una ruptura difícil de enmendar.
La historia de Cyr está bien relatada aunque centrada fundamentalmente en las habilidades de Louis y sin profundizar el contexto social en que se desarrolla la misma. Frente a la muy buena fluidez de la primera parte del relato, su segunda mitad decae un poco al volverse repetitivas las demostraciones de fortaleza que este hombre superdotado realiza públicamente, así como tampoco resulta destacable la parte que transcurre en Londres donde este héroe tratará de competir con otros musculosos contendientes para convertirse en el hombre de mayor fuerza física del mundo. Una observación final se refiere a la relación que Louis mantiene con su hija donde al principio existieron fuertes lazos de comunicación pero que terminan quebrantados cuando ella es impedida de poder cumplir con sus deseos de imitar a su padre y es enviada a un pensionado; eso está explorado en forma epidérmica y sin acabada intensidad dramática.
El film cuenta con muy buenas actuaciones, comenzando con Bertrand quien carga todo el peso del relato; el actor transmite cabalmente la personalidad atractiva, bonachona y decente de Louis que aprovechando las dotes que la naturaleza le ha brindado sabe utilizarlas aplicando entusiasmo y determinación para triunfar en la vida y cambiar su destino. A su lado se luce Erkoreka como la abnegada esposa de carácter firme que a pesar de su condición intelectual superior a la de Louis, en ningún momento trata de resaltar ese factor y menos aún desmerecerlo; también es destacable la participación de Guillaume Cyr como Horace, el íntegro amigo y asistente de Louis.
En la parte técnica, cabe distinguir la notable fotografía de Nicolas Bolduc y la magnífica reconstrucción de época de Nueva York y de Quebec de fines del siglo 19 y principios del 20.
Conclusión: Sin ser excepcional, Louis Cyr es un buen entretenimiento ilustrando a un mito popular de Quebec. Relatado en forma sencilla pero elocuente, el film de Roby deja una positiva impresión al espectador.
LOS AMANTES PASAJEROS. España, 2013. Un film escrito y dirigido por Pedro Almodóvar
Dejando de lado un conjunto de melodramas de considerable nivel artístico, Pedro Almodóvar decidió volver a la comedia que tantas satisfacciones le proporcionó en los inicios de su carrera, como lo fueron, por ejemplo, Pepi, Luci, Bom (1980) y Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios (1987) que le valió una nominación para el Oscar a la mejor película extranjera en 1988. Lamentablemente decirlo, pero Los Amantes Pasajeros es un film que magro favor le hace al excelente curriculum del realizador.
El muy débil guión describe el serio problema que atraviesa en pleno vuelo una aeronave que partió de Madrid con destino a México, cuando se detecta que su control de aterrizaje está averiado; por esta razón, el avión comienza a circunvalar la ciudad de Toledo en procura de que la torre de control encuentre un aeropuerto libre para que el piloto (Antonio de la Torre) y el copiloto (Hugo Silva) de la nave puedan intentar un aterrizaje forzoso. Mientras tanto y para no asustar a los pasajeros, los sobrecargos deciden drogar a los que viajan en la clase económica para que al quedar profundamente dormidos ignoren la gravedad de la situación. Frente a los hechos descriptos, los pocos pasajeros de la clase ejecutiva serán los que gradualmente se impondrán de la situación.
Con el intento de ofrecer una sátira, el guión convierte a los tres sobrecargos masculinos (Javier Camara, Raúl Arévalo y Carlos Areces) en una absurda caricatura de homosexuales marcadamente afeminados, como los que el cine solía describir años atrás para presentar a personajes de la misma orientación sexual. A todo ello se llega a saber que el comandante de la nave es bisexual, en tanto que su copiloto es en principio heterosexual.
Los personajes de la clase ejecutiva representan diferentes arquetipos que de algún modo Almodóvar podría asociarlo con los que conviven en la realidad española. Entre los mismos se encuentra un estafador (José Luis Torrijo) de guante blanco huyendo del país y cuyo impecable aspecto jamás daría la impresión de serlo; una mujer virgen y vidente (Lola Dueñas) quien ávida de sexo encuentra la ocasión para practicarlo con un pasajero dormido de la clase económica; un mexicano (José María Yazpik) que es un asesino a sueldo además de ser asesor estatal; una sofisticada dominadora sexual (Cecilia Roth) que declara haber filmado a 60 clientes de la esfera política española y mexicana con las que ha estado vinculada; una pareja de recién casados (Miguel Ángel Silvestre y Laya Marti) quien para relajar tensiones se entrega sexualmente en los asientos del avión; finalmente se encuentra un popular actor (Guillermo Toledo) manteniendo desde el avión conferencias telefónicas con su mentalmente inestable novia a punto de suicidarse (Paz Vega) y posteriormente con su ex amante (Blanca Suárez), quienes se encuentran en Madrid.
El serio problema del film es que esta pretendida sátira carece de la mínima gracia o chispa necesaria para resultar medianamente entretenida. Más aún, gran parte de su relato se basa en recursos de bajo nivel con el propósito de producir un humor que no existe; es por eso que uno se pregunta dónde se encuentran el desenfado y la ironía que Almodóvar solía utilizar en sus comedias de antaño. Aquí, mezclando sexo con drogas se llega a escenas sin mucho sentido que tratan de forzar la risa del espectador. Así, se contempla a la tripulación y a los pasajeros descriptos anteriormente consumiendo bebidas alcohólicas mezcladas con drogas alucinógenas para comenzar a liberarse sexualmente; un ejemplo es el del comandante de la nave ocultándose en el baño para hacer el amor con uno de los “azafatos”. No menos ridículo es el número musical caricaturescamente coreografiado en que los tres auxiliares de vuelo “entretienen” a los pasajeros con el tema “I’m So Excited” cantado por el grupo The Pointer Sisters.
Los excelentes diálogos que Almodóvar suele emplear en sus filmes, aquí están completamente ausentes. Más aún, muchos pecan por su dudoso gusto y en algunos casos rozan lo escatológico, donde por razones de buen tino es mejor no describir.
Aunque nadie esperaría que exista un clima dramático dentro de la sátira propuesta, el público leal a Almodóvar se sentirá decepcionado. No solo porque el film es decididamente mediocre, sino porque nadie esperaría que este inteligente director pudiera generar un relato burdo que bien puede asemejarse a algunas de las pedestres comedias sexuales de adolescentes que el cine de Hollywood suele ofrecer de tanto en tanto.
Conclusión: Resulta difícil imaginar que Los Amantes Pasajeros lleve la firma de uno de los más grandes realizadores de la cinematografía actual. En todo caso es de aguardar que en su próximo trabajo Almodóvar se encuentre más inspirado para continuar ofreciendo el cine de calidad a que nos tiene acostumbrado.
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