HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Joseph Gordon-Levitt debuta en su condición de guionista y director además de reservarse el papel protagónico en un relato que plantea el dilema sobre si la pornografía es capaz de proporcionar al género masculino mayor satisfacción que el verdadero sexo. Tomando como referencia al personaje principal de este film, el novel cineasta aprovecha la existencia de la red de Internet -que sin duda ha cambiado por completo los hábitos culturales de la época en que se vive- para ilustrar hasta qué punto ciertos sitios web pueden contribuir a estimular una adicción masculina hacia el sexo opuesto que a la postre despoja a las relaciones amorosas de todo contenido romántico.
Jon (Gordon-Levitt) es un joven veinteañero que goza concluyendo su diaria jornada en clubes nocturnos para conquistar con su natural carisma a cuanta beldad se le ofrezca en el lugar para disfrutar del sexo de una noche sin compromiso alguno. Sin embargo, al no quedar totalmente satisfecho este particular Don Juan complementa su insaciable apetito carnal viendo en línea a sensuales mujeres; las imágenes contempladas le sirven para estimular su imaginación y disfrutar del solitario placer de la masturbación. Como fiel muchacho católico que suele acudir a la misa dominical busca en la confesión semanal la absolución a sus pecadillos para de este modo quedar libre de culpa y cargo y poder proseguir nuevamente con sus hábitos.
Todo cambia cuando en una de sus correrías nocturnas llega a conocer a Bárbara (Scarlett Johansson), una sensual belleza de la que termina enamorándose; sin embargo, ella le dará cierto trabajo para lograr conquistarla dado que prefiere mantener con él una tradicional relación romántica antes de consumar el amor que los une. Prontamente Jon comienza a comprender que Bárbara es la mujer de su vida, aunque su atracción hacia la pornografía disminuye pero sin desaparecer; cuando ella llega a descubrir sus discutibles costumbres sexuales la relación se deteriora.
Tal como está presentada, esta historia resulta demasiado ligera como para ser considerada seriamente; de ningún modo queda expuesta la causa de la adicción de Jon que lo convierte en un obsesionado sexual y menos aún incursiona en las consecuencias negativas que puede acarrear el hábito del muchacho. Con todo, las instancias más realistas del relato tienen lugar en la relación que Jon mantiene con Esther (Julianne Moore), una mujer de edad media que termina siendo su confidente y que de algún modo trata de atemperar la herida sentimental producida por su malograda experiencia con Bárbara.
Gordon-Levitt no descarta el humor para evitar que el relato resulte tedioso, aunque pueda recurrir a situaciones que lindan con la caricatura. Así, además de las risueñas escenas de confesión de Jon hacia el cura, resulta divertido contemplar el entusiasmo no disimulado que experimenta el padre de Jon (Tony Danza) al quedar embelesado con la presencia física de de Bárbara cuando ella es invitada a compartir una comida con la familia de su novio.
Conclusión: Sin que resulte trascendente, la película es aceptable por la simpatía innata que despierta Gordon-Levitt dentro del contexto de un relato liviano que trata de apartarse de las comedias románticas convencionales.
PRISONERS. Estados Unidos, 2013. Un film de Denis Villeneuve
Denis Villeneuve, el realizador canadiense cuyo film Incendies (2010) fue nominado por la Academia para la mejor película extranjera, incursiona por primera vez en el cine estadounidense con un potente drama de considerables implicaciones morales.
En base al guión de Aaron Guzikowski, Villeneuve narra una perturbadora historia que logra tener resonancia universal, tomando como referencia el impacto brutalmente emocional que puede causar la desaparición misteriosa de un hijo, que aún se agrava cuando se trata de un menor. Todo comienza en un animado encuentro de dos familias vecinas que viven en un suburbio de Pensilvania para celebrar el Día de Acción de Gracias. Por un lado se encuentran los Dover con Keller (Hugh Jackman), su señora Grace (Maria Bello), el hijo adolescente Ralph (Dylan Minnette) y la hijita de 6 años Anna (Erin Gerasimovich), quienes son los invitados de la familia Birch integrada por el matrimonio Nancy y Franklin (Viola Davis y Terrence Howard) y la pequeña Joy (Kyla Drew Simmons) de la misma edad que Anna. La reunión transcurre animadamente hasta el momento en que a la hora de los postres las niñitas, sin supervisión de los mayores, salen al exterior y desaparecen sin dejar rastro alguno. La intranquilidad de los adultos se convierte rápidamente en exasperante angustia y la única pista que se dispone es que las chiquitas habían estado jugando alrededor de una furgoneta estacionada cerca de la casa. Cuando las sospechas recaen en Alex Jones (Paul Dano) el conductor del vehículo que revela ser un individuo con cierto retraso mental e infantil, el detective policial Loki (Jake Gyllenhaal) procede a su arresto temporal; pero después de 48 horas y al no haber evidencia concreta de que ha sido la persona que ha secuestrado a las niñas, es dejado en libertad. El hecho irrita sobremanera al dolorido Keller quien está totalmente convencido de ser el perpetrador del delito y resuelve convertirse en vigilante implacable secuestrando a Alex a fin recurrir a cualquier medio posible para lograr su confesión sobre el lugar donde se encuentran las niñas.
De aquí en más la historia va adquiriendo progresivamente un carácter cada vez más sombrío y perturbador a través de las maquinaciones introducidas en el guión donde el espectador asiste a escenas intensas y escalofriantes. Las situaciones que se van sucediendo son ciertamente impredecibles y adelantar lo que ocurre durante las dos horas y media de metraje malograría el interés del potencial espectador.
Villeneuve ha logrado imprimir al relato una inusitada tensión describiendo el derrotero de un padre desesperado que se encuentra próximo al borde de la locura para ubicar a su hija, y la de un detective que con calmada pero perseverante determinación prosigue su investigación. Dentro de ese escenario, el realizador logra un perfecto equilibrio en la interrelación que se establece entre los diferentes personajes caracterizados en forma multidimensional. A la excelente dirección de Villeneuve cabe añadir la excepcional interpretación de Jackman y Gyllenhaal así como la de todo el elenco que integra el homogéneo reparto de este relato, incluyendo la participación de Melissa Leo que anima a la tía de Alex y que juega un papel preponderante en la trama planteada.
Solamente se podrá objetar que a través de los giros sorpresivos del relato la última parte del film y su forzada conclusión puedan resultar discutibles y no del todo convincentes. Pero eso no empaña los valores de Prisoners que aunque resulte difícil y doloroso de contemplar decididamente merece la pena de ser visto.
Conclusión: Un sólido drama que confirma a Denis Villeneuve como un importante realizador a nivel internacional.
GABRIELLE. Canada, 2013. Un film escrito y dirigido por Louise Archambault
Una hermosa historia de amor entre dos jóvenes discapacitados que encuentran solaz en la música es lo que brinda Louise Archambault con Gabrielle, film que merecidamente obtuvo el Premio del Público en el festival de Locarno.
Con la sensibilidad que ya demostrara en Familia (2006), su primer largometraje de ficción, Archambault ha elegido como protagonista de su conmovedor relato a Gabrielle Marion Rivard, una joven que en la vida real está aquejada del mismo síntoma que el del personaje que anima. Se trata del Síndrome de Williams, un trastorno genético no muy común que consiste en un retraso en el desarrollo mental y por lo general va acompañado de problemas cardiovasculares.
Gabrielle (Marion-Rivard) es una chica de 22 años de edad, resueltamente dinámica, entusiasta y dueña de una sonrisa contagiosa que ilumina la pantalla. Sufriendo de la anomalía descripta es también diabética pero, como compensación, ha sido agraciada con una agradable voz; de allí que uno de sus mayores placeres es su participación en un coro que se desarrolla en un centro comunitario local de Montreal y que está integrado por otros coristas igualmente discapacitados, dirigidos por Remi (Vincent-Gillaume Otis). Entre los miembros del grupo se encuentra Martin (Alexandre Landry) que mantiene un tierno vínculo sentimental con Gabrielle pero que encuentra como obstáculo la oposición de Claire (Marie Gignac), la madre del muchacho, quien considera que los jóvenes discapacitados deben evitar cualquier tipo de relación amorosa. Dentro de ese contexto, Gabrielle recibe considerable apoyo moral de su hermana Sophie (Melissa Desormeaux-Poulin) quien, teniendo en cuenta las circunstancias difíciles que atraviesa la joven, no se atreve a decirle que prontamente irá a vivir a la India para unirse a su novio (Sebastien Ricard) que trabaja allí en una escuela local.
Claramente se desprende de esta historia la intención de la realizadora de demostrar la determinación de Gabrielle en aspirar a una mayor independencia, tener derecho a la felicidad y demostrar que puede actuar y manejarse como el común de los mortales. Dentro del drama de este humano relato, la música juega un rol importante al ser introducida como un medio espiritual enriquecedor de los integrantes del coro y en tal sentido la competencia que tiene lugar en un festival musical de verano con la presencia del popular cantante de Quebec Robert Charlebois alcanza un climax de notable emotividad.
En líneas generales, los personajes están muy bien desarrollados a través de actores que sin experimentación previa ofrecen una magnífica interpretación. Así, por ejemplo, en una de las escenas más delicadas del film donde Gabrielle y Martin expresan la sexualidad de sus personajes, Archambault logra que Marion-Rivard y Landry transmitan con gran ternura la autenticidad del amor entre dos jóvenes discapacitados.
Conclusión: Un relato profundamente emotivo que ennoblece, dignifica y resalta la alegría de vivir de personas discapacitadas. Excepcional interpretación de Gabrielle Marion-Rivard
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