Hablemos de Cine
Hablemos de Cine
Con el realismo propio del género documental que Paul Greengrass acostumbra brindar en sus filmes de ficción, aquí ofrece otra película basada en una historia real como lo hiciera con United 93 (2006) reflejando el secuestro de uno de los aviones en la tragedia del 11 de septiembre. En Captain Phillips, aunque el desenlace afortunadamente resulte diferente, también se trata de un secuestro –en este caso de una nave- que tuvo lugar en aguas africanas pero de ningún modo existe en el acto criminal cometido una maniobra terrorista de intención política, religiosa o étnica.
Grengrass introduce un prólogo que tiene lugar en Vermont en marzo de 2009, donde se observa al Capitán Richard Phillips (Tom Hanks) cambiando amablemente impresiones hogareñas con su esposa (Catherine Keener) mientras ella lo traslada al aeropuerto para abordar un vuelo con destino al sur de Omán. Allí se hace cargo del Maersk Alabama, un barco de carga de los Estados Unidos que tiene como primer destino llegar a Somalia y posteriormente proseguir hasta Kenia, a fin de transportar alimentación proveniente de un programa de cooperación de las Naciones Unidas.
Simultáneamente en Somalia, se ve a un grupo de hombres reclutando a jóvenes individuos para participar en operaciones de piratería; claramente se percibe que lo que anima a esta gente es encontrar medios a cualquier precio para salir de la miseria que la agobia; en todo caso, Greengrass no insiste sobre este punto.
Cuando el abordaje se produce con el grupo de cuatro piratas somalíes asaltando al buque mercante, comienza la gran guerra de nervios y tensiones entre la tripulación tomada como rehén y los delincuentes que dominan la situación. Dentro de los roles opuestos que les cabe desempeñar, queda claro que Phillips y Muse (Barkhad Abdi), el líder de los piratas, están lejos de llegar a un acuerdo: así los somalíes de ningún modo aceptan la suma de 30 mil dólares que el capitán les ofrece frente a los millones de dólares que los piratas demandan. La situación se torna aún más dramática cuando Muse se las ingenia para apoderarse del capitán ubicándolo en un pequeño bote donde el secuestrado atravesará la angustia del confinamiento frente a la inmensidad de las aguas oceánicas que lo rodean.
Tomando como referencia el guión de Billy Ray que a su vez se basó en el libro escrito por el propio Phillips A Captain’s Duty: Somaly Pirates, Navy SEALS, and Dangerous Days at Sea, Greengrass aprovecha su contenido para transmitir toda la furia, histeria y el pandemónium generado por criminales dispuestos a morir sino logran el objetivo perseguido, en esas escenas, que abarcan la mayor parte del relato, donde la vida y la muerte parecen confundirse permanentemente, el film cobra importante aliento. A pesar de que se sabe el resultado final dado que ha sido noticia que alcanzó pública notoriedad, un tenso suspenso anima el desarrollo de esta historia que alcanza a diferenciarse de tantas otras porque no es la violencia de las ametralladoras o disparos la que cobra un papel decisivo, sino el estudio de personalidades totalmente diferentes; en tan sentido, la excelente interpretación de Hanks ya no llega a sorprender a esta altura de su excepcional carrera, pero en cambio sí causa grata impresión la caracterización de Abdi otorgando notable realismo a su personaje.
Si hay una objeción para esta historia real es que llega con pocos meses de diferencia de A Hijacking, un excelente drama que se refiere también a la invasión de piratas somalíes a un buque danés, aunque desde un ángulo diferente. En todo caso, eso no disminuye los valores intrínsecos del film de Greengrass.
Conclusión: Un docudrama intenso y absorbente que encuentra en Tom Hanks a su intérprete ideal.
BLUE IS THE WARMEST COLOR (La Vie d’Adèle. Chapitre 1 & 2) Francia, 2013. Un film de Abdellatif Kechiche
Caracterizado por su forma lenta y pausada de filmar aunque muy seguro de lo que se propone, el director Abedellatif Kechiche –que ya se distinguió por algunos relevantes trabajos como L’Esquive (2003) y The Secret of the Grain (2007)- retorna con La Vie d’Adèle que de hecho es su trabajo más ambicioso y también el de mayor relevancia artística. Lo más importante es que su triunfo lo ha obtenido incursionando en un delicado terreno como lo es el apasionado amor que envuelve a dos jóvenes chicas a través de un número de años.
Si afortunadamente a la generación actual le toca vivir en un mundo más liberal, menos hipócrita y como consecuencia más genuino en la expresión de sus sentimientos cualesquiera fuese su orientación sexual, lo que acontece en este film es algo muy singular o diferente porque podría afirmarse que es la primera vez que el cine se manifiesta tan abiertamente para expresar la profunda intimidad que une a sus dos personajes principales; al así hacerlo puede que cierto público manifieste ciertos reparos a la crudeza de cómo la relación sexual está aquí expuesta, pero sin duda también habrá de notar la inmensa ternura que anida ese vínculo.
Para plasmar en imágenes lo que se ha propuesto, el realizador contó con dos extraordinarias actuaciones donde el público habrá de aplaudir el trabajo de Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux sometiéndose en cuerpo y alma, psicológica y emocionalmente en la piel de sus respectivos personajes. El romántico drama, basado en el cómic de Julie Maroh “Azul es un Color Caliente” y adaptado por el realizador y Ghalya Lacroix, presenta a Adèle (Exarchopoulos), una joven de 17 años de edad que vive en Lille –al norte de Francia- y que manifiesta una manifiesta inclinación hacia la literatura; así, al principio se la ve en una sala de clases de un colegio de enseñanza media junto con sus compañeros estudiando una novela de Pierre de Marivaux (“La Vie de Marianne”). En un comienzo ella se embarca en un romance de corto vuelo con Thomas (Jérémie Laheurte), su cortejante, pero muy pronto queda claro que sus emociones están dirigidas hacia personas de su mismo sexo; eso habrá de cristalizarse a partir del momento en que conoce a Emma (Seydoux), una mujer un poco mayor que ella y que tiene como característica distintiva su pelo teñido de azul. De allí en más comienza entre ambas un amor desenfrenado, sin tapujos ni barreras, donde las emociones del espíritu se entremezclan con el contacto físico de sus cuerpos logrando una completa fusión sublimando la comunicación humana.
Dejando aparte las audaces escenas de amor explícito, que evidentemente pueden originar controversias porque una de ellas se prolonga durante 8 minutos, el film ilustra magníficamente aspectos que diferencian a cada uno de sus personajes. Intelectualmente considerado, se aprecia que Emma –de marcada afinidad con las artes plásticas- está ubicada en un nivel cultural superior al de su amante; algo parecido se puede apreciar a nivel económico y social; así, cuando Adèle, de origen más humilde y de padres conservadores que ignoran su orientación sexual que ella trata de guardar celosamente, visita la casa de los padres de Emma pertenecientes a una clase socio-económica más elevada, se sorprende al comprobar que son lo suficientemente liberales al aceptarla abiertamente como la pareja de su hija.
A través de las 3 horas de duración, el film va exponiendo cómo con el paso de los años la relación va madurando y posteriormente desintegrándose al aparecer varias grietas en el camino que tornan imposible la mutua convivencia.
Teniendo en consideración que la película lleva como subtítulo “Capítulos 1 y 2” en la versión original francesa, no sería utópico pensar que en algunos años más, al director se le ocurra contar qué pasó con las vidas de Adèle y Emma. De todos modos, haya o no nuevos capítulos para esta inolvidable historia de amor, queda como resultado una extraordinaria película que cala profundo hasta la médula de los sentimientos humanos a través de un relato ferozmente tierno y hondamente conmovedor.
Conclusión: Habiendo merecido la Palma de Oro en el último festival de Cannes, es altamente meritorio que aunque sus dos actrices no hayan sido recompensadas, sin embargo han sido reconocidas por Steven Spielberg quien como presidente del jurado señaló que el premio a esta maravillosa historia de amor se debe al trío integrado por Exarchopoulos y Seydoux, delante de la cámara, y a Kechiche detrás de la misma.
WADJDA. Arabia Saudita-Alemania, 2012. Un film escrito y dirigido por Haifaa al- Mansour
Arabia Saudita es un país bien conocido por ser uno de los mayores productores de petróleo del mundo pero no precisamente por su cinematografía. De allí que asistir a la proyección de Wadjda es todo un acontecimiento por dos importantes razones: es el primer film que se realiza en el país, y está dirigido por una mujer que refleja las costumbres prevalecientes en cuanto al trato dispensado al sexo femenino que ocupa un lugar secundario en esa sociedad y es objeto de serias presiones.
La directora Haifaa al-Mansour adopta para su narración un lenguaje extremadamente sencillo que rememora algunas de las películas iraníes como The White Balloon (1995) de Jafar Panahi y/o Children of Heaven (1997) y The Color of Paradise (1999) de Majid Majidi.
Wadjda (Waad Mohammed) es una niña de 12 años, quien todavía goza de ciertas libertades que desaparecerán cuando en poco tiempo más se convierta en mujer. Habitando en un barrio de Riad, la capital de Arabia Saudita, vive con sus padres que bien la quieren y tiene como amiguito a un chico vecino (Abdullrahman Al Gohani) que posee una bicicleta y que ella también le gustaría tener; pero hay un gran inconveniente porque de acuerdo a las normas imperantes en ese país conservador y musulmán, las chicas no pueden montar en bicicleta porque con su uso podrían romper su virginal himen. Empecinada en tener una bicicleta, Wadjda recurre a diferentes medios para afrontar su costo después de ver una que se encuentra expuesta en un negocio cercano; la gran oportunidad se le presenta cuando la escuela realiza un concurso que consiste en interpretar y recitar de memoria extractos del Corán, donde el premio consiste en una suma de dinero que le permitirá lograr su propósito si ella resulta ganadora.
El simple pero bien urdido guión recrea a través de la ficción un excelente retrato de la realidad en cuanto a los derechos que asisten a las mujeres de Arabia Saudita, utilizando como modelo a nuestra heroína, alguien que es muy consciente del medio en que se desenvuelve pero que al mismo tiempo trata de rebelarse contra las adversidades que le impone ese entorno social liderado por hombres.
Utilizando como excusa la adquisición de un biciclo, el relato expone claramente varias situaciones que testimonian las marcadas diferencias entre el hombre y la mujer, donde el sexo femenino no tiene derecho a conducir un auto y debe mantener su rostro completamente cubierto en su aparición pública. Más específicamente, se observa a los padres de Wadjda, donde su madre (Reem Abdullah) percibe que su marido está aburrido de ella porque no le ha provisto de un hijo varón y de allí que intente encontrar una segunda esposa; naturalmente ella no tiene derecho a protesta alguna. No menos ilustrativo resulta la actitud de la directora de la escuela (Ahd) a la que asiste Wadjda, oprimiendo a sus alumnas con tal de aplicar con firmeza la ley de la charia. En una escena se observa la actitud de varias niñas escolares que siendo divisadas a una gran distancia por hombres trabajadores, deben ocultarse para no ser vistas públicamente; de algún modo, eso refleja el reducido espacio al que la mujer está confinada cuando se encuentra fuera de su casa donde siempre debe estar acompañada por un hombre de su familia.
Con eficientes movimientos de cámara y un apropiado montaje, Haifaa al-Mansour ofrece un poético relato donde evita juzgar lo que expone para que el público lo haga por sí mismo. Si bien ella es la principal responsable de este notable film denotando la sumisión de la mujer, cabe señalar que gran parte del mérito reside en su elenco, sobre todo en la extraordinaria composición que Waad Mohammed realiza de una niña madura que es dueña de una innata libertad interna para asumir los desafíos que su medio le impone.
Conclusión: He aquí un sobrio, humano, honesto y audaz retrato realista sobre la segregación femenina proveniente de una singular y dotada realizadora saudita.
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