HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Una historia real donde sus verdaderos protagonistas aún viven es lo que se contempla en el conmovedor, humano y sobresaliente film Philomena de Stephen Frears, basado en el libro de de Martin Sixsmith The Lost Child of Philomena Lee, en donde su autor es incorporado a la trama como uno de los dos protagonistas
No es muy común que un tema hondamente dramático pueda expresarse cinematográficamente con un considerable sentido del humor; eso es lo que Frears logra equilibrar maravillosamente en esta película. El relato enfoca a Philomena Lee (Judy Dench), una mujer irlandesa septuagenaria que en 1952 cuando muy jovencita (Sophie Kennedy Clark) e inocente queda seducida en un parque de diversiones por un adolescente; esa única relación íntima mantenida motiva su embarazo y que su familia por vergüenza de aguardar un hijo fuera de matrimonio la envíe al convento de Roscrea, dejándola abandonada. En esa institución hay otras jóvenes de la misma condición que son brutalmente maltratadas por las monjas como castigo por ser consideradas “mujeres perdidas”. Cuando nace Anthony, el bebé de Philomena, ella puede verlo y estar con él durante una hora diaria a cambio de realizar duros trabajos en la lavandería del asilo; la tragedia sobreviene cuando tres años después, la Madre Superiora vende la criatura a un matrimonio americano sin que los actos de desesperación de la angustiada madre por haber sido despojada de su niño lleguen a inmutar a las insensibles religiosas del establecimiento.
Cincuenta años después y con el dolor aún a cuestas de no haber llegado a oír de Anthony, está mujer llega a conocer a Martin Sixsmith (Steve Coogan). Este hombre, que había trabajado como corresponsal extranjero para la BBC y que además se desempeñó como director de comunicaciones en el gobierno de Tony Blair, se entera de lo que a Philomena le acontece; considerando que hay un material de extraordinario interés para ser relatado resuelve prestarle su ayuda para tratar de localizar al hijo perdido iniciando de este modo una ardua investigación detectivesca.
Sobre un guión preparado por Coogan y Jeff Pope, el espectador sigue los pasos de Philomena y Martin en un viaje de hondo contenido emocional, encaminado al principio en el convento irlandés y posteriormente en Washington DC donde habitaba el matrimonio que adoptó al niño.
Esa travesía revela en toda su dramática dimensión qué es lo que aconteció con Anthony así como también permite describir las características de ambos protagonistas. Uno de los méritos del film es precisamente retratar con convicción el contraste de personalidades establecido entre Philomena y el periodista. Ella es un ser de naturaleza sencilla, de humilde origen y sin educación superior que durante sus años activos trabajó como enfermera y que mantiene una profunda convicción católica; Martin, en cambio es un agnóstico de refinada cultura, que por su formación y antecedentes profesionales le ha tocado moverse en un medio mucho más refinado y confortable. De esa particular combinación, donde ella se guía por la intuición, mientras que él se maneja por el intelecto, queda conformada una singular y grata pareja donde parte del intercambio mantenido entre ellos origina las situaciones de humor que atenúan el clima dramático de la investigación emprendida.
Frears demuestra en todo momento estar en completo control de lo que está relatando y afortunadamente contó con dos artistas excepcionales para animar a los personajes protagónicos. Aclamada internacionalmente, Dench nuevamente se posesiona por completo de los roles que interpreta, brindando en este caso la humanidad excepcional que desborda Philomena y que dada su devoción religiosa es capaz de perdonar a quienes le han infligido un tratamiento cruel. Con todo, su brillante actuación no opaca la caracterización que logra Coogan como el sagaz periodista investigador que aunque sereno y mesurado en sus actitudes también es el individuo de profunda solidez moral que no duda en confrontar y manifestar su indignación y repulsión a las autoridades del convento por la conducta inhumana, represiva y nefasta mantenida con las pupilas que allí estuvieron albergadas.
Además de las razones anteriormente expresadas, el film constituye en buena parte una acerba crítica al comportamiento de ciertas instituciones religiosas así como también permite reflexionar sobre ciertos tópicos delicados incluyendo la fe, la religión, la existencia de Dios y otros aspectos de connotaciones éticas y morales.
Conclusión: La excelente dirección e interpretación y su apasionante historia que alcanza dimensión universal, hacen que este film pueda ser apreciado no solo por quienes son madres sino por cualquier persona capaz de sentir e identificarse con el inmenso dolor de la pérdida de un hijo.
THE ARMSTRONG LIE. Estados Unidos, 2013. Un film escrito y dirigido por Alex Gibney
El excelente documentalista Alex Gibney anticipa en el título sobre lo que trata su film. La mentira de Lance Armnstrong, uno de los más conocidos ciclistas del mundo, no es solo el ocultamiento de una verdad consistentemente negada a través del tiempo por su autor sino también una de las defraudaciones de la confianza popular más importantes registrada en la historia del deporte.
Armstrong se inició como ciclista profesional en 1992 y después de cuatro fructíferos años que lo convirtieron en un deportista de prestigio, en octubre de 1996 fue aquejado por un cáncer testicular con metástasis en el pulmón y el cerebro; gracias a los tratamientos médicos obtenidos pudo sobrevivir para retornar a lo suyo en 1998. Desde entonces hasta 2005 logró siete victorias consecutivas del Tour de Francia que lo sepultaron a la fama mundial. A pesar de que había despertado sospechas a lo largo de su carrera de haber utilizado drogas estimulantes, sobre todo en 2005 cuando anuncia su retiro del deporte, las mismas no llegaron a enturbiar su reputación de honesto deportista dado que en múltiples oportunidades y con máxima convicción había declarado que jamás había recurrido al dopaje.
En 2008 Armstrong decide volver a pedalear y participar en una nueva competencia del Tour de Francia de 2009. Es entonces cuando Gibney decide realizar un documental de inspiración deportiva enfocando la figura de Armstrong a través de sus hazañas pasadas y en vísperas de competir una vez más en la famosa competencia; sin embargo, el film no llegó a su término, posiblemente porque en dicha ocasión el ciclista no resultó ganador sino que terminó tercero. En todo caso, The Amstrong Lie comienza a adquirir forma en 2012 cuando el realizador se impone de la admisión de Armstrong de haber recurrido al uso de drogas como consecuencia de una investigación criminal federal emprendida por los Estados Unidos. Este hecho unido a la confesión posteriormente realizada en la entrevista televisiva de Oprah Winfrey en enero de 2013 y a las declaraciones de varios de sus críticos -incluyendo algunos compañeros de su equipo como las de otros ciclistas- dejan un amplio margen para reflexionar sobre la personalidad extraña de este individuo ambicioso y arrogante. El documental deja entrever que si su retorno de 2008 no se hubiera concretado, la constante mentira habría permanecido oculta y Armstrong habría seguido disfrutando impunemente de la celebridad adquirida por pasados triunfos. Queda entonces la pregunta sobre qué pudo haber motivado su regreso; la supuesta respuesta sería la de seguir alimentando su ego y la desmedida ambición de querer seguir siendo el primer ciclista del mundo, hecho que finalmente provocó su caída.
La visión del film deja un extraño sinsabor, especialmente cuando se llega a descubrir la forma en que profesionales médicos han colaborado en el dopaje con mecanismos sofisticados para que las pruebas practicadas al ex deportista siempre resultaran negativas; en este caso son lamentables las manifestaciones vertidas por el médico asesor Michele Ferrari sobre las transfusiones ilegales de sangre realizadas a su cliente. Peor aún es la admisión del ex ciclista al afirmar que no se considera tramposo con respecto a sus colegas puesto que si todo el mundo trampea él no hace más que atenerse a las reglas de juego existentes; una vez más, uno no llega a saber hasta dónde Armstrong sigue mintiendo o dice la verdad de lo que acontece. En todo caso, el film ofrece suficiente material para reflexionar sobre la competitividad del deporte y lo que se esconde detrás de cada torneo.
En 2012 la agencia norteamericana de antidopaje (USADA) despojó al ciclista de los títulos de ganador que obtuvo en los Tours mencionados así como lo sancionó a perpetuidad para no volver a participar en ninguna competencia ciclista ni de cualquier otro deporte.
¿Alguna nota de gracia para Armstrong? Después de su recuperación cancerosa el film ilustra la fundación por él instituida con el propósito de ayudar a niños que padecen de cáncer como así también a sus familiares. Sin duda, en medio de tantas decepciones, se destaca al menos un gesto decididamente noble y altruista.
Conclusión: Un fascinante documental, meticulosamente realizado y de absorbente interés sobre la personalidad de un cínico embustero cuya convicción finalmente lo hace presa de su propia trampa.
FROZEN. Estados Unidos, 2013. Un film de Chris Buck y Jennifer Lee
Los estudios de animación de Walt Disney vuelven a regocijar al público menudo así como a los adultos con un cuento de hadas musical refrescante y encantador tal como lo lograra tiempo atrás con La Sirenita (1989) y que al igual que en este film está basado en una historia de Hans Christian Andersen. El prestigioso escritor danés, considerado como uno de los mayores autores de libros infantiles que haya existido, utilizó su fecunda imaginación para crear una literatura plena de magia y candor, hecho que se evidencia en La Reina de las Nieves, el título español del libro en que está basado el film que se comenta.
Con algunas licencias e importantes cambios adoptados por la guionista Jennifer Lee sobre una historia escrita por ella junto a Chris Buck y Shane Morris, la trama respeta el mensaje del cuento de Andersen, incorporando algunas características de la época actual y sobre todo la gravitación que hoy día adquiere el feminismo.
El relato gira en torno a dos hermanas princesas viviendo en el nórdico reinado de Arendelle. La rubia Elsa (voz de Idina Menzel) es la mayor de las dos y desde su nacimiento está dotada con el extraño don de convertir en nieve y hielo con el solo movimiento de sus manos; la pelirroja Anna (voz de Kristen Bell) es la más pequeña de las dos que disfruta jugar con Elsa en la nieve por ella producida; todo cambia un buen día cuando en dichos juegos, el poder mágico de Elsa motiva a que involuntariamente cause un accidente a Anna que pone en peligro su vida. Como parte de la fantasía introducida en esta historia, la pequeña logra recuperarse aunque su memoria queda desligada de las habilidades especiales que posee su hermana. Como consecuencia de lo acontecido Elsa es mantenida recluida y separada de su familia para no herir a nadie más. Con el paso de los años las hermanas crecen manteniéndose aisladas entre ellas y cuando sus padres mueren en un naufragio, Elsa emerge de su forzado encierro para convertirse en reina; es en el momento de ser coronada donde al desprenderse de los guantes que cubren sus manos, se pone de manifiesto su rara fuerza de cubrir de nieve a su reinado convirtiéndolo, a pesar suyo, en un permanente invierno.
Algunos acontecimientos dramáticos van surgiendo en la historia creando una problemática relación entre las dos hermanas adultas que comienza cuando Anna le pide a Elsa su bendición para casarse con un príncipe (Santino Fontana) de un reinado vecino y la petición es denegada; en todo caso, como todo cuento inspirado en Anderson, el amor es el que finalmente predomina y conduce a un feliz desenlace.
Además de sus atractivos visuales reforzados por el formato 3D, este bello film se valoriza con la música compuesta por Christophe Beck con ocho lindas canciones escritas por Robert López y Kristen Anderson-Lopez, donde entre las mismas se destacan las pegadizas melodías de “In Summer”, “Let it go” y “For the First Time in Forever”.
Para los nostálgicos de las películas de animación de Walt Disney de la década del 30, la proyección de Frozen está precedida por el excelente cortometraje Get a Horse del realizador Lauren Macmillan; en una divertida aventura, los entrañables personajes del ratón Mickey, su novia Minnie, el malvado Peter Pata de Palo y algunos otros cobran vida en la pantalla y “fuera de ella” como ocurría en The Purple Rose of Cairo de Woody Allen.
Conclusión: Frozen es una grata comedia musical al mejor estilo de las memorables películas de animación que Walt Disney solía ofrecer
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