HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Guman
Desde el vamos puede calificarse a Gone Girl como un film apasionante. Superando las expectativas, el nuevo opus de David Fincher, uno de los más importantes realizadores contemporáneos, además de ser un drama sofisticado capaz de satisfacer a audiencias selectivas contiene los ingredientes necesarios para que el gran público también pueda disfrutarlo. El relato está basado en el best seller del mismo nombre de Gillian Flynn quien también se ocupó de adaptarlo a la pantalla; al así hacerlo condensó lo más importante de su libro permitiendo al realizador transmitir en casi dos horas y media de metraje el intenso thriller que lo anima de manera tal que quienes hayan leído la novela no se sientan de ningún modo desilusionados.
En esencia el tema gira en torno a la historia de un matrimonio y sobre lo que no anduvo bien en el mismo. La acción transcurre en North Carnage, una pequeña localidad del estado de Missouri, donde habitan Nick (Ben Affleck) y su esposa Amy (Rosamund Pike) y comienza en el día que habrán de celebrar el quinto aniversario del casamiento. Cuando Nick regresa a su casa comprueba que su mujer ha desaparecido y en el salón de estar se evidencia que hubo algunos indicios de violencia reflejados por un vaso de una mesa de café destruido con sus pedazos de vidrio cubriendo el suelo así como por manchas de sangre. Informando a la policía sobre el hecho, el marido cuenta con el incondicional apoyo familiar de su hermana Margo (Carrie Coon y en un principio con el de la detective inspectora Rhonda Boney (Kim Dickens) y su taciturno asistente Jim Gilpin (Patrick Fugit).
El desarrollo del relato, que en su primera mitad transcurre entre el presente y el pasado, permite que mediante flashbacks uno se imponga a través del diario escrito por Amy sobre cómo comenzó su noviazgo color de rosa en la ciudad de Nueva York para culminar en boda. En tanto, la investigación policial prosigue sin resultados concretos porque no hay señal alguna de la esfumada mujer. Avanzando en la lectura del diario, Amy describe las grietas matrimoniales revelando la infidelidad de Nick al propio tiempo que detalla su carácter violento al extremo tal de temerlo y de tener que proveerse de un arma para protegerse de él en el caso que quisiera matarla.
Las sospechas de que Nick pudiera ser el victimario de su esposa comienzan a surgir a través de las apreciaciones realizadas diariamente por una sensacionalista animadora de la televisión (Missy Pyle) quien deja entrever que se trata de un acto de homicidio cometido por el marido de la víctima; a pesar de que la opinión pública, fuertemente influida por los medios de difusión, va desarrollando un sentimiento de duda que avanza gradualmente hasta transformarse en una franca antipatía hacia Nick, las autoridades no pueden detenerlo porque al no encontrarse el cadáver de la víctima no hay evidencia concreta de que él la haya asesinado.
Lo anterior constituye una muy esquemática sinopsis de lo que sucede en la primera mitad del film donde únicamente el espectador se impone sobre lo acontecido con Amy y que obviamente no se habrá de develar. Con todo, el giro imprevisto de los acontecimientos posteriores va creando una notable tensión donde resulta difícil predecir sobre cómo el relato habrá de continuar. Lo cierto es que la historia que se va desarrollando a diferentes niveles se densifica considerablemente y a diferencia de otras de género similar, la complejidad de la misma no va en detrimento de su comprensión; por el contrario, lo único que se requiere es mantenerse atento y observar cómo los personajes secundarios van gravitando en el comportamiento de los principales caracteres; todo ello permite que la intriga del film se sostenga con recursos legítimos.
Además de lo que en términos de entretenimiento el film ofrece, lo que se constata es cómo los medios de difusión van manipuleando la opinión pública despertando serias dudas sobre si lo que se llega a conocer refleja la realidad de los hechos; ciertamente ese aspecto no es novedoso, pero aquí adquiere relevancia en función de las características especiales que adopta el relato. También cabe mencionar que mostrando al público la forma corrosiva y ácida que puede asumir la vida matrimonial deja abierta la pregunta sobre si por más intimidad que exista entre las partes uno puede llegar a conocer bien a su cónyuge. Finalmente, el desenlace de este drama deja un extraño sabor amargo al demostrar cómo la carencia de valores morales puede crear un profundo vacío existencial reflejando el lado lúgubre de la condición humana.
En adición a su riqueza argumental, el film está notablemente interpretado comenzando con Affleck donde nunca se ha desempeñado mejor que aquí; no menos importante es la revelación de Pike como consumada actriz y sobre todo la participación de Coon quien como la devota hermana de Nick asume con convicción la voz de su conciencia; en los roles de apoyo se destacan Neil Patrick Harris animando al ex novio de Amy, Lisa Banes y David Clennon como los padres de Amy y Tyler Perry como el abogado defensor de Nick. Para concluir, distinción especial merece Fincher;:gracias al meticuloso cuidado impreso por el realizador en cada uno de los planos así como la fluidez lograda en su puesta escénica y dirección de actores, el público aprecia un film de gran calidad a pesar de su extensa duración.
Conclusión: Un absorbente thriller psicológico que sin duda Alfred Hitchcock habría aprobado incondicionalmente.
MY OLD LADY. Estados Unidos, 2014. Un film escrito y dirigido por Israel Horovitz
Aunque Israel Horovitz es bien conocido como autor teatral con más de 70 obras en su haber además de guionista cinematográfico, en The Old Lady asume con sus 75 años de edad por primera vez la dirección. Basado en su obra homónima de 2002, el autor la ha adaptado para el cine y aunque el tema pueda resultar interesante, no logra ocultar su naturaleza teatral por lo que gran parte del metraje da la impresión de teatro filmado. Con todo, un trío de muy buenos actores compensa lo estático del relato insuflando la humanidad necesaria como para que el público sienta empatía con sus personajes.
Mathias (Kevin Kline), un ex alcohólico neoyorkino de 57 años que ha fracasado como escritor así como en su vida sentimental después de tres divorcios, llega a París con la intención de hacerse cargo de un gran departamento rodeado de jardines legado por su difunto padre a fin de venderlo y solucionar sus problemas financieros. Pero para su gran sorpresa se encuentra con que el inmueble está habitado por Mathilde (Maggie Smith), una jubilada profesora de inglés de 92 años, y su hija Chloe (Kristin Scott Thomas) quienes lo han estado ocupando por largo tiempo y no tienen intención de mudarse a otro sitio; para peor, Mathias en principio se encuentra impedido de vender la propiedad porque de acuerdo a una tradición francesa de larga data denominada Viager a la anciana le asiste el derecho de habitar el lugar hasta su muerte. Tratando de resolver el problema, el frustrado propietario permanece unos días en el departamento pagando un alquiler a Mathilde.
Con la estadía involuntaria de Mathias en París conviviendo con la nonagenaria y su hija, el relato cambia de foco donde la aparente comedia de equívocos que uno esperaría al comienzo va transformándose en un drama al irse revelando secretos del pasado, a partir de la relación amorosa extramatrimonial que mantuvo su distanciado padre con Mathilde a quien precisamente le había comprado el inmueble en cuestión bajo la condición de usufructo. Es fundamentalmente a través de los diálogos mantenidos entre los mismos que comienzan a evidenciarse las razones que motivaron a que Mathias resintiera fuertemente a su progenitor quien nunca le suministró el afecto necesario como tal y que además ha sido el causante del suicidio de su madre; no menos importante ha sido el trauma que causó a Chloe cuando a los 10 años de edad fue testigo de la infidelidad de su madre hacia su padre y el modo cómo ese hecho la ha ido transformando en una mujer ácida, fría y aparentemente desprovista de sentimientos.
El modo en que la conducta de los padres puede condicionar y dejar heridas emocionales en los hijos es algo ya visto en cine y por lo tanto este film no ofrece mayores sorpresas al respecto. Más aún, el modo en que esta historia trata de ofrecer una visión positiva a través de una reconciliación que permita atenuar las penas sufridas puede resultar un poco difícil de aceptar. Pero más allá de estas observaciones, el film se destaca por la excelente caracterización de Kline quien es muy elocuente en transmitir los conflictos psicológicos que lo afectan; por su parte la veterana Smith, cuya actuación siempre produce placer, otorga brío y convicción a una anciana mujer capaz de mantener su vitalidad, en tanto que Scott Thomas se luce como una mujer obstinada pero al propio tiempo vulnerable a la hora de la verdad.
Conclusión: Entre la liviana comedia y un drama mesurado, el film sin ser trascendente puede verse por sus destacados intérpretes.
THE SKELETON TWINS. Estados Unidos, 2013. Un film de Craig Johnson
Una historia de hermanos distanciados a través del tiempo que por una circunstancia especial vuelven a reunirse es lo que se aprecia en The Skeleton Twins, cuyo comienzo dramático desmiente el tono de comedia sentimental que prevalece a través del metraje. Sin agregar demasiado a los típicos casos de familias disfuncionales, la actuación de buenos comediantes contribuye a que el film cumpla su cometido de entretener y se deje ver.
Cuando Maggie (Kristein Wiig), una higienista dental de Nueva York está a punto de ingerir medicamentos para poner fin a su vida, un inesperado llamado telefónico de un hospital de Los Ángeles interrumpe su decisión al comunicársele que su hermano gemelo Milo (Bill Hader) del cual estuvo separada por 10 años ha logrado sobrevivir después de un fracasado suicidio. Esta dramática noticia hace que ella viaje inmediatamente a California para reunirse con su hermano. Allí, Maggie logra persuadirlo para que regrese a Nueva York donde comparte su hogar con Lance (Luke Wilson), su afable marido.
El reencuentro permite que melancólicamente afloren en la memoria de los hermanos momentos poco placenteros de la infancia transcurridos en el marco de un hogar fracturado, con un padre que se suicidó y una madre (Joanne Gleason) poco afectiva y más preocupada por sí misma que por sus hijos. Al propio tiempo ambos se impondrán de lo acontecido en los años no frecuentados, analizando qué es lo que no anduvo con ellos y las razones de la frustración que los han sumido en un estado depresivo. En el caso de Milo queda claro que como un hombre gay de mediana edad no pudo hasta el presente lograr satisfacción en el plano sentimental ni tampoco como actor frustrado en el ámbito profesional. Por su parte, ella tampoco ha alcanzado plenitud en su vida conyugal al convivir con un marido que aunque sea una persona de buenos sentimientos no lo ama lo que conlleva a tener amoríos extramatrimoniales con su instructor de buceo (Boyd Holbrook).
Con este material que Johnson elaboró conjuntamente con Mark Heyman surge un buen relato sentimental provisto de un efectivo humor negro y situaciones risueñas que emergen de los jugosos diálogos, logrando aminorar el contenido dramático subyacente. La muy buena actuación de Kristen Wiig y Bill Hader y la calidez que emerge en la forma en que Johnson relata esta historia permite pasar por alto algunos hilos sueltos que aparecen en el guión.
Conclusión: Un film sencillo que sin mayores pretensiones ilustra con sutilidad el profundo sentimiento que une a dos hermanos gemelos.
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