HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Aunque el tema de desconocidos que invaden la intimidad familiar ya ha sido expuesto por el cine en varias ocasiones, cabe admitir que lo que el director Adam Wingard y el guionista Simon Barret proponen aquí resulta interesante. Lo objetable es que después de haber logrado mantener en gran parte del metraje la atención del público, el esfuerzo se descarrila hacia el final a través de escenas violentas gratuitamente innecesarias que prácticamente diluyen la eficacia del relato inicialmente expuesto.
Las primeras escenas transcurren en el hogar de la familia Peterson en Nueva México, integrado por Laura (Sheila Kelley), su marido Spencer (Leland Orser) y sus hijos Luke (Brendan Meyer) y Anna (Maika Monroe); ellos viven el doloroso proceso de duelo por la pérdida de Caleb, el hijo mayor, en los campos de batalla de Irak. Sorpresivamente aparece en la puerta de la casa un joven que dice llamarse David Collins (Dan Stevens) y haber sido compañero de Caleb, a quien vio morir en el campo de acción; especialmente llegó allí para transmitir a la familia el gran cariño y amor que el desafortunado muchacho sintió hacia sus padres y hermanos. Conmovidos por ese gesto, Laura y Spencer lo invitan a que pase unos días con ellos. Si bien el visitante tiene toda la apariencia de un muchacho afable, educado y de excelentes modales, llama la atención de que el matrimonio manifieste el deseo de que el joven pase unos días con la familia cuando no hay razón que justifique el hecho; en todo caso, esa invitación que es aceptada por David justifica la razón de ser de esta película.
A medida que los días transcurren, donde parecería que la temporal estadía del huésped se transforma en algo más permanente, el joven logra ganarse el afecto de casi todos los miembros del grupo familiar, especialmente en el caso de Luc quien siendo acosado por algunos compañeros de su clase se sorprende gratamente cuando David sale en su defensa propinando merecidos castigos a sus atormentadores. Con todo, Anna sospecha que hay algo no suficientemente claro en la personalidad del visitante y es allí donde el director logra crear una intrigante atmósfera con respecto a dilucidar su verdadera identidad.
Para mantener el interés del lector es preferible no proseguir con la descripción de lo que sucede cuando Anna comienza a realizar una detectivesca tarea para tratar de esclarecer el pasado de David. Inesperadamente el relato cambia por completo de tono convirtiéndose en un film de horror y de acción violenta sin sutileza alguna que malogra considerablemente lo que previamente se había contemplado.
A nivel de interpretación se distingue la de Stevens quien brinda una singular expresividad en su caracterización de ángel guardián y aunque en los tramos finales la brusca transformación de su personaje no llega a convencer, ello se debe a los imperativos del caprichoso guión.
Conclusión: Un film que logra crear un buen clima de suspenso pero que desafortunadamente se desmorona en sus tramos finales con su violento desenlace
KILL THE MESSENGER. Estados Unidos, 2014. Un film de Michael Cuesta
La verdad desnuda puede defenestrar a una persona. Eso es lo que acontece con Kill the Messenger donde el realizador Michael Cuesta ilustra el drama vivido por un excelente periodista que al denunciar públicamente una innegable realidad sembró, sin haberlo imaginado, el camino de su propia destrucción. Aunque la historia de filmes basados en casos reales muchas veces debe tomarse con un granito de sal, en este caso es bien conocida la trayectoria de Gary Webb, un reportero que obtuvo el Premio Pullitzer y que como devoto investigador se dedicó con pasión a su profesión.
Si bien el cine reflejó en All The Presidents Men (1976) la extraordinaria laborrealizada por Carl Bernstein y Bob Woodward revelando el escándalo Watergate, al menos el resultado tuvo un final feliz, aunque no lo fuera para el presidente Nixon. Sin embargo, Webb no tuvo esa suerte cuando trabajando en el San Jose Mercury News emprendió una investigación que llevaría a revelar un escándalo de gran magnitud que destrozaría su carrera.
En una excelente interpretación, Jeremy Renner anima a Webb cuando en 1996 recibe de manos de Coral (Paz Vega), una seductora amante de un traficante de drogas, un legajo estrictamente confidencial mencionando la participación que tuvo la CIA en el tráfico de drogas hacia los Estados Unidos cuyo beneficio resultante de su venta en el país, sobre todo a la población negra de uno de los barrios más desfavorecidos de Los Ángeles, había servido para financiar a los rebeldes de Nicaragua.
Con el visto bueno de su jefa (Mary Elizabeth Winstead) y del editor del periódico (Oliver Platt), Webb viaja a Nicaragua y allí entrevista en la prisión a Meneses (Andy García), uno de los principales traficantes involucrados en la operación, quien le suministra valiosa información para que pudiera proseguir su trabajo. A pesar de la advertencia recibida por un funcionario (Michael Sheen) del Consejo de Seguridad Nacional de Washington sobre el peligroso terreno en que estaba transitando, Webb persiste en lo suyo hasta que termina publicando en 1998 una serie de artículos denominados “Dark Alliance” (Oscura Alianza) que confirmaron el vínculo existente de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos con la operación previamente mencionada.
El escándalo hecho público le hizo a Webb merecedor de grandes elogios por parte de su diario como también de la opinión pública. Pero el momento de gloria de su autor fue efímero al haber comenzado una campaña de descrédito hacia su persona al señalarse que se valió de información nada fidedigna; ese hecho fue reforzado por la actitud adoptada por dos diarios poderosos como Los Angeles Times y The Washington Post quienes por celos profesionales, porque sus reporteros no tuvieron la oportunidad de informarse sobre los acontecimientos señalados, resolvieron con sus notas desprestigiar por completo al íntegro periodista. Para peor, fue muy doloroso constatar la falta de apoyo por parte de su periódico cuando por tratarse de un diario de relativa menor importancia el editor tenía intención de retractarse de los hechos publicados; eso motivó a que Webb renunciara a su puesto con la triste consecuencia de que ningún otro diario volviera a contratarlo.
Todo lo acontecido sucedió durante el gobierno de Bill Clinton donde su affaire con Monica Lewinsky tuvo mayor trascendencia para los medios de comunicación que la cruda revelación de Webb por la que resultó seriamente afectado tanto en el plano profesional como a nivel familiar.
Visto en retrospectiva uno se pregunta si realmente valió la pena que Webb hubiera encarado la investigación realizada para que el mundo se impusiera de lo ocurrido. Es imposible conocer la respuesta porque en 2004 terminó suicidándose. En todo caso, lo que no deja lugar a dudas es que el film refleja claramente la probidad e integridad moral de un individuo empeñado en no desdecirse de la dramática verdad denunciada.
Para su trabajo, Cuesta utilizó como fuente de información los libros Dark Alliance de Gary Webb y Kill the Messenger de Nick Schou, muy bien adaptados por el guionista Peter Landesman.
Conclusión: Un film que por su adecuado ritmo, calidad interpretativa y muy buen análisis de su urticante tema merece ser visto.
THE JUDGE. Estados Unidos, 2014. Un film de David Dobkin
Este film es un drama judicial que por su estilo y presentación se asemeja a muchos de los ya vistos hace más de 30 años, encuadrando en el término “old fashion”; de todos modos, esa circunstancia no es la que afecta la calidad de El Juez sino el hecho de que incursiona por terrenos recorridos en múltiples oportunidades sin agregar algún aspecto que lo distinga de muchos otros. Con todo, lo rescatable de esta película es la sólida interpretación de quienes encabezan su elenco.
Hank Palmer (Robert Downey Jr.) ha dejado hace tiempo su hogar natal en Carlinville (Indiana) y se desempeña como un exitoso y arrogante abogado en la ciudad de Chicago, defendiendo a gente culpable que goza de buena situación económica. En su vida personal se encuentra en proceso de divorcio aunque mantiene una excelente relación con su hijita; ese detalle como algunos otros son elementos sueltos que nada agregan a la trama del film.
El elemento que moviliza el relato es el anuncio recibido de la muerte de su madre, lo que motiva a que regrese al pueblo que dejó donde su padre, Joseph Palmer (Robert Duvall), es un respetado y severo juez local. Claramente se notan las asperezas existentes entre padre e hijo quienes se han mantenido distanciados durante largo tiempo, como así también por parte de sus dos hermanos (Vincent D’Onofrio, Jeremy Strong) quienes no simpatizan mucho con él. Después del funeral y tras un breve encuentro con su ex novia de los años jóvenes (Vera Farmiga), resuelve regresar de inmediato a su hogar. Sin embargo, sus planes cambian inesperadamente cuando su padre se convierte en el principal sospechoso de haber atropellado con su coche y matado en la ruta a un individuo recién salido de la cárcel, sobre todo cuando el paragolpes del vehículo exhibe acusadoras manchas de sangre. Esa es la razón por la que Hank resuelve asumir la defensa de su progenitor sabiendo que tiene como imperativo moral salvarlo a toda costa.
Si bien el centro de atención recae en las características adoptadas por el juicio que tiene lugar, donde Hank como abogado defensor debe enfrentarse con un recalcitrante fiscal (Billy Bob Thornton) que no duda de la culpabilidad de su padre, el film no crea el suspenso necesario para saber cuál será el veredicto sino que transita a través de historias secundarias que además de responder a los estereotipos del género diluyen el impacto de lo que el David Dobkin se propone mostrar.
Las típicas situaciones de una familia disfuncional salen a relucir para que uno se entere sobre qué aconteció en el pasado entre Hank y su padre y para crear la intriga en saber si finalmente padre e hijo terminarán reconciliándose; el hecho de que Joseph padezca un cáncer terminal es un artificio del guión a fin de agregar la nota melodramática que en ningún momento crea emoción. Finalmente, con el retorno de Hank a Chicago, uno podría preguntarse si volverá a reunirse con su esposa o si habrá alguna posibilidad de reanudar el idilio con su amor de juventud; en todo caso, poco importa la respuesta. Si el realizador hubiese logrado concentrarse en los aspectos específicos del juicio sin abordar demasiadas subtramas que extienden su duración a casi dos horas y media que se hacen sentir, The Judge habría ganado en fluidez a pesar de las observaciones señaladas.
La nota de gracia de este fallido film es el duelo de interpretación ofrecido por Downey Jr. y Duvall, donde tanto en las escenas individuales como en el intercambio que se produce entre sus dos personajes captan algunos de los momentos satisfactorios del relato.
Comments (0)