HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Suele ocurrir que cuando un crítico ve un film en el marco de un festival, en ciertas ocasiones una primera impresión poco favorable puede resultar insuficiente para emitir un juicio terminante. Eso es lo que aconteció con quien escribe estas líneas después de asistir a la proyección de The Kindergarten Teacher en el festival de Cannes de 2014; de allí, que para ofrecer una opinión definitiva sobre el mismo resolvió volver a verlo; desafortunadamente, nada cambió en esta segunda visión. Lo que podría haber sido un riguroso análisis sobre cómo una docente se preocupa por proteger y preservar las extraordinarias dotes de uno de sus alumnos, el guión del realizador Nadav Lapid no logra concretar su propósito.
Nira (Sarit Larry) es una maestra de un jardín de infantes israelí que ama la poesía por la que sigue un curso en la materia aspirando que algún día pueda convertirse en poetisa. En su vida personal no hay gesto o acción que evidencie alguna desarmonía, estando casada con un ingeniero (Lior Raz) con quien mantiene una buena relación conyugal y con dos hijos adultos que ya no viven con ellos.
Todo cambia para esta maestra cuando descubre que entre sus alumnos se encuentra Yoav (Avi Schneidman), un niño de 5 años de edad, quien recita poesías por él escritas. Sin una madre que le brinde afecto por haber abandonado el hogar y con un padre (Yehezkel Lazarov), que es un exitoso dueño de restaurante y completamente desinteresado de las aptitudes de su hijito, el pequeño es cuidado por una niñera (Ester Rada); ésta joven es una aspirante a actriz que utiliza las poesías del menor como si fueran suyas cuando le toca audicionar.
Si en principio la premisa del film puede resultar de interés no lo es su desarrollo. En primer lugar, de lo que se observa es difícil presumir que Yoav sea un verdadero genio; más aún, cuando declama los versos pareciera que lo hace como habiendo estudiado algo de memoria sin ofrecer la menor expresión en su rostro que denote emoción por lo que compuso. Pero lo más curioso de la trama es el exagerado nivel de interés de esta maestra donde parecería que el único asistente a su clase es ese niño, mientras que los restantes chicos quedan librados a su suerte. Otro aspecto es que su vida matrimonial comienza a ocupar un segundo lugar, tal como acontece en un momento de intimidad con su esposo donde ella lo interrumpe para responder el llamado telefónico de Yoav quien le recita una poesía.
La obsesión de Nira llega a motivar a que el padre del chico despida a la niñera y que ella ocupe su lugar. Como si fuera poco, para impresionar a su propio profesor de poesía (Hamuchtar) utiliza los poemas del niño como si fueran de ella, repitiendo la misma acción que había utilizado la ex niñera, para finalmente seducirlo sexualmente. El relato finalmente decepciona cuando en un acto de locura Nira comete una acción absurda e inconsecuente que conduce a un desenlace nada convincente.
Ciertamente es interesante la preocupación del realizador en resaltar el poder y la riqueza de la poesía en un mundo cada vez más indiferente y materialista, pero no a través del camino elegido para hacerlo.
Conclusión: Aunque visualmente interesante, este film resulta frustrante describiendo la obsesión de una maestra jardinera .
LA ISLA MÍNIMA. España, 2014. Un film de Alberto Rodríguez
Habiendo sido elogiosamente comentado por la crítica en el Festival de San Sebastian de 2014 y posteriormente obtenido 10 Goyas, incluyendo al del mejor film y realizador, La Isla Mínima constituye una de los mejores exponentes que el cine español haya ofrecido en los últimos años. Dentro de lo que podría considerarse como cine policial negro, esta película se beneficia, entre otros aspectos, de la excelente dirección de Alberto Rodríguez y del guión que le pertenece escrito con Rafael Cobos, su colaborador habitual.
Lo destacable de esta película es que además de su trama central existen hechos complementarios que permiten brindar un panorama del clima moral en que transcurre. Cinco años después del fallecimiento de Franco, el guión se ubica en 1980 con una España que ha comenzado la etapa de transición de la dictadura a una democracia no gozada por más de cuatro décadas; con todo, ciertos resabios del pasado aún subsisten. La acción transcurre no muy lejos de la ciudad de Sevilla, en una empobrecida región rural, donde las marismas del Guadalquivir adquieren especial relevancia.
Allí llegan procedentes de Madrid, dos detectives que deben desentrañar el misterio de la doble desaparición de dos hermanas adolescentes de 15 y 16 años de edad. Uno de ellos es Pedro (Raúl Arévalo), un policía honesto e idealista que cree en la justicia, en tanto que su compañero de turno es Juan (Javier Gutiérrez), un experimentado policía que proveniente de la era franquista aún no ha sabido desembarazarse de las oscuras mañas del antiguo régimen. De allí en más, no resulta extraño que ambos individuos apelen a métodos diferentes para realizar la labor encomendada. A medida que el trabajo avanza sin llegar a conclusión alguna, surgen los cadáveres de las dos jóvenes en los pantanos de la zona.
Lo que precede es la buena excusa para que a través de la anatomía de un doble crimen, el film ilustre la indiferencia de la población local para ayudar a clarificar los hechos. Además también expone temas urticantes, tales como la corrupción policial imperante, el contrabando de drogas, el proxenetismo, las mentiras a granel que van surgiendo así como el descontento sindical por los bajos salarios de los trabajadores que están en huelga. Todos esos tópicos se cohesionan articuladamente a la historia central.
Rodríguez ha logrado un film realmente fascinante equilibrando adecuadamente los diferentes ingredientes de un sólido thriller con la cultura imperante en el pequeño pueblo andaluz; mediante una narración impecable, se logra mantener la intriga en forma constante para desembocar en un final inconcluso, que guarda coherencia con la historia global. Además de Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez –quien merecidamente obtuvo el Goya al mejor actor-, el irreprochable elenco incluye a Antonio de la Torre, Nerea Barros, Salva Reina, Jesús Castro y Manolo Solo.
Finalmente cabe elogiar la virtuosa fotografía de Alex Catalán que al captar las imágenes de los pantanales, contribuye a crear la atmósfera especial requerida por el relato.
Conclusión: Un excelente thriller policial
SHE’S FUNNY THAT WAY. Estados Unidos, 2014. Un film escrito y dirigido por Peter Bogdanovich.
Después de 13 años de ausencia el director y escritor Peter Bogdanovich regresa al cine con She’s Funny That Way. Sin duda, la nostalgia se hace presente en esta alocada comedia donde en ciertos momentos rememora a los grandes maestros del género como lo fueron Ernest Lubitsch, Howard Hawks y Billy Wilder, entre otros. Sin embargo, lejos de acercarse a los autores citados, como tampoco al gran éxito logrado con su clásico film What’s Up Doc? (1972), Bogdanovich retorna con un divertimento simple y nada pretencioso que resulta disfrutable.
El film comienza con una periodista (Illeana Douglas) que efectúa un reportaje a Isabella “Izzi” Patterson (Image Poots), una estrella de Broadway; al hacerlo, ella le cuenta su vida recordando cómo de fina prostituta llegó a convertirse en lo que actualmente es hoy día gracias a un hecho fortuito. Así, después de un feliz encuentro en un hotel de Nueva York con Arnold Albertson (Owen Wilson), un director de teatro, éste ha quedado tan satisfecho por la noche transcurrida con ella que decide obsequiarle 30.000 dólares con la condición de que deje su profesión de call girl. Izzi cumple la promesa y en su deseo de convertirse en actriz decide presentarse a una audición para una pieza a estrenarse en Broadway; quiere la casualidad que la misma es dirigida por Arnold y protagonizada por su esposa Delta (Kathryn Hahn). De allí en más comienzan los embrollos y equívocos con la aparición de curiosos personajes, donde no faltan entre los mismos un actor (Rhys Ifans) que ha sido amante de Delta y que también participará en la obra, el dramaturgo de la pieza (Will Forte) quien gusta de Issi, una agresiva y malhumorada terapeuta (Jennifer Aniston) y un viejo juez (Austin Pendleton) obsesionado por la joven aspirante a actriz.
El entreverado y dinámico argumento con enredos a más no poder origina graciosas situaciones con momentos de franca risa. Muy bien interpretada, sobre todo por la joven actriz británica Imogen Poots, la comedia cuenta con el aporte adicional de varios actores que se han prestado a aparecer fugazmente en ciertas secuencias de la misma, como es el caso de Cybill Sepherd y Michael Shannon, entre otros, así como la sorpresiva presencia del director Quentin Tarantino.
Conclusión: Bogdanovich logra una comedia “old fashioned”, a todas luces inocente y transparente sin recurrir a chistes de mal gusto para obtener la adhesión del público; fluidamente dirigida y aunque sin innovar en el género, cumple con su objetivo de entretener sanamente.
VIDEO
Suite Francaise Gran Bretaña-Francia, 2015. Dirección: Saul Dibb. Distribución: Seville/Entertainment One (2015).
Basado en el libro de Irène Némirovsky y con un guión escrito por el realizador Saul Dibb y Matt Charman, Suite Française es un delicado melodrama que transcurre en 1940 en el pequeño pueblo de Bussy, cuando las tropas alemanas ocuparon Francia.
Michelle Williams protagoniza esta historia animando a Lucile Angellier, una tímida joven del lugar que vive con Madame Angellier (Kristen Scott Thomas), su autoritaria y agriada suegra, en tanto que aguarda el regreso de su marido Gaston quien es un prisionero de guerra; queda claro, que el matrimonio ha sido uno de conveniencia y que Lucile nunca llegó a ser feliz.
Cuando Bruno (Matthias Schoenaerts), un oficial alemán de alto rango es alojado por las fuerzas de ocupación en la casa de estas mujeres, ellas no tienen otra opción que aceptarlo como huésped. A medida que pasan los días va surgiendo un acercamiento entre Lucile y Bruno; estableciendo un contacto más humano que el que mantiene con su suegra, Lucile se siente atraída por el refinamiento, delicadeza y cultura del militar nazi quien también gusta de ella; a ello se agrega el amor que ambos sienten por la música, tocando el piano. No pasa mucho tiempo para que esa mutua atracción desemboque en un amor prohibido por las circunstancias especiales que rodean a los dos amantes.
Paralelamente al drama romántico, el film destaca el impacto de la guerra y el modo cómo los lugareños se desenvuelven para seguir viviendo en una época tan dolorosa y traumática. Entre algunos de los personajes secundarios sobresale la presencia de Benoit (Sam Riley), un humilde granjero convertido en miembro de la resistencia que debe sufrir las humillaciones infligidas por otro soldado nazi alojado en su hogar que abusa de su esposa (Ruth Wilson).
La pericia del realizador en evitar el sentimentalismo forzado en la controvertida relación de Bruno y Lucile, el efectivo clima de tensión creado a lo largo del relato, el magnífico desempeño de sus principales protagonistas y sobre todo la excelente recreación de los eventos gracias a los muy buenos diseños de producción, son elementos que gravitan favorablemente en la apreciación de este drama. El único bemol del film es haber sido rodado en inglés cuando todo transcurre en un medio esencialmente francés.
Como material adicional el DVD incluye opiniones del realizador y su elenco, aspectos vinculados con la historia del film, detalles inherentes a los diseños de producción así como al libro que originó su producción.
Audio: Audio: Francés, Inglés. Subtítulos optativos en inglés
Comments (0)