Hablemos de cine
Hablemos de cine
La conocida realizadora catalana Isabel Coixet hace su debut en el cine americano con una agradable comedia sentimental donde se aborda un tema bastante familiar como lo es el encuentro de personas pertenecientes a diferentes culturas. Pero en realidad, el film en lugar de enfatizar el choque cultural, opta por el camino inverso permitiendo que los dos protagonistas de esta historia dejen de lado el rechazo de las costumbres del otro para encontrar un terreno común a través del contenido humano que les permite asociarse.
El guión de Sarah Kernochan, basado en un artículo de Katha Pollitt publicado en el New Yorker ubica la acción en Manhattan donde en las primeras escenas se ve que Ted (Jake Weber) le comunica a su esposa Wendy (Patricia Clarkson) que el matrimonio de 21 años ha concluido. Esta mujer neoyorkina de mediana edad que se desenvuelve como crítica literaria sufre por el fuerte impacto emocional de la noticia, pero lejos de caer en la depresión, decide rehacer su vida comenzando en principio por obtener su licencia de conducir; para ello toma lecciones de manejo con Darwan (Ben Kingsley), un taxista indio a quien conoció en un viaje donde él conducía.
A través de la relación entablada entre la alumna y su instructor se va generando una cálida comunicación donde van surgiendo las manifestaciones y problemas por los que ambos atraviesan. Darwan es un inmigrante que profesa el sijismo y escapó de la India logrando asilo político en Estados Unidos donde ahora es ciudadano naturalizado. A pesar de haber sido un respetado profesor universitario en su país de origen, debe conformarse con trabajar como taxista a fin de lograr un honesto ingreso que le permita vivir; también se sabrá sobre algunos impactos racistas que recibe por el uso de su turbante y finalmente algunas características relativas a su inminente boda con una novia (Sarita Choudury) por encargo. Por su parte, Wendy gradualmente se va abriendo a su profesor de manejo transmitiéndole los sentimientos de abandono y soledad que anidan en su persona frente a la nueva vida que debe afrontar.
A pesar de ciertas coincidencias que se producen en el relato, lo cierto es que Coixet permite crear un clima de legítima intimidad demostrando cómo dos personas de costumbres diferentes pueden perfectamente alternar y superar las barreras existentes a través del entendimiento, comprensión y compenetración de cada uno en los problemas del otro.
Tanto Clarkson como Kingsley son dos maravillosos actores que han sabido crear personajes auténticamente reales e indudablemente la realizadora ha obtenido un excelente resultado de los mismos al lograr que con mesura y sin desbordes pudiesen proyectar las variadas gamas emocionales de sus sentimientos.
Es posible que muchos espectadores comparen este film con Driving Miss Daisy (1989) con el que existen algunos aspectos similares. Aunque sin lograr el mismo impacto o envergadura de la oscarizada película, Learning to Drive impresiona favorablemente por su elegante narración plena de sensibilidad y no exenta de agradable humor; así, dentro de sus limitaciones esta sencilla y agridulce comedia permite crear una empatía con una audiencia adulta poco proclive a los relatos de acción violentos y sanguíneos que seducen al público joven.
Conclusión: Una emotiva historia, bien narrada y magníficamente actuada
BACKCOUNTRY. Canadá, 2014. Un film escrito y dirigido por Adam MacDonald
Aunque el tratar de aferrarse a la vida como instinto natural del ser humano es un tema que ya ha sido tratado por el cine, este film canadiense se distingue por la pulcritud y esmero del joven realizador Adam MacDonald quien demuestra considerable aplomo teniendo en cuenta que Backcountry es su primer film donde también asumió la responsabilidad del guión.
Salir de camping y disfrutar de las bondades que la naturaleza ofrece es una de las gratas actividades que mucha gente suele realizar con el buen tiempo. Sin embargo, en esta historia –que según se anuncia ha estado basada en hechos reales- madre natura se muestra inclemente con sus protagonistas. El relato que prácticamente se centra en dos personajes presenta a una joven pareja donde Alex (Jeff Roop) ya tiene la experiencia de haber acampado en el pasado, en tanto que Jenn (Missy Peregrym) carece de la misma. Decididos a pasar algunos días en un parque provincial del sur de Ontario, después de haberse registrado con el guardabosques (Nicholas Campbell) local, comienza para los mochileros una aventura de giros insospechados.
El inicio no puede ser más auspicioso cuando comienzan a internarse en el parque y luego de cruzar el lago en bote emprenden la marcha gozando de la tranquilidad que reina en las zonas boscosas que transitan. Con todo, en la primera noche, la pareja tiene un encuentro un tanto inquietante con Brad (Eric Balfour), un extraño individuo que dice ser guía turístico, donde se crea un extraño clima de tensión entre éste y Alex; la tranquilidad renace cuando el visitante se aleja después de cenar.
El conflicto dramático se produce después de los primeros tres días, cuando habiendo avanzado profundamente en la densa zona boscosa, los campistas se dan cuenta que han perdido de vista el lago que les servía de referencia; en consecuencia estando en una zona totalmente desconocida y sin persona alguna que circule por el lugar, no tienen idea sobre cuál sendero deben seguir para proseguir la excursión.
Mac Donald describe muy bien la angustia que se va apoderando de estos jóvenes al sentirse perdidos. Esa situación permite a que sobrevengan reproches por parte de Jenn al haber confiado en el conocimiento de Alex sobre los lugares que debían transitar; en todo caso el amor que les une constituye un sólido vínculo de mutuo apoyo físico y psicológico. Así, sabiendo que están juntos y confiando en el espíritu de supervivencia, ambos confían en que la difícil situación habrá de resolverse de algún modo. Simultáneamente en esas primeras horas de incertidumbre el relato ofrece una nota de sincera ternura cuando Alex quiere proponerle matrimonio a su enamorada habiendo traído consigo el característico anillo de alianza. Lamentablemente, la situación empeora con la aparición de un predatorio oso negro al haberle sido invadido su territorio.
Lentamente, este thriller refleja con intensidad la desesperación que envuelve al ser humano en situaciones límites donde en este caso la naturaleza asume connotaciones negativas frente al aislamiento de dos seres que no han considerado el riesgo que implica adentrarse en zonas desconocidas para encontrarse a merced de una implacable foresta selvática.
Dado que Peregrym y Roop son actores no muy conocidos, su natural y lograda actuación permite empatizar más fácilmente con los sinsabores que atraviesan sus respectivos personajes en su desesperada lucha por sobrevivir. La muy buena fotografía de Christian Bielz adquiere protagonismo a través de las imágenes captadas con luz natural, así como los inobjetables diseños de producción de Pierre Bonhomme. Finalmente, mérito especial merece el novel director por haber logrado un buen drama de suspenso y horror permitiendo que el espectador experimente una agradable nerviosidad frente a lo que el relato les ofrece.
Conclusión: Un film que constituye una positiva carta de presentación para Adam MacDonald
MELODY. Bélgica-Francia, 2014. Un film de Bernard Bellefroid
Esta película de Bernard Bellefroid confirma la sensibilidad del realizador al brindar un hondo drama humano sobre dos mujeres de distinta personalidad y condición social que deben entenderse para lograr sus propósitos.
Concebida como si se tratara de una pieza de cámara, el film se centra fundamentalmente en dos personajes perfectamente delineados. Uno de los mismos es Melody (Lucie Debay), una humilde chica belga de 28 años, que sin domicilio fijo y llevando una existencia errante, trata de ganarse la vida como itinerante peluquera a domicilio. Su gran ambición es reunir el dinero necesario para poder abrir su propio salón de belleza
El otro personaje es Emily (Rachel Blake), una mujer inglesa de buena posición económica que trabaja como ejecutiva en una importante firma de Londres y que experimenta un considerable impacto emocional al haber quedado abortado su embarazo por estar enferma de cáncer. Su máximo anhelo es llegar a ser madre antes de que sea demasiado tarde.
Después de algunos minutos muy bien relatados donde se sigue separadamente la trayectoria de estas dos mujeres, llega el momento en que entran en contacto. Eso se produce cuando a través de una agencia, Melody se entera de que Emily está buscando a alguien que pueda ser portadora de un bebé durante los 9 meses de embarazo para serle entregado en el momento de su nacimiento. Aunque esa particular tarea está lejos de agradarle, la suma ofrecida es demasiado tentadora y es por ello que hace todo lo posible para que Emily la elija. Una vez acordado el pacto, la joven pasa a alojarse en el domicilio de la adinerada mujer.
A través del período en que ambas deben convivir y en la medida que el embarazo progresa comienzan a surgir ciertos actos de chantaje por parte de Melody lo que genera sospechas por parte de Emily temiendo que la joven pueda encariñarse con el feto que acarrea; sin embargo, a medida que avanza el relato va estableciéndose entre ellas un profundo sentimiento de afecto. Así, Melody -que no puede olvidar su triste pasado de haber sido abandonada durante su infancia sin nadie que la proteja- comienza ver en Emily a la madre que nunca tuvo; concurrentemente, Emily ve en Melody a la persona que le dará el regalo más preciado que desea en la vida.
La naturaleza del relato se prestaba para una historia demasiado melodramática. A pesar del giro de los acontecimientos que se producen en la última parte del film con un desenlace intensamente emocional, el director evitó los golpes bajos para que en ningún momento las escenas resultaran efectistas; al haber optado por la sobriedad narrativa, el film se valoriza notablemente abordando algunos aspectos éticos y morales concernientes a las madres que alquilan su cuerpo para la gestación de hijos que no habrán de pertenecerles.
LA TIERRA Y LA SOMBRA. Colombia, 2015. Un film escrito y dirigido por César Augusto Acevedo.
Este film colombiano tiene el mérito de haber recibido el premio de la Cámara de Oro en el Festival de Cannes, el cual se atribuye a la mejor ópera prima presentada entre todas las secciones que conforman el evento. Habiéndose dado a conocer en la Semana de la Crítica, el joven debutante César Augusto Acevedo de origen caleño impresiona con esta obra sólida y potente, cuidadosamente construida. En un guión que le pertenece, el director trató de exponer algunas de las experiencias por las que atravesó personalmente permitiendo así que la película represente una suerte de catarsis en torno a las raíces que constituyen el lazo que une al hombre con la tierra en que nació.
Acevedo presenta a Alfonso (Haimer Leal), un viejo paisano que después de una ausencia de 17 años de haber abandonado a los suyos por razones desconocidas, retorna al hogar ubicado en el valle del Cauca; allí viven su hijo Gerardo (Edison Raigosa) que padece de una grave enfermedad de pulmón, su distanciada mujer Alicia (Hilda Ruíz), su nuera Esperanza (Marleyda Soto) y su pequeño nieto Manuel (José Felipe Cárdenas). Tanto Alicia como Esperanza trabajan como cortadoras de la caña de azúcar para subvenir a las necesidades de la alicaída finca que poseen y es en esa tarea que Alfonso tratará de ayudarlas.
Simultáneamente, en una subtrama puede observarse cómo los trabajadores del lugar trabajan fuertemente sin ser debidamente remunerados y resignados a su suerte en el marco de un clima económico hostil y despiadado..
En forma tranquila pero efectiva, el relato de Acevedo combina adecuadamente un drama familiar con una acertada crítica social. Así la adaptación de Alfonso al viejo terruño, tratando de reparar los errores del pasado para reencontrarse definitivamente con los suyos, se entremezcla con el problema de los agricultores marginados tratando de sobrevivir frente a la realidad de un mercado implacable y al poder de los terratenientes del ingenio azucarero.
Con una bella fotografía de Mateo Guzmán captando la campiña colombiana, este film sobre el desarraigo y la fragilidad familiar –entre otros aspectos- es decididamente duro y triste, pero de todos modos deja abierta una luz de esperanza para un porvenir más venturoso.
MELODY. Bélgica-Francia, 2014. Un film de Bernard Bellefroid
Presentado con gran éxito en el Festival de Films du Monde de Montreal del año pasado, esta película de Bernard Bellefroid que ahora se estrenó comercialmente en Canadá confirma la sensibilidad del realizador al brindar un hondo drama humano sobre dos mujeres de distinta personalidad y condición social que deben entenderse para lograr sus propósitos.
Concebida como si se tratara de una pieza de cámara, el film se centra fundamentalmente en dos personajes perfectamente delineados. Uno de los mismos es Melody (Lucie Debay), una humilde chica belga de 28 años, sin hogar fijo y llevando una existencia vagabunda, trata de ganarse la vida trabajando como itinerante peluquera a domicilio. Su gran ambición es reunir el dinero necesario para poder abrir su propio salón de belleza
El otro personaje es Emily (Rachel Blake), una mujer inglesa de buena posición económica que trabaja como ejecutiva en una importante firma de Londres y que ha sufrido un fuerte impacto emocional al haber quedado abortado su embarazo por estar enferma de cáncer. Su máximo anhelo es llegar a ser madre antes de que sea demasiado tarde.
Después de algunos minutos muy bien relatados donde se sigue separadamente la trayectoria de estas dos mujeres, llega el momento en que entran en contacto. Eso se produce cuando a través de una agencia, Melody se entera de que Emily está buscando a alguien que pueda ser portadora de un bebé durante los 9 meses de embarazo para serle entregado en el momento de su nacimiento. Aunque esa particular tarea está lejos de agradarle, la suma ofrecida es demasiado tentadora y es por ello que hace todo lo posible para que Emily la elija. Una vez acordado el pacto, la joven pasa a alojarse en el domicilio de la adinerada mujer.
A través del período en que ambas deben convivir y en la medida que el embarazo progresa comienzan a surgir ciertos actos de chantaje por parte de Melody lo que genera sospechas por parte de Emily temiendo que la joven pueda encariñarse con el feto que acarrea; sin embargo, a medida que avanza el relato va estableciéndose entre ellas un profundo sentimiento de afecto; por una parte Melody -que no puede olvidar su triste pasado de haber sido abandonada durante su infancia sin nadie que la proteja- comienza ver en Emily a la madre que nunca tuvo; por su parte, Emily condenada por su enfermedad ve en Melody a la persona que le dará el regalo más preciado que desea en la vida.
La naturaleza del relato se prestaba para una historia exageradamente melodramática. A pesar del giro de los acontecimientos que se producen en la última parte del film con un desenlace intensamente emocional, el director evitó los golpes bajos para que en ningún momento las escenas resultaran efectistas; al haber optado por la sobriedad narrativa, el film se valoriza notablemente abordando algunos aspectos éticos y morales concernientes a las madres que alquilan su cuerpo para la gestación de hijos que no habrán de pertenecerles.
Tanto Debay como Blake inspiradas en sus respectivos personajes ofrecen soberbias prestaciones infundiendo convicción y total naturalidad a esta conmovedora historia.
Conclusión: Un film que sin estridencia ni efectismo alguno proporciona genuina emoción en un relato profundamente humano
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