HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
En su primer largometraje el director húngaro Lászlo Nemes evidencia en Son of Saul una considerable madurez abordando el tema del Holocausto. A pesar del gran número de producciones vistas sobre este doloroso tópico, el relato de Clara Royer escrito con la colaboración del realizador demuestra que no todo está dicho sobre el mismo, existiendo aún material importante para ser explorado. Teniendo en cuenta que Nemes nació en 1977, poco más de tres décadas después de haber terminado el conflicto bélico donde parte de su familia fue asesinada en Auschwitz, es notable apreciar el impactante realismo que emplea para transmitir el horror de una época nefasta. Así, con profundidad inusual analiza hasta dónde llega el comportamiento humano en la aferrada lucha por la sobrevivencia frente a situaciones extremas.
El ficticio relato se concentra en Saul Ausländer (Geza Röhrig), un judío húngaro que en octubre de 1944 es uno de los miembros del Sonderkommando. Esta brigada especial está integrada por selectivos prisioneros judíos quienes aislados del resto del campo de concentración de Auschiwitz-Birkenau se encuentran forzados a colaborar en las tareas de exterminio de sus pares que implementa el régimen nazi; a cambio de dicha labor, ven extendidas sus vidas por algunos meses más porque a la postre también serán ejecutados. El trabajo de estos obreros de la muerte consiste en recibir a las víctimas que van llegando al lugar y escoltarlas a la cámara de gas; después de haber sido asfixiados, extraen sus cuerpos inertes, los incineran y finalmente esparcen las cenizas. La rutina de Saul se ve alterada cuando descubre que uno de los cadáveres que debe cremar es el de un chico al que él cree reconocer o quizás imaginar –nunca queda claro- como su hijo. Mientras que en el comando se está gestando una revuelta general, en medio del caos existente el consternado padre realiza una misión imposible; la misma consiste en evitar que el cuerpo de su hijo sea consumido por el fuego, encontrar un rabino que recite el “kadish” -plegaria principal de la religión judía para honrar a los muertos- y ofrecerle a continuación una digna sepultura.
Con cámara en mano otorgando a su relato un ritmo vertiginoso y febril, Nemes ha logrado un film de escaso diálogo y gran intensidad dramática; sin recurrir a sentimentalismo alguno, en lugar de exponer a las víctimas frente a las cámaras, el realizador sugiere lo que está aconteciendo, generando un clima de envolvente angustia. En su trabajo cuenta con el apoyo visual de la esmerada fotografía de Mátyás Erdély y los logrados efectos sonoros de Tamás Zányi donde predominan los murmullos, gritos, ruido de balas y las mezcladas conversaciones en off mantenidas por prisioneros y guardianes en varios idiomas.
Mención especial merece el trabajo de Röhrig quien prácticamente está presente a lo largo del film; este poeta húngaro que debuta como actor proyecta admirablemente la imagen de Saul, un hombre que alienado en lo que realiza e ignorando lo que acontece a su alrededor, llega a adquirir conciencia y rescatar la dimensión humana de su persona al tratar de de expiar su culpa frente al cadáver de su hijo.
A pesar de que en algunos momentos el relato se vuelve efectista, el film se distingue por su formal rigurosidad y distintivo estilo, a la vez que cala hondamente en el ánimo del espectador. En esencia, este tenso y perturbador drama que cuenta con un inteligente tratamiento cinematográfico es de visión obligada para los amantes del buen cine. .
THE REVENANT. Estados Unidos, 2015. Un film de Alejandro G. Iñárritu
Con un film extremadamente fuerte y visceral, Alejandro G. Iñárritu retorna al cine un año después de que Birdman fuera premiado por la Academia de Hollywood como mejor film y mejor realizador. En este caso, sin alcanzar la excelencia de su opus precedente, The Revenant llega a satisfacer pese a las reservas que presenta su desigual guión.
El relato que transcurre en la década de 1820 está basado en la verídica odisea atravesada por el explorador Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) en una expedición que participa como trampero en las Montañas Rocallosas del virginal oeste de Estados Unidos. Las primeras imágenes son tan elocuentes a la vez que confusas para quien no esté previamente interiorizado de lo que se trata. Lo que se observa es un despiadado ataque de los nativos americanos de Wyoming quienes con sus filosas flechas y acertadas punterías van diezmando a gran parte de los expedicionarios. Aunque Glass junto con su querido hijo mestizo Hawk (Forrrest Goodluck) logran milagrosamente salvarse de una emboscada, la suerte termina siendo esquiva para el explorador cuando inesperadamente es violentamente atacado por una gigantesca osa, dejándolo sangrientamente mal herido y al borde de la muerte. Como primer gran mérito del film, cabe reseñar que pocas veces el cine ha demostrado la forma descarnada en que una bestia ataca a un ser humano y a decir verdad esta escena alcanza un nivel de excepcional veracidad donde uno queda impresionado por el resultado que Iñárritu logró de la misma.
El nudo central del film acontece cuando John Fitzgerald (Tom Hardy), uno de los miembros del contingente, en lugar de ocuparse del moribundo Glass, tal como lo solicitó el capitán Henry (Domhnall Gleeson) que es el líder del grupo, termina abandonándolo a su suerte y además mata vilmente a Hawk. A partir de allí el renacido Glass que logra milagrosamente sobrevivir, alimenta una profunda necesidad de vengar la muerte de su hijo que no habrá de ser satisfecha hasta que se produzca el imperioso reglamento de cuentas con su malvado enemigo.
El guión de Iñárritu escrito con Mark L. Smith –tomando parcialmente como referencia la novela de Michael Punke- carece de la envergadura dramática que merece la dificultosa aventura atravesada por el protagonista; a ello se agrega la extensa duración del relato que a ratos se vuelve monótono y tedioso. Sin embargo, el film se valoriza por diversos elementos que a continuación se mencionan.
Además del impresionante encuentro del hombre y la bestia ya considerado, cabe resaltar la extraordinaria labor de DiCaprio que aquí ofrece una prestación admirable de su personaje. En un rol de escaso diálogo, el actor vuelca todas sus energías a través de sus reacciones faciales –sobre todo con su intensa mirada- para que uno se identifique por completo con las penurias que transmite tratando de sobrevivir a lo largo de un recorrido de 300 kilómetros con una pierna quebrada en un medio inhóspito y peligroso para tratar de ubicar a su enemigo; su visceral actuación es sin duda digna de un Oscar.
Otro de los méritos del film debe ser atribuido a su deslumbrante fotografía; teniendo en cuenta que casi todo el film transcurre en abiertos espacios exteriores, Emmanuel Lubezki captó la majestuosidad de los imponentes panoramas tanto selváticos como montañosos apelando exclusivamente a la iluminación natural en escenarios de la provincia de Alberta y del sur de Argentina. De este modo, el excelente fotógrafo confirma una vez más su reputación de gran artista en la materia, tal como lo demostró en Gravity (2013) y Birdman (2014).
Iñárritu no ha ahorrado la cuota de cruenta violencia que emana de varias de las escenas del film y que puede motivar a que cierto sector del público no pueda llegar a tolerarla; de todos modos, queda como balance final un western realista que cuenta con una impecable puesta escénica y en donde la solidez del mismo descansa en los importantes valores descriptos que contrapesan las objeciones apuntadas.
INGRID BERGMAN IN HER OWN WORDS. Suecia, 2015. Un film de Stig Björkman
A pesar de que falleció en 1982, Ingrid Bergman sigue manteniendo un aura especial donde su presencia y distinción llegó a fascinar a aquellos espectadores que tuvieron oportunidad de apreciarla como actriz. De allí que habiéndose conmemorado hace pocos meses el centenario de su nacimiento, su compatriota sueco Stig Björkman ha decidido rendirle un tributo a su persona.
El título del film no puede ser más apropiado porque parte del mismo se refleja a través de las palabras volcadas en su diario personal y cartas por ella escritas y narradas (voz de Alicia Vikander) que testimonian su vida interior, tanto en lo profesional como en lo personal; eso se encuentra complementado con películas hogareñas que la actriz filmó con su cámara y fotos por ellas captadas, importante material inédito de archivo, como así también con entrevistas efectuadas por Björkman.
Después de referirse a la infancia transcurrida en su nativa Suecia donde atravesó por duras instancias con la pérdida de sus seres más próximos, el público se impone de sus inicios como actriz de teatro y posteriormente de cine; eso motiva a que el poderoso productor hollywoodense David O. Selznick se interesara por ella invitándola a protagonizar Intermezzo (1939), en una nueva versión inglesa del mismo film que ya había interpretado en Suecia años atrás. Al aceptar la invitación, en su traslado a California ella lo hace acompañada de su primer marido, el Dr. Petter Landstrom, y su hijita Pía.
Durante la década del 40, la actriz iluminó la pantalla con sus actuaciones en algunos de los filmes más importantes de la época de oro de la meca del cine como lo fueron entre otros títulos Casablanca (1942), For Whom the Bell Tolls (1943), Gaslight (1944) -que le valió la consagración internacional al haber recibido su primer Oscar como mejor actriz-, The Bells of St. Mary’s. (1945) y Notorious (1946).
Posteriormente sobreviene el encuentro con Roberto Rossellini, el prestigioso realizador del neorrealismo italiano, cuando ella le solicita tener la posibilidad de filmar con él; es así que en el rodaje de Strómboli (1950) surge entre ambos un apasionado amor que conduce a que quede embarazada del director; el nacimiento de Robertino se produce pocos días antes de que su trámite de divorcio de Landström quedase finiquitado. La repercusión suscitada por la infidelidad de la actriz, a pesar del posterior casamiento de la pareja, originó un gran escándalo que produjo un serio revés de su carrera al haber quedado marginada de Hollywood por varios años. Su redención se produce cuando regresa a los Estados Unidos para filmar Anastasia (1956) y obtiene el segundo Oscar donde de allí en más siguió consolidando la inigualable imagen que gozaba antes de su caída en desgracia; curiosamente su retorno a Hollywood produciría la disolución de su segundo matrimonio.
Si bien los detalles de su actividad profesional aunque bien conocidos resultan de interés, lo que confiere especial dimensión al presente documental es el aporte que logra Björkman entrevistando a sus cuatro hijos adultos, especialmente con los comentarios vertidos por Pía que es una reportera de televisión e Isabella quien ha heredado la vocación artística de su madre. De los comentarios efectuados surge claramente que a pesar de que Ingrid no llegó a sacrificar su carrera para dedicarse a la vida familiar, eso no llegó a afectar la relación con sus vástagos; así se avinieron a aceptar a su madre tal como fue: una mujer feminista y emancipada, sin echar raíces en lugar alguno, no presionada por factores externos y jamás arrepentida de lo que hizo sino más bien por lo que no llegó a lograr. Más aún, sus hijos expresan el gran cariño y amor que sienten hacia esa persona quien más que una madre fue para ellos una gran amiga con quien compartían momentos especiales de sus vidas; si algo lamentan es no haber podido contar con más tiempo de su presencia física debido a los compromisos profesionales de la actriz en diferentes lugares de Europa y Estados Unidos.
Si algún reparo cabe por hacer a este documental es que uno habría deseado que el director hubiese efectuado una mayor exploración psicológica de la celebrada artista. Con todo, gran parte de la compleja personalidad y contradicciones humanas de Ingrid Bergman quedan evidenciadas en este recuento íntimo de una mujer quien con su imagen llegó a conquistar mundialmente a su público. Finalmente cabe señalar que la voz de Vikander constituye una valiosa contribución al otorgarle una especial calidez a este meticuloso documental.
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