HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Un relato hondamente feminista exponiendo la situación que atraviesa la mujer en el marco de un sistema patriarcal insensible es lo que se aprecia en Mustang a través de la sensible visión de la directora Deniz Gamze Erguven.
La historia de la realizadora con la colaboración de la co-guionista Alice Winocur transcurre en un remoto pueblo ubicado a orillas del Mar Negro donde viven cinco hermanas huérfanas de variada edad –entre la pubertad y la adolescencia-; la mayor de ellas es Sonay (Ilayda Akdogan), y en sucesivo orden descendente le siguen Selma (Tugba Sunguroglu), Ece (Elit Iscan), Nur (Doga Zeynep Dogus) y Lale (Gunes Nezihe Sensoy) que es la menor y la que se ocupa de narrar el film.
Después del último día del ciclo escolar, las hermanas se aprestan a disfrutar con plenitud el verano que se aproxima; así, un buen día distraen su tiempo paseando por la playa y chapuceando en el agua con algunos compañeros de la escuela. Esa inocente actitud de haber tenido contacto con jóvenes del sexo opuesto es objeto de severas críticas por parte de la abuela (Nihal Koldas) responsable de su cuidado y más aún por el severo tío (Ayberk Pekcan) quien imbuido de rígidas ideas conservadoras juzga la actitud de las jóvenes como un acto inmoral propio de prostitutas. La primera medida adoptada por el tío es someter a las niñas a un examen médico para estar convencido de que mantienen intacta su virginidad. El segundo y más drástico paso es encerrarlas en la casa, suprimirles cualquier forma de comunicación con el mundo exterior ya sea a través de computadores o teléfonos y además reemplazar la actividad escolar con lecciones de cocina para que estando bien preparadas para las tareas domésticas puedan fácilmente encontrar futuros maridos.
A pesar de la seriedad del tema, en donde no faltará una nota trágica, la realizadora ha tratado de contar esta historia con liviandad evitando que el film desborde en un dramón lacrimógeno. Si bien es cierto que la prisión a la que las jóvenes están confinadas no deja de ser dramática, sus personalidades vitales, desbordantes y con un temperamento lo suficientemente incendiario como para resistir el castigo impuesto, motiva que de uno u otro modo puedan soslayar el encierro donde en una de las ocasiones asisten con un grupo femenino a un partido de fútbol.
Sin adoptar una actitud burlona, la directora expone el modo en que las familias de la aldea con hijos solteros son invitadas a la casa de las chicas para que la abuela y el tío puedan ubicar al candidato ideal para casarlas, comenzando por Sonay por ser la mayor. Con un inusitado realismo vemos que en estas “serias reuniones” cada hermana es ofrecida resaltando sus valores de buena ama de casa, lista para asumir el rol de buena esposa y dispuesta a obedecer incondicionalmente a su cónyuge. A través de este cuadro surrealista, uno parecería estar asistiendo a un mercado donde los vendedores tratan de vender sus mercancías a los potenciales compradores enfatizando el buen nivel de calidad del producto ofrecido.
Interesante es la circunstancia de que el film transcurra en Turquía, un país que con una gran diversificación regional, mantiene zonas en donde predomina un marcado conservadorismo que se opone al secularismo existente en los principales núcleos urbanos, incluyendo a Estambul, la importante capital que gravita como centro cultural y fronterizo entre las costumbres occidentales y orientales.
Lo que se observa en esta historia es desafortunadamente triste y real, donde Gamze Erguven sutilmente evitó consideraciones de naturaleza religiosa; aunque es bien sabido, que muchas de las costumbres prevalecientes pueden ser atribuidas a la religión musulmana, el problema aquí planteado acontece en el marco de otras creencias donde la mujer queda relegada a un segundo plano, sujeta a la voluntad de un patriarcado hipócrita y cruel. A pesar de todo, la intención de la realizadora es demostrar –ejemplificando el comportamiento de las protagonistas de este relato- que hoy día existe por parte de las nuevas generaciones femeninas una firme actitud en no dejarse dominar, humillar y mantener a toda prueba una posición valiente y fundamentalmente emancipadora de la cultura arcaica dominante. Es por esa razón que la directora denominó “Mustang” a esta película al aludir metafóricamente a los caballos cimarrones que dotados de gran resistencia y fortaleza cabalgan salvajemente en el oeste americano en procura de libertad.
Aparte de la esmerada realización, el film sorprende gratamente por la frescura y naturalidad impresa a sus personajes centrales caracterizados por actrices no profesionales con la única excepción de Elit Escane.
Vaya una nota al margen para concluir esta reseña. Es altamente significativo que a pesar de tratarse de una coproducción, esta película es en todo sentido eminentemente turca; sin embargo el país se negó a someterla para optar al Oscar de la mejor película extranjera; en su lugar Francia -por ser uno de los países coproductores- decidió presentarla a la Academia de Hollywood; así, Mustang es uno de los cinco títulos nominados por la Academia de Hollywood que el 28 de febrero develará al ganador. Más allá que obtenga o no el codiciado trofeo, éste es un valioso film de incondicional recomendación que dignifica la condición femenina.
SOLEIL DE PLOMB / THE HIGH SUN (Zvizdan). Croacia-Eslovenia-Serbia, 2015. Un film escrito y dirigido por Dalibor Matanic.
Teniendo como escenario la región de los Balcanes que fue asolada por una triste guerra étnica en la década del 90, el realizador y guionista croata Dalibor Matanic ofrece tres emotivos relatos románticos entre una serbia y un croata que se desarrolla a través de dos décadas. Aunque cada historia es diferente, sus personajes protagónicos son interpretados por los mismos actores permitiendo apreciar cómo los mismos rostros van cambiando de expresión y sentimiento en los diferentes momentos de tiempo en que se desarrolla la acción.
El primer episodio transcurre en 1991, poco antes de la desintegración de Yugoslavia, donde son bien evidentes las animosidades existentes que afloran entre aldeas vecinas de diferente origen étnico. En ese marco nos encontramos con Jelena (Tihana Lazovic) e Iván (Goran Markovic) dos jóvenes adultos que se aman intensamente y se disponen a dejar sus respectivas aldeas para partir con destino a un lugar más tranquilo y menos sujeto a las respectivas presiones familiares. Sin embargo el hermano de Jelena (Dado Cosic) que recién se incorporó al ejército trata de evitar que eso ocurra. Con un dramático desenlace, el director demuestra de qué manera el virulento odio imperante entre serbios y croatas destruye las ilusiones de Jelena e Ivan.
El segundo segmento acontece en 2001 cuando la guerra ya ha concluido aunque las ruinas de las poblaciones afectadas por las bombas constituyen un doloroso testimonio de lo acontecido. Cuando Natasha (Lazovic) y su madre (Nives Ivankovic) retornan a su aldea en que vivían encontrando que su casa quedó seriamente afectada, contratan a Ante (Markovic), un joven para que la repare; sin embargo, Natasha resiente la presencia de Ante porque no puede olvidar que su gente asesinó a su hermano durante la guerra. Con todo, y a pesar de que un apasionado encuentro íntimo se produce entre ambos, resulta imposible que el potencial romance pueda concretarse. Este episodio es el más tenso y logrado poniendo claramente de relieve cómo las cicatrices de la violenta guerra y los amargos rencores que aún persisten impiden la reconciliación de los pueblos.
El tercer capítulo se desarrolla en 2011 cuando comienza a notarse una recuperación física y económica de la región. El relato transcurre en el pueblo de Trogir, ubicado en Croacia, donde Luka (Markovic), después de cierto tiempo ausente, regresa temporalmente para visitar a sus padres; Al propio tiempo y remordido de culpa decide salir al encuentro de Marija (Lazovic), la ex novia serbia a quien había abandonado en estado de embarazo y trata de volver a ella y a su hijito en procura de redención.
Con una narrativa que no decae a lo largo del metraje el director ha logrado un sólido relato donde sus tres historias guardan adecuada cohesión y permiten asistir a la evolución y reacción de los personajes a través del pasaje del tiempo. Entre otro de los elementos que valoriza al film es la muy buena y variada composición que Lazovic y Markovic logran de sus tres respectivos personajes. Igualmente Importante es la buena fotografía de Marko Brdar captando la luminosidad del verano en que transcurren las tres historias como manifiesto contraste del contexto en que se desarrollan. Así también se distingue el aporte musical de Alen y Nenad Sinkauz que actúa como elemento de transición entre los distintos períodos y alcanza especial relevancia en una magnífica secuencia de fiesta tecno del último capítulo.
El film de Matanic es importante porque al mostrar los conflictos y secuelas de la guerra que se gestó en una específica región europea, su contenido tiene validez universal; bastaría observar de qué manera la combinación de factores políticos, religiosos y nacionalistas que afectan a la hora actual a diferentes lugares del mundo genera sentimientos negativos de confrontación e intolerancia que denigran la condición del género humano. De todos modos, el director trata de ser optimista dejando la puerta abierta con una luz de esperanza para la reconciliación y el amor; prueba de ello es que tres de los países afectados por el conflicto –Croacia, Eslovenia y Serbia- han aunado sus esfuerzos para coproducir este emotivo film.
ONE FLOOR BELOW. Rumania-Francia-Alemania, Suecia, 2015. Un film de Radu Muntean
Nuevamente el cine rumano ofrece otra grata sorpresa con One Floor Below del director rumano Radu Muntean. La original historia pone a prueba el modo en que la justicia puede resultar evasiva con respecto a la veracidad de los hechos producidos, tal como aquí se refleja.
Teodor Corban da vida a Sandu Patrascu, un individuo de mediana edad viviendo en Bucarest y sin rasgos especiales para definirlo, salvo el señalar que tiene una familia integrada por su esposa Olga (Oxana Moravec) y su hijo adolescente Matei (Ionut Bora). Cuando un día, después de haber paseado a su perro, regresa a su hogar subiendo las escaleras del edificio en que habita para llegar al tercer piso, oye que en el departamento del segundo piso se produce una violenta discusión entre un hombre y una mujer. Sin dar mayor importancia a esa refriega, todo prosigue normalmente para Patrascu hasta que al día siguiente se entera que la mujer del piso de abajo ha sido asesinada. A pesar de que tiene la convicción de que Vali (Iulian Postelnicu), el hombre con el que la difunta compartía el departamento ha sido el criminal, cuando la policía interroga a Patrascu éste manifiesta no haber oído nada. De ahí en más, comenzará a trabajar la conciencia de este hombre cuando piensa que de haber intervenido en su momento se hubiese podido evitar el crimen.
Debido a que Vali es consciente de que Patrascu conoce la verdad aunque no la reveló a las autoridades, el relato adquiere progresiva tensión cuando el asesino comienza a entrometerse en su vida familiar, convirtiéndose de ese modo en una latente amenaza. Sin adelantar más sobre el devenir de los acontecimientos, la historia demuestra cómo la cobardía de un hombre haciéndose involuntariamente cómplice del asesino, permite que un crimen quede impune donde de esta manera los conceptos de verdad, moral y culpa afloran con máxima intensidad.
La excelente puesta en escena se aprecia a lo largo del metraje, donde a través de un enfoque minimalista y acudiendo a planos largos Muntean va escudriñando el comportamiento y la dinámica que se establece entre sus personajes. Con un competente elenco que otorga realismo a lo que se está presenciando y dentro de un clima de moderado pero efectivo suspenso, el relato resulta positivamente absorbente.
A pesar de no existir un fuerte impacto dramático o un final concluyente, el film es de todos modos meritorio por haber descripto acertadamente los discutibles valores éticos de su principal personaje que -según la visión del realizador- representa a la sociedad en su conjunto que aún se encuentra arraigada a ciertos vicios de su reciente pasado histórico.
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