HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Pablo Larraín -considerado como uno de los más innovadores realizadores del cine de América Latina por sus logrados trabajos en Tony Manero, (2008), Post Mortem (2010) y No (2012)- ofrece un film de original tratamiento en El Club donde efectúa una acerba crítica a la iglesia católica.
Aunque recientemente se ha juzgado Spotlight, enfocando la labor llevada a cabo por The Boston Globe para esclarecer los abusos sexuales de los miembros de la iglesia católica en el estado de Massachusetts, en el caso que nos ocupa Larrain analiza los delitos de unos clérigos católicos bajo una óptica diferente.
El relato transcurre en un pueblo no especificado de la costa de Chile donde viven cuatro sacerdotes (Alfredo Castro, Jaime Vadell, Alejandro Goic, Alejandro Sieveking) de mediana edad y una monja (Antonia Zegers) que se ocupa de atenderlos. Prontamente se sabrá que estos personajes han sido excomulgados y enviados por la iglesia a esta suerte de monasterio oculto para expurgar sus delitos de diferente índole, incluyendo la explotación sexual de inocentes menores; a ello cabe añadir que la monja tampoco se encuentra libre de culpa. En ese discreto escondite, los pecadores viven en un relativo confort y distraen su tiempo mirando la televisión, paseando por la playa y adiestrando perros de carrera para obtener un beneficio pecuniario de los habitantes de la zona.
El orden existente se altera con el arribo de un Padre pedófilo (José Soza) y con la presencia de un excéntrico profeta (Roberto Farías) que acusa al recién llegado de haberle violado cuando era niño. Sin develar lo que continúa, solo cabe añadir que la Iglesia decide tomar cartas en el asunto enviando a uno de sus representantes (Marcel Alonso) para que efectúe una investigación sobre lo que está ocurriendo a fin de salvar la imagen de la atribulada institución.
Al considerar un tema que profundamente conmociona, Larrain mantiene intrigado al espectador en la medida que le resulta difícil predecir sobre cómo evolucionarán los acontecimientos descriptos. Aunque el film es abordado en forma más bien humorística que dramática, nada oculta la dimensión del problema en el retrato de estos curas sacrílegos, ilustrando el lado patético y oscuro de quienes tienen la misión de difundir las bondades espirituales de la fe religiosa.
En el candente y siniestro retrato ofrecido por Larraín, el director ha logrado un relato de inusual intensidad que en gran parte se ha visto favorecido por dos elementos principales: el excelente bosquejo de los personajes gracias al eficiente guión del realizador escrito con la colaboración de Guillermo Calderón y Daniel Villalobos, como también por el nivel de su elenco. Todos los actores se desempeñan en forma estupenda brindando una rara ambigüedad en la caracterización de sus personajes monstruosos quienes parecieran no atribuir demasiada importancia a los pecados cometidos; con todo, si se tuviera que distinguir a alguno de los mismos es Roberto Farías quien como el hombre que no se ha recobrado de la herida emocional recibida en su infancia, logra la empatía del público en su búsqueda por denunciar la verdad.
Al concluir la proyección queda como elemento esperanzador el proceso de renovación y solución por parte de la Iglesia Católica a los problemas expuestos bajo la visión humanista y progresista del bien amado y admirado Papa Francisco.
THE LITTLE PRINCE/LE PETIT PRINCE. Francia, 2015. Un film de Mark Osborne
La célebre novela El Principito de Antoine de Saint Exupéry, que desde su publicación en 1943 se ha convertido en uno de los libros franceses más leídos y traducido a múltiples idiomas, ya fue llevada al cine en 1974 por el director Stanley Donen. Ahora ha sido el turno del realizador Mark Osborne quien intentó revivir esta emblemática obra literaria sabiendo muy bien el riesgo que asumía para trasladarla a la pantalla.
En su tratamiento Osborne apeló a un recurso ingenioso al permitir que el relato asuma el doble carácter de insertar una historia dentro de la que concibió Saint Exupéry, tratando de que el sentido humanitario que la anima quede bien reflejado.
La adaptación efectuada por Irena Brignull y Bob Persichetti, se centra en una niña cuya madre la ha regimentado estrictamente para que durante el verano dedique su tiempo para estudiar y encontrarse en buenas condiciones a fin de que pueda ser aceptada en una escuela privada de considerable prestigio; al propio tiempo su progenitora desea que ella esté preparada para ser adulta. Cuando ambas se mudan a un nuevo barrio, la niña conoce a un vecino anciano de alma infantil que despierta en ella inmediata simpatía; esa relación que deviene amistosa le permite a ella saber que cuando él era joven fue un experimentado aviador; evidentemente, se trata del mismo personaje que Saint Exupéry relata en su novela. Cuando el aviador le cuenta a su amiguita cómo conoció al principito la historia adopta un giro fantástico donde Osborne trata de reproducir el sentido último de la gran obra literaria. De este modo la niña se introduce en un universo diferente llegando a constatar lo hermoso que significa para ella vivir plenamente su infancia sin que nadie le sustraiga la ilusión de soñar.
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En términos de animación la calidad técnica ha permitido que el film resulte visualmente agradable de contemplar .gracias a la creatividad demostrada por el equipo que participó en tal delicada tarea. Aquí se ha adoptado un criterio dual; así,: para la parte realista del relato se ha utilizado el diseño tradicional de animación a través de imágenes generadas por computadora, en tanto que para la historia fantasiosa y poética del relato se ha recurrido a la metodología stop motion (imagen por imagen). ..
Puede que los puristas seguidores del escritor francés se sientan contrariados con esta adaptación, sin embargo es muy difícil de invalidar la gran audacia asumida por el director y sus guionistas dado que el libro original ha sido reinventado con delicadeza, manteniendo sus valores esenciales. Si bien este emotivo y sensible film podrá tener como principal destinatario a la audiencia juvenil, el público adulto también lo disfrutará, sobre todo porque la historia propuesta permite apreciar la forma en que los niños observan el mundo de los adultos.
En Canadá el film se exhibe tanto en inglés como en francés. En la versión inglesa las voces de los personajes principales corresponden a Mackenzie Foy (La Niña), Jeff Bridges (el aviador), Rachel Adams (la madre) y Riley Osborne (el principito); en la versión francesa han participado Clara Poincaré (la niña), André Dussollier (el aviador), Florence Foresti (la madre) y Andrea Santamaria (el principito)..
UN + UNE. Francia, 2015. Un film de Claude Lelouch
Claude Lelouch vuelve a abordar la comedia romántica en Un + une. Si bien este género le ha deparado gran satisfacción con Un homme et une femme (1966), no siempre la suerte le ha sonreído. Después de su mediocre penúltimo film Salaud On t’Aime (2014), su retorno resulta más auspicioso abordando otra historia de amor, que lejos de ser excepcional puede satisfacer a aquel sector de público que lo sigue con entusiasmo.
El guión de Lelouch escrito con su habitual colaboradora Valérie Perrin, presenta a Antoine (Jean DuJardin), un famoso compositor francés de mediana edad que viaja a India para componer la música de un film que allí se está rodando. Al llegar a destino, en su primera noche está obligado a asistir a una cena oficial ofrecida en su honor por el embajador de Francia (Christophe Lambert) y es allí donde conoce a su esposa Anna (Elsa Zylberstein); a la hora de los postres ya se nota que existe una buena conexión entre ambos.
Dentro de un marco de relación platónica, a pesar de la existencia de un flirteo subyacente, habrá más de una ocasión en que se producirán espontáneos encuentros entre Antoine y Anna, pero el más largo y concluyente tiene lugar durante un viaje de naturaleza mística que juntos efectúan al sur del país, en Kerala, para encontrar a Amma; en la ficción como en la vida real esta mujer es reconocida como una líder espiritual que creó una importante red humanitaria en India. De ella, Anna aguarda que sus místicos poderes le ayuden para que pueda concebir un hijo que tanto desea, en tanto que Antoine espera encontrar un remedio a sus persistentes dolores de cabeza.
Como un fervoroso romántico Lelouch no puede evitar que sus personajes lleguen finalmente a amarse, importando poco que Anna tenga un marido a quien quiere y que Antoine haya dejado a Alice (Alice Pol), una joven pianista con quien mantenía una relación sentimental en París y que llegó a Delhi para encontrarse con él.
Además de algunas escenas incidentales que vinculan a Antoine con su padre que nunca conoció (Venantino Venantini), el film carece de intensidad dramática y menos aún se percibe el suficiente calor pasional que debiera existir entre sus dos personajes centrales.
Esta elegante producción que cuenta con la buena fotografía de Robert Alazraki y agradable música de Francis Lai, resulta vistosa y tibiamente entretenida; lo más importante reside en la carismática presencia de DuJardin quien ofrece encanto y simpatía en la caracterización de su personaje, así como Zylberstein brinda vivacidad al suyo.
Más allá de ilustrar algunos rasgos culturales de India, el film atrae más por la forma que por su contenido; así, su desenlace poco auténtico -que se percibe desde el comienzo- se basa en la premisa de que el “amor todo lo puede”; en todo caso más se asemeja a un clisé superficial que a una manifestación de la vida real.
UN NUEVO ENCUENTRO CON EL CINE DE QUEBEC
Una vez más tiene lugar en Montreal la cita anual con la cinematografía de Quebec. Desde su inserción en 1982, el denominado Rendez-vous du cinéma québécois (RVCQ) que se desarrolla anualmente durante el lapso de 10 días, ha sabido convocar al público de Montreal para juzgar en carácter de preestreno algunos de los nuevos títulos producidos en Quebec, así como también poder presenciar aquéllos que fueron exhibidos en la temporada anterior.
Dentro del panorama del cine canadiense no hay duda que la cinematografía de esta provincia francófona es la que más se destaca debido a la calidad de su producción manifestada por el excelente nivel de realizadores y actores participantes.
Para la presente trigésimo cuarta edición habrán de presentarse 330 filmes que incluyen largos y cortometrajes de ficción, documentales y animación, donde 125 títulos son presentadas en primicia mundial.
El festival se inaugura con el film Boris sans Béatrice, el noveno largometraje de Denis Côte interpretado por James Hyndman, Simon-Ëlise Girard y el actor francés Denis Lavant, que precisamente en estos días se presenta en el Festival de Berlín, en tanto que el film de clausura es Avant les rues de la realizadora Chloé Leriche. Entre otros títulos de ficción presentados por primera vez en Canadá se destacan Ana de Frédérick Maheux, L’eau de la vie de G. Scott MacLeod, Montréal, la blanche de Bachir Bensaddek, Copenhague — A love story de Philippe Lesage y en premier mundial Toujours encore de Jean-François Boisvenue.
En materia de documentales hay 8 largometrajes que se proyectarán en carácter de primicia mundial. Entre los mismos se distinguen Capitaines des haut-fonds de Cédric Landry, Le chant des étoiles de Nadine Beaudet, The India Space Opera de Korbett Matthews, Cris sur le bayou de Danic Champoux, Semeurs d’espoir en terres arides de Helene Klodawsky y Montréal New Wave de Érik Cimon.
Algunos títulos que han tenido amplia difusión en 2015 volverán a proyectarse como es el caso de Félix et Meira de Maxime Giroux, Corbo de Mathieu Denis, Les êtres chers de Anne Émond y Les Démons de Philippe Lesage. Además, el festival rememorará importantes títulos clásicos como lo fueron Le Déclin de l’empire américain de Denys Arcand, Maleström de Denis Villeneuve y La femme de l’hôtel de Léa Pool.
Al margen de las proyecciones se realizarán una serie de actividades que permitirán al público acercarse a los grandes creadores y artesanos del cine de Quebec. Entre las mismas se encuentran las Lecciones de Cine a cargo de Jean-François Rivard, François Létourneau, Philippe Falardeau y André Turpin. Especial relevancia adquiere la colaboración del Festival Internacional de Cine de Toronto con el RVCQ al recibir la visita de Piers Handling, el director del TIFF para mantener una conversación con los festivaleros.
Esta cita con el cine de Quebec comenzó el 18 de febrero y se extiende hasta el día 27 de febrero. Las proyecciones se realizan en numerosas salas de Montreal, entre otras, las de la Cinemateca de Quebec, el complejo Cineplex Odeon del Quartier Latin, Cine Imperial, Teatro Outremont, Pabellón Judith-Jasmin Annexe de la UQAM y la Place des Festivals.
Para todos los lugares de proyección, los filmes con sus horarios respectivos y las demás actividades vinculadas con el evento, visitar el sitio rvcq.quebeccinema.ca
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