Hablemos de Cine
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Jorge Gutman
Una vez más los estudios Disney con la excelente visión creadora de John Lasseter, uno de los miembros que fundaron los estudios Pixar, ofrecen con Zootopia una producción animada realzada con el sello de la excelencia. Dirigido por Byron Howard, Rich Moore y la colaboración de Jared Bush, éste es un film donde no hay detalle alguno que se haya dejado librado al azar. Además de lo esencialmente técnico, la película se destaca por la magnífica descripción de personajes animales sorprendentemente humanizados, su dinámica realización y por la historia concebida por Jared Bush y Phil Johnston que resulta mucho más amplia que lo que en apariencia parecía a su inicio.
El relato presenta un conjunto de mamíferos que habitan en Zootopia, una ciudad de modernos diseños arquitectónicos. En ese gran conglomerado urbano llega procedente del interior Judy Hopps (Ginnifer Goodwin), una simpática conejita que desde pequeña soñó con llegar a ser policía; 15 después logra obtener la mejor calificación al completar sus estudios en tal materia. En su primer trabajo al que es destinada ella se encuentra rodeada de animales de mayor presencia física, como elefantes, rinocerontes, hipopótamos, entre otros; su diminuta figura hace que Bogo (Idris Elba), el poco simpático búfalo jefe de policía, le asigne una tarea de poca relevancia; la misma consiste en verificar las contravenciones de estacionamiento, donde en su primer día de trabajo logra aplicar más de 200 boletas de multa. Dotada de una vitalidad, determinación y energía a toda prueba no se deja vencer por realizar este trabajo menor; al poco tiempo la suerte parece estar de su lado cuando debido a circunstancias especiales su jefe le encarga que se ocupe de esclarecer en no más de 48 horas el misterio de una serie de residentes desaparecidos que se viene registrando en la ciudad. En principio todo giraría en torno de una serie de animales predadores que atemorizan a las presas de esta metrópoli.
Para cumplir su cometido esta conejita cuenta con la colaboración de Nick (Jason Bateman) un zorro pícaro, charlatán y poco confiable a quien en principio ella mantiene ciertos prejuicios sobre su manera de ser; con todo, al poco tiempo llegarán a formar un buen equipo. De allí en más ambos quedan involucrados en una complicada aventura que no conviene revelar, donde la historia adquiere matices más complejos.
Especial distinción merecen las voces vívidas de Goodwin y Bateman quienes ofrecen gran expresividad a sus respectivos personajes; no menos importante es la eficiente asistencia vocal de Elba, J.K. Simmons, Octavia Spencer, Bonnie Hunt, entre otras voces. La popular cantante Shakira brinda sus cuerdas vocales a una simpática gacela que entona la canción original del film “Try Everything” con letra y música de Sia y Stargate. Y ya que se ha hecho mención a la música se recomienda al público que permanezca en la sala durante la proyección de los créditos finales donde presenciará un excelente cuadro musical con la intervención de todos los animales cantando y bailando dentro de un clima de marcado optimismo.
Varias moralejas pueden desprenderse de este film. Más allá de destacar el principio de constancia y voluntad de superación que anima a nuestra heroína, el relato permite sutilmente ilustrar algunos de los problemas que afectan a nuestra sociedad, tales como la burocracia, la corrupción de ciertos funcionarios en el ejercicio de la función pública, como así también las percepciones apriorísticas que conducen a prejuicios y discriminaciones entre los seres humanos. Lo más importante, y como no podría ser de otro modo proviniendo de Disney, es el noble mensaje que deja acerca de la importancia que adquiere el esfuerzo colectivo para que las diferencias entre la gente (animales en este caso) sean subsanadas a fin de vivir en paz y armonía.
A todas luces, éste es un muy buen film destinado a todo tipo de audiencia que sin duda apreciará cada uno de los elementos destacados en esta evaluación crítica.
A PERFECT DAY. España, 2015. Un film de Fernando León de Aranoa.
El director español Fernando León de Aranoa presenta en A Perfect Day la labor de un grupo de cooperantes internacionales para ayudar a solucionar los problemas que emergen en una región que fue sitiada por una cruel guerra.
El tema no es novedoso por cuanto ya se han visto varios filmes considerando el triste legado del conflicto bélico que azotó a la región balcánica durante la primera mitad de la década del 90. Con todo es loable el proyecto de Aranoa porque además de su profundo sentido humanitario, el calificado elenco refuerza el interés del film.
Basado en la novela Dejarse Llover de la novelista Paula Farías, el guión del realizador escrito con la colaboración de Diego Farías ubica la acción en 1995 en una región árida y montañosa no especificada de la desintegrada Yugoslavia cuando la guerra ya concluyó. Las ruinas dejadas por la misma se hacen evidentes y allí sus pobladores se valen de un único pozo existente para el suministro del agua potable.
La crisis que genera el conflicto dramático del relato es la aparición del cadáver de un hombre obeso que ha sido arrojado en ese pozo; de ese modo, urge sacar el cuerpo lo más rápido posible en la medida que está contaminando la pureza del agua. Para tal fin, Mambrú (Benicio del Toro) que es el jefe de un pequeño grupo humanitario perteneciente a una ONG (organización no gubernamental) y Damir (Fedja Sutkan), un eficiente traductor de la aldea, se disponen a hacerlo. Desafortunadamente la cuerda utilizada para el rescate se rompe por no resistir el abultado peso. Es así que Mambrú decide llamar a B (Tim Robbins), otro de los miembros del grupo, para que le ayude a resolver la situación. También tratará de prestar su colaboración la bien intencionada idealista y experta sanitaria Sophie (Melanie Thierry) que pertenece a este equipo. Lo único que resta es la compra de una nueva cuerda, pero aunque resulte fácil decirlo, no es sencillo lograrlo. A todo ello los terrenos minados del lugar para trasladarse de un punto a otro agregan un obstáculo paralelo a los ya existentes.
Los personajes de esta historia se completan con Katia (Olga Kurylenko) y Nikola (Eldar Residovic). Katia, una antigua amante de Mambrú, es una analista política que llega al lugar a fin de juzgar la pertinencia de la ayuda prestada por los integrantes del equipo; en tanto que Nikola es un niño de 9 años que deseando retornar a su hogar y reencontrar a sus padres refleja muy bien de qué manera los coletazos de la guerra afectan igualmente a la inocente infancia.
La situación caótica creada por la aparición del cadáver pone en evidencia las trabas burocráticas difíciles de superar, la ineficacia de las Naciones Unidas para ocuparse del problema, como así también los inconvenientes que enfrentan los grupos humanitarios debido a la resistencia y desconfianza de los habitantes locales.
En el relato que se desarrolla durante el transcurso de un día bastante imperfecto, contrariando a lo que indica el título del film, el realizador brinda un mensaje antibelicista no exento de cierto humor al remarcar las situaciones absurdas e irracionales que generan los conflictos armados y sus consecuencias. Con todo lo más importante radica en demostrar cómo las buenas intenciones de grupos humanitarios en su intento de ayudar y aliviar las tensiones existentes en el medio que actúan, pueden llegar a frustrarse.
El elenco internacional del film transmite acabadamente las emociones que animan a sus personajes y entre sus actores quien más se destaca es Del Toro con su carisma y especial magnetismo en el rol que asume. En los renglones técnicos, la fotografía de Alex Catalán captando visualmente la belleza de la naturaleza es todo un logro.
EDDIE THE EAGLE. Estados Unidos-Gran Bretaña, 2016. Un film de Dexter Fletcher
A escasos días del estreno del film deportivo Race, llega a la pantalla Eddie The Eagle que en el marco de un relato mucho más liviano aborda igualmente a un joven esquiador que aspira participar en los Juegos Olímpicos.
La historia se basa en la persona real de Michael Edwards (Taron Egerton), un muchacho británico perteneciente a una humilde familia, que desde temprana edad sintió una fuerte inclinación por la práctica de esquí. Su aspiración era participar en las Olimpiadas Invernales de 1984; sin embargo el resabio de una disminución física, una presencia que podría parecer caricaturesca por sus espesos lentes que agrandaban sus ojos unido a una baja estatura que no respondía a la convencional de un deportista, influyeron para que el comité olímpico de Gran Bretaña no lo tuviera en cuenta. En todo caso su persistencia motivó a que siguiera empeñado en poder lograrlo cuatro años después y para ello decidió dejar de lado el tradicional esquí, optando por el salto de esquí del cual su experiencia era nula, pero sin duda hasta ese momento no había ningún deportista de su país en esa especialidad.
Aunque para lograr su propósito Edwards fue entrenado por dos expertos americanos en Lake Placid, el guión del realizador Dexter Fletcher escrito con la colaboración de Sean Macaulay y Simon Kelton se permite algunas licencias haciendo que el joven aspirante viaje a Alemania donde conoce a Bronson Peary (Hugh Jackman), un ex campeón de esquí que en el pasado logró considerable popularidad; él será quien lo ayude a formarlo. De este modo, y sin entrar en mayores detalles de lo que acontece entremedio, Edwards se convierte en una estrella en el salto de esquí y llega a ser el primer británico que compite en los Juegos Olímpicos de Calgary de 1988 dentro de esa categoría. A pesar de que este joven de 25 años –más conocido con el nombre de “Eddie The Eagle” debido al aleteo de sus brazos al realizar sus impresionantes saltos- no haya obtenido una medalla en dichos juegos, lo cierto es que se ganó el respeto y el entusiasmo del público apreciando sus condiciones de gran deportista.
Con el mensaje de que más que los premios recibidos importa el esfuerzo que se emprende en el deporte, este film lejos de ser excepcional llega a satisfacer. Su atracción reside en la forma amena en que está relatado, el ritmo adecuado impreso por Fletcher, la lograda complicidad existente entre Egerton y Jackman y, finalmente, porque sin pretensión alguna consigue entretener sanamente produciendo en el espectador una agradable sensación de bienestar.
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