HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Después de la desaparición del gran director griego Theo Angelopoulos, Grecia tiene en Yorgos Lanthimos otro realizador que ha logrado reconocimiento internacional. Así, en el Festival de Cannes de 2009 su film Dogtooth fue distinguido como el mejor en la sección oficial Un Certain Regard, en tanto que el año pasado volvió a destacarse en Cannes al recibir el Premio del Jurado por The Lobster que acaba de estrenarse en Canadá.
Caracterizado por un cine extravagante, provocador y agresivo, no exento de crueldad y violencia que va creando un clima angustiante, en este film el director cambia de tono; aquí adopta una vía relativamente más convencional utilizando como punto de partida una hipótesis absurdamente realista pero prometedora, sobre todo por el humor negro que exuda.
El libreto concebido por Lanthimos con la colaboración de Efthymis Filippou ubica la acción en un mundo futurista donde la soledad individual no está permitida, de allí que el ser humano debe encontrar a otra persona como pareja con quien compartir su vida. El relato se centra en David (Colin Farrell) un arquitecto solitario a quien su mujer lo ha abandonado y que decide recluirse en un hotel donde debe acogerse a procedimientos rigurosamente reglamentados. Los códigos de convivencia que rigen en el establecimiento determinan que en 45 días como máximo él, como todos los otros huéspedes en su misma situación, deben encontrar su alma gemela porque en caso contrario quedarán convertidos en animales; si eso llegara a ocurrir, David comunica su voluntad de transformarse en langosta porque le apasiona el mar.
Tanto los diálogos como varias situaciones jocosas que se producen durante la estadía en el hotel confieren a esta primera parte del relato un aire surrealista a la vez que fresco y renovador. Sin embargo, los acontecimientos posteriores frenan el impulso inicial; viendo que no podrá cumplir con el mandato impuesto, David escapa del hotel. Su huída lo conduce a un bosque donde se encuentra con un movimiento militante de oposición liderado por una anarquista (Lea Seydoux) cuyas reglas son diametralmente opuestas a las del hotel dado que queda estrictamente prohibido el mantenimiento de relaciones románticas y/o sexuales.
Con escenas que devienen repetitivas, las extravagancias de la segunda mitad del relato no permiten inferir cuál es el mensaje que ofrece el film; más aún, en ausencia de un desenlace climático –como llegar a conocer lo que aguarda a un hombre convertido en langosta-, la propuesta audaz de la premisa inicial del relato queda incumplida.
Un buen elenco donde además de Farrell y Seydoux lo integran Rachel Weisz, John C. Reilly, Olivia Colman, Jessic Barden, Angeliki Papoulia, Michael Smiley y Ben Whishaw, así como los logrados diseños de producción de Jacqueline Abrahams constituyen los valores más importantes del film.
THE PROGRAM. Gran Bretaña, 2015. Un film de Stephen Frears
Hace poco más de dos años, el público tuvo oportunidad de juzgar The Armstrong Lie, un excelente documental de Alex Gibney sobre la carrera del ciclista americano Lance Armstrong. Ahora es el turno del director británico Stephen Frears en abordar su controvertida trayectoria deportiva volcándolo en un relato de ficción que si bien atrae por su tema, en gran parte repite lo ya visto.
El guión de John Hodge, inspirado en el libro Seven Deadly Sins del periodista irlandés David Walsh, relata los comienzos de Armstrong (Ben Foster) en 1993 como ciclista profesional, efectuando su debut en el Tour de France. Hasta 1996 obtiene un notable éxito que se ve interrumpido cuando es afectado por un severo cáncer testicular; aunque pronosticado como fatal, milagrosamente logra recuperarse. Con su restablecimiento crea la Fundación Lance Armstrong dedicada a asistir a otros sobrevivientes de cáncer para la cual aportó considerable dinero.
Recién en 1998 reanuda su entrenamiento como ciclista y es entonces cuando al vincularse con el turbio médico italiano Michele Ferrari (Guillaume Canet), éste lo introduce a un sofisticado programa de dopaje con transfusiones de sangre realizadas con la droga EPO. Con la ayuda de Ferrari y la del entrenador del equipo US Postal (Denis Menochet) al cual se integró como miembro, por 7 años consecutivos – desde 1999 hasta 2005- obtuvo el título de campeón de ciclismo en la competencia del Tour de France. Esa admirable proeza que no ha tenido hasta la fecha precedente alguno convierte al imbatible triunfador en el primer ciclista del mundo y le brinda una gran popularidad internacional.
Lo que este film introduce como novedad es la exhaustiva labor de investigación realizada por el periodista David Walsh (Chris O’Dowd) quien trabajando para el periódico británico The Sunday Times comienza a sospechar sobre la honestidad profesional del deportista al estar convencido que para lograr sus victorias podía valerse del consumo de drogas. En última instancia su persistente tarea que se prolongó durante 13 años produjo la estruendosa caída en desgracia de Armstrong al haber sido desenmascarado; ese hecho originó el escándalo más grande que se haya registrado en la historia del deporte.
Tanto la obstinada labor detectivesca de Walsh así como lo concerniente al programa empleado por Armstrong y otros miembros de su equipo modo para embaucar a casi todo el mundo y pasar satisfactoriamente los tests de dopaje realizados, constituyen los aspectos más atrayentes del relato.
Si bien el film mantiene interés, no profundiza demasiado en la personalidad de Armstrong al no indagar sobre su complicada mentalidad de acérrimo tramposo a la vez que gran mentiroso por haber negado reiteradamente su consumo de drogas. En otros aspectos hay escenas que nada agregan al tema central; por ejemplo, en forma fugaz se sabe que se casó con Kristin Richard (Chloe Hayward) pero no hay indicios que permitan suponer en qué medida su relación conyugal pudo o no haber influido en su conducta deportiva; también resulta prescindible la secuencia de los avisos publicitarios que realiza Armstrong en sus años de retiro.
A nivel de actuación, Foster además de guardar un notable parecido físico con el ciclista brinda una muy buena composición de este personaje. También se destacan O’Dowd como el empedernido periodista dispuesto a que la verdad se imponga, y Jesse Plemons animando al menonita ciclista Floyd Landis que queda marginalizado del equipo de Armstrong.
En los niveles técnicos, se aprecian el buen trabajo de edición de Valerio Bonelli y la fotografía de Danny Cohen captando con gran intensidad las secuencias de las carreras ciclistas a través de empinadas montañas.
Tal como aconteció con el documental de Gibney, The Program ofrece importante material para reflexionar acerca de la competitividad del deporte, qué es lo que se esconde detrás del mismo, las conspiraciones de silencio existentes para evitar que la verdad salga a relucir y el cuestionamiento moral sobre si la noble tarea de beneficencia realizada por la fundación de Armstrong puede justificar su bochornoso comportamiento.
LA VANITÉ. Suiza-Francia, 2015. Un film de Lionel Baier
En escasos 75 minutos, el director Lionel Baier considera un tema urticante y ampliamente debatido como es el de la eutanasia; a pesar de su dramático trasfondo lo transforma en una comedia negra bien lograda.
El relato transcurre en Suiza, donde la muerte asistida es legalmente permitida. En una noche nevada del mes de diciembre, el arquitecto David Miller (Patrick Lapp), que se encuentra muy apenado por la muerte de su esposa y además padece de un cáncer terminal, está preparado para poner punto final a su existencia. Siendo un hombre metódico y habiendo organizado todos los detalles para cumplir su propósito, se aloja en un motel ubicado en los suburbios de Lausanne esperando a una persona que lo asista en el suicidio. Prontamente llega Esperanza (Carmen Maura), una mujer española que trabaja para una asociación especializada en la prestación de esta clase de servicios; previamente, ella debe aplicar el protocolo de eutanasia. Como legalmente es necesario que haya otra persona para actuar como testigo del ritual a cumplir, ambos acuden a la ayuda de un singular personaje; se trata de Treplev (Ivan Georgiev), un joven homosexual ruso que ejerce la prostitución en un cuarto próximo al que se encuentra David.
En base a lo que antecede el espectador se encuentra con tres personas extrañas cuyas conversaciones adquieren por momentos connotaciones absurdas pero que en todo caso constituyen un ingrediente importante para mantener la intriga sobre lo que habrá de acontecer; en tal sentido hay una buena pintura de estos personajes tan diferentes en personalidad y condición social pero unidos por la soledad y una carencia afectiva. Más allá del tono liviano adoptado con sus momentos de humor siempre tratados con máxima sobriedad, el relato no elude considerar asuntos relativos a los aspectos éticos o morales de la actitud de David o de los intentos de interrumpir su decisión por parte de las otras dos personas que lo acompañan.
Lionel Baier logra un film melancólico, sensual e intrigante donde abordando un tema delicado permite al propio tiempo mostrar los deseos, voluntades e impulsos que se manifiestan en sus personajes y la compleja e inesperada relación que se establece entre los mismos.
A nivel de actuación sus intérpretes contribuyen a realzar la calidad del film. Resulta muy grato contemplar a la excelente Maura como el ángel de la muerte, apreciar la convicción de Lapp en el papel del suicida y la positiva sorpresa de juzgar a Georgiev quien en su debut para el cine permite la empatía del espectador a pesar de caracterizar a un individuo de discutible personalidad.
MIRACLES FROM HEAVEN. Estados Unidos, 2016. Un film de Patricia Riggen
Después de haber expuesto en The 33 el caso real de 33 mineros atrapados por más de dos meses en una mina de cobre y que milagrosamente lograron salvarse, Patricia Riggen vuelve a enfocar otro tema milagroso. Basado en la verdadera historia de una familia que ve su felicidad enturbiada por la enfermedad que aqueja a uno de sus miembros, Miracles From Heaven ilustra un hecho difícil de concebir acaecido en Estados Unidos.
El film se centra en el matrimonio integrado por Christy (Jennifer Garner) y Kevin Beam (Martin Henderson) y sus tres niñas quienes conforman una hermosa unidad familiar. Viviendo en Texas, el idílico cuadro se ve perturbado cuando Anna (Kilye Rogers), la segunda hija de 10 años de edad, comienza a vomitar con fuertes dolores de estómago.
Después de varios desacertados diagnósticos médicos, finalmente se llega a determinar que Anna padece una rara enfermedad estomacal que bloquea parte de su intestino; por esa razón no puede digerir la alimentación produciéndole vómitos. Sin poder resolver el caso, el médico que la atiende comunica a la familia que el doctor Samuel Nurko (Eugenio Derbez), un eminente pediatra gastroenterólogo que trabaja en el Hospital de Niños de Boston, es la persona más indicada para tratar de solucionar el mal que aqueja a Anna. Cuando la desesperada madre y su hijita llegan a Boston sin cita previa, Christy logra que Nurko la examine; después de una exhaustiva revisación el doctor confirma el diagnóstico previo señalando que lamentablemente se trata de una dolencia incurable; a pesar de todo, la niña es objeto de una serie de tratamientos aunque la enfermedad sigue persistiendo.
Al regresar a Texas, Anna se accidenta dramáticamente al caer en el hueco de un árbol. Al ser rescatada en estado inconsciente no solo se recupera del brutal golpe sufrido en su cuerpo sino que también desaparece el bloqueo intestinal que la había afectado. Más allá de la gran alegría de la familia, lo sorprendente es lo que ella relata a sus padres manifestando que en el dramático momento de su acercamiento a la muerte, tuvo un encuentro trascendental con Dios. Que ese hecho sea cierto o resulte un producto de la imaginación de la niña, poco importa; lo concreto es la desaparición de su grave enfermedad. Cuando el Dr. Nurko se impone de la grata noticia él no encuentra explicación científica alguna de esta cura que indudablemente resulta milagrosa.
Aunque en el marco de esta historia, los Beam observan la religión asistiendo a la iglesia local y manteniendo la fe en Dios, lo que aquí más se destaca es la tremenda angustia de una familia al ver que uno de sus integrantes se encuentra enfrentando una enfermedad de letales consecuencias.
Valiéndose del guión de Randy Brown, basado en el libro escrito por Christy Beam, la directora ofrece un film pulcramente realizado y altamente conmovedor. En su calificado elenco se destacan Garner como la devota madre, Derbez como el entrañable médico que se identifica plenamente con las criaturas enfermas que asiste y sobre todo Rogers que maravilla al transmitir plenamente el estado físico y emocional de Anna.
Este sobrio relato de fe, milagro y exaltación de los valores familiares presenta en los créditos finales a los verdaderos integrantes de la familia Beam, donde se destaca la presencia de Anna que se encuentra sana y salva tres años después haberse producido el gran milagro celestial.
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