HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
La reunión del emblemático Elvis Presley y el presidente Richard Nixon que quedó registrada en una publicitada fotografía es el tema que la realizadora Liza Johnson considera en Elvis y Nixon. Para aceptar la premisa propuesta por el guión de Joey y Hanala Sagal sobre este verídico encuentro, es necesario dejar de lado cualquier viso real; lo que se presencia aquí es una sátira aceptablemente entretenida que no indaga en la vida del ícono cantor ni en la carrera política del ex mandatario.
En diciembre de 1970 el rey del rock (Michael Shannon) se propone entrevistar a Nixon (Kevin Spacey) con el propósito de manifestarle su preocupación sobre los efectos perniciosos de la droga en la juventud americana; para ello su intención es que el presidente le consiga un nombramiento como agente federal para actuar de manera encubierta en la Oficina de Narcóticos y Drogas Peligrosas del país, así como obtener una insignia oficial para probarlo.
En base a lo que precede, el relato comienza con la llegada de Elvis a la entrada de la de la Casa Blanca portando una carta escrita a mano por él; después de algunas dificultades interpuestas por los guardias de seguridad consigue que ellos la hagan llegar al destinatario a través de los canales pertinentes. Lo que sigue posteriormente es la ansiosa espera en el hotel donde el rey se aloja junto con su confidente y asistente Jerry Schilling (Alex Pettyfer) para recibir la confirmación de la entrevista. En tal sentido, es importante la gestión realizada por parte de los miembros del equipo del presidente – Egil Krogh (Colin Hanks) y Dwight Chaplin (Even Peters)- para persuadir a Nixon a que la reunión se lleve a cabo, dada su renuencia inicial.
El famoso encuentro es lo que da sustento al film y a decir verdad el libreto imagina una serie de secuencias surrealistas que producen un humor que aunque logrado en parte, la ausencia de sutilidad disminuye su efecto. Aunque la fotografía entre Elvis y Nixon es real, obviamente, el desarrollo de la entrevista que se asemeja más a una dislocada comedia entre dos cómicos es pura fantasía. En todo caso, como resultado de la reunión donde Elvis accede a fotografiarse con el presidente además de autografiar el retrato de Julie Nixon, su adorada hija, Nixon le confiere al “rey” el anhelado cargo y la insignia requerida.
En cuanto a la caracterización de los dos personajes es necesario remarcar que de ningún modo el de Presley responde a la realidad; si bien Shannon es un consumado actor lo cierto es que no responde ni al físico ni a la verdadera personalidad del gran ídolo musical de la posguerra; además, el actor representa unos diez años más de los 35 que tenía Presley en el momento en que transcurre la acción. Mucho más convincente, aunque menos importante en el relato, es el retrato que Spacey logra de Nixon; sus rasgos físicos se aproximan más a los del ex presidente, juzgando su postura un tanto encorvada, su manera de hablar y moverse, a pesar de cierto comportamiento caricaturesco que el guión le obliga representar.
Más allá de las observaciones señaladas, el film debe ser juzgado por lo que es y no lo que uno habría deseado que fuera; de allí que uno debe olvidarse de películas notables de similar tema como lo fueron el imaginado encuentro del Primer Ministro Tony Blair con la Reina Elizabeth en The Queen (2006) o bien entre David Frost y Richard Nixon en Frost Nixon (2008). Sin ser demasiado exigente la película es un moderado pasatiempo que se contempla sonrientemente aunque después de su proyección resulte olvidable.
A HOLOGRAM FOR THE KING. Gran Bretaña-Francia-Alemania-Estados Unidos, 2016. Un film de Tom Tykwer
La forma en que un viaje puede solucionar el problema de un individuo que atraviesa la crisis de la mediana edad es lo que se contempla en A Hologram for the King. Es posible que como sucede en numerosos casos una obra literaria pueda resultar dificultosa de ser trasladada al cine; pero lo cierto es que la adaptación realizada por el realizador Tom Tykwer de la novela homónima de Dave Eggers publicada en 2012 carece de un foco preciso sin alcanzar el resultado perseguido. De todos modos, la presencia de Tom Hanks animando al personaje protagónico es su mejor carta de presentación.
El relato que se desarrolla en 2010 presenta a Alan Cay (Hanks) un hombre americano de mediana edad recientemente divorciado y en precaria situación financiera que pareciera atravesar cierto conflicto existencial. Trabajando ahora para una empresa tecnológica es encomendado a viajar al reino de Arabia Saudita a fin de lograr la venta de un sistema de telecomunicaciones holográficas al monarca.
Al llegar a Jeddah, extenuado por el vuelo y la diferencia horaria, al propio tiempo que preocupado en lo que concierne a su carrera por presiones de su jefe para que la transacción comercial tenga éxito, lo primero que hace es tratar de ponerse en contacto con el emisario del rey, el encargado de atenderlo. sin embargo ni éste como tampoco el soberano se hallan en la ciudad. Otros obstáculos se interpondrán en el camino cuando comprueba que su grupo de trabajo con quien deberá preparar la presentación al soberano, se encuentra en una carpa ubicada en medio del desierto sin conexión WI FI ni tampoco aire acondicionado en medio del agobiante calor.
Los días transcurren sin que nada se concrete en donde los mecanismos burocráticos toman su tiempo y el encuentro con el rey parece improbable. Para peor, Alan constata que tiene un considerable quiste en la parte trasera de su cuello que termina siendo un linfoma y necesita ser removido quirúrgicamente; eso lo habrá de vincular con una doctora musulmana (Sarita Choudhury) que lo atiende y con quien eventualmente mantendrá un vínculo más allá del estrictamente profesional.
El relato no omite la presentación de ilustrar algunos aspectos de la cultura de Arabia Saudita, tales como la desigualdad existente entre el hombre y la mujer, la prohibición del expendio de bebida alcohólica, ciertas actitudes rígidas y represivas del país, todo ello sin recurrir a clisés o estereotipos que podrían afectar la ilustración deseada. Tampoco están ausentes las notas de humor que provee el chofer de taxi (Alexander Black), encargado de conducirlo a los lugares de destino. Simultáneamente, la historia también alude a la vida personal de Alan donde a través del skype mantiene un vínculo amistoso con su única hija adolescente (Tracey Fairaway), que es la sola persona que le brinda su total apoyo.
Si en principio esta historia ofrece un buen potencial para ser explotado, la forma narrativa no es demasiado satisfactoria; así, la demora en concretar la transacción comercial de Alan motiva a que el desarrollo de la trama devenga repetitiva. Además, la presentación de ciertos personajes de apoyo tampoco ayuda mucho; por ejemplo, las escenas vinculadas con una mujer danesa (Sidse Babett Knudsen) que trabaja en el país y se siente atraída por Alan aunque él no corresponde sus requerimientos amorosos, resultan prescindibles.
Al principio de esta crónica se mencionó que el film no tiene un foco específico. Eso se debe a que en la última parte del metraje, el guión cambia precipitadamente de registro; sin mucha convicción se contempla cómo Alan, un individuo agobiado por la falta de satisfacción que precedió a su viaje a Arabia Saudita, logra repentinamente una transformación emocional haciendo que su vida cobre sentido. Estas objeciones no desmerecen la buena actuación de Hanks quien logra transmitir calidez con su personaje, al igual que el resto del elenco que lo acompaña destacando sobre todo a Alexander Black en un personaje decididamente simpático y entrador.
La filmación no pudo realizarse en Arabia Saudita debido a que Tykwer no obtuvo el permiso de las autoridades para hacerlo. En su lugar el rodaje se realizó en el sur de Marruecos y en tal sentido cabe destacar los diseños de producción de Uli Hanisch y la fotografía de Frank Griebe permitiendo reflejar fielmente el escenario donde transcurre la acción.
EL TANGO Y EL CINE
La Cinemateca de Quebec presentará en Montreal un ciclo titulado El Tango y el Cine: La Vida es una Milonga que se llevará a cabo desde el 2 hasta el 18 de mayo. Tal como se lo anuncia, esta muestra incluye una serie de películas cuyos realizadores se han sentido inspirados por este género musical rioplatense que conquistó al mundo, incluido Canadá.
Con el auspicio del Consulado Argentino de Montreal los títulos seleccionados incluyen algunos filmes que tuvieron su exhibición comercial en el país, aunque hay otros que decididamente no han sido difundidos y que el cinéfilo amante de esta expresión musical sabrá apreciar. Veamos algunos de los filmes que se habrán de proyectar.
El primer film sonoro de Argentina ha sido Tango (1933) de Luis Moglia Barth y que reunió a un elenco importante integrado por Tita Merello, Libertad Lamarque, Luis Sandrini, Alicia Vignoli, Azucena Maizani, Mercedes Simone y Pepe Arias. No menos trascendente ha sido la presencia de grandes orquestas del momento que incluían entre otras a las de Juan de Dios Filiberto, Osvaldo Fresedo, Pedro Maffia, Edgardo Donato, Juan Carlos Bazán.
Otro de los clásicos filmes argentinos de la década del 30 es Los Tres Berretines (1933) de Enrique Telémaco Susini que constituyó el primer papel protagónico del gran cómico Luis Sandrini quien creó un personaje altamente pintoresco: con su sabrosa verborragia que cuando estaba arrebatado solía tartamudear, fue el exponente de la integridad humana cuyo comportamiento moral y arrolladora simpatía conquistó de inmediato al público de Argentina.
Nadie ignora la popularidad ganada por Carlos Gardel, conocido como “el zorzal criollo” que lamentablemente falleció en un accidente de aviación en 1935; el inmortal cantor protagonizó un buen número de películas y entre las mismas se habrá de proyectar Tango Bar (Argentina, 1935) de John Reinhardt. y Así Cantaba Carlos Gardel (Argentina, 1935) de Eduardo Morera. Otro de los títulos referidos a esta legendaria figura es La Vida de Carlos Gardel (Argentina, 1939) de Alberto de Zavalía; el film tuvo como protagonista a Hugo del Carril cuyo timbre de voz y estampa varonil se ajustaba perfectamente a la imagen del personaje desaparecido; además de Del Carril, la película contó con acertadas actuaciones de Delia Garcés, Elsa O’Connor, Santiago Gómez Cou y Juanita Sujo.
Libertad Lamarque, otra mítica actriz y gran intérprete del tango, es la protagonista de Puerta Cerrada (Argentina, 1939) film de Argentina dirigido por Luis Saslavsky que en su época logró emocionar a todo tipo de público por su nivel de calidad unido al factor entretenimiento. Sin duda, la inclusión de este film es un acierto para que el público canadiense pueda apreciarlo 77 años después de su estreno.
Otros títulos ya más contemporáneos que tuvieron gran éxito cuando se dieron a conocer internacionalmente son Tangos, El Exilio de Gardel (Francia-Argentina,1985) y Sur (Argentina-Francia,1988)de Fernando Solanas, así como el documental Tango (España,1998) de Carlos Saura.
La lista se completa con Naked Tango (Estados Unidos-Argentina-Suiza-Japón, 1990) de Leonard Schrader, The Tango Lesson (Gran Bretaña-Francia-Argentina-Alemania-Holanda, 1997) de Sally Potter, Mango Tango (Alemania, 2009), de Marianne Hettinger, Assassination Tango (Estados Unidos-Argentina, 2002) de Robert Duvall,
La Revanche du Tango (Canadá, 2012) y Un Tango Más (Argentina-Alemania, 2015) de German Kral.
En el marco de este ciclo, Fernando Martín Peña –Coordinador de Cine del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires- ofrecerá el 4 de mayo una conferencia sobre el tema Tango y Archivos del Cine.
La sala principal de la Cinemateca de Quebec es el lugar donde serán exhibidas las películas así como la conferencia mencionada. Para toda información adicional sobre la programación horaria se puede visitar el sitio www.cinematheque.qc.ca
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