HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Basado en el libro autobiográfico A Long Way Home de Saroo Brierley, donde su autor se refiere a la increíble aventura que le ha tocado vivir, Lion es otro de los filmes donde la realidad supera a la ficción. El director Garth Davis, valiéndose de la adaptación realizada por el guionista Luke Davies, ofrece un emotivo relato real donde una vez más queda demostrado cómo el espíritu humano puede llegar a vencer las más dificultosas adversidades cuando persiste la firme determinación de perseverar en el objetivo perseguido.
La historia comienza en 1986 en Madhya Pradesch, en el norte de India donde Saroo (Sunny Pawar), un niño de 5 años viviendo en condiciones de suma pobreza, junto con su querido hermano mayor Guddu (Abhishek Bharate) tratan de procurar alimentación para llevarla al hogar de su humilde madre trabajadora (Priyanka Bose). En una de las salidas en las que el pequeño acompaña a su hermano, él se queda dormido en la plataforma de una estación ferroviaria; cuando despierta y al no poder ubicar a Guddu, inocentemente se sube a un tren que lo transporta a Calcuta, a más de 2500 kilómetros de su hogar. Hablando el hindi pero sin dominar el idioma bengalí que predomina en esa metrópoli, ignorando el nombre de su madre como tampoco sabiendo identificar la aldea en que vive, Saroo deambula por las calles de la ciudad perdido por completo y atravesando por algunas situaciones poco agradables que parecerían extraídas de la literatura de Dickens. Como Dios aprieta pero no ahorca, el niño encontrará finalmente a un matrimonio integrado por John Brierley (David Wenham) y su esposa Sue (Nicole Kidman) que lo adoptan llevándolo a Hobart en Tasmania junto con otro chico indio que también es adoptado.
La segunda parte del film transcurre en Australia veinte años después donde se aprecia a Saroo (Dev Patel) como un joven que brinda felicidad a sus padres quienes le han ofrecido una buena educación además de un profundo cariño y afecto; en tal sentido Mantosh (Divian Ladwa) el segundo hijo adoptado, ha resultado problemático a causa de los traumas experimentados en sus años de infancia. Sentimentalmente, Saroo inicia un romance con Lucy (Rooney Mara), una agradable chica a quien conoce cuando viaja a Melbourne para efectuar un curso de administración hotelera. A pesar de todos estos elementos favorables y de su asimilación en Australia, la memoria del muchacho no ha eliminado los recuerdos de los momentos de su infancia cuando perdió de vista a su adorable hermano y dejó de ver a su madre biológica. He aquí, que en la sorprendente era tecnológica en que vivimos, el joven encuentra en Google Earth la vía para tratar de ubicar el lugar donde nació y poder reencontrarse con sus seres queridos.
Quienes leyeron el libro sabrán el desenlace de su contenido y para quienes no han estado al tanto del mismo no les resultará difícil predecir su final; en todo caso eso poco importa porque lo que aquí resulta relevante es destacar el afortunado traslado cinematográfico de la conmovedora historia de un hijo que descubriendo sus raíces trata de localizar a su madre biológica y a su entrañable hermano después de veintincinco años de no haberlos visto.
Hay varias razones que justifican los elogios que merece Davis en su debut como director. En primer lugar supo convocar a un elenco de primer nivel. La actuación de Pawar es sublime con la expresividad que demuestra transmitiendo el desamparo y tristeza de un niño librado de la mano de Dios como si se tratara de un leal perro que ha perdido a su amo. Por su parte Patel que tanto impresionara en Slumdog Millionaire (2008), confirma sus notables condiciones interpretativas; así, convence plenamente viviendo el conflicto interno y hondamente humano de una persona adulta que estando agradecido por el amor y confort de sus padres adoptivos enfrenta el dilema de lealtad frente al recuerdo de la familia que lo trajo a este mundo. En sólidos roles de apoyo se destacan Mara animando al interés romántico del protagonista y sobre todo Kidman quien se luce como una ejemplar madre que desde el primer encuentro en que conoce a Saroo siente por él un profundo apego.
Además de su contenido, Lion se beneficia con la excelente fotografía de Greig Fraser ofreciendo el contraste de los escenarios naturales donde transcurre la acción; así se aprecia la rusticidad de una aldea norteña y el caos de la metrópoli de Calcuta con la belleza panorámica de los vastos espacios abiertos de Australia.
Más allá de los importantes valores reseñados, este cautivante film permite reflexionar sobre cómo el medio en el que uno habita condiciona el porvenir y desarrollo potencial de la persona; asimismo permite meditar acerca del dilema moral entre la existencia de queridos padres adoptivos y de una madre biológica que supo nutrir a su hijo en los primeros años de vida y que de ningún modo lo ha abandonado voluntariamente.
JACKIE. Estados Unidos-Chile, 2016. Un film de Pablo Larraín.
Demostrando una gran versatilidad en los filmes realizados hasta la fecha, el director chileno Pablo Larraín realiza su primer trabajo en inglés abordando a Jacqueline Kennedy, en los aciagos días que siguieron al trágico asesinato de su marido.
El relato basado en el guión de Noah Oppenheim, que adopta la forma de diversos episodios fragmentados, comienza una semana después del magnicidio, donde un reportero (Billy Crudup) de la revista Life entrevista a la ex Primera Dama (Natalie Portman) en su residencia de Hyannisport en Massachusetts a fin de que ella le transmita cómo ha vivido esa tragedia. De este modo se pasa revista al fatídico día del 22 de noviembre de 1963 donde después del atentado, Jackie, en medio del profundo dolor, asiste al acto de juramento de Lyndon B. Johnson (John Carroll Lynch) como el nuevo mandatario; un elemento que resalta es su decisión de no cambiar su atuendo salpicado de sangre cuando efectúa su viaje de retorno a Washington en el avión presidencial; así le manifiesta a la nueva Primera Dama, Lady Bird Johnson (Beth Grant), su intención de que el público que la reciba al llegar a destino pueda contemplar lo que ha sucedido. Inmediatamente ella se encarga con la colaboración de su cuñado Robert (Peter Sarsgaard) de efectuar los arreglos concernientes al funeral para que el mismo adquiriese el carácter de una importante procesión épica hasta su arribo al cementerio de Arlington, a fin de que quedara testimoniada la imagen y el legado de su esposo.
En otro de los segmentos del relato se destaca el tour televisivo de la Casa Blanca de 1961 mostrando el toque moderno que Jackie efectuó en la redecoración de la mansión presidencial, quedando resaltado el exquisito gusto que siempre la ha caracterizado. Otros momentos del film la muestran en la relación que mantiene con su confidente secretaria Nancy Tuckerman (Greta Gerwig), los intercambios mantenidos con Bob Kennedy, y fundamentalmente con el católico sacerdote McSorley (John Hurt) discutiendo temas místicos sobre Dios, así como otros aspectos vinculados con su vida matrimonial. Situaciones emotivas tienen lugar en los momentos más íntimos del relato como el mantenido con sus hijitos al brindarles el confort y consuelo necesario frente a la noticia de que el padre no habrá de volver.
La icónica e inescrutable dama que se destacó por su elegancia, distinción y carismática presencia, está muy bien reflejada en la magnífica composición que Portman efectúa de Jackie. La actriz refleja con total convicción los distintos matices de su personalidad, tanto en sus momentos vulnerables, como en otros en que manifiesta una firme determinación en sus confrontaciones con algunos personajes políticos que la rodearon donde no permitió ser un títere manejado por terceros.
Larrain exitosamente capta los diferentes matices proporcionados por el guión ofreciendo un drama convincente y fluido donde con gran sobriedad retrata a una mujer que sin haber ocupado un cargo público, como Primera Dama supo actuar con dignidad, controlando permanentemente su imagen y ganando el respeto y la indiscutible simpatía del pueblo americano.
THE UNKNOWN GIRL (La fille inconnue). Bélgica-Francia, 2016. Un film escrito y dirigido por Jean-Pierre y Luc Dardenne.
En The Unknown Girl los hermanos Dardenne centralizan su atención en un enigmático caso vinculado con la identidad de una chica desconocida.
Adèle Haenel anima a Jenny, una joven doctora que en la ciudad de Lieja trabaja temporalmente en una clínica reemplazando a otro médico (Yves Larec) que por razones de salud está por jubilarse. Allí tiene como asistente a Julien (Olivier Bonnaud) quien es un estudiante de medicina que después de 5 años está próximo a graduarse. Al comenzar el relato, después de haber auscultado a algunos pacientes, ella alecciona a Julien que en la práctica profesional un médico nunca debe permitir que la emoción lo domine; al final de una larga jornada y después del horario de consulta suena el timbre pero ella no acude al llamado. Al día siguiente, se descubre el cadáver de una joven africana y a través del video de seguridad de la clínica queda constatado que fue esa mujer quien había acudido a la consulta la noche anterior. ¿Podría la víctima haber sido salvada de haber sido atendida en la clínica?
El film adopta el carácter de un relato moral en la medida que Jenny presa de un profundo sentimiento de culpa comienza a realizar una labor detectivesca para determinar la identidad de la occisa que en principio se desconoce quién era. Su propósito es que ella no sea enterrada anónimamente como si no hubiera existido; al propio tiempo Jenny adquiere en el cementerio la concesión temporaria de un espacio de tierra para su sepultura.
Gran parte de la trama se vincula con la obsesiva misión que esta doctora se impuso y es así que dada la situación planteada, existe cierta intriga por saber quién ha sido la joven desaparecida. Si el punto de partida resulta interesante, su narración se torna repetitiva y sin mayor tensión en la búsqueda incansable que realiza la protagonista donde en ciertos momentos llega a arriesgar su vida. A todo ello, resulta difícil de comprender la obstinación de Jenny por resolver el caso como tampoco queda claro de qué modo el hecho acaecido la motiva a renunciar al puesto de médica de una prestigiosa clínica privada para seguir practicando su profesión de la forma en que actualmente está trabajando.
Como en todos los filmes de estos renombrados directores, aquí también se refleja un trasfondo social a través de las condiciones de vida de los inmigrantes ilegales y la explotación de los mismos por parte de inescrupulosos individuos. El lado humano también está presente al apreciar la dedicación de Jenny con sus pacientes; ese hecho igualmente se manifiesta en el esfuerzo que realiza para que Julien que había renunciado a completar sus estudios de medicina vuelva a reanudarlos para recibirse de médico.
Lo que antecede no alcanza a disimular la debilidad de un forzado guión que se vale de situaciones improbables y escasamente convincentes; eso se destaca fundamentalmente en la poca credibilidad que ofrece uno de los personajes claves de esta historia interpretado por Jéremie Renier. Lamentablemente, cuando llega el momento en que se revela el misterio que alimenta al relato, su resolución deja frustrado al espectador.
Si las imputaciones señaladas no alcanzan a desmerecer al film eso es debido a su cuidada realización, a la muy buena fotografía de Alain Marcoen y a la meritoria interpretación central de Adèle Haenel.
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