HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Este film es otro buen ejemplo de cómo se puede narrar una interesante historia capaz de gustar a niños y adultos. Enfocando la amistad y el casto romanticismo de dos preadolescentes dentro del marco de una comedia dramática, el realizador brinda un relato emotivo a corazón abierto.
Basado en la novela infantil homónima de Pascal Rutter y en una adaptación de Boujenah con la colaboración de Alfred Lot, Le coeur en braille presenta a Marie (Alix Vaillot), una niña de 12 años, excelente alumna en la escuela a la cual asiste y que además siente una gran pasión por la música y por el violonchelo. A pesar de que todo podría marchar bien, ella tiene un grave problema visual por el cual va perdiendo su vista gradualmente, hecho que con excepción de sus padres permanece oculto a los demás.
Entre sus compañeros de aula, se encuentra Víctor (Jean-Stan du Pac), un simpático y dinámico chico que tiene dificultades en el estudio. Desde las miradas iniciales que Marie y Víctor se entrecruzan tímidamente se observa la atracción que ambos sienten y a partir de allí se genera una romántica amistad. La historia va ilustrando el modo en que cada uno de ellos se habrá de ayudar mutuamente; así. ella le apoya en sus estudios para que llegue a ser un mejor alumno; por su parte Víctor, ya sabiendo del grave problema de su amiga y sabiendo su gran sueño de pasar una prueba musical con su instrumento para poder ingresar a un importante conservatorio de música, la ayudará para que pueda concretar su propósito.
Aunque el tema se circunscribe fundamentalmente a los dos personajes descriptos, el relato igualmente expone la relación de los chicos con sus respectivas familias. Marie debe resistir la presión de su padre (Charles Berling) que quiere que ella deje la escuela a fin de hacerla ingresar a una institución para ciegos para estar mejor protegida; igualmente se muestra el cálido vínculo de Victor con su progenitor (Pascal Elbé) en ausencia de una madre que ya no está.
El director demuestra su gran amor por la infancia logrando de sus jóvenes intérpretes una impecable actuación; tanto Valliot -en su debut para el cine- como Du ¨Pac, se desempeñan con absoluta naturalidad brindando convicción a sus personajes; en un papel menor también se destaca Antoine Khorsand como el buen amigo de Víctor.
Dentro del marco de una realización convencional, Boujenah expresa su gran sensibilidad brindando un relato que destila humanidad, ternura y una dulzura que de ningún modo empalaga.
UNE VIE. Francia-Bélgica, 2016. Un film de Stephane Brizé
En un registro completamente diferente al de su excelente penúltimo film La loi du marché (2014), Stephane Brizé aborda ahora Une Vie, la primera novela escrita por Guy de Maupassant (1883). Este libro que ya fue trasladado al cine en 1958 por Alexandre Astruc con María Schell en el rol protagónico, es aquí objeto de un delicado tratamiento evitando sentimentalismos exacerbados en la descripción de los continuos desencantos que sufre la protagonista de esta historia.
Ambientada en Normandía a principios del siglo 19, el relato adaptado por el realizador con la colaboración de Florence Vignon, presenta a Jeanne Le Perthuis de Vauds (Judith Chemla), una joven de 20 años que es hija del barón Simon-Jacques (Jean-Pierre Darrousin) y de su mujer Adelaïde (Yolande Moreau). Habiendo sido educada en un convento, todo haría suponer que le aguarda un futuro venturoso. Teniendo en cuenta la sensibilidad de Jeanne, sus padres creen haberle encontrado el mejor marido en Julien de Lamare (Swann Arlaud), un joven de una familia de alcurnia que se encuentra en precaria situación financiera. Poco tiempo después de la boda, la chica descubre la carencia de escrúpulos de su esposo como también se entera que le es infiel con Rosalie (Nina Meurisse), su empleada doméstica. Si bien la pareja logra reconciliarse, Jeanne ve que su matrimonio vuelve a tambalear cuando su marido continúa engañándola, esta vez con la condesa Gilberte de Fourville (Clotilde Hesme) quien está casada con el mejor amigo de su esposo (Alain Beigel).
Al quedar viuda, la baronesa retorna a vivir con sus padres donde sus desventuras continuarán cuando al fallecer su adorada madre se impone de que en su juventud ella había sido infiel a su padre. Quedando el consuelo de su hijo Paul (Finnegan Oldfield) a quien mima en exceso, con el paso del tiempo éste llegará a desposeerla de su patrimonio.
Como el título lo indica, a través de una vida el relato va reflejando la travesía emocional de Jeanne durante un período de casi tres décadas, donde el optimismo e ilusión de sus años de juventud se van desvaneciendo con la desilusión, desengaño, tristeza y finalmente la desesperación que la anima. Todos los altibajos de esta mujer sufriente están muy bien descriptos por el realizador y aunque dramáticamente no existe mayor modulación en su relato, de todos modos el drama cunde en el ánimo del espectador; en ese aspecto resulta interesante apuntar que en el encuadre Brizé haya optado por el uso de un formato especial (1,33:1) que traduce con más intensidad el encierro y ausencia de esperanza que asiste a su protagonista.
Judith Chemla ha sabido captar eficazmente la personalidad de Jeanne transitando por sus diferentes estados anímicos hasta ir lentamente perdiendo su lucidez mental; igualmente meritorias son las sólidas actuaciones de Jean-Pierre Darrousin y de Yolande Moreau.
La calidad del relato se refuerza con la buena fotografía de Antoine Héberlé y los acertados diseños de producción de Valérie Saradjian en la reproducción de época.
BEFORE I FALL Estados Unidos, 2016. Un film de Ry Russo-Young
Este film basado en la novela de Lauren Oliver (2010) está destinado principalmente a un público juvenil. Aunque bien filmado, la trama gira en torno a un tema ya visto en otras oportunidades al utilizar una estructura narrativa que consiste en repetir varias veces lo que atraviesa su principal personaje.
El guión de Maria Maggenti presenta a Samantha Kingston (Zoey Deutch), una bella adolescente que verá transcurrir un día de su vida de manera especial. Se sabe que es un 12 de febrero en el momento que ella despierta; prontamente se dirige a la escuela acompañada de sus compañeras Lindsay (Halston Sage), Elody (Medalion Rahimi) y Ally (Cynthy Wu), consideradas las más populares y vistosas del curso. Narcisista y bastante apegada a sí mismo, a Samantha poco le importa lo que sucede alrededor suyo, salvo conservar su popularidad. Después de la clase, estas amigas son invitadas a una fiesta de San Valentín que tiene lugar en la casa de Kent (Logan Miller), uno de los compañeros del curso que gusta de Samantha. Cuando la velada concluye, Samantha procede a retornar a su hogar pero el automóvil en el que se halla viajando choca con un camión generando un grave accidente que le provoca su muerte. Pero no hay porqué alarmarse, ya que la escena siguiente la muestra sana y salva despertándose por la mañana en el día anterior.
Lo precedente ocupa 20 minutos del metraje y lo que continua es la narración de lo que se ha descripto. El relato es una mera fantasía donde a través de cada repetición esta adolescente, que ya conoce cómo el día evolucionará, tratará de corregir sus defectos para redescubrir la parte más humana de sí misma y llegar a ser una persona más agradable. En consecuencia, esa experiencia permitirá que conozca mejor a sus amigas, pueda adoptar una actitud más amable con Juliet Sykes (Elena Kampouris) -una de sus compañeras de aula que había sido marginada del grupo y objeto de burla-, ser más sensible con Kent, apreciar cuán importante es su hermanita Izzie (Erica Tremblay), así como darse cuenta del cariño que siente por su madre (Jennifer Beals).
Aunque bien intencionado con una aleccionadora moraleja, el film es fácilmente predecible y carece de una intriga que despierte la curiosidad de lo que vendrá; así, después de conocerse su planteo inicial, ya se sabe lo que habrá de ocurrir en sus sucesivas repeticiones. Con personajes esquemáticamente delineados, la única nota tierna es una escena entre Samantha y Kent que transcurre durante la fiesta.
En los aspectos técnicos de producción se destaca la bella fotografía de Michael Fimognari captando los escenarios del noroeste del Pacífico de Estados Unidos, donde transcurre la acción.
TABLE 19. Estados Unildos, 2017. Un film escrito y dirigido por Jeffrey Blitz
Al juzgar esta película resulta difícil no asociarlo con la fina comedia A Wedding dirigida por Robert Altman en 1978. Si bien es una boda su tema en común, Table 19, es un film decididamente mediocre. Mientras que Altman supo estructurar muy bien una historia con casi una cincuentena de personajes bien delineados, en este caso Jeffrey Blitz ofrece un relato de escasa imaginación y sin foco preciso que apela a una comicidad barata.
Basándose en una historia de los hermanos Mark y Jay Duplass, esta película va empeorando a medida que el metraje progresa. El punto de partida es analizar qué es lo que sucede en una mesa de invitados- la 19- en ocasión de una fiesta de casamiento donde sus seis integrantes son indeseados por sus anfitriones. Entre los comensales se encuentra Eloise (Anna Kendrick) quien debía haber sido la dama de honor de la novia si Teddy (Wyatt Russell), su ex pareja que es hermano del novio, no hubiese cortado la relación poco tiempo atrás; compartiendo la mesa se hallan Jerry y Bina (Craig Robinson y Lisa Kudrow) que conforman un matrimonio que no se lleva muy bien; otro participante incluye a Walter (Stephen Merchant), un ex presidiario que oculta haber estado en la cárcel por haber robado 125.00 dólares del padre de la novia y se hace pasar por un exitoso empresario; el grupo se completa con Jo (June Squibb), una antigua niñera que la novia tuvo en su infancia, y Renzo (Toni Revolori), un ansioso joven esperando encontrar una chica en la fiesta con quien pueda perder su virginidad.
De allí en más, lo que acontece es una sucesión de situaciones ridículas donde sus personajes adoptan actitudes caricaturescas careciendo de semblanza humana. El libreto pareciera haber sido elaborado para un sitcom televisivo de endeble calidad, donde los momentos graciosos -con excepción de alguno que otro- brillan por su ausencia.
El problema del film no reside en los actores sino en los papeles que deben representar al tener que lidiar con personajes sin gravitación alguna debido al lamentable guión de Blitz quien tampoco logra distinguirse como realizador. No hay más que analizar ni agregar sobre este frustrante film.
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