talia se queda sin Mundial
talia se queda sin Mundial
Nadie en toda Italia quería creerlo. De hecho, contemplar tan siquiera la posibilidad ya era visto como una traición a la patria (futbolera, se entiende). Pero ocurrió como suceden las tragedias más inesperadas, a sorbos. Como caen los chaparrones más contundentes, a partir de pequeñas gotas que poco a poco calan el cuerpo y atormentan el alma. Porque Italia no estará en el Mundial de Rusia, porque en 180 minutos no fue capaz de hacerle un gol a Suecia, a la que le bastó adelantarse en el encuentro de ida (1-0). Una selección que el pasado año despidió a su mayor estrella, Zlatan Ibrahimovic, y que a pesar de ello ha logrado una de las mayores gestas de su historia. Porque dejar fuera a una selección que acumulaba 14 Mundiales consecutivos, que ganó los dos primeros que disputó en 1934 y 1938, y que volvió a hacerlo en 1982 y 2006, bien, merece un reconocimiento
Tras la debacle, en Italia se esperan ahora todo tipo de cambios. Es probable que todos aquellos con un mínimo de responsabilidad sobre lo ocurrido salten por los aires. Ni Giampiero Ventura continuará en el banquillo, ni Carlo Tavecchio, presidente de la Federación, mantendrá su puesto. Pero la pérdida más dolorosa para una selección como la italiana será la de un icono que, sin embargo, sucederá el paso del tiempo. Gianluigi Buffon se aventuró a dejarlo claro tras el partido. No habrá sexto Mundial para el mejor portero que ha dado Italia, uno de los caballeros más elegantes de un deporte en el que los egos golpean el sentido común. No en él. Sus lágrimas, antes y después de que acabara el partido, tuvieron más filo que cualquier puñal. Porque era el adiós menos justo que un jugador de su talla jamás haya merecido.
El partido tuvo todo lo que se espera de una repesca agónica, que es exactamente todo lo contrario de lo que puede observarse en un buen partido de fútbol. No hubo control, ni dominio del tiempo, ni orden ni concierto. Es complicado detener al corazón cuando el bombeo es incesante. De haberlo hecho, cualquiera hubiera observado como para Italia jugar con cinco centrocampistas resultó, por paradójico que parezca, la peor forma de generar peligro en esa zona del campo.
No pareció verlo Ventura, que insístió con la línea de tres centrales, un 3-5-2 sin ninguna profundidad por banda, y que se atascaba una y otra vez contra la defensa sueca. Porque Suecia defendió con el alma y con conocimiento de causa, que es los mínimo que se puede esperar de una selección en la que encontrar un fogonazo de creatividad es cuanto menos, poco probable.
Se vio ayudada, eso sí, por la insistencia continua de Italia por llegar hasta Olsen con balones en largo, olvidando que el peligro siempre se genera por banda, y se convierte en oro dentro del área, habitualmente a ras de césped. Dos jugadas completó La Nazionale combinando con tranquilidad y precisión, y dos veces se vio Suecia con la nevera vacía. Pero ni con esas.
Nadie quería verlo pero ocurrió. La última vez fue en 1958. Y la depresión que ha generado semejante desastre es, irremediablemente, bien visible.
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