HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
Decididamente superior a la del año pasado, esta edición que concluyó el sábado 19 dejó como balance una programación suficientemente satisfactoria. Muchos de los filmes presentados serán exhibidos comercialmente y objeto de una más elaborada crítica; de todos modos he aquí un bosquejo de algunos de los títulos apreciados por EL POPULAR en la Riviera Francesa.
La codiciada Palma de Oro otorgada al mejor film del festival fue concedido a Une Affaire de Famille (Japón) del director Hirokazu Koree-eda; esta distinción verdaderamente merecida recompensa a un drama de profunda humanidad que se centra en los avatares de una familia japonesa sui-generis. En la primera escena que transcurre en un supermercado de Tokio se aprecia a Osamu (Lily Franky), un padre quien junto a su hijo adolescente Shota (Kairi Jyo), cubriéndose uno con el otro, van hurtando productos alimenticios y artículos de limpieza. Al salir del establecimiento, en esa fría noche de invierno observan a una niña de seis años en el balcón de un edificio que ha sido abandonada por sus padres; es así que terminan invitándola a su hogar a pesar de las reticencias iniciales de Noboyu (Sakura Ando), la esposa de Osamu, donde la criatura es finalmente adoptada de hecho. Con detallada precisión el realizador ilustra la composición de un humilde grupo familiar donde conviven tres generaciones y cuyos miembros no están necesariamente ligados biológicamente; pese a todo, esa original familia reconstituida se encuentra unida por lazos de afecto, cariño y solidaridad. A través de lo expuesto, el realizador efectúa una magnífica pintura de las condiciones de vida de los estratos más bajos de la sociedad japonesa, las condiciones de niños librados al azar por sus padres verdaderos, como así también la difusa línea que separa la adopción ilegal de un verdadero secuestro. En esencia, con una meticulosa puesta escénica y un esmerado guión que le pertenece, Kore-eda confirma una vez más su condición de lúcido humanista y sagaz explorador de las relaciones familiares.
Aunque cínicamente se podría pensar que el Gran Premio del Jurado concedido a BlacKkKlansman (Estados Unidos) de Spike Lee obedece a razones políticas, lo cierto es que esta audaz comedia antirracista reúne todos los ingredientes necesarios para satisfacer tanto al cinéfilo exigente como al gran público en procura de entretenimiento.
El celebrado realizador cuenta una historia basada en hechos reales acontecidos a principios de la década del 70 durante la administración del presidente Nixon. En la ficción, Ron Stallworth (John David Washington) esn tareas burocráticas rutinarias por lo que no puede demostrar su real talento. Es así que logra convencer a sus superiores para hacerse cargo de una investigación sobre las actividades del Ku Klux Klan (KKK); así junto con Flip Zimmerman (Adam Driver), su colega judío blanco, logran infiltrarse en el corazón de este organismo adoptando la identidad de acérrimos racistas. Con este increíble relato alimentado de jugosos diálogos y mordaz humor Lee brinda un documento reivindicatorio de los derechos civiles de la población negra frente a una comunidad cuyos sentimientos racistas prevalecientes en esa época pueden perfectamente asociarse a la era actual; es así que el combativo realizador ha decidido insertar un epílogo con imágenes de lo acontecido en agosto de 2017 donde el país fue testigo de la dramática marcha supremacista ocurrida en Charlottesville. Este excelente film será analizado con mayor detalle en oportunidad de su estreno fijado para el mes de agosto y en donde no cabe duda alguna que logrará una gran repercusión popular.
La directora Nadine Labaki conmueve profundamente con su desgarrador drama Capharnaüm (El Líbano) donde al finalizar su presentación oficial fue aplaudido durante 15 minutos consecutivos. La fuerza que emerge de sus imágenes motiva a que nadie pueda permanecer indiferente ante el devastador cuadro de una desoladora infancia como la contemplada aquí. Su primera imagen produce perplejidad al contemplar a Zein (Zain Alrafeea), un niño de 12 años quien cumpliendo 5 años de prisión juvenil por haber acuchillado a alguien, manifiesta en un estrado judicial que quiere demandar a sus padres por haberle traído al mundo. De allí en más, desplazando la acción hacia el pasado se sabrá el motivo de tal sorprendente petición.
Proveniente de una familia paupérrima y viviendo en una unidad habitacional de las villas miserias de Beirut, los padres de Zein (Kawthar Al Haddad, Fadi Youssef), incapaces de proveer cariño alguno a sus numerosos hijos, nutren las necesidades financieras del hogar traficando drogas reconstituidas enviadas a las cárceles. Cuando el niño descubre que sus progenitores planean casar a su querida hermanita Sahar (Cedra Izam) de 11 años con un hombre (Nour el Husseini) que la triplica en edad y que es el dueño del lugar donde habita la familia, Zein abandona el hogar. En un parque de diversiones sale al encuentro de Rahil (Yordanos Shiffera), una inmigrante ilegal procedente de Eritrea que allí trabaja; en ella y en su hijito Yonas (Treasure Bankhole) de dos años de edad, Zein encuentra el cariño y afecto que su familia le ha negado; con todo, cuando repentinamente Rahil desaparece dejando sola a la criatura, él se hace cargo del pequeño abandonado. Con una narración sólida y manejando una cámara nerviosa que capta vibradamente las diferentes facetas atravesadas por los deprimentes lugares en que transcurre la acción, este estremecedor relato adopta las características de un documental realista donde varios de sus actores no profesionales asumen su propia condición. Por sus innegables valores artísticos, sobre todo teniendo en cuenta la notable actuación del niño Alrafeea omnipresente a lo largo del relato, Capharnaüm fue distinguido con el Premio del Jurado.
Después de Ida, uno de los mejores filmes de 2015, el director Pawel Pawlikowski regresa con Cold War (Polonia) donde en escasos 85 minutos de duración ofrece una pequeña joya que tiene como telón de fondo la guerra fría vivida en Europa después de la Segunda Guerra Mundial. El relato que se desarrolla entre los últimos años de la década del 40 y los primeros del 60 se centra en la relación tempestuosa de una pareja. Cuando Wiktor (Tomasz Kot), un director musical y descubridor de talentos repara en Zula (Joanna Kulig), una cantante y bailarina que ambiciona desarrollar sus condiciones artísticas, comienza entre ambos un vínculo artístico a la vez que sentimental; en la medida que los números musicales de naturaleza folclórica deben estar al servicio de los detentores del régimen comunista siguiendo las orientaciones de Stalin, ambos sienten que resulta cada vez más opresivo trabajar en Polonia y por lo tanto se impondrá un exilio a París. A través del conciso relato se asiste a las continuas separaciones, reencuentros y rechazos de estos amantes quienes no pueden vivir alejados uno del otro pero tampoco permanecer unidos debido al alto impacto emocional que les produce el complicado vínculo que los une y que pareciera estar signado por un amor imposible. Este melodrama romántico austeramente filmado en blanco y negro, además de su virtuosismo estilístico y buenas interpretaciones centrales, se enriquece con el aporte de atractivos números musicales de jazz de la época en que se desarrolla el relato. Por su lograda puesta escénica Pawlikowski ha sido recompensado con el premio al mejor director.
Un film naturalista y poético que adquiere el carácter de una fábula cristiana es lo que la realizadora y guionista Alicia Rohrwacher expone en Lazzaro Felice (Italia-Francia-Alemania-Suiza). En una plantación tabacalera de la italiana aldea pastoral de Inviolata habitan varios campesinos que trabajan para una marquesa altanera (Nicoletta Braschi) quien no tiene escrúpulo alguno para explotarlos como si fueran sus esclavos. Es, contemplando lo que sucede; él logra crear un sólido vínculo con Tancredi (Tomasso Ragno), el hijo de la marquesa, quien simula un falso secuestro a fin de extraer dinero a su madre. Un acontecimiento no previsto produce la muerte accidental de Lazzaro e inmediatamente el relato se desplaza en el tiempo observando su resurrección como así también a los personajes de la primera parte del film que ahora conviven en una villa miseria del entorno urbano. Lo que de aquí en más sucede puede perfectamente asociarse al realismo mágico imperante en ciertas obras literarias de América Latina; en todo caso lo importante es que este místico y melancólico cuento fantástico, no exento de connotaciones sociales, está muy bien realizado y aunque denota ciertos desniveles en su desenlace eso no desmedra la impresión favorable que deja su visión. Este film fue galardonado con el premio al mejor guión compartido con 3 Rostros de Jafar Panahi que se comenta a continuación.
Una vez más cabe expresar la admiración a Jafar Panahi quien sometido a arresto domiciliario desde 2010 por parte de las autoridades iraníes, no obstante sigue conservando el espíritu y la energía necesaria para seguir filmando maravillosamente; como siempre el realizador continúa abordando con sutileza los aspectos sociales de su país, donde la condición femenina es uno de sus temas recurrentes, tal como lo vuelve a exponer en 3 Rostros (Irán). La primera escena, sin duda patética, muestra un video en el que la joven Marziyeh (Marziyeh Rezaei) manifiesta que había deseado ser actriz y que a pesar de haber sido admitida en el Conservatorio de Arte Dramático de Teherán, sus padres se lo han impedido y es por eso que ha decidido ahorcarse. Ese video enviado a la actriz iraní Behnaz Jafari -interpretándose a sí misma-, motiva a que con la colaboración de Panahi efectúen un viaje en su camioneta para dirigirse a la remota aldea donde la chica se suicidó a fin de indagar sobre ella; en esa larga travesía, los pasajeros se toparán con una variedad de personajes que ofrecen al espectador una semblanza cultural de las regiones atravesadas. Al llegar a destino los viajeros se impondrán de que allí vive completamente aislada Shahrzad, una actriz (a quien no se la ve) que había sido muy popular antes de la revolución de 1979 y que con la llegada del nuevo régimen fue prohibida por la sensualidad que irradiaba en sus actuaciones. Con tres mujeres de diferentes generaciones (Marziyeh, Behnaz y la ausente Shahrzad), Panahi ha elaborado una obra fascinante salpicada de atractivo humor donde la ficción se entremezcla con el documental; a través de un cine testimonial donde quedan reflejados la ausencia de libertad, el peso que ejercen las tradiciones y sobre todo la condición feminista en un contexto opresivo. No es necesario agregar que el resultado es óptimo.
Una distinción otorgada por primera vez en la historia del festival es la Palma de Oro Especial cuyo destinatario es el emblemático realizador Jean-Luc Godard por Le Livre d’image (Suiza-Francia), su reciente trabajo, y por toda su trayectoria artística. Este film, más accesible que los últimos que ha venido realizando, se nutre de imágenes montadas de diferentes fuentes, extractos de filmes, noticieros de televisión, reproducciones de obras artísticas, citas literarias, todo ello apoyado de una banda sonora muchas veces disruptiva como así también respaldado con comentarios a veces entrecortados. El conjunto de los elementos citados más la mención de algunos aforismos que se deslizan entre diferentes escenas contribuyen a que este ensayo del realizador proporcione cierta emoción estética en materia visual. Como ocurre con los filmes de Godard de las últimas décadas, no hay una línea argumental precisa o definida de manera tradicional pero en esa conjunción de imágenes, sonidos y textos se desprende su pensamiento sobre la realidad actual donde no están ausentes la religión, la represión policial, el terrorismo en su más cruda dimensión y fundamentalmente la situación del Medio Oriente con referencia a los países árabes. Así como los fieles seguidores de Godard seguramente se deleitarán con este experimento sensorial, habrá otro sector del público que no quede satisfecho contemplando un mosaico fragmentado sin continuidad dentro del contexto de una narración cuya ruptura lo torna en ciertas partes incomprensible.
El director Matteo Garrone ofrece en Dogman (Italia-Francia) una potente historia de subyugación y venganza ambientada en un pequeño pueblo costero al norte de Nápoles. Basado en un hecho real, el guión del cineasta con la colaboración de Ugo Chiti, Maurizio Braucci y Massimo Gaudiosio se centra en Marcello (Marcello Fonte), un individuo noble divorciado y que ama a su hija Sofía (Alida Baldari Calabria) como así también a los perros que cuida en su peluquería canina; sus vínculos sociales son los dueños de otros negocios del lugar y muy en especial con Simoncino (Edoardo Pesce), un ex boxeador y fornido matón local que aterroriza al vecindario y en especial se aprovecha del débil carácter de Marcello involucrándolo en actividades delictivas de las cual éste no puede zafarse a riesgo de ser castigado. Cuando la situación se torna insostenible, Marcello trata de reafirmar su dignidad; al hacerlo va perdiendo su natural inocencia urdiendo un feroz plan cuyo objetivo es vengarse de su explotador. El dramático desenlace con escenas violentas que de ningún modo resultan gratuitas, crean el clima de tensión necesaria para que esta suerte de western moderno concentre la permanente atención de la audiencia. La completa entrega de Marcello Fonte como el hombre dócil y frágil de esta tragicomedia, le ha valido obtener la recompensa de mejor actor por parte del jurado oficial del festival.
Después de Poetry /2010) y Secret Sunshine (2013), los dos filmes premiados en Cannes, el director Lee Chang-Dong efectúa un retorno triunfal con Burning (Corea del Sur), un estupendo a la vez que misterioso relato basado en un cuento de Haruki Murakam y adaptado por el realizador y Oh Jung-mi. En la enigmática trama, Jongsu (Ah-in Yoo), uno de los personajes protagónicos, es un joven que trabaja a tiempo parcial en una compañía de distribución cuando circunstancialmente se topa con Haemi (Jong-seo Jun), una animada joven que en su infancia había sido su amiga; la atracción inicial cede paso a una inmediata relación sexual pero el vínculo será de breve duración cuando ella le anuncia que piensa efectuar un viaje a África y le pide que cuide a su gato durante su ausencia. Cuando a su retorno ella le presenta a Ben (Steven Yeun), su nuevo y enigmático amigo de excelente posición económica que tiene como hobby incendiar graneros, esa situación motivará a que se produzcan naturales celos en Jongsu. Si bien en un comienzo se cree estar en presencia de un clásico triángulo romántico, la historia muy bien desarrollada por el realizador cede paso a un drama que pone en evidencia las contradicciones humanas. Aunque su dramático desenlace puede prestarse a diferentes interpretaciones, queda como resultado un film excelentemente articulado cuya naturaleza ambigua es una de las razones que concentra el interés del espectador. El film fue premiado por la Fipresci como el mejor de los presentados en la Competencia Oficial.
Border (Suecia-Dinamarca) es una película que fascina por su esmerada realización y por haber logrado armoniosamente complementar un thriller donde lo real se confunde con lo fantástico. Basado en el relato corto Let the Right One in de John Alvide Lindqvist, el realizador Ali Abbasi presenta a Tina (Eva Melander), una eficaz agente aduanera que tiene un sentido del olfato tan extraordinario capaz de ser comparado con el de los perros sabuesos que se suelen utilizar en los aeropuertos para detectar a los pasajeros portadores de drogas ocultas en sus maletas. Dueña de un rostro muy especial que se asemeja a un ejemplar prehistórico, comparte su vida personal en una cabaña boscosa con su compañero Roland (Jörgen Thorsson) quien es dueño de tres perros Doberman. Todo cambia para Tina cuando en su trabajo se topa con Vore (Eero Milonoff), un viajero que al ser revisado aparece como un hombre sospechoso. De ahí en más, este individuo, igualmente poseedor de una deformidad facial y agraciado con un especial olfato, logrará que Tina sienta hacia él una atracción particular desarrollándose al poco tiempo una compleja relación. No es necesario adelantar más salvo anticipar que la trama asume la característica de un entreverado cuento de hadas dotado de ciertas características reflejadas en la mitología nórdica. Con situaciones absurdas y folclóricamente surrealistas que sin ser ridiculizadas se encuentran bien cohesionadas, Abbasi ha logrado un film atrayente realzado por las excelentes actuaciones de Melander y Milonoff y la notable fotografía de Nadim Carlsen. El jurado de Un Certain Regard ha reconocido sus méritos distinguiéndolo como el mejor film de esa sección de la Selección Oficial.
Una agradabilísima sorpresa depara Girl (Bélgica) de Lukas Dhont que en su primer trabajo detrás de la cámara demuestra una excepcional madurez tratando el tema de la transexualidad. Este tópico que ya abordó maravillosamente Sergio Lelio en Una Mujer Fantásitca es aquí considerado desde un ángulo diferente y decididamente cautivante. El guión del director y Angelo Tijssens introduce a Lara (Victor Polster), una bella jovende 15 años de edad que nació en un cuerpo de hombre pero que habiendo decidido el cambio de sexo aguarda ansionsamente el momento en que se produzca la operación quirúrgica que la transformará completamente en mujer. Durante este proceso de transición cuenta con el apoyo y ternura de su padre (Arieh Worthalter) al propio tiempo que dada su afición hacia la danza y condiciones naturales al respecto es aceptada en una prestigiosa escuela de ballet. La extenuada disciplina a la que debe someterse y que ejerce gran presión sobre su cuerpo, así como la posesión de su órgano genital masculino que le produce una gran frustración, van generando en ella una alta presión que repercute negativamente en su estado anímico y físico. Con un sorprendente final, pocas veces el cine ha ofrecido tan intensamente la relación existente entre una persona y su cuerpo. El film además de su intrínseco contenido tan bien manejado por Dhont ofrece una interpretación magnética de Polster quien transmite plenamente la inquietud emocional de su personaje. Por sus méritos, esta ópera prima ha sido premiada con la Cámara de Oro -que se otorga al mejor primer film presentado en cualquier sección de la selección oficial y de las paralelas- como así también el de la Fipresci en la categoría Un Certain Regard.
Dentro de un tono documentalista En Guerre (Francia) es un film efervescentemente colérico que involucra completamente al espectador en el tema propuesto por Stephane Brize. Si bien el problema humano que provoca el desempleo ha sido tratado por el realizador en La loi du marché (2015), el realizador vuelve a considerarlo con un enfoque diferente. En el guión que le pertenece y escrito con Olivier Gorce, Brize efectúa la crónica de una huelga laboral. A pesar de los sacrificios financieros realizados por los asalariados de una fábrica industrial de manufactura de partes y piezas de automóviles en el sur de Francia, cuya casa matriz está ubicada en Alemania, sus 1100 trabajadores deciden efectuar una huelga general cuando se imponen que la planta cerrará sus puertas definitivamente en dicha sucursal.
A través del vocero Laurent Amédéo (Vincent Lindon) quien es a su vez uno de los líderes sindicales, queda manifestada la firme oposición a la clausura de la usina para salvar la fuente laboral. En tanto que la primera mitad del relato está conformada por las diferentes reuniones y asambleas obreras con protestas callejeras y bruscos encuentros con la policía, es en su segunda mitad donde el relato adquiere mayor vigor, cuando Laurent logra que el presidente de la compañía viaje a Francia para mantener una conversación con los sindicalistas; sin embargo las negociaciones no llegan a buen término y para peor, la situación se vuelve más difícil cuando surge la disputa en el seno obrero por parte de quienes prefieren aceptar las compensaciones legales de la compañía enfrentados con aquellos otros que no están dispuestos a ceder en sus demandas. Si bien la impecable actuación de conjunto destila completa autenticidad, sobresale la prestación de Lindon quien ofrece una maravillosa caracterización del hombre empecinado en evitar el licenciamiento de los operarios de la usina; además emociona en el único momento íntimo del film cuando llega a conocer a su nieto que acaba de nacer.
Dentro del panorama cinematográfico de lengua española, el cine de América Latina y España se ha lucido con algunos filmes destacables. Uno de ellos es el El Ángel (Argentina) de Luis Ortega quien en un guión por él escrito junto con Rodolfo Palacios y Sergio Olguín, ofrece un retrato de Carlos Puch, uno de los asesinos en serie más conocidos de Argentina que en su breve carrera criminal ha cometido 11 crímenes y 42 robos siendo en la actualidad el presidiario quien con 45 años de encarcelamiento es el más antiguo que registra el país. Lorenzo Ferro caracteriza a Carlos de 17 años de edad viviendo en Buenos Aires y que a partir de 1971 con su cara angelical comienza sus fechorías delictivas violando domicilios en la ausencia de sus dueños de manera totalmente despreocupada. Sus actividades fuera de la ley se intensifican al entrar en contacto con Ramón (Chino Darín) cuyo padre (Daniel Fanego) les enseña cómo manejar las armas de fuego. El relato se adhiere a los hechos con la inserción de ciertas licencias que de ningún modo alteran el propósito del mismo. Aunque sin menoscabar la calidad del film, no queda claro la motivación psicológica que impulsa a este “ángel de la muerte” (tal como se lo conocía), a emprender la violenta carrera criminal, sobre todo porque proviene de un hogar donde sus padres (Cecilia Roth y Luis Gnecco) responden a personas honestas que mantienen una buena comunicación con su hijo sin sospechar de sus correrías. La actuación de Ferro es remarcable sin menoscabar la del elenco que le rodea. Gracias a una fluida narración y apelando a un elegante estilo Ortega ofrece una muy convincente crónica criminal que logra seducir a la platea.
Confirmando sus dotes de buen realizador después del suceso artístico de El Abrazo de la Serpiente (2015), Ciro Guerra retorna con Pájaros de Verano (Colombia-México-Dinamarca-Francia), esta vez con la colaboración de Cristina Gallego. La película ambientada en los años 70 se desarrolla en La Guajira y centraliza su atención en el pueblo wayú, constituido por los aborígenes que viven en esa región. Ilustrando el modo de vida y costumbres de esa población autóctona, en las primeras imágenes se asiste a la transición hacia el mundo adulto de Zaida (Natalia Reyes), cuya madre Úrsula (Carmiña Martínez), la matriarca de la comunidad, entrega la mano de su hija a Rapayet (José Acosta), un empobrecido cortejante. Este joven comienza a percibir que la venta de marihuana a los americanos a través del cultivo que realiza un clan indígena cercano le rendirá buenos ingresos. A partir de allí se muestra como el gran poder del dinero producido por el tráfico de drogas hacia Estados Unidos genera un enfrentamiento violento entre las diferentes tribus locales haciendo peligrar sus vidas, tradiciones y cultura. En esencia, Guerra y Gallego han logrado un fascinante western autóctono.
Muy buena impresión deja la visión de Carmen y Lola (España), la ópera prima de la directora Arantxa Echevarría incursionando en el delicado tema del amor lésbico. Si bien la orientación sexual diferente afortunadamente no constituye hoy día motivo de asombro ni menos aún razón de ocultamiento o discriminación, no lo es así para determinadas culturas y eso es lo que se aprecia en este film. Carmen (Rosy Rodríguez), una joven de 17 años, vive en una comunidad gitana ubicada en los suburbios de Madrid; como toda muchacha de dicho medio está dispuesta a casarse con un hombre a través del matrimonio concertado por sus padres. En esa misma comunidad habita Lola (Zaira Romero) quien a través de la primera mirada que cruza con Carmen en la feria local, donde sus respectivos padres tienen puestos para la venta de sus respectivos productos, se produce un flechazo instantáneo. Esa atracción considerada “tabú” junto a los encuentros posteriores que se producen entre ambas muchachas deben mantenerse rigurosamente ocultadas para que nadie descubra la pasión amorosa que las une; claro está que eso resulta imposible que se mantenga indefinidamente; así cuando la verdad sale a relucir, Paco (Borja Moreno), el padre de Lola, prefiere verla muerta antes que aceptar su orientación sexual. Tanto los rasgos de la cultura gitana como así también las reacciones negativas que produce el amor homosexual están muy bien reflejados. El film sobriamente dirigido se destaca igualmente por la expresividad de sus dos protagonistas femeninas quienes como verdaderas gitanas se desempeñan con total autenticidad al propio tiempo que transmiten las emociones propias de quienes son conscientes de vivir un amor prohibido.
El Motoarrebatador (Argentina-Uruguay-Francia) de Agustín Toscano, se destaca por reflejar las condiciones sociales del medio en que transcurre como así también por la buena descripción de sus personajes. El guión del realizador ubica la acción en la ciudad de Tucumán de Argentina cuya difícil situación económica y el desempleo imperante motiva a que ciertos jóvenes apelen a prácticas delictivas para proveerse de recursos financieros. En ese contexto, Miguel (Sergio Prima) manejando su motocicleta y su compinche Colorao (Daniel Elías) ubicado en el asiento trasero observan cómo una mujer de edad madura se dirige a un cajero automático para extraer dinero; el escenario está preparado para que Colorao sin salirse del vehículo le arrebate bruscamente su cartera arrastrando a la mujer que cayendo en el suelo queda considerablemente herida. El incidente produce en Miguel un profundo sentimiento de culpa y es así que al revisar la cartera donde se encuentra su documentación descubre la identidad de la víctima llamada Elena (Liliana Juárez) y su domicilio; al enterarse que se encuentra hospitalizada por el accidente y habiendo perdido su memoria comienza a asistirla y cuidarla devotamente asumiendo una falsa identidad. Lo que comienza como un thriller deviene en un relato psicológico donde un ladronzuelo de poca monta trata de redimirse. El film aunque pequeño en dimensión logra ampliamente su cometido a través de un relato muy bien articulado que confirma la eficiencia de Toscano como realizador ya evidenciada en oportunidad de su primer film Los Dueños premiado en la Semana de la Crítica de 2013.
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