Portugal se duerme ante una brava Irán
Portugal se duerme ante una brava Irán
El VAR ha llegado al fútbol para cambiarlo todo. Para modificar un partido, un grupo y hasta unos octavos de final. En el partido entre Portugal e Irán se manifestó hasta en tres ocasiones: determinó dos penaltis y anuló una posible expulsión. Pero todo lo que dejó a su alrededor fue tan emocionante en su proceder como triste en su desenlace, al menos para los iranís, que tan pronto se vieron eliminados como líderes de grupo. Tan fuera y tan dentro de una nube de la que definitivamente se bajaron cuando el árbitro señaló el final de un partido que nunca debió acabar.
Del otro lado Portugal, tan experta en sobrevivir a corazón abierto, y tremendamente novata a la hora de evitar sustos innecesarios. El próximo sábado (20.00, Telecinco) se medirá ante Uruguay en octavos, y todo por haberse dejado empatar ante una fiera sin dientes a la que le salió la dentadura a destiempo.
Tener el balón no es el fuerte del equipo de Fernando Santos. Su asentamiento sobre el césped rezuma firmeza pero ni una sola virguería. Al menos, no en lo que tiene que ver con el arte del traslado de la pelota, de la conversación con el balón. Mucho menos si la cháchara depende de Adrien Silva y William Carvalho, dos futbolistas parcos en el juego, de pase horizontal, de riesgo cero. Con Moutinho en el banquillo de inicio solo João Mário ofrecía un mínimo porcentaje creativo en el campo. Aun así, nada se salió de lo previsto, pero por raro que parezca esa es una de las armas de Portugal, repetir la misma lección una y otra vez hasta que surta efecto.
Y para eso tienen que participar los pocos artistas que maneja la campeona de Europa. Con Cristiano fuera de cobertura, Quaresma, una suerte de extremo con tanta querencia por el desborde como capacidad para abandonar el espacio sin dejar remite, resultó la mejor opción. Tanto por la banda derecha como por la izquierda dio algo de brillo al mate que asolaba el juego portugués. Como si de un trapo se tratase el jugador del Besiktas utilizó el exterior de su bota derecha para desplegar un disparo tan particular y estético que además resultó. La pelota se alojó melosa en el fondo de la portería de Beiranvand sin dejar de dar vueltas sobre su eje, como una bola de bolos.
El plan de Irán, que básicamente consistió en replicar el esquema empleado ante España (4-1-4-1) ni siquiera se modificó a pesar del gol de Quaresma. Sí que asomó en alguna ocasión cerca del área de Rui Patrício a partir de la insistencia de Azmoun, pero ningún fuego se convirtió en incendio porque para que Irán marque un gol son necesarias una serie de carambolas muy específicas. Entre ellas que la defensa rival se despiste, y ayer Fonte y Pepe completaron un partido inmaculado. Su solidez sirvió para que Cédric y Guerreiro se animasen a subir al ataque, porque a pesar de que Santos se empeñe en resguardarlos en su campo, la vocación de sus laterales cubre mucho mayor espacio.
Mano decisiva
Pudo allanársele por completo el partido a Portugal cuando el árbitro del encuentro, el paraguayo Enrique Cáceres, se corrigió a sí mismo (con el VAR de por medio) y lo que no decidió señalar como penalti en directo (un derribo de Ezatolahi a Cristiano) sí lo hizo al revisarlo en el monitor. Cristiano lanzó raso, fuerte y al palo izquierdo de Beiranvand, pero el meta iraní adivinó la dirección y atrapó el balón con enorme acierto.
Esa parada animó el corazón iraní, porque así es como juega el equipo que dirige Queiroz, creyendo en que es capaz de hacerlo todo. Y a punto estuvo de hacer la machada cuando el árbitro revisó una mano (involuntariamente inoportuna) de Cédric dentro del área y señaló el punto de penalti. Ansarifard colocó el balón en la escuadra y el corazón en el cielo. Ghoddos pudo lograr la machada en el último suspiro pero su remate no cogió portería. Irán abandona Rusia después de haberse visto al borde de una gesta histórica.
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