HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
En un documental hondamente sensible a la vez que teñido de tristeza el director Kevin Macfdonald efectúa una crónica de la malograda cantante afroamericana Whitney Houston. Al hacerlo va reflejando su derrotero artístico a la vez que su turbulenta existencia signada por un trágico destino que la condujo a su muerte a los 48 años de edad en el baño de un hotel de Beverly Hills en febrero de 2012.
Aunque el film no explicita abiertamente qué es lo que la ha hecho famosa, no cabe duda que ha sido su inigualable voz -precisamente ella es también conocida como “The Voice”- la que ha logrado conquistar al público. Con sus canciones de góspel, blues y música soul, entre otras, ha batido el récord de la venta a nivel mundial de 200 millones de álbumes, así como el tema “I will always love you” es el título más vendido por una cantante de su género.
A través de manifestaciones vertidas por familiares, amigos y representantes de la industria musical se obtiene un panorama de los aspectos más importantes que conformaron la vida de Whitney. A los 11 años, al lado de su madre Cissy comenzó a cantar en el coro de una iglesia bautista de Newark revelando sus aptitudes vocales, donde posteriormente siguió actuando con ella en algunos clubes nocturnos de Nueva York; el descubrimiento de su talento por parte de Clive Davis, el presidente de Arista Records, representó el inicio del camino hacia la fama.
En otros aspectos de su vida personal se sabe que Whitney proviene de un hogar disfuncional; tanto el comportamiento donjuanesco de su padre John que motivó la separación de su esposa, así como la de Cissy intimando con un ministro de la iglesia, constituyó para la diva una gran decepción que la impulso a dejar a su familia para convivir con su gran amiga Robyn Crawford. Ese vínculo, que posiblemente pudo haber tenido ribetes amorosos, tuvo significativa influencia en su vida y duró hasta que Whtney conoció al cantante Bobby Brown con quien contrajo matrimonio. La relación conyugal desembocó años después en divorcio, en gran parte debido a que Brown no pudo evitar los celos profesionales despertados por el resonante éxito de su esposa.
Después de haber logrado la categoría de superestrella de la canción, a principios de la década del 90 Whitney comienza lentamente a atravesar un período de autodestrucción por el consumo de drogas, hecho que la ha llevado a ser tratada en clínicas de rehabilitación. Al margen de su adicción, el documental se refiere a sus problemas psicológicos, motivados en gran medida por traumas vividos en su infancia al revelarse que había sido abusado sexualmente por su prima, la cantante Dee Dee Warwick casi 20 años mayor que ella.
Los aspectos íntimos de la cantante se encuentran intercalados con sus magníficas interpretaciones -una de las mismas entonadas en ocasión del Super Bowl de 1991- así como su actuación en el cine donde debutó en el romántico thriller The Bodyguard (1992) con Kevin Kostner como co-protagonista. Aunque criticada en ciertas ocasiones por la comunidad negra por congraciarse artísticamente con los blancos, eso queda desmentido en un concierto de beneficio realizado en 1994 en Johannesburgo al demostrar su absoluta solidaridad con la gente de su raza en presencia de Nelson Mandela.
En esencia, Macdonald logra un meticuloso y emotivo documento que deja un extraño sinsabor al reseñar cómo la celebérrima artista no pudo dominar sus demonios interiores que terminaron sepultándola a una temprana edad. De todos modos y a manera de consuelo puede afirmarse que el gran público seguirá admirándola a través del legado de sus memorables álbumes.
LE RETOUR DU HÉROS. Francia, 2018. Un film de Lauren Tirard
Jean Dujardin, el buen comediante y ganador en 2012 del premio Oscar, junto con la agraciada actriz y realizadora Mélanie Laurent encabezan el reparto de Le Retour du Héros, una animada comedia de época que transcurre en 1809, durante las guerras napoleónicas.
El director Laurent Tirard, autor del libreto escrito con Gregoire Vigneron, introduce a Dujardin animando a Neuville, un atrayente capitán que acaba de pedir la mano de Pauline Beaugrand (Noémie Merlant), una joven perteneciente a una aristocrática familia que está muy enamorada del galante pretendiente. Su alegría será de corto alcance cuando su apuesto novio es convocado al frente de batalla y debe dejarla con la promesa de mantenerse en contacto a través de la correspondencia epistolar. Cuando después de cierto tiempo Pauline no recibe noticias de Neuville entra en un estado de abatimiento donde poco le ayuda el aliento brindado por sus padres (Evelyne Buyle, Christian Bujeau) y Elizabeth (Laurent), su hermana mayor. Frente a su estado profundamente depresivo, Elizabeth, a la manera de lo que acontece en Cyrano de Bergerac, adopta la identidad del ausente militar escribiéndole cartas en donde relata sus experiencias de guerra a la vez que profesándole su inquebrantable amor y el deseo de un pronto retorno. Sin embargo, cuando el conflicto bélico concluye y Pauline aguarda que su amado acuda por ella sin que éste aparezca, Elizabeth decide continuar la parodia; así, hace que el supuestamente heroico capitán esté obligado a ingresar al servicio secreto de Francia y enviado a la India, donde al poco tiempo habrá de morir. Frente al irreparable hecho, la desconsolada Pauline acepta casarse con Nicolas (Christophe Montenez), un joven de la nobleza.
La situación cobra un vuelco inesperado cuando al cabo de 3 años, Neuville habiendo desertado del ejército retorna a la aldea y aparece en la mansión de la familia Beaugrand; con la sorpresa que su llegada causa a Elizabeth, ella hará lo imposible para que no queden reveladas las imposturas urdidas a su hermana con la falsa correspondencia. Aunque trata de sobornarlo para que abandone el lugar de inmediato, el recién llegado no piensa hacerlo porque tiene otros planes en su agenda. De allí en más, el relato adopta el tono de una socarrona comedia nutrida de divertidos enredos que se irán sucediendo alocadamente a fin de desvirtuar la realidad de los hechos. Demás está decir que el antagonismo de los dos personajes protagónicos conducirá a un desenlace románticamente previsible.
Entre otros aspectos, este ligero vodevil atrae fundamentalmente por la complicidad existente entre los miembros del elenco y especialmente debido a la química entre Laurent y Dujardin quienes como consumados actores imprimen gracia y simpatía a sus respectivos personajes.
El buen gusto y fineza de Tirard en su fluida narración más los valores atribuidos por los excelentes diseños de producción de Françoise Dupertuis y el convincente vestuario de época del diseñador Pierre-Jean Larroque, garantizan un fresco y placentero entretenimiento.
ITZHAK. Israel-Estados Unidos, 2018. Un film de Alison Chernick
Sin adoptar el carácter de una entrevista formal y enfocando su cámara a través de diferentes situaciones vinculadas a sus diarias actividades, la realizadora Alison Chernick esboza en Itzhak un apreciable retrato de la personalidad del excepcional músico Itzhak Perlman.
Más que describirlo como violinista, el film se adentra en el hombre que existe detrás y es en tal sentido que el público permite entrar en su intimidad descubriendo gratamente la humanidad que despliega.
De padres polacos que emigraron a Israel, Perlman nació en 1945 en Tel Aviv y desde pequeño demostró su prodigioso talento musical. Habiendo sido atacado por la poliomielitis a los 4 años de edad, desde entonces está confinado a tener que valerse de una silla de ruedas para desplazarse y el empleo de muletas para caminar; con todo, esa desgraciada enfermedad distó de abatirlo al encontrar en el violín la pasión de su vida. Cuando en su temprana adolescencia había querido proseguir sus estudios en Estados Unidos, su discapacidad física constituyó un obstáculo para ser aceptado. Sin embargo la suerte le sonrió a los 13 años cuando encontrándose en el Show de Ed Sullivan tocó el melodioso movimiento Allegreto Non Troppo del Concierto para Violín opus 64 de Mendelsohn; el sensacional impacto que su brillante actuación causó en la audiencia televisiva, permitió su inmediata admisión en la prestigiosa Escuela Juilliard de Manhattan.
Como un versátil músico, el documental lo expone ejecutando el Himno Nacional de Estados Unidos en un partido de béisbol, tocando música de autores clásicos desde Vivaldi pasando por Bach, Schubert y Strauss entre otros, en un concierto de cámara con la extraordinaria pianista Martha Argerich, codeándose con Billy Joel en el Madison Square Garden, popularizando con su toque mágico el sublime tema de Schindler’s List de John Williams como así también participando con gran entusiasmo en una banda de músicos klezmer.
Además de la música lo que trasciende en este documental es la figura carismática, tierna, risueña y profundamente humana de este gran individuo que se aprecia en diferentes circunstancias de la vida cotidiana; así se lo ve cocinando una sopa para compartirla con su gran amigo Alan Alda, comiendo y al propio tiempo relatando anécdotas con el violonchelista Mischa Maisky y el pianista Evgeny Kissin, observándolo como docente con sus jóvenes alumnos a quienes les brinda su máximo apoyo, o bien siendo condecorado por el Presidente Obama en noviembre de 2015 con la Medalla Presidencial de la Libertad. No menos importante es su rol como padre, abuelo y sobre todo gran compañero de su esposa Toby por más de 50 años quien, violinista como él, es su más apasionada admiradora.
Destacando el virtuosismo musical de un hombre amante de la vida, Chernik ha logrado un cálido y afectivo documental que más que una biografía convencional resalta el vibrante espíritu de una persona quien contra viento y marea ha sabido vencer a la adversidad. Para concluir, se puede afirmar que no se requiere ser un melómano para apreciar este sobrio y emotivo film.
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