HABLEMOS DE CINE
HABLEMOS DE CINE
Por Jorge Gutman
A pesar de tratarse de un documental, este film de Jean Libon e Yves Hinant más se asemeja a un relato de ficción donde su mordaz humor que casi se mantiene permanentemente deja gratamente asombrado al espectador.
Ni Juge, Ni Soumise está basado en Strip Tease, una satírica emisión de gran popularidad de la televisión belga que fue creada por Libon y el periodista Marco Lamensch y que además de su difusión en su país de origen, igualmente ha llegado a alcanzar similar repercusión en Francia; su propósito consistía en ofrecer a los televidentes una visión de la vida cotidiana de la gente común a través de la exposición de diferentes casos curiosos, todos ellos expresados de una manera no convencional. Es así, que en el transcurso de tres años de realización de este documental los directores han resuelto enfocar el sistema de justicia imperante en Bélgica centralizando la atención en la jueza Anne Gruwez; es ella una excéntrica y celebrada mujer que sin tapujo alguno y valiéndose de un lenguaje extravagante va ilustrando algunos de los casos en que le ha tocado participar.
De este modo entre los variados temas al que uno asiste se encuentra la investigación de dos prostitutas que han sido violentamente asesinadas en Bruselas hace 20 años, otros hechos de violencia doméstica, tópicos vinculados con el delicado caso de los inmigrantes que sin haberse adaptado en el país han incurrido en actividades criminales, como así también el de una madre infanticida.
Entre la exposición de los acusados tratando de probar su inocencia y la atención de la jueza para formarse una opinión de lo que presencia, lo que más resalta es la irreverencia y crudeza empleada por la alta funcionaria al emitir sus opiniones que a veces bordean el buen gusto y que obviamente son políticamente incorrectas. Eso no impide apreciar que en el fondo se trate de una persona honesta y que en su accionar esté al servicio de brindar lo mejor de sí misma al aplicar una sentencia.
A través de una sucesión de escenas, no necesariamente conectadas, el público sigue con gran interés cada una de las situaciones planteadas; a pesar de la seriedad de lo que se está juzgando, no puede evitarse la hilaridad que produce la elocuencia con que se expresa esta anticonformista representante de la justicia belga quien logra crear una considerable empatía con la audiencia.
Con la fluida dirección de Libon e Hinant captando la labor profesional de Gruwez así como algunas consideraciones culturales sobre la sociedad belga, la sagaz cámara del fotógrafo Didier Hill-Derive y el buen montaje de Françoise Tourmen, se ha logrado un exponente de “cinema verité”, sin duda cautivante donde nadie permanecerá indiferente.
THREE IDENTICAL STRANGERS. Gran Bretaña- Estados Unidos, 2018. Un film de Tim Wardle
El documental que se comenta es uno de los más apasionantes que se haya realizado hasta la fecha al tratar una fascinante historia que adquiere ribetes de alegría en su comienzo para posteriormente alcanzar un tinte sombrío.
El realizador Tim Wardle enfoca a tres desconocidos individuos que a los 19 años entran en contacto y se sorprenden al comprobar que son trillizos gemelos. Todo comienza cuando en 1980 Bobby Shafran al entrar al campus de una universidad neoyorkina es confundido por Eddy Galland. De esta manera Bobby llega a descubrir que tiene un hermano de rostro prácticamente idéntico y que al corroborar que ambos habían nacido el 12 de julio de 1961 no podía dudar que eran gemelos. Esa revelación motiva a los medios de difusión brindar amplia cuenta de la noticia; sin embargo la sorpresa inicial se magnifica cuando David Kellman, igualmente de 19 años, descubre a través de las fotos de los diarios exponiendo a los gemelos que además de guardar idéntico semblante físico que Bobby y Eddy también él nació en la misma fecha. ¿Cómo se originó ese desencuentro de casi dos décadas? En principio se sabe que la madre biológica cedió a la agencia judía de adopción Louise Wise los bebitos recién nacidos, quienes a su vez fueron asignados a tres familias diferentes que no se conocían entre sí y sin saber de la existencia de los otros niños.
Sin que exista un narrador y valiéndose de clips de archivos, entrevistas a los trillizos, como así también mediante excelentes reconstrucciones efectuadas por Wardle, se aprecia la euforia del reencuentro de este trío, la afinidad existente entre ellos y el mismo deseo de disfrutar de su juventud de la mejor manera posible. Unidos por varios factores en común, los tres decidieron abrir un restaurante en New York llamado Triplets.
Todo ese clima jubiloso que trasunta la primera parte del documental, se derrumba en parte al comprobar que fuera de algunos gustos en común y que en principio parecían responder a una misma personalidad, los hechos demostraron diferencias caracterológicas de los tres hermanos que afectarían esa relación. De todos modos, esta historia adquiere lúgubres características cuando Wardle se impone de la publicación de un artículo en el New Yorker escrito por el periodista Lawrence Wright; en el mismo relata la investigación científica realizada por el renombrado psicólogo judío Peter Neubauer y su Centro de Desarrollo Infantil de Manhattan. Wright revela que el equipo de trabajo del psicólogo enfocó a los trillizos gemelos como sujetos de análisis: así ellos, al igual que en el caso de otros gemelos, habían sido colocados deliberadamente en diferentes hogares y de diferente situación económica por la agencia de adopción; el estudio tenía como base clarificar ciertos debates existentes sobre si gravita más la naturaleza genética de una persona o el medio en que se le ha criado. De esa manera quedó revelado que cada uno de los hogares adoptivos de Bob, Eddy y David habían sido visitados por los investigadores con la excusa de seguir el desarrollo y evolución de estos niños. Para ello había que ocultar que cada uno de ellos tenía hermanos gemelos.
Con la muerte de Neubauer en 2008, las conclusiones del estudio nunca alcanzaron dominio público, salvo que el científico dejó el resultado de la investigación a la Universidad de Yale con la expresa condición de que no se divulgue hasta 2065.
Resulta alarmante constatar cómo este proyecto científico afectó las vidas de Bobby y David, con excepción de Eddy que se suicidó a los 34 años- al cobrar conciencia de que fueron utilizados como ratas de laboratorio sin previo consentimiento.
Esta turbulenta historia arroja una severa crítica a experimentos psicológicos éticamente reprobables que pueden producir un considerable daño emocional como en el caso de estos “tres idénticos extraños”. Relatado en forma ágil y magníficamente montado, Wardle ofrece un excelente documental donde la realidad supera por lejos a cualquier fantasía.
CIAO CIAO. China, 2017. Un film escrito y dirigido por Song Chuan.
El realizador Song Chuan ofrece en Ciao Ciao una visión de los valores que predominan en las áreas rurales de China que han sido contagiadas por ciertos vicios prevalecientes en las grandes ciudades.
El éxodo cada vez más intenso que se produce por parte de la juventud de aldeas campesinas hacia los centros urbanos en procura de mejor oportunidad y decididamente mejores ingresos es utilizado por el realizador para analizar lo que sucede cuando se emprende el camino de retorno. Es lo que acontece con Ciao Ciao (Liang Xueqin), una joven que habiendo dejado la aldea en que vivió en la provincia de Yunnan para probar suerte en la inmensa y rica metrópoli de Guanzhou regresa a su pueblo natal para ayudar a sus ancianos padres. Lo que en principio parecería ofrecer la colisión existente entre las costumbres imperantes en una sociedad rural y la cultura que rige en los grandes conglomerados urbanos, el film va más allá de tal descripción.
Ciao Ciao, completamente alienada de la gran ciudad, no demuestra entusiasmo alguno por la perspectiva que le ofrece su tierra natal, observando serias grietas en la integridad y conducta de varias de las personas con quien se vincula. Entre los mismos se encuentra su padre (Wang Laowu) que poco contribuye al hogar familiar y se apropia del dinero de su mujer para adquirir afrodisíacos. Su madre (Zhou Lin) que se dedica a las labores agrícolas mantiene relaciones extraconyugales con Li (Hong Chang), quien es el proveedor oficial de alcohol contrabandeado. Su amante es a su vez el padre de Li Wei (Zhang Yu), un bruto holgazán y tempestuoso mujeriego que además de dedicarse a la gimnasia sexual con prostitutas locales igualmente siente un apasionado amor por Ciao Ciao. Mientras tanto la ambiciosa joven es también objeto de las atenciones de un peluquero (Zhou Quan) que al igual que ella regresó de Guangzhou y que le promete retornar a la ciudad para abrir un salón de belleza.
Si bien existe entre medio un triángulo amoroso, el énfasis del film es ilustrar el modo en que la obsesión del dinero va determinando las relaciones interpersonales y cómo la corrupción no es atributo exclusivo de la China moderna. Con gran desesperanza, el director ofrece un panorama poco alentador acerca de la ruptura moral y social que se está produciendo en la China rural post-comunista.
Aunque las interpretaciones son correctas sin ser destacables, el film además de su tema se distingue por las atractivas imágenes de la fotogarfía de Li Xuejun destacando la belleza del valle verdoso en que transcurre la acción.
LEAVE NO TRACE. Estados Unidos, 2018. Un film de Debra Granik
Con su acostumbrada delicadeza y sutilidad, la directora Debra Granik aborda en Leave No Trace la especial relación mantenida entre un padre y su hija pre-adolescente adoptando un modo de vida nada convencional.
El film basado en la novela My Abandonment de Peter Rock y adaptado por la realizadora y la coguionista Anne Rosellini comienza introduciendo a Will (Ben Foster) y su hijita de 13 años Tom (Thomasin McKenzie) viviendo en la zona boscosa de un gran parque público ubicado en los suburbios de Portland. Él es un veterano de guerra cuyo rostro refleja la aflicción del llamado trastorno de estrés postraumático, en tanto que la niña de naturaleza apacible y sumisa se acomoda a la existencia de tener que vivir con su padre marginados de la civilización. Valiéndose de una carpa como habitación, alimentándose de ciertas especies que hallan en la foresta, empleando rudimentarios instrumentos de cocina y teniendo como bebida al agua procurada por la lluvia, esa forma de vida solamente se ve alterada cuando algunos visitantes que transitan cerca de ellos, los obliga a tener que cambiar de lugar donde acampar.
Esa convivencia paradisíaca -al menos para Will- experimenta un importante vuelco cuando al ser descubiertos por las autoridades locales, después de una evaluación psiquiátrica, están obligados a cumplir con las disposiciones que para ellos adoptan los servicios sociales a fin de reintegrarlos a la sociedad civilizada. Si bien al principio hay cierta adaptación a la nueva forma de vida, la compulsión de Will motiva a que ambos retornen a la jungla, hecho que habrá de reiterarse cuando en una segunda instancia, ellos nuevamente se ven obligados a convivir con la gente local.
Lo que trasciende en el film es el meticuloso tratamiento que Granik imprime al relato donde sintiendo un gran afecto y compasión hacia sus personajes evita cualquier tipo de sentimentalismo. Al enfocar esta historia desde el punto de vista de Tom, el espectador empatiza totalmente con ella a medida que cobra conciencia de que no puede seguir el camino trazado por su padre, a pesar del enorme cariño existente entre ambos. Gracias a la extraordinaria interpretación de McKenzie, se asiste a la grieta que se produce entre ella y su progenitor sin que obedezca necesariamente a un acto de rebeldía, sino a un proceso de madurez que Tom ha ido adquiriendo al haber entrado en contacto con la sociedad.
La realizadora igualmente ha logrado una muy buena caracterización de Foster como el hombre que habiendo sido alienado en la guerra siente que el contacto con la naturaleza que el bosque le prodiga constituye ahora su verdadero hogar.
Para apreciar este drama en su completa dimensión, habrá que dejar de lado algunos elementos que el espectador ignora. Así por ejemplo, se desconoce qué pasó con la madre de Tom, desde cuándo han estado socialmente aislados del mundo y de qué forma viviendo en la foresta se han adaptado a las variaciones temporales de las estaciones del año; solo queda claro que el buen nivel de formación de la niña se debe a la educación suministrada por Will como docente.
En todo caso, la salvedad apuntada no desecha el mérito de esta obra profundamente humana confirmando el talento indiscutible de Granik que tan bien impresionara con Down to the Bone (2004) y sobre todo con Winter’s Bone (2010).
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