El Madrid no remata al Barça
El Madrid no remata al Barça
El equipo blanco domina el juego y tiene las mejores ocasiones, pero carece de gol ante un conjunto azulgrana a remolque y con pocas llegadas
El clásico aplazado el 26 de octubre se jugó en paz, solo se interrumpió un momento al inicio de la segunda parte por el lanzamiento de balones amarillos y acabó con empate a cero, un resultado que certifica la igualdad de los dos equipos y también el liderato del Barça por la diferencia de goles: +23 ante +21. El gol es la cruz del Madrid. Nada nuevo o que no se supiera antes del partido del Camp Nou. Jugó mejor y, sin embargo, siempre estuvo expuesto a la pegada del equipo de Messi, más reactivo que su hinchada, tan reivindicativa como correcta desde que se abrió el estadio y se mostraron las pancartas Freedom y Spain Sit And Talk, el lema de Tsunami Democràtic.
La afición llenó el estadio de banderas con el eslogan de la plataforma que insta a España a sentarse y hablar; cantó el himno a capela y exhibió un mosaico con los colores azulgrana y de la senyera; y clamó por la independencia de Cataluña. El saque de honor de Marc Márquez dio paso a un partido sereno mientras se sucedían los incidentes en las afueras del Camp Nou. A fin de cuentas, y como se suponía también, hubo dos clásicos en uno durante todo el día: el que se disputó dentro y el que se jugó fuera del estadio, uno presidido por la pelota y el otro por las cargas policiales en las calles cercanas. Olía a pólvora el Camp Nou.
Los entrenadores no fueron ajenos al carácter especial del clásico, seguramente porque ambos equipos todavía son inestables, o cuanto menos no tienen una formación definida, y más en el caso del Barça. La transición azulgrana afecta a la línea de centrocampistas, y muy a menudo a la figura del mediocentro, la piedra filosofal de su fútbol, hoy personificada en Busquets. La suplencia del volante central resulta ya tan sorprendente y sospechosa que ya no se sabe muy bien cuando obedece a motivos de salud, y si se quiere de forma, o por contra se explica por cuestiones tácticas después de que la posesión ya no sea la condición inequívoca para identificar el juego del Barcelona.
Valverde optó por mantener a Rakitic y dar entrada a Sergi Roberto como interior mientras el puesto de lateral era ocupado por Semedo. No menos significativa fue la intervención de Zidane. El técnico sacrificó a Modric para mantener como cuarto centrocampista a Isco y dio entrada como segundo delantero a Bale, un futbolista que juega a la carta, siempre dispuesto para los partidos especiales y los escenarios más exigentes, cabeza de cartel madridista en el Camp Nou junto con Benzema, el pichichi con Messi (12). Fiable en defensa y fuerte en la medular, el equipo necesita gol y Bale es un delantero con más pegada y poder intimidatorio que Vinicius, Rodrygo y Jovic. Las novedades le sentaron mejor al Madrid. Apretó muy arriba, tomó la pelota con determinación y empezó a cruzar centros desde los costados ante Ter Stegen.
Piqué y Lenglet sostuvieron a cabezazos al Barça. La carga fue tan intensa y numerosa por momentos que hubo dos posibles penaltis a Varane. Lenglet le clavó los tacos en el muslo y Rakitic le tiró de la camiseta sin que ni el árbitro ni el VAR apreciaran falta al central del Madrid. A pesar de su asimetría, más cargado por la banda derecha, el Madrid mandaba y chutaba, y si no ganaba era porque le cuesta mucho acabar las jugadas, no tiene punto final, pendiente solo de Benzema.
No parecía preocupado el Barça. Ya se acostumbró a ser dominado, a correr detrás del cuero, a cometer faltas y cargar con tarjetas, a acampar en el área de Ter Stegen, descolgados Luis Suárez y Messi. No es fácil defender con nueve y menos ante el Madrid. Toca resistir y aguardar porque tiene dificultades para salir de su cancha y conectar con el 10. A veces espera robar un balón, en ocasiones confía en una transición de Griezmann y nunca reniega de Messi. A falta de continuidad, sin hilo de pase ni control, se impone la contra, la jugada sorpresa, la acción furtiva o la conexión Messi-Alba. A diferencia de un Madrid más futbolero, el Barça huele a gol en el Camp Nou.
Los técnicos insistieron en sus propuestas con el discurrir del partido: Zidane fue a por el partido con Rodrygo y Modric mientras Valverde recurría al agitador Vidal y al juvenil Ansu Fati después de que Messi errara un tiro aparentemente sencillo facilitado por Griezmann. Las llegadas azulgrana eran tan escasas como puñeteras mientras el continuado ataque madridista resultaba estéril, bien defendido por los centrales del Barça. No hubo más noticia que un gol anulado a Bale.
Muchos movimientos para no salir del guion anunciado: el Madrid no sabe cómo rentabilizar su fútbol y al Barça le falta ambición incluso en el Camp Nou. Hacía 17 años que en un clásico celebrado en el estadio no se daba un 0-0. Un resultado comprometedor después de tanto alboroto anunciado desde que el partido fue suspendido el 26 de octubre.
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