La extrema desigualdad pone en jaque futuro del mundo
La extrema desigualdad pone en jaque futuro del mundo
Varios informes coinciden en alertar que la brecha entre ricos y pobres ha aumentado.
Las 2.153 personas que tuvieron en sus manos más dinero en el 2019 que los 4.600 millones de personas más pobres no llenarían ni la mitad de la localidad de Sumapaz, la menos habitada de toda Bogotá –con 7.584 habitantes–. Mientras que los más pobres llenarían casi cuatro países como China, el país más poblado –con más de 1.420 millones de personas–.
Esa comparación es, sin duda, una evidencia de la “enorme brecha” que vive el mundo, como la misma Oxfam lo reveló esta semana en su informe ‘Tiempo para el cuidado: El trabajo de cuidados y la crisis global de desigualdad’.
Llamado que también presentó, de forma más alarmante, el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas en su informe ‘Situación social en el mundo 2020’, según el cual más del 70 por ciento de la población mundial vive en países donde la desigualdad ha crecido desde 1990, y esta creciente desigualdad beneficia a los más ricos.
A estos informes se sumó el Índice de Movilidad Social Global del Foro Económico Mundial, que señala que la desigualdad global empeorará a menos que los gobiernos hagan más para garantizar que no sea así: “Es hora de cambiar el hecho de que la suerte de una persona en la vida esté determinada en parte por su estado socioeconómico al nacer”.
Un factor común que tienen los informes, además de la alerta que lanzan, es la palabra ‘suerte’. ¿Por qué? Porque de alguna forma, el destino de una persona está marcado por si es hombre o mujer, si nació en un país o en otro, en una familia o en otra, de una etnia o raza u otra.
Por ejemplo: 9 de cada 10 multimillonarios son hombres, un tercio de las fortunas multimillonarias son resultado de una herencia o simplemente suerte de haber tenido educación digna en un mundo donde 262 millones de niños no van a la escuela. O, para mayor claridad, la riqueza de los multimillonarios del mundo aumentó en un 12 por ciento o 2.500 millones de dólares por día el año pasado; y los 22 hombres más ricos del mundo tienen más riqueza que todas las mujeres de África.
Mientras que unos 3.800 millones de personas vieron disminuir su riqueza en un 11 por ciento; y poco menos de la mitad de la población mundial subsiste con menos de 5 dólares por día.
Son datos que Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam International, escribió en un blog del Foro Económico junto con la afirmación de que “la humanidad no puede vivir con esto. Y no tenemos que hacerlo. Las políticas gubernamentales crearon esta crisis: pueden resolverla asegurando que las corporaciones y los individuos ricos paguen su parte justa de impuestos e inviertan este dinero en atención médica de calidad y educación gratuitas para todos”.
Muchas causas
La brecha extrema y creciente entre ricos y pobres no es un accidente. Es el resultado de decisiones políticas tomadas por los gobiernos. Por ejemplo, los impuestos a la riqueza se han reducido e incluso eliminado en mucho países ricos, y apenas se implementan en los países pobres. En la actualidad, los multimillonarios están pagando tasas de impuestos más bajas que sus secretarias, según Oxfam.
Además, los gobiernos están permitiendo que los servicios públicos vitales que combaten la pobreza, como la atención médica y la educación, se desmoronen por falta de fondos, o subcontratan estos servicios a empresas privadas que excluyen a los más pobres. Servicios que sirven como la base para que las personas puedan salir de la pobreza.
Las causas frecuentemente citadas de esta polarización son la globalización y la tecnología.
El índice muestra claramente que el primero ha aumentado las desigualdades dentro de los países al transferir empleos poco calificados en sectores de alta productividad en economías de altos ingresos a contrapartes de bajos ingresos. Al mismo tiempo, la tecnología ha polarizado las desigualdades al reducir la demanda de empleos poco calificados y recompensar los empleos altamente calificados de manera desproporcionada.
Las causas no paran ahí. Las emisiones de gases están aumentando, al igual que las temperaturas globales, pero los impactos del cambio climático no se sienten de manera uniforme en todo el mundo, y los países de los trópicos se encuentran entre los más perjudicados.
Según el informe de la ONU, el cambio climático ha empobrecido a los países más pobres del mundo y, si no se aborda, podría hacer que millones de personas caigan en la pobreza durante los próximos diez años.
La tecnología ha polarizado las desigualdades al reducir la demanda de empleos poco calificados y recompensar los empleos altamente calificados de manera desproporcionada
El informe advierte que, así como el cambio climático puede aumentar la desigualdad, también pueden hacerlo las políticas diseñadas para contrarrestar sus efectos. A medida que los países adopten medidas climáticas, será importante proteger a los hogares de bajos ingresos.
Graves consecuencias
Los impactos de la desigualdad se sienten a nivel personal y nacional, pues las sociedades altamente desiguales son menos efectivas para reducir la pobreza, crecen más lentamente, dificultan que las personas salgan del ciclo de la pobreza y cierran la puerta al avance económico y social.
Estas disparidades entre y dentro de los países, según el informe de la ONU, inevitablemente conducirán a las personas a migrar. Con el aumento de la migración desde las zonas rurales, más de la mitad de la población mundial vive ahora en zonas urbanas. Si bien las ciudades pueden impulsar la innovación y la prosperidad, muchos habitantes urbanos sufren una desigualdad extrema.
Por su parte, el documento de Oxfam pone el dedo en otra llaga: la desigualdad económica también está construida sobre la desigualdad de género y, de hecho, la mayoría de las personas situadas en la parte más baja de la pirámide económica son mujeres.
Las mujeres y las niñas tienen más probabilidades de ocupar empleos precarios y mal remunerados, y realizan la mayor parte del trabajo de cuidados no remunerado o mal remunerado. “El modelo dominante de capitalismo promueve y se aprovecha activamente de las creencias sexistas tradicionales”, dice el informe.
El secretario general de la ONU, António Guterres, aseguró en el prólogo del informe que tanto en el norte como en el sur han surgido protestas masivas, alimentadas por una combinación de problemas económicos, crecientes desigualdades e inseguridad laboral. “Las disparidades de ingresos y la falta de oportunidades están creando un círculo vicioso de desigualdad, frustración y descontento entre generaciones”, señala.
Incluso en países que se han recuperado completamente de la crisis financiera y económica de 2008, el descontento popular sigue siendo alto.
Los informes plantean múltiples soluciones. Sin embargo, sobresale una en particular: un pequeño aumento del 0,5 por ciento en el impuesto sobre la riqueza del uno por ciento más rico podría aumentar más de lo que costaría educar a todos los niños que actualmente no asisten a la escuela y proporcionar atención médica que salvaría las vidas de 3,3 millones de personas.
Las ideas que plantean los organismos no son extremas, sino de sentido común. Incluso, el Fondo Monetario Internacional está hablando de impuestos sobre la riqueza, y dice que las tasas más altas de impuestos sobre la renta ayudarían a reducir la desigualdad, sin ser malo para el crecimiento. Están alcanzando a personas de todo el mundo que saben que ir a la escuela o consultar a un médico cuando está enfermo no debe ser privilegio de una minoría afortunada.
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