A 50 años del triunfo de Salvador Allende
A 50 años del triunfo de Salvador Allende
La memoria en la generación que vivió histórico día
SANTIAGO DEL CHILE, 04 SET – El miedo de unos y la alegría de otros sigue latente en la memoria de toda una generación, a 50 años del triunfo electoral del presidente socialista, Salvador Allende, el primer marxista en llegar al poder a través de las urnas.
En su cuarto intento por llegar a La Moneda, el doctor Allende se había impuesto por apenas 39 mil 336 sufragios (1.075.616) al empresario independiente de derecha, Jorge Alessandri (1.036.278), quien había gobernado entre 1958 y 1964.
En tercer lugar quedó el demócrata cristiano, Radomiro Tomic, con 825.849 votos (28,08%).
Con 25 años, Nuvia Zambrano, profesora de biología, recordó aquellos días cuando fue a “votar a San Antonio (puerto a 100 kilómetros de Santiago) donde estaba inscrita porque ahí vivía un tío”.
“El era Demócrata Cristiano (DC) y su familia no estaba muy contenta. En cambio yo, estaba fascinada y no podía expresar tanto mi alegría, por lo que me vine a Santiago a celebrar”.
Relata que ya en la capital “había mucho miedo en la gente de la derecha, compraban el diario y comentaban que había salido Allende: ‘Qué terrible'”, decían, “estaban aterrorizados”.
“A mí lo que más me gustaba era que iba a haber un cambio estructural, la nacionalización del cobre, las expropiaciones, se notaba que no era un gobierno más”, rememora la docente.
Destaca los espectáculos callejeros, conciertos en la calle, en las poblaciones, las artes y mucha música. “Bajo la Unidad Popular hacíamos muchas marchas, muchas concentraciones, porque se veía dura la situación porque mientras más cosas hacía Allende favorables al pueblo de Chile, más se enojaba la derecha. Te agredían. Estaba totalmente polarizada la izquierda con la derecha. Después del terror vino la agresión, y cada vez más se fue polarizando”.
Para Nuvia, que después del golpe del 11 de septiembre de 1973 logró escapar de una orden de fusilamiento para luego exiliarse, cree hoy que hubo romanticismo, pues “era muy difícil que una revolución se hiciera sin armas”.
La sicóloga Mónica Thodes, académica de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) cuenta que para el 4 de septiembre de 1970 “mi familia estaba de muerte”.
“Yo recuerdo que a mi mamá no le gustaba Tomic, a mi papá no sé. Estaban muy desilusionados de los políticos porque vieron en la última época de (Eduardo) Frei Montalva, a raíz de la matanza de El Salvador, irse escondidos en los maleteros de los autos y no fueron capaces de dar la cara. Por eso mi papa se fue de la DC y no creía en Tomíc, pero tampoco creían en Allende. Fue un momento muy complejo”, describió.
Originaria de Potrerillos (ciudad de Atacama a 2.800 metros de altura y a 1.018 kilómetros al norte de Santiago), reconoce que “los mineros estaban felices, muy contentos, había mucha gente que sentía que los gringos se estaban de alguna manera aprovechando de todo lo que el país les podía dar. Los obreros no ganaban mal pero vivían en malas condiciones”.
En ese momento no había polarización, fue después del 70, cuando en 1971 se nacionalizo el cobre y se fueron los ‘gringos’. “No toda la gente estaba muy contenta con los nuevos gerentes, que se creían muy superiores, por ahí empezó cierta polarización. Además que los puestos superiores venían de partidos y de afuera, cuando antes la gente se iba ganando los ascensos”, señaló Thodes.
“Mucha gente que trabajaba en Potrerillos y Salvador empezó a sentir que las cosas estaban empeorando. Que las ganancias quedaran en Chile, no era tema, aun no se entendía”, completó.
Milton Silva vivía en Talca (240 kilómetros al sur de Santiago), militaba en la Juventud Socialista y recuerda que a las 5 de la tarde, antes de que cerraran las mesas receptoras de sufragios “estábamos celebrando, no solo porque éramos jóvenes sino porque estábamos confiados en que ganábamos”.
“Pese al triunfo estrecho, la gente empezaba a soñar ya con los que se había propuesto. Era un programa muy simple, una lluvia de cosas que beneficiaban a la gente, como el medio litro de leche, una mejor alimentación para los niños en las escuelas, desayuno a todos los alumnos de educación básica y almuerzo para los niños cuyas familias no lo pueden hacer”, menciona.
Además, consultorio materno infantil, vacaciones para los estudiantes, invitación al palacio de Cerro Castillo de Viña del Mar a los mejores alumnos de enseñanza media.
Para la Navidad de 1970, con Allende ya en La Moneda, participó en la entrega de juguetes en las poblaciones. “Eso fue muy hermoso, primer año que ningún niño quedó sin juguete”.
En 1971 hizo el Servicio Militar por meses como estudiante, “pero empecé a hacer más vida de militante”. En eso lo llaman para un curso a Santiago y es seleccionado para integrar el dispositivo de seguridad de Presidente. “Fue impresionante como me cambió la vida. Custodio de la casa presidencial, del palacio presidencial” pero para el 73 ya formaba parte de la escolta.
A 50 años, Milton es crítico de los socialistas. “Su partido no lo acompañó” pero también los sectores reaccionarios, “desde la DC hacia la derecha” aunque “la oposición también fue muy inteligente, tenían todos los elementos, un ejército en sus manos y se fueron dando cuenta que el pueblo no tenía armas”.
Además, “al doctor no le gustaba lo militar, él quería una revolución con empanada y vino tinto, demostrarle a la gente que no era como se hizo en Cuba o en la exURSS, cada país tiene sus características y en base a eso el doctor quería hacer transformaciones”, completó Silva.
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