EVALUACIÓN DE LOS FILMES PRESENTADOS EN EL TIFF 2020
EVALUACIÓN DE LOS FILMES PRESENTADOS EN EL TIFF 2020
(Primera Parte)
Por Jorge Gutman
Uno de los títulos más importantes presentados en esta versión reducida del TIFF ha sido Nomadland (Estados Unidos) de la talentosa directora Chloe Zhao; este lírico drama social merecidamente ha sido galardonado el sábado último con el León de Oro en el Festival de Venecia.
Con gran sensibilidad la realizadora ha trasladado a la pantalla la novela Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century de Jessica Bruder donde describe las peripecias atravesadas por trabajadores que viven en el corazón de la América profunda y que frente a la depresión económica van recorriendo el país en procura de empleo que les permita sobrevivir. El relato ambientado en 2011 se centra en Fern (Frances McDormand), una antigua maestra sexagenaria viuda y sin hijos que deja su hogar en la rural ciudad de Empire en el estado de Nevada, que quedó completamente desolada con el cierre de la principal fuente de empleo suministrada por la fábrica US Gympsum, especializada en materiales de construcción.
Desde allí, con su caravana Ford se lanza a la ruta donde va encontrando diversos trabajos menores pero que al menos le permiten seguir adelante y al propio tiempo confraternizar con otras personas que se hallan en su misma condición. Entre otros trabajadores, ella entra en contacto con la afectuosa Linda May, la estoica Swankie de 75 años que padece de cáncer, el gurú Bob Wells quien le brinda sabios consejos y Dave (David Strathairn) con quien entabla una relación especial; ese contacto humano que se establece durante las horas de comida y en charlas surgidas en los ratos de ocio va generando profundos lazos de afecto y solidaridad.
En todo ese trayecto a lo largo de South Dakota, Nebraska y Arizona, los temas de la mortalidad, la soledad, el dolor y la necesidad de aferrarse a la vida van apareciendo dentro del marco de un relato poético que ilustra la dura realidad que enfrenta un estamento social desfavorecido.
Además de la estupenda labor de McDormand y de Strahairn, todos los restantes integrantes del elenco son no profesionales ofreciendo completa autenticidad a sus personajes. En esencia, la cineasta logra un sólido drama que refleja la nobleza del espíritu humano. Como parte integrante del relato se destaca la excepcional fotografía de Joshua James Richards captando la belleza panorámica de los escenarios en que transcurre la acción, como así también la bella música de Ludovico Einaudi.
Otro film destacable que obtuvo el León de Plata en Venecia es Nuevo Orden (México) del director Michel Franco, ofreciendo un tenso relato provocador y sumamente inquietante. Aunque en forma ambigua y sin adoptar un criterio decididamente político, el cineasta refleja lo que puede acontecer en un medio social como el de México con una marcada disparidad del ingreso agravado por la violencia predominante y la corrupción por parte de las altas esferas del gobierno.
Con un ritmo dinámico y una filmación con cámara en mano, Franco ofrece una estupenda narración que comienza con la celebración de una boda que unirá a dos familias de clase pudiente; inesperadamente en ese idílico escenario irrumpen fuerzas de asalto sembrando caos, zozobra y aberrante salvajismo dejando un regadío de muertes en el camino. Es así que la población indígena sublevada acompañada de grupos paramilitares tratarán de imponer un nuevo orden social donde los pobres autóctonos someterán a la población blanca. Pero en este proceso de desintegración y degradación humana parecería que la nueva clase deseosa de ostentar el poder no es menos corrupta y violenta. A todas luces, este documento impresiona fuertemente dejando como reflexión cómo la violencia que genera una mayor puede eternizarse si es que no se adoptan medidas tendientes a revertir el proceso que vive la actual sociedad mexicana; de allí que resulte significativo el mensaje final donde se lee que “Solo los muertos han visto el Final de la Guerra“.
Quo Vadis Aida? (Bosnia y Herzegovina-Austria-Rumania-Holanda-Alemania-Polonia-Francia-Noruega-Turquía) considera la siniestra guerra que por conflictos étnicos, religiosos y de exaltación nacionalista enlutó a Bosnia-Herzegovina en la década del 90.
La directora Jasmila Žbanić, igualmente responsable del guión, ubica la acción en julio de 1995 enfocando a Aida (Jasna Đuričić), una maestra bosnia trabajando como intérprete para las Naciones Unidas que está a cargo de un equipo holandés establecido en Srbrenica. Parte de los ciudadanos bosnios azorados por la invasión del ejército serbio se encuentran refugiados en el edificio de la institución, mientras que otra multitud aguarda en las afueras del mismo. Aida que es una intermediaria y testigo de las negociaciones realizadas entre las NU y las fuerzas serbias tratará de proteger a su marido (Izudin Bajrovic) y a sus dos hijos adultos (Boris Ler y Dino Bajrovic) que se hallan en el exterior del inmueble.
Como es bien sabido, el país sufrió una cruel masacre donde mujeres y niños fueron desplazados a otra ciudad bosnia, mientras que los hombres habrían de ser salvajemente exterminados. En una muy buena reconstrucción dramática de los acontecimientos, la realizadora transmite el genocidio perpetrado por el comando serbio debido a la falta de organización reinante por parte de las NU como así también por la indiferencia política internacional que debía haber actuado y socorrido a una población sitiada donde 8372 civiles bosnios perecieron. Éste es un patético y lacerante documento denunciando una vez más una de las horrendas tragedias registradas en el reciente pasado histórico de Europa.
Después de haber ofrecido con Grâce à Dieu 2019) uno de sus más logrados trabajos, el realizador François Ozon retorna con Ëté 85 (Francia) un film luminoso describiendo un romance homosexual de dos jóvenes que transcurre en una ciudad costera de Normandía en el verano de 1985, como lo anticipa su título.
En una libre adaptación de la novela La danse du coucou de Aidan Chambers, Ozon, la primera escena del film presenta a Alexis Robin (Félix Lefebvre) un adolescente de 16 años que está a punto de ser juzgado por haber estado vinculado con su amigo y amante David Gorman (Benjamin Voisin) de 18 años que acaba de morir. De allí en más, la acción retrocede al pasado a partir del momento en que Alexis, habiendo zozobrado con su velero en pleno mar, es rescatado por David, un desconocido para él hasta ese entonces. De allí en más surge entre ambos una apasionada relación donde para Alexis, su pareja constituye su primer gran amor y la mayor felicidad que ha gozado en su vida; sin embargo esa relación culmina seis semanas después cuando él es invadido por los celos al ver que David, un muchacho inconstante y manipulador, flirtea con Kate (Philippine Velge), una atractiva joven de Inglaterra que visita el lugar. Sin entrar a develar lo que sucede posteriormente y la razón por la que Alexis es sometido a juicio, puede adelantarse que éste es uno de los mejores filmes del realizador quien lo dota de una exquisita sensualidad además de narrar una sensible historia de amor no exenta de suspenso.
El competente elenco encabezado por las muy buenas interpretaciones de Lefebvre y Vosin así como la prestación de Valeria Bruni-Tedeschi componiendo a la absorbente y un tanto excéntrica madre de David, refuerzan los valores de esta película.
En esta edición tan especial el TIFF ha programado un trascendental documental que ha sido filmado en Wuhan, la ciudad donde se originó la pandemia. 76 Days (Estados Unidos-China) es precisamente el período que se inicia el 23 de enero cuando las autoridades sanitarias de China a raíz del Covid 19 decretaron el confinamiento de la ciudad hasta el 8 de abril en que la cuarentena es levantada. Teniendo en cuenta lo delicado del tema, los directores Hao Wu, Wiexi Chen y un tercero que prefirió ocultar su identidad ubicaron sus cámaras en 4 hospitales de Wuhan para filmar los entretelones que allí tuvieron lugar. La primera secuencia en donde una desesperada mujer llorando a más no poder insiste en que se le permita ver el cadáver de su padre marca el tono de lo que vendrá posteriormente.
Durante hora y media se asiste a la intensa y valerosa labor emprendida por parte del personal hospitalario quienes uniformados convenientemente tratan de dar la máxima atención posible a los enfermos infectados; esa tarea además de auscultarlos en situaciones de emergencia, suministrarles los medicamentos requeridos y ayudarles a alimentarse, también incluye una labor de terapia psicológica al tener que lidiar con ciertos pacientes de difícil conducta; eso acontece con un anciano quisquilloso que a toda costa quiere regresar a su hogar y a quien se le debe contener cuando imprudentemente sale de su habitación para transitar en los pasillos. Uno de los momentos más conmovedores del documental se produce cuando los médicos deben asistir a una enferma mujer en el momento de dar a luz por cesárea; el nacimiento de la niñita constituye la íntima y excepcional nota de alegría en medio del triste panorama reinante.
A pesar de que los medios de difusión se han referido extensamente a Wuhan, este documental es valioso en la medida que el espectador adquiere la verdadera dimensión de la pandemia observando la descomunal tarea de los hospitales en medio del frenesí, la ansiedad y las corridas de urgencia que se generan sin respiro alguno.
Con un excelente manejo de cámaras y un remarcable montaje, los directores han obtenido un noble y humano documental que constituye un bello tributo a todo el extraordinario equipo de los servicios de salud que han dado lo mejor de sí mismos para socorrer a los infectados por la plaga.
La historia de refugiados en procura de un lugar del mundo donde vivir mejor es el tema que aborda Ben Sharrock en Limbo (Gran Bretaña). La acción gira en torno de Omar (Amir El-Masry), un joven sirio y promisorio instrumentista del laúd, quien se encuentra temporalmente viviendo en una desolada isla escocesa aguardando que las autoridades de Gran Bretaña acepten su solicitud de asilo. Junto a él se encuentran Farhad (Vikash Bhai) que proveniente de Afganistán es fanático de Freddie Mercury con quien se hace amigo además de ser compañero de cuarto, el nigeriano Wasef (Ola Orebiyi) que es fanático del fútbol y soñando con ser estrella de ese deporte, el adolescente Abedi (Kwabena Ansah) y otros migrantes huyendo de regiones convulsionadas por la guerra. Los exiliados son atendidos por Helga (Sidse Babett-Knudsen) y Boris (Kenneth Collard) quienes les suministran clases para perfeccionar el idioma además de concientizarlos culturalmente para permitirles una mejor adaptación al país anfitrión.
Además de compartir con sus compañeros la larga espera de la resolución adoptada por el gobierno, Omar evidencia una tristeza en su rostro por no poder practicar su instrumento musical al tener una de sus manos enyesada, como así también porque añora a su familia con la que se comunica frecuentemente por teléfono.
Al extenderse largamente el período de estadía en el lejano confín donde se encuentra, sus padres finalmente le piden que retorne a Siria a pesar de los inmensos riesgos que significaría ese retorno. Es así que en sus largas caminatas Omar va meditando sobre su vida pasada y sobre lo que el futuro habrá de depararle.
Esta historia plena de nostalgia y melancolía y no exenta de algunas situaciones convincentemente absurdas, combina adecuadamente situaciones de comedia con otras dramáticas retratando muy bien las condiciones vividas por seres desventurados en espera de un ansiado asilo que les permita redefinir sus identidades.
Una liviana comedia es lo que se aprecia en Gaza Mon Amour (Francia-Alemania-Portugal-Palestina-Qatar) de los hermanos Tarzan y Arab Nasser quienes también son los autores del guión cuya acción transcurre en Gaza. Uno de los dos personajes centrales es Issa (Salim Daw), un pescador de 60 años que vende sus productos en el mercado local; como soltero lleva una vida sencilla sin muchos sobresaltos pero pensando que ha llegado el momento de casarse aunque sin aceptar que su entremetida y mandona hermana (Manal Awad) oficie de casamentera. En la pequeña ciudad también reside Siham (Hiam Abbass), una recatada viuda que está a cargo de una mercería y que también trabaja en el mercado local, teniendo como única compañía a su divorciada hija Leila (Maisa Abd Elhadi).
Cuando en el mercado Issa avizora a Siham inmediatamente siente que ella es la candidata ideal para esposa pero dada su natural timidez deberá hacer un esfuerzo mayor para abordarla y manifestarle sus intenciones. Naturalmente previsible, no es necesario anticipar como concluirá esta romántica historia. Más allá de algunos contratiempos que Issa tiene con la policía por haber descubierto en el mar una estatua de bronce, todo transcurre apaciblemente dentro del contexto de la comunidad musulmana, sin que los aspectos políticos de la región adquieran aquí resonancia dramática.
Sin mayor pretensión y a pesar de su falta de profundidad, el film se deja ver por la buena interpretación de Daw y en especial por la veterana actriz Abass en una minimalista pero expresiva caracterización de su personaje.
La nuit des rois (Francia-Costa de Marfil-Canadá-Senegal) sumerge al espectador en algunos aspectos de la cultura oral de Costa de Marfil. El director y guionista Philippe Lacȏte centraliza la acción en MACA, el centro penitenciario más grande del país y que según uno de sus personajes es la única cárcel del mundo gobernada por sus prisioneros. En esta imaginativa historia donde los guardianes solamente se limitan a custodiar, es Barbe Noire (Steve Tientcheu) el “supremo jefe” encarcelado que dirige la prisión; debido al deterioro de su salud, su autoridad es disputada por Lass (Abdul Karim Konate) que apoyado por sus compinches aspira a ocupar su puesto. Para seguir manteniendo el cargo Barbe Noire renueva la tradición de un ritual que consiste en obligar a un prisionero a contar una historia durante el transcurso de una noche; es así que Roman (Kone Bakari), un joven carterista recién ingresado a la prisión se convierte en el cuentista que, a la manera de la famosa princesa Scherezade de Las Mil y Una Noches, se ve forzado a relatar un cuento durante toda la noche para evitar que lo maten.
La novela que Roman inventa se refiere a la vida trágica de Zama King, el joven jefe de una banda criminal y es a través de su relato donde la historia adquiere un aura mágica; así, los prisioneros comienzan a actuar de manera improvisada dando vida a los personajes del cuento quienes con sus contorsiones, movimientos, bailes y cantos a capella generan una visión poética e iluminadora que embellece a esta fábula donde la realidad se entremezcla con la fantasía.
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