UNE RÉVISION. Canadá, 2021. Un film de Catherine Therrien. 95 minutos
UNE RÉVISION. Canadá, 2021. Un film de Catherine Therrien. 95 minutos
Por Jorge Gutman
El eterno conflicto entre la fe religiosa y el racionalismo es expuesto en Une révision, un ambicioso relato de la realizadora canadiense Catherine Therrien en su primer largometraje.
La historia comienza en un Cegep de Montreal donde Étienne (Patrice Robitaille), un profesor de filosofía apreciado y respetado por sus alumnos, transmite las ideas filosóficas de Baruch Spinoza (1632-1677); este eximio filósofo judío, considerado como uno de los más importantes racionalistas del pensamiento fue excomulgado de su comunidad por haber cuestionado la autenticidad de la Biblia.
Resulta interesante observar la dinámica establecida entre el profesor y su alumnado estimulando el interés sobre el tópico; todo ello se desenvuelve normalmente hasta el momento en que Étienne entrega a sus alumnos los resultados de un trabajo que ellos tuvieron que realizar. Es ahí cuando Nacira (Nour Belkhiria), una brillante alumna musulmana, comprueba que su escrito recibió una baja calificación, hecho que podría peligrar su ingreso a la universidad. Al pedir su revisión el docente le aclara que ella había mencionado en uno de sus párrafos al Corán y que él había anticipado que rechazaría cualquier alusión a un texto religioso. De allí en más se produce una discusión entre la alumna y el educador quien al no ceder al pedido de Nacira, motiva a que ella solicite al consejo de administración escolar que tome cartas en el asunto para rever la mala nota discernida. A todo ello, resulta altamente impertinente la actuación de la directora de estudios del colegio (Édith Cochrane), quien para evitar que el conflicto trascienda exteriormente advierte a Étienne que podría ser despedido si no se amolda al nuevo reglamento escolar que en la práctica implica que él modifique su actitud con relación al problema surgido con Nacira.
El espinoso conflicto esbozado en el guión preparado por Louisa Godbout y Normand Corbeil -dos antiguos profesores de filosofía- permite que el tema adquiera considerable complejidad en la medida que el problema central del film permite que sea juzgado desde diferentes puntos de vista. Por un lado no cabe duda la integridad profesional de Étienne, un educador que como pragmático racionalista no admite que la religión se inmiscuya en su clase; pero a su vez, habiéndose leído en voz alta, el párrafo poético controvertido no ofrece real motivo para su objeción. Por otra parte resulta importante considerar que la objetividad de una exposición puede quedar afectada cuando la divinidad religiosa, en este caso el Corán como la palabra de Dios, puede influir en su resultado.
Indudablemente el espectador queda sumergido en el debate suscitado gracias a la naturaleza del complejo tema y especialmente a las remarcables actuaciones de Belkhiria y Robitaille componiendo con completa convicción a sus respectivos personajes; asimismo, en papeles de apoyo se distinguen Cochrane, Pierre Curzi y Rabah Aït Ouyahiaon. Con una buena puesta escénica de Therrien, esta ambiciosa comedia dramática considera ciertos tópicos relevantes que derivan del tema central, incluyendo la necesidad de permitir la libertad de expresión en la docencia asi como la inclusión y respeto que merecen las minorías étnicas en lo concerniente a la religión profesada.
La única objeción que merece el relato es que en su parte final introduce una vuelta de tuerca no del todo verosímil y decididamente prescindible. En todo caso eso no afecta mayormente el resultado de esta estimulante película que abre el terreno para su discusión al concluir su proyección.
DE SON VIVANT. Francia, 2021. Un fim de Emmanuelle Bercot. 123 minutos
La muerte como última etapa de la vida es decididamente ineluctable pero si hay algo que la convierte en menos temerosa es el que se ignora cuando acontecerá; sin embargo la situación difiere cuando alguien gravemente enfermo sabe que su fin es inminente. En base a lo que precede la actriz y realizadora Emmanuelle Bercot ofrece en De Son Vivant un drama lacerante que constituye una verdadera radiografía del viaje sin retorno.
Con la colaboración de la guionista Marcia Romano, el relato introduce a Benjamin (Benoît Magimel), un hombre soltero de 39 años enfermo de cáncer de páncreas que al asistir a la consulta médica, el Dr. Eddé (Gabriel Sara) le comunica que estando en un estadio 4 del mal es imposible de ser curado y su muerte, estadísticamente considerada, puede producirse entre 6 meses y dos años a más tardar. Acompañado de Crystal (Catherine Deneuve), su posesiva madre, ambos escuchan aterrados el doloroso diagnóstico.
En la narración realizada a lo largo de un año, se asiste a la evolución de la enfermedad en su tramo final donde en un principio Benjamin puede desenvolverse sin estar hospitalizado. Es en ese período que él se dedica con denodado fervor a proseguir su actividad de profesor de teatro para alumnos que están preparando su ingreso al Conservatorio Nacional, aunque sin divulgarles el mal que le aqueja. Sin poder detener el paso del tiempo, llega el momento en que debe permanecer en el hospital con el consiguiente deterioro que va experimentando su organismo hasta exhalar el último suspiro..
Hay varios aspectos importantes de reseñar que realzan al drama de manera excelente. Sin saber exactamente cuál es el centro hospitalario en el que Benjamin es atendido, en primer lugar resalta la profunda humanidad emanada por el Dr. Eddé en donde no solo actúa como oncólogo sino también como terapeuta y guía espiritual del enfermo. Asimismo es completamente realista la relación de Crystal con su hijo, en el que ambos no pueden resignarse a aceptar lo que sobrevendrá; pero lo más importante es cómo esta mujer desea que su hijo le perdone debido a un acto de profundo egoísmo cometido cuando veinte años atrás.lo impulsó a que abandonara a la mujer australiana que embarazó y al bebé que llegó al mundo sin haberlo reconocido.
Bercot ha logrado de su elenco actuaciones supremas. Deneuve, la descollante diva del cine francés, conmueve profundamente como una madre que tiene que hacer denodados esfuerzos para poder aceptar la pérdida de su hijo. Magimel, sin duda en el papel más difícil y logrado de su carrera, sencillamente deslumbra en la metamorfosis que va experimentando su personaje. El tercer gran protagonista de este drama es Gabriel Sara quien en la vida real es un renombrado oncólogo americano; al haber aceptado el rol del Dr. Eddé, su actuación no puede resultar más genuina en el apoyo moral que le suministra a Benjamin y a su madre. Igualmente destacable. es la participación de Cécile De France como la abnegada enfermera que en cierta medida se extralimita en sus funciones para ofrecer sosiego, confort y amor a Benjamin. En papeles de apoyo se distinguen Lou Lampros como una de las estudiantes de teatro y Oscar Morgan como el ilegítimo hijo de Benjamin.
Con esta crónica de una muerte anunciada, Bercot logra su mejor trabajo como realizadora y a pesar de su inconfortable temática su visión es altamente recomendable
ROUGE. Francia-Bélgica, 2020. Un film de Farid Bentoumi. 89 minutos
Con una muy buena narración el realizador Farid Bentoumi aborda un drama ecológico inspirado en eventos reales. Basado en el guión del realizador con la colaboración de Samuel Doux, el interés del relato reside en la colisión que se produce entre una honesta trabajadora y la corrupción corporativa en la que se desenvuelve.
Después de no haber logrado salvar la vida de un paciente que en estado de gravedad permanecía en la sala de emergencia de un centro hospitalario donde trabajaba, la joven Nour (Zita Hanrot) deja su puesto para aceptar la posición de enfermera residente en la planta química en que trabaja su padre Silmane (Sami Bouajia) donde además es el líder sindical defendiendo los derechos de los operarios.
A los pocos días de comenzar sus labores Nour observa que ciertas reglas sanitarias no son cumplidas por la empresa, incluyendo la ausencia de reportes de los accidentes de trabajo producidos, la falta de revisación médica de algunos empleados y la no consideración de los efectos de la polución producida. Esos reparos son manifestados a su padre de manera firme aunque él los desestima señalando que la fábrica suministra empleo a 200 personas, impulsando de este modo la economía local.
El nudo dramático del relato se produce cuando la enfermera se vincula con Emma (Céline Sallete), una periodista investigadora que le hace ver cómo los residuos tóxicos que genera la planta son vertidos de manera oculta en un lago próximo. Eso induce a Nour a realizar una operación arriesgada para la obtención de una prueba que evidencie el peligro generado por la negligencia asumida por el director de la empresa (Olivier Gourmet).
A través de una muy buena descripción de los personajes, el realizador plantea de manera concisa y efectiva el conflicto ético que se produce entre la integridad de Nour decidida a denunciar la realidad imperante y la actitud de su padre que siente la obligación de guardar silencio y mantener la lealtad con la empresa que le ha prodigado trabajo y sustento durante 30 años. Además de la acertada dirección de Bentoumi el film se valoriza por las remarcables interpretaciones de Hanrot y Bouajila.
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