Diario en inglés, eco de los horrores argentinos
Diario en inglés, eco de los horrores argentinos
Buenos Aires Herald, contrastes de un relato canonizado
BUENOS AIRES 3 ENE – El periódico Buenos Aires Herald, escrito en inglés y editado en la capital argentina entre 1876 y 2017, dio voz a las Madres de Plaza de Mayo y denunció los horrores de la última dictadura en el país sudamericano, y ahora su historia, por momentos épica pero también cargada de tinieblas, es narrada en un libro por uno de sus directores, Sebastián Lacunza.
Se trata de “El testigo inglés. Luces y sombras del Buenos Aires Herald” (editado por Paidós), que “de ningún modo representa una reivindicación” del diario, advirtió a ANSA Lacunza, director de ese medio entre 2013 y 2017.
En ese lapso final de la publicación, el periodista -que durante cinco años también fue corresponsal del diario italiano Il Manifesto- se encontró con testimonios, datos y anécdotas sobre el periódico en inglés más longevo de Iberoamérica.
“Me impulsó escribir el libro la noción que tuve mientras dirigía el Herald de que su historia era más rica y contenía más tensiones y contradicciones de lo que narraba el relato canonizado sobre su papel durante la dictadura, que resultaba conveniente para múltiples partes”, deslizó el periodista.
“Luego, una vez que cerró el Herald, recibí propuestas de escribir un libro sobre mi experiencia. Para entender el período que me tocó vivir, resultó mucho más interesante y explicativo lanzarme a la historia de 141 años. También representó la posibilidad de abordar la historia del periodismo argentino a partir del caso singularísimo del Herald”, acotó Lacunza, hoy corresponsal de la agencia estadounidense REDD y de Reporteros Sin Fronteras.
“El Herald adquirió fama mundial por su papel durante la dictadura. La repercusión de su vida y muerte fue extraordinaria si se tiene en cuenta que era un diario escrito en inglés en una gran capital de habla castellana, con poco personal, pocas páginas y relativa poca tirada”, reflexionó Lacunza.
“El cierre en 2017 motivó largas notas, sentidas incluso, en medios de las principales capitales de Europa y Estados Unidos y eso se debió al prestigio de haber sido una voz casi única en la denuncia de un terrorismo de Estado “de inspiración nazi”, como definía su director de entonces, Robert Cox”, amplió entrevistado online por ANSA.
Curiosamente el Herald y el propio Cox apoyaron el golpe de estado cívico-militar de 1976 en Argentina y todos los anteriores, e incluso algunos miembros de su redacción reivindicaron con bastante fervor el programa económico liberal de la dictadura.
“Eso no hacía más que agregar interés y singularidad al papel del Herald en aquellos años. Es, en definitiva, la historia de un pequeño diario universal”, completó el autor de la estupenda investigación, ahora en formato libro.
“El primer lector del Herald, en 1876, fue el mundo de los negocios que orbitaban en el Río de la Plata. Hombres, visitantes más que inmigrantes, volcados al comercio”, explicó Lacunza.
Tiempo después esa comunidad regresó a sus países de origen entre 1900 y 1950, y otra gran parte se asentó, tuvo hijos, nietos y bisnietos de nacionalidad argentina, prosiguió.
“Y esos eran lectores del Herald, de clase media alta, consciente de su singularidad entre la inmigración, ya que la británica fue una comunidad bastante endogámica. En esencia, no peronista”, explicó el autor.
“La denuncia de los crímenes del terrorismo de Estado descoloca bastante a parte de los lectores tradicionales y a la elite económica, pero a su vez, incorpora a otros del mundo no inglés, del mundo de la cultura, la academia y los derechos humanos”, detalló al describir el perfil del lector.
El Herald fue muchas cosas al mismo tiempo. Por un lado, tuvo la capacidad de denunciar la existencia de “desaparecidos” -como ningún otro medio de Argentina lo hizo- a partir de una coraza de protección: estaba escrito en inglés.
Por lo tanto, no iba a ser leído por el censor y eso no solo en los años de plomo de la dictadura (1976-1983), alertó Lacunza.
Pero, también respaldó con frenesí las ideas liberales y el sesgo antiperonista de la dictadura. Aunque, en esos tiempos, la personalidad del director Cox y su mano derecha, James Neilson, al mismo tiempo, lo transformó en esa vidriera de denuncia de la desaparición de personas.
Así, el Herald ha trascendido fronteras y representa una pieza mediática cuasi arqueológica, digna de estudios técnicos, ideológicos y académicos, acaso una de las ventanas para otear las venas abiertas de América Latina.
Un complejo recorrido, con perspectiva analítica y tono insípido y aséptico, es el gran aporte de Lacunza.
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