Nuevas rutas ilegales desde Centroamérica
Nuevas rutas ilegales desde Centroamérica
– Para eludir controles de seguridad, bandas buscan otras vías
CIUDAD DE MEXICO, 07 GEN – Las bandas de tráfico de personas están modificando sus rutas para el traslado masivo e ilegal de personas desde Centroamérica y el Caribe, combinando recorridos por mar y tierra que hacen más difícil el trabajo de las fuerzas de seguridad y más peligrosas las travesías.
De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ahora una buena parte del desplazamiento de personas se realiza en embarcaciones desde Puerto Ocós, en la frontera de Guatemala con México hacia Tijuana, estado de Baja California, límitrofe con Estados Unidos, sobre las costas del Pacífico.
Otra ruta también parte de Ocós pero llega a Mazatán y Paredón en Chiapas o bien en Salina Cruz, Oaxaca, pero este es un recorrido muy corto que sólo elude los puestos de revisión de la frontera con Guatemala.
En el Caribe, la ruta más usual parte del oriente de Cuba hacia Isla Mujeres y Cancún, o desde Belice hasta Chetumal, ambos con destino al estado de Quintana Roo, sureste de México.
La ruta hacia Tijuana ya data de hace varios años y para el traslado se emplean yates, jet-skis y balsas, según el informe de la OIM, presentado el lunes pasado.
El ingreso de Tijuana a San Diego, California, que son ciudades colindantes, también se realiza a través del mar. En algunas regiones este desplazamiento de personas “se realiza de manera intermitente e invisible” lo que permite que se tenga un “relativo éxito”, afirma.
“Hay que estar en alerta porque mares y océanos han probado ser tan letales como las rutas terrestres. No vaya a ser que en algún momento pasemos de hablar de tráileres (camiones de carga) accidentados a embarcaciones hundidas con migrantes en México”, advirtió el ex presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Mauricio Farah.
“En migración ahora todo es más en el Continente Americano: rutas más remotas y arriesgadas, tarifas más altas, migrantes más vulnerables, traficantes más empoderados y, por todo ello, más sufrimiento, violencia y muerte”, afirmó Farah, que es secretario general de servicios generales del Senado mexicano.
Aunque por ahora no se han suscitado grandes naufragios y muerte de un alto número de personas, como sucede en otras zonas migratorias como el Mediterráneo, que separa a Africa de Europa, los expertos no dudan que en el futuro próximo pudieran ocurrir casos como estos en México.
De hecho, en 2017 se informó que tres mexicanos murieron cuando un bote se volcó frente a las costas de California con 30 personas a bordo, que habían pagado individualmente más de 15.000 dólares para ser llevadas de México a Estados Unidos, luego que la embarcación chocó contra unas rocas.
En ese mismo año, agentes del Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP, siglas en inglés) de San Diego arrestaron a 909 personas y confiscaron 76 barcos en el mar, según el sitio digital InSight Crime.
En 2021, de acuerdo con el mismo organismo, se incrementaron 40% las detenciones de migrantes y “polleros” (traficantes de personas) en el mar.
De acuerdo con InSight Crime, el “incremento de los intentos de tráfico marítimo de personas demuestra que los polleros están buscando rutas más peligrosas y cobrando una tarifa adicional por la posibilidad de pasar a Estados Unidos”.
Sólo en el año fiscal de 2020, se contabilizaron 1.273 aprehensiones en el mar, casi el doble de las 662 detenciones en el mismo periodo de 2019, y las confiscaciones de barcos pasaron de 80 a 118, un aumento de casi el 50%, según datos del CBP.
El aumento de los cruces ilegales de la frontera es alimentado por la cantidad creciente de mexicanos que buscan trasladarse ilegalmente a Estados Unidos, después de que por varios años la migración de ciudadanos de este país al vecino fue cercana a “cero”.
En el año fiscal de 2021, la autoridad migratoria estadounidense detuvo a 1,7 millones de migrantes, la cifra más elevada de la historia, el triple del promedio de la última década, de los cuales la mayoría eran mexicanos (35%), seguidos de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños.
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